La dolarización es una bomba de tiempo!

10/09/2002
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Ecuador:

Ecuador:

Con la dolarización plena de su economía, el 9 de enero del 2000, Ecuador se transformó en el primer país de América Latina que sacrificó oficialmente su moneda nacional e impuso una moneda extranjera como de curso legal completo.2 Se incorporó a la lista de 26 colonias o territorios que hasta entonces utilizaban una moneda extranjera en todo el mundo, 11 de ellos el dólar norteamericano. A esta lista habría que agregar a El Salvador desde el año 2001, en camino estarían Timor Oriental, Guatemala, Afganistán...

Para poder realizar una evaluación de los más de dos años y medio de dolarización conviene recordar los ofrecimientos que justificaron el sacrificio de la moneda nacional, el sucre. El pequeño grupo de economistas y empresarios, aglutinados en el Foro Económico, que planteó como alternativa la dolarización, como Carlos Julio Emanuel, quien fuera ministro de Economía hasta junio del 20023, ofrecía, entre otras maravillas, "una baja inmediata de las tasas de interés, de la inflación y la entrada de capitales foráneos, dando paso a la reactivación inmediata de los sectores productivos" (Diario El Universo, Guayaquil, 7.1.2000).


¿Cayó inmediatamente la inflación? No. En promedio anual, ésta pasó de 52% en 1999 a 97% en el 2000, antes de declinar lentamente a un 38% en el 2001; alcanzando en diciembre pasado recién un 22,4%, la inflación más alta de América Latina, casi diez veces el nivel inflacionario de los EEUU. La posibilidad de lograr una inflación de un solo dígito en el año 2002 se aleja, a pesar de que al finalizar el mes de julio4 se registró, por primera vez desde mayo de 1996, un nivel negativo en el ritmo inflacionario de -0,07% de variación mensual, con un índice anual de 12,9%, ¡en dólares!. En agosto cerró con un índice similar al mes anterior: 12,9% anual, justamente en los meses de menor incidencia inflacionaria.


La tasa negativa de julio, lejos de alentar una perspectiva satisfactoria, comienza a señalizar tendencias recesivas y aún deflacionarias, que podrían desembocar en nuevas complicaciones cuando los precios de algunos productos queden por debajo de los elevados costos de producción que las empresas tienen que asumir.


Lo que si está claro es que en estos más de dos años y medio de dolarización se ahondó el deterioro de la distribución del ingreso y es notable la falta de creatividad y esfuerzos para incrementar la productividad interna de la economía ecuatoriana.


Ni la relativa calma conseguida por la ausencia de la devaluación se refleja en una sustantiva caída de las tasas de interés en dólares inflacionario, pues las tasas activas superan en la práctica el 20% para la mayoría de actividades productivas (para empresarios pequeños y medianos, las tasas reales estarían alrededor del 50%) y aún el 80% para compras a plazos en establecimientos comerciales privados. La diferencia entre las tasas pasivas y activas es de más de diez puntos, diferencial que bordea los quince puntos en comparación con las tasas internacionales (Ver Cuadro 1).

Cuadro 1

Ecuador: diferencia en puntos porcentuales entre tasa activa y pasiva oficiales

2000 – 2002


Tampoco ha bajado a niveles regionales el riesgo país: Argentina al finalizar julio del año 2002, según el índice EMBI, estaba en 6640 puntos básicos, Uruguay 2842, Brasil 2165 (por el pánico que provoca Lula a los capitalistas internacionales). Ecuador llegó a 1762, subiendo en más de 700 puntos desde abril; valores muchísimo más elevados que los de Colombia, Perú o Chile, países que no tienen sus economías dolarizadas.


