Ante un cataclismo ambiental global

15/11/2008
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El pasado 4 de noviembre culminó el proceso electoral más reciente del País con un resultado que, aunque anticipado por los expertos, resultó sorprendente por la magnitud de los resultados numéricos y las consecuencias para varios de los actores participantes.

La victoria abrumadora a nivel nacional del Partido Nuevo Progresista marca un evento notable en la historia política reciente del país. También, la falta de apoyo electoral al Partido Independentista Puertorriqueño y la relativa baja aprobación al proyecto político del partido de Rogelio Figueroa fueron resultados sobresalientes en esta competencia partidista.

El recién terminado proceso político replicó muchos de los procesos anteriores donde se promueve una competencia de candidatos y programas de partidos en un contexto donde está ausente la identificación de los problemas fundamentales que afectan la estabilidad, el bienestar y la calidad de vida del Pueblo de Puerto Rico. Las llamadas campañas electorales resultan en un proceso mediático donde se comunican de forma reiterada trivialidades, medias verdades y mentiras dirigidas a descalificar a individuos y partidos opositores. Durante meses se satura al País, utilizando una cantidad multimillonaria de fondos públicos, con propaganda en todos los medios de comunicación sin que el Pueblo pueda discernir cuáles son los asuntos medulares que explican y afectan nuestra realidad socioeconómica, ni cuáles son las estrategias y oportunidades que el País tiene ante sí para lograr un futuro con una calidad de vida superior. Esa campaña política de saturación en los medios se extiende hasta pocas horas antes del día de votación, de manera que no sólo no se provee un espacio de tiempo para que las personas puedan examinar y evaluar la propaganda y los issues en discusión sobre los cuales se va a ejercer su voto, pero tampoco hay oportunidad para que el ciudadano común pueda vincular la realidad que percibe que le afecta con la propaganda electoral.

Este ciudadano tampoco puede contar con un análisis individual de los llamados “programas políticos” de los partidos pues éstos también reflejan las limitaciones del diagnóstico, análisis y propuestas acciones sobre los problemas sociales, económicos, políticos y físico-naturales del País. Estos “programas”, así como el resto de los procedimientos y procesos de las campañas políticas (anuncios mediáticos, comparecencias públicas, entrevistas, debates, caminatas, caravanas y cierres de campañas) se formulan ausentes de un contexto de los problemas globales y regionales de naturaleza política, económica y ambiental que, por un lado afectan nuestra realidad presente y futura, y por el otro, condicionan o limitan las oportunidades para el desarrollo del País. Las implicaciones de estos factores globales e internacionales tampoco se relacionan con los problemas socioeconómicos, políticos y medioambientales nacionales. En este complejo proceso socio-político llamado proceso electoral, estamos todos convocados a expresar nuestro apoyo a ideas y puntos de vista contenidos en documentos programáticos o articulados por unos denominados “líderes” que no responden a las preocupaciones y aspiraciones fundamentales del País y en general están desconectadas de los factores causantes de dichos problemas.

Así, por ejemplo, se escogió una estructura de gobierno nacional y municipal sin que mediara una discusión mínima sobre el problema estructural de la pobreza en Puerto Rico que afecta a más de la mitad de la población. Tampoco se discutió clara y profundamente la situación del problema estructural endémico del sistema económico de Puerto Rico y su relación con el sistema económico de los EE.UU. y el global; sin discusión de la situación coyuntural de una recesión económica que afecta al País y de una gran recesión del sistema económico de los EE.UU. que parece estar encaminada a una gran depresión económica de ese país así como de una gran depresión del sistema capitalista internacional. El País no tuvo el beneficio, además, de la discusión del serio problema de seguridad nacional que plantea la contaminación y degradación ambiental, del calentamiento global y del consecuente cambio climático que nos afecta.
Al no tener un referente en relación con el cual poder relacionar las propuestas de los políticos de turno, el Pueblo escogió un nuevo gobierno para administrar el sistema colonial de Puerto Rico sobre las mismas premisas prevalentes históricamente que nos mantienen en nuestra condición de pueblo subdesarrollado, dependiente y vulnerable a múltiples amenazas naturales y geopolíticas que mantienen en incertidumbre constante la paz y la seguridad. La consecuencia de lo aquí expuesto es que la gestión gubernamental que iniciará en enero próximo, antes de resolver los problemas que nos afectan, tiene el potencial de exacerbarlos y profundizarlos.

