Cambios a la vista
24/10/2002
- Opinión
Río de Janeiro.- ¿Qué pasa? De un
lado se instaura un gobierno de derecha ideológica en Estados
Unidos y se instaura una conducta imperial que niega el
multilateralismo y afirma la hegemonía indiscutible del centro
imperial. Aumentan los gastos militares y las presiones por
una adhesión incondicional de los aliados hacia el gobierno
norteamericano.
De otro lado, crece en la región más directamente sometida a
la acción imperial, un nuevo liderazgo político con tradición
de centro izquierda así como nuevos movimientos sociales con
inspiración política anti-imperialista. Si hacemos un balance
de la situación latinoamericana en el momento actual no parece
reflejar lo que pasa en la metrópolis, sino, al contrario, la
región parece evolucionar en la dirección contraria. No fue
sin razón que el presidente del Fondo Monetario Internacional
acaba de nombrar ua comisión para explicar lo que pasa en
América Latina,
En México, asistimos a la baja del prestigio político de Fox,
abriendo camino hacia una nueva configuración política aún
indefinida, al mismo tiempo, los zapatistas del subcomandante
Marcus vuelven a surgir en la escena nacional como
consecuencia de la agudización del conflicto en Chiapas.
En América Central vemos los Sandinistas ganaren fuerza en
Nicaragua y el crecimiento del Frente Farabundo Martí en
Salvador.
En Venezuela crece la radicalización en torno de Hugo Chávez,
sobretodo después del intento frustrado de Golpe de Estado en
su contra. En Cuba, Fidel Castro mantiene su posición de
centro de unidad nacional y recupera su economía, a pesar del
embargo comercial norteamericano cada vez más desmoralizado.
En Colombia, las FARC y el ELN sobreviven a un intento de
liquidación militar. En Ecuador, los socia demócratas y los
nuevos liderazgos militares de izquierda sorprenden en las
elecciones. Lo mismo en Bolivia se agiganta el movimiento
indígena y disputa la segunda vuelta.
En Perú, después de la derrumbada del dictador Fujimori, se
recupera el prestigio del APRA y renacen las fuerzas de la
izquierda unida que llegaran a ser mayoritarias en los años
70.
En Argentina, desmoralizase la hegemonía neoliberal que
consiguiera penetrar el propio peronismo con Menen a la
cabeza. Y se plantea la perspectiva de surgimiento finalmente
de una izquierda con perspectivas de masas y hasta de una
victoria electoral.
Pero lo más sorprendente es la perspectiva de una victoria
aplastante del centro izquierda en Brasil, bajo el comando del
Partido de los Trabajadores, de fuertes raíces en el
movimiento obrero y en los movimientos sociales alternativos.
La victoria de Lula en Brasil es vista incluso como un
catalizador de este estado de espíritu contestatario aún que
moderado. A pesar de que el gobierno Lula incorpora fuerzas
de centro extremamente importantes, no es absurdo pensar que
tendrá que abrir un espacio importante para la izquierda del
Partido de los Trabajadores y de los partidos aliados hacia la
izquierda, como el PC do Brasil, el PCB, el Partido Socialista
e incluso el PPS, el ex Partido Comunista, hoy bastante
moderado.
La verdad es que se debe esperar un cambio significativo en el
clima ideológico de la región donde el pensamiento único de
corte neoliberal había ganado una fuerza impresionante.
Pero este cambio no está aún bien configurado. No se trata de
volver a los términos del marco ideológico nacional-
democrático y popular que sirvió de fundamento para los
movimientos populistas en la región. No se trata de revivir
el movimiento guerrillero de corte Castrista y Guevarista que
procuró reinterpretar este cuadro nacional democrático en una
forma más radical.
Hay que acordarse de que en los años 60s y 70s el marxismo
tuvo un desarrollo espectacular en la región, pero se dividió
en varias corrientes que iban desde una teoría de la
dependencia que rescataba la especificidad de la condición de
dependencia y de las realidades latinoamericanas, hasta unos
intentos de aplicar un esquema ideal de origen stalinista, de
inspiración maoísta o hasta de Henver Hoxja, el dirigente
albanés.
Es importante rememorar que el pensamiento conservador produjo
también su versión desarrollista de la ideología nacional-
democrática, buscando incorporar las transformaciones por un
desarrollo independiente y autónomo en un cuadro político más
liberal.
Los golpes de Estado iniciados en la década del 60 y llevados
a su auge en los golpes militares de corte fascista declarado,
como el gobierno Pinochet en Chile, batieran de frente en
contra de estas definiciones ideológicas. A pesar de su
inspiración fascista ellos se inspiraban más en los fascismos
subjugados y dependientes como los de Portugal y España.