¿Se reactivó de inmediato el aparato productivo? Tampoco. Fue falsa la propaganda que aseguraba que la medida es tan poderosa que por sí sola comienza a hacer girar las ruedas de la reactivación económica. En el 2000, luego del bajón de 1999, la economía apenas frenó su caída. Y recién convalece en el 2001 con un 5,4%, sin que con esto el PIB haya recuperado el nivel de 1998. Sin embargo, para el primer trimestre del año 2002 cayó el PIB en relación al último trimestre del año anterior.


En efecto, luego de registrar un crecimiento de importantes sectores del aparato productivo durante siete trimestres ininterrumpidos, desde el segundo trimestre del 2000 hasta el año anterior, en los tres primeros meses de este año se registra una desaceleración de -0,9% del PIB, no explicable sólo por una menor actividad económica luego de la Navidad; recuérdese que en el primer trimestre del año 2001 el PIB creció en 1,5% (Ver Cuadro 2). Los siguientes rubros, que representan el 75% del PI)B, resgistraron una marcada desaceleración: el sector petróleo y minas, la industria manufacturera, el comercio, el sector transporte, los servicios financieros, resto de servicios (hoteles, bares, restaurantes, comunicaciones, alquiler de vivienda, servicios a empresas y a hogares), así como otros elementos del PIB (derechos arancelarios, impuestos directos e impuestos indirectos netos).


Cuadro 2

Ecuador: producción por rama de actividad económica

Tasa real de crecimiento por trimestre

2001 - 2002


I. 2001

II. 2001

III. 2001

IV. 2001

I. 2002

Agricultura

3,9

-0,3

0,8

-0,7

2,7

Petróleo y minas

1,0

-1,2

1,8

-3,1

-4,2

Manufactura

1,7

1,2

-0,8

0,8

-2,5

Electricidad, gas, agua

1,8

4,1

-0,7

-6,6

3,8

Construcción

0,4

3,2

4,4

3,2

2,3

Comercio

4,0

1,5

1,9

3,3

-1,7

Transporte

4,9

2,7

0,8

3,9

-3,1

Servicios financieros

2,8

3,7

2,1

3,4

-1,2

Otros servicios

1,2

0,5

-0,7

0,4

-0,6

Servicios bancarios imputados

4,9

3,1

0,7

2,8

-1,0

Servicios gubernamentales

-3,4

1,9

-2,4

0,1

4,2

Servicio doméstico

0,9

0,9

-0,9

1,3

0,4

Total Valor Agregado Bruto

1,3

0,7

0,5

0,3

-0,8

Otros elementos del PIB

6,2

4,4

3,5

5,9

-3,8

PIB

1,5

0,9

0,6

0,6

-0,9

Fuente: Banco Central del Ecuador






Otras señales preocupantes asoman por el lado del consumo final total, que cae en -0,9%. La disminución del gasto de los hogares fue de -1,3%. El argumento “navideño” pierde vigencia al constatar que las reducciones más significativas en el consumo final corresponden a refinados del petróleo; maquinaria, equipo y material de transporte; y, servicios de transporte. Desde otra perspectiva, el crecimiento anterior se debió quizás a un adelanto en las compras, en la expectativa (correcta) que los precios iban en alza. O sea que parte de los ahorros fueron utilizados en ese periodo y ahora la gente (dado que tampoco se puede endeudar a las altas tasas de interés y que no todos tienen acceso al mercado financiero internacional) solo puede financiar los gastos de sus ingresos corrientes.


Otra cifra alarmante corresponde a la inversión que registró en el primer trimestre del 2002 un decrecimiento de -8,6%. Las importaciones también experimentaron una reducción de -7,4%, especialmente en refinados del petróleo, en productos manufacturados, en servicios de transporte. Y las exportaciones ecuatorianas se redujeron nuevamente en -3,6%. Estas cifras adelantan signos de desaceleración y extrangulamiento externo.