No hay espacio en esta columna para discutir todos los asuntos arriba planteados, de manera que quiero limitarme a uno que, al igual que los otros, es altamente relevante. Me refiero al tema de la condición ambiental de Puerto Rico y del sistema natural global. En días recientes tuve la oportunidad de acceder a una excelente publicación del Brookings Institution de Washington, DC, titulado “Climatic Cataclysm: The Foreign Policy and National Security Implications of Climate Change”. Este libro publicado este año 2008 presenta el análisis más estructurado que conozco sobre el tema sobre el calentamiento global con el tema de seguridad nacional, examinado principalmente desde la perspectiva estadounidense pero reconociendo el contexto internacional del asunto. Los diferentes escritores que dan base a este libro desarrollan la tesis principal de que la magnitud e implicaciones que los científicos, sin lugar a dudas, asignan a los cambios biofísicos y socioculturales que está generando y profundizará en el futuro inmediato el calentamiento global, constituyen el mayor problema de seguridad nacional que deben enfrentar los EE.UU. y el resto de las naciones del planeta. Se discute en este informe el error conceptual del pasado de limitar los asuntos de seguridad nacional a aquellos que se relacionaban con amenazas directas de una nación a otra(s) que requerían acción política tanto diplomática como militar para su solución. La tesis aquí planteada es que el calentamiento global anticipa un disloque en el funcionamiento de la naturaleza que está generando al presente y amenaza con producir a mediano y largo plazo un cataclismo global. Dicen los expertos que si este problema no se atiende, la civilización humana estará totalmente amenazada en su funcionamiento y su sobrevivencia.

Conceptualmente se entiende cataclismo como un trastorno grave en el globo terráqueo producido por un fenómeno natural que a su vez genera un gran trastorno en el orden social, económico y político de la civilización humana. Para los expertos consultados por el Brookings Institute, el cambio climático constituye el principal problema nacional de seguridad que enfrentamos debido a que, entre otras razones, los recursos naturales se tornarán incrementalmente escasos en el futuro, lo que agravará las tensiones existentes entre países y creará nuevas amenazas debido a un estancamiento o reducción del sistema económico y las implicaciones demográficas de estos fenómenos (migraciones humanas masivas, hambrunas, epidemias y pandemias). El informe concluye que la adaptación de los países al cambio climático será extremadamente costosa en términos materiales de manera que los países en desarrollo o subdesarrollados serán los últimos en adaptarse a dichos cambios, pues éstos generalmente no cuentan con reservas de capital, están limitados en sus recursos humanos diestros (científicos y técnicos) y ordinariamente se caracterizan por sistemas de gobierno débiles y burocráticos. Se señala, además, que no existe un precedente histórico para el tipo de desastre que generará el cambio climático pues éste será uno que afecte a toda la civilización humana en múltiples maneras, simultáneamente.

Si pensamos a Puerto Rico con relación a cómo el Brookings Institute visualiza el problema del cambio climático, es fácil llegar a la conclusión de que en el proceso político del País ha estado ausente la discusión sobre las implicaciones de este problema y sobre la importancia de movilizar al País hacia una sensibilización y educación para el desarrollo de una conciencia colectiva que corresponda a la magnitud del problema planteado. Este asunto no se puede reducir solamente a la instalación de paneles solares o de molinos de viento para generación de energía ni a las necesarias acciones para reducir nuestra demanda de energía y alcanzar niveles más eficientes en el uso de las mismas. El cambio climático, como hemos dicho anteriormente en este semanario, plantea un problema serio para la seguridad alimentaria del País, un problema serio en el incremento de la erosión de las costas y del avance del mar sobre los recursos naturales costeros y el capital físico construido cercano o adyacente al litoral como es la infraestructura de generación eléctrica, de puertos y aeropuertos, la infraestructura del turismo y otras múltiples construcciones humanas. El cambio climático, además, implica la incidencia de un número mayor de huracanes y ciclones tropicales, de sequías extremas, de inundaciones y de la incidencia y prevalencia de enfermedades infecciosas que creíamos tener controladas así como la aparición de nuevas enfermedades.

Quiero hacer constar que no es nuestra intención promulgar una visión apocalíptica desde la perspectiva del problema ambiental. Sin embargo, la realidad objetiva que tenemos como pueblo es que se anticipan grandes retos y cambios en la manera como funciona la naturaleza y nuestra sociedad no puede actuar de forma ingenua e ignorante ante este asunto. Estoy convencido de que nuestro proceso político partidista no está sensible a lo que aquí se expone y de lo que la ciencia sigue documentando. En el informe del Brookings Institute, que invito a todos a leer, se hace la advertencia de la necesaria acción política gubernamental para actuar de acuerdo a lo que se anticipa. Esperemos que nuestro País recapacite y que su proceso político se eleve y sea consecuente con la realidad compleja a la que nos confrontamos.

- Félix I. Aponte Ortiz, es profesor de la Escuela Graduada de Planificación de la Universidad de Puerto Rico.

http://claridadpuertorico.com/content/view/402954/32/


https://www.alainet.org/es/active/27475

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