Fue en el Chile de Pinochet que los ultraliberales derrotados
durante la Segunda Guerra Mundial encontraron un abrigo. El
grupo de los economistas de Chicago, centro del enfoque ultra
liberal desarrollado en los encuentros de Mont Péllerin, fue
llamado para poner en práctica sus ideas en las condiciones
ideales creadas por la dictadura de Pinochet.
Nada de oposición activa, una economía de gran presencia
internacional a través de un producto clave, el cobre,
nacionalizado por Allende y colocado a servicio de cualquiera
experiencia de desarrollo económico, con una reforma agraria
que creara las mejores condiciones posibles para la
modernización de la producción agrícola y una clase dominante
cohesionada por el miedo de la revolución socialista fueron
las bases para iniciar la experiencia neoliberal que luego se
extendió para la Inglaterra de Thatcher y los Estados Unidos
de Reagan.
En los años siguientes la experiencia neoliberal intentó
imponerse en todo el mundo pero tuvo un éxito especial en la
América Latina, presionada por su endeudamiento internacional
y otras aventuras económicas inspiradas por las dictaduras
militares y el dominio del pensamiento reaccionario.
Este se instauró en las organizaciones internacionales y en
varias universidades hasta llegar al control de los
comentaristas económicos de la gran prensa y extenderse por
todos los poros de la sociedad, particularmente entre las
elites empresariales, políticas, profesionales y burocráticas.
Pero las marcas de la modernización neoliberal tuvieron su
lado perverso claramente expuesto en la medida en que avanzaba
la aplicación de sus preceptos a la vida económica de la
gente. El fortalecimiento de la concentración del ingreso, el
aumento de las poblaciones pobres y miserables, el crecimiento
del desempleo y de la economía informal, el aumento de la
dependencia económica, social, política y sobretodo cultural,
la intensificación de la violencia y la desintegración de las
instituciones básicas de la sociedad fueron minando el
discurso neoliberal hasta que las crisis económicas y la
volatilidad de los movimientos básicos de la vida financiera
les dieron sus cuestionamientos radicales.
Esta es la situación que asistimos hoy en la región. Los
enormes aparatos culturales manejados por los midias no logran
convencer a la gente de las bondades de las políticas
neoliberales. El avance democrático, que los líderes de la
propuesta pensaban manejar sin problemas a través del
marketing electoral, comienza a minar el proyecto neoliberal
de punta a cabo del continente.
Es claro que este rechazo popular no conmueve para nada a los
neoliberales. Para ellos las políticas económicas son meras
aplicaciones de los principios abstractos que manejan. El
voto solo tiene sentido como un mecanismo de atender las
ambiciones de participación de la gente, aumentando la
legitimación del régimen y de las políticas por ellos
aplicados.
Sus gestiones fueron aplastantes en su insensibilidad hacia
las protestas populares. Así como Pinochet entró en el
gobierno sobre los chorros de sangre de los trabajadores
chilenos, la sra. Thatcher reprimió con furia excepcional los
mineros del carbón en Gran Bretaña, y Reagan dio una lección
radical en los trabajadores aeroviários en los Estados Unidos.
Este método junto a las medidas de choque pasaran a
caracterizar la metodología de las experiencias neoliberales.
En ninguna parte de esta doctrina la fuerza de la
representación popular ocupa cualquier espacio. Es pues
natural que no respeten la voluntad popular expresa en la
urnas. No fueron pocos los gobiernos que se eligieran en
contra de la política del FMI y se entregaron a sus principios
"científicos"luego que llegaron al poder.
Es interesante ver por ejemplo como un gobierno rechazado por
70% de la población brasileña intenta imponer a su probable
sucesor las condiciones para su gobierno dejar de ser
demagógico y "populista". Es decir, los derrotados que
llevaran el país al caos y que reciben el rechazo de la gran
mayoría "exigen" del nuevo gobierno que abandone las políticas
que lo llevaron al poder.
Esta visión tecnocrática del Estado y de sus funciones es otra
característica esencial del neoliberalismo. Tratase de un
programa político profundamente anti-democrático. Esto
explica la dimensión del caos que provocan en la vida de la
gente que desprecian radicalmente. Esto explica también la
profundidad de la crisis en que nos hundamos.
Debemos esperar que se produzca un cambio radical en el plan
intelectual y no solamente en el plan político. Necesitamos
recomponer los elementos claves de una nueva gobernabilidad
que se apoye más directamente en la acción organizada y
conciente de la gente. Es importante que estemos sorteando
los obstáculos a través de movimientos democráticos y en la
búsqueda de reforzar nuestras instituciones democráticas como
condición para el cambio. Tratase de una colosal maduración
de la conciencia de nuestros pueblos.
* Theotonio Dos Santos es profesor titular de la UFF,
coordinador de la Cátedra y Red UNESCO-UNU sobre Economía
Global y Desarrollo Sostenible. Su último libro recién
editado en español por Plaza & Janés es La Teoría dela
Dependencia: Balance y Perspectivas.
https://www.alainet.org/es/active/2672
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