Los partidarios de la dolarización sugieren que la recuperación del año 2001 fue una prueba de la eficacia de esta decisión. Absurdo. Toda recesión finalmente termina, sobre todo si tiene recursos foráneos que ayudan a superarla. Con la dolarización, al igual que con la convertibilidad en la Argentina, el dilema es inexcusable: la economía funciona mientras entran capitales externos en abundancia o, en caso contrario, se tiene que ajustar por la vía de la recesión, pero esa no es por lo pronto la situación ecuatoriana... pero que podrá acontecer, también como resultado de las lógicas recesivas del ajuste fondomonetarista, a cuya sombra se cobijan los principales grupos dominantes del país.


Lo que interesa averiguar hoy es de dónde vienen los dólares para esta recuperación por lo demás desequilibrada y como se ve, inestable. Sobre todo cómo se financian las crecientes importaciones, mientras caen las exportaciones no petroleras. Un pilar importante para sostener la oferta monetaria se encuentra en el monto de recursos demandados por la construcción del nuevo oleoducto, así como en los ingresos generados por las ventas de petróleo en el mercado mundial hasta antes de los atentados terroristas del 11 de septiembre, que provocaron una drástica caída del precio del crudo, tendencia que se revirtió al finalizar a inicios del año 2002.


La dolarizada economía se apuntaló también con las remesas de los emigrantes. Ya en el 2000 las remesas de los emigrantes por 1.360 millones de dólares, (superiores a las exportaciones sumadas de banano, camarón, café, cacao y atún), habían salvado la dolarización, al igual que los altos precios del crudo. En el año 2001 alcanzaron 1.430 millones de dólares superiores a todas las inversiones petroleras, superiores a los cinco productos mencionados, superiores en casi tres veces a la inversión social y en más de dos veces a la llamada ayuda para el desarrollo (Ver Cuadros 3 y 4).


Las remesas, por otro lado, han representado un 16% del consumo nacional en el 2000 y un 11% en el 2001. Sin embargo, en los primeros tres meses del año 2002 las remesas, por tercer trimestre consecutivo, experimentaron un marcado debilitamiento, lo cual también estaría hacia la baja al PIB y, por ende, al consumo.


Cuadro 3

Ecuador: remesas de los emigrantes y exportaciones

1992 – 2001

años

PIB

remesas de emigrantes

Exportaciones

petroleras

tradicionales

industrializados

1992

12.430

149

1.345

1.438

374

1993

14.540

276

1.257

1.293

544

1994

16.880

346

1.305

1.848

684

1995

18.006

450

1.530

1.996

824

1996

19.157

553

1.749

2.012

1.063

1997

19.760

719

1.557

2.565

1.011

1998

19.710

902

923

2.177

1.004

1999

13.769

1.142

1.480

1.815

1.062

2000

13.649

1.364

2.442

1.302

1.229

2001

17.982

1.415

1.900

1.319

1.233

Fuente: Boletines mensuales. Banco Central del Ecuador



Cuadro 4

Ecuador: remesas de los emigrantes, inversión social y servicio de la deuda externa

1991-2001

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

remesas

109

149

276

346

450

553

719

902

1142

1364

1415

inversión social

513

567

551

737

1038

1099

1170

1040

853

717

685

servicio de la deuda

603

652

538

769

1806

1630

2392

1736

1788

1680

1688

* Inversión social incluye: educación, cultura, salud, desarrollo comunal, desarrollo agropecuario.

Fuente: Boletines mensuales del Banco Central del Ecuador



Otra fuente de financiamiento es el endeudamiento externo privado. Su crecimiento es vertiginoso; seguramente sirve para comprar barato afuera y vender caro adentro. De 2.239 millones de dólares en enero del 2001 a 4.528 millones en junio del 2002, ha crecido en 2.309 millones de dólares: una duplicación en un año, llegando a su nivel máximo en toda la historia económica. Mientras que la externa pública prácticamente se mantuvo inalterada con 11.251 millones (Ver Cuadro 5).


En este lapso debe haber ingresado una cuantía importante de narcodólares y de dólares falsos, que han inundado la economía ecuatoriana; en estos dos casos sí alentados por la dolarización. Y, por cierto, el Ecuador se ha transformado en un paraíso de los dólares falsos.




