El camaleón

30/01/2009
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Los camaleones son una familia de pequeños saurópsidos (reptiles) escamosos. Existen cerca de 160 especies de camaleones, la mayor parte de ellas en África al sur del Sáhara. En América se llama a menudo camaleones a lagartos de la familia de los anoles, que no guardan ningún parentesco especial con los verdaderos camaleones. Son famosos por su habilidad de cambiar de color según las circunstancias, por su lengua rápida y alargada, y por sus ojos, que pueden ser movidos independientemente el uno del otro.
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Si bien muchos políticos encajan en ésta definición sólo uno emerge como el más opcionado en la fauna criolla. Es un Ministro del actual gabinete del presidente Uribe, pero también lo fue del presidente Pastrana y, cómo no, del presidente Gaviria. Es decir, es una especie en vías de expansión y prolongación indefinida incrustada en las élites del poder.

Ahora nuestro camaleón intenta ser Presidente él mismo, para seguir gobernando desde su privilegiada condición de copropietario del país. Como todos los políticos que se han “sacrificado” por la nación, presenta resultados en sus gestiones frente a la economía, al comercio exterior y, más recientemente, en torno a la seguridad y la defensa.

Su nombramiento en este Gobierno es el resultado de una alianza política con su familia que se traduce en una cuota de poder en la Vicepresidencia, en el Ministerio del Medio Ambiente, además de generosos titulares en el diario de mayor circulación en el país, en los calculados informes que de manera “independiente” presenta una revista que dirige su sobrino, en los reportajes de un canal de televisión con nombre gringo asociado al periódico de marras y en la certeza de que el grupo económico con el cual está aliado tendrá pronto otro canal de televisión. Por eso habla duro e incluso se atraviesa en los planes de su jefe y le disputa cámaras y micrófonos.

Para el Presidente, su permanencia en el gabinete es un mal necesario. Para el Ministro es parte de la estrategia. No obstante, enfrenta un problema: sólo podría ser Presidente si (y solo si) su jefe no aspira a un tercer período o si logra diferenciarse de Uribe. En cualquier caso, el camaleón tendría serias dificultades para “cambiar de color según las circunstancias”.

Por eso, ha decidido marcar la diferencia con una estrategia sutil que ya está en marcha, consiste en apoyar la política de seguridad democrática del Presidente, pero con un cambio que resulta trascendental para el nuevo Gobierno de los Estados Unidos: respetando los derechos humanos. Es decir, enviando el mensaje a Obama de que él también piensa (ahora) que la seguridad no está por encima de los ideales. Por eso, los llamados “falsos positivos”, en lo que tiene alta responsabilidad, son una bendición para sus planes.

Como Ministro está dispuesto a depurar a la Fuerza Pública, a incentivar programas de formación, seguimiento y monitoreo de los derechos humanos, a apoyar a la justicia ordinaria para que investigue a los oficiales acusados de matar civiles y presentarlos como “bajas en combate”.

Ahora sí funcionan las investigaciones exhaustivas y, claro, El Tiempo, Semana, la W y demás medios a su disposición, presentan los detalles de las “macabras” operaciones y registran con entusiasmo las decisiones del Ministro.

Hace muy poco tiempo, el Ministro de Defensa firmaba directivas y daba órdenes a los militares para obtener resultados a toda costa, para complacer a su jefe, para demostrar que la política si funcionaba, para negar o minimizar las denuncias de las ONG sobre las ejecuciones extrajudiciales. Hoy, el camaleón, sacrifica a los militares que cumplieron sus órdenes y los lanza a la hoguera pública para asegurar sus ambiciones.

Ahora, el camaleón se traslada a Washington para informar de la tarea cumplida, para preparar el camino, para ganar la confianza de la nueva administración de la Casa Blanca antes de retirarse del ministerio e iniciar su campaña presidencial. El mensaje es que él, a diferencia del Presidente, si cumple con los derechos humanos, que él como Obama es un demócrata y no un autoritario como Uribe (el aliado de Bush).

El cambio del camaleón ya se advierte: Juan Manuel Santos, el demócrata, el defensor de los derechos humanos, el adalid de la justicia, el respetuoso de los sindicatos, el que no tiene vínculos con la parapolítica ni el narcotráfico, el que cree en la regulación del mercado y la redistribución equitativa de la riqueza, está listo para ser Presidente de la República de Colombia.

Por supuesto, un mandatario distinto a su antecesor, aquel que por su afán de resultados permitió el horror de los falsos positivos, el impulsor de un TLC sin tener en cuenta la muerte violenta de sindicalistas, el Presidente cuestionado por sus relaciones con paramilitares y narcotraficantes, el Presidente que quería perpetuarse en el Gobierno y alteró la independencia y el equilibrio de los poderes públicos, el mandatario neoliberal que pensó más en los ricos que en los pobres.

Así, Santos asegura su candidatura con o sin Uribe en el debate electoral, recoge las banderas de la seguridad democrática, pero ajustadas a las nuevas exigencias internacionales, convoca a los uribistas que no hacen parte del proyecto paramilitar, ofrece confianza a los empresarios asustados con la crisis y con la reelección, se acomoda en el entusiasmo de la Obamanía y, seguramente, atrapa a algunos incautos en busca de coalición.

Como dijo el presidente Cesar Gaviria antes de nombrar al camaleón como Ministro de Comercio Exterior: “Bienvenidos al futuro”.

Bogotá, 26 de enero de 2009

- Jorge Rojas R. es
Director Ejecutivo de CODHES

Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas
Corporación Viva la Ciudadanía. www.vivalaciudadania.org

https://www.alainet.org/es/active/28774

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