Cuadro 5

Ecuador: movimiento mensual de la deuda pública y privada

En millones de dólares al final del período

2000- 2002

Pública Privada



Ya casa adentro, el consumo también se ha nutrido del descongelamiento de los depósitos bancarios (El "corralito" ecuatoriano se gestó, con tecnología argentina -made in Fundación Mediterránea- en marzo de 1999 y todavía no ha sido totalmente desmantelado); este congelamiento, vale recordarlo, sirvió para proteger a la banca frente a una potencial corrida generalizada. Muchos de los clientes de los bancos, atemorizados por el congelamiento de sus depósitos, han preferido destinar los recursos que se van liberando paulatinamente al consumo de bienes (vehículos, por ejemplo) o a la construcción, sector que ha experimentado un crecimiento importante, alentado también por una política de subsidio a la vivienda de sectores de clase media.


Este convalecimiento de la economía ecuatoriana vino acompañado con una reducción de los índices de desempleo y subempleo, pero no por efecto de un incremento de la actividad productiva que pudiera haber creado muchos nuevos puestos de trabajo, sino especialmente por la corriente indetenible de emigrantes. Recuérdese que entre 700 y 800 mil personas (mucho más de un 10% de la Población Económicamente Activa - PEA), habrían huido del país por la crisis. Así, en la actualidad, todavía más del 50% de la población económicamente activa está en situaciones laborales precarias o desempleada: el subempleo afecta a casi un 35,9% de la PEA (hay estimaciones que dicen que esta cifra nos e ajustaría a la realidad, pues se afirma que su volumen real debe al menos bordear el 50%), el desempleo abierto a un 8,8% y más de un 10% se encuentra fuera del país...


Las condiciones salariales con la dolarización no han mejorado. El ingreso mínimo mensual de una familia de 4 miembros con 1,6 perceptores es de 224 dólares (un salario mínimo vital es de 140,- dólares) no cubre el costo de la canasta básica familiar, que llegó a 336 dólares en julio del 2002.


No sorprende, entonces, que en estas condiciones al inicio del 2002, más del 45% de la población adulta, según una encuesta de alcance nacional, haya expresado su deseo de salir de este paraíso dolarizado...


En este punto, tal como se manifestó, aparecen claros síntomas de nuevos estrangulamientos externos. El Ecuador, preso en la trampa cambiaria, ya enfrentó en el 2001 un déficit comercial de -302 millones de dólares, mientras consolida cada vez más un modelo aperturista que fomenta las importaciones, sin disponer de herramientas para enfrentar coyunturales pérdidas de competitividad provocadas, por ejemplo, por la devaluación de los vecinos. Así las cosas, las expectativas de un mayor déficit comercial se mantienen para el año 2002, aunque con una desaceleración de las importaciones por la menor actividad económica relativa, con estimaciones que superan mil millones de dólares; el desbalance comercial para el primer semestre del año 2002 llega ya a -592 millones de dólares, que ya superó los 700 millones al finalizar julio (Ver Cuadros 6 y 7)

.


Cuadro 6

Ecuador: balanza comercial del primer semestre de cada año

millones de dólares FOB

2000 – 2002

*En las importaciones se incluye también las compras de la Honorable junta de defensa nacional.


Es importante destacar esta tendencia. Mientras las exportaciones han caído sistemáticamente en el primer semestre de los últimos tres años, las importaciones han crecido a un ritmo elevado. Las exportaciones entre enero y junio del 2000 fueron de 2.510 millones, en el 2001 de 2.477 millones y en el 2002 de 2.371 millones; mientras que las importaciones pasaron de 1.411 millones en el mismo período del 2000 a 2.339 millones en el 2001 y a 2.964 millones en el 2002. Este repunte de las importaciones es considerado, sin embargo, como una muestra del éxito de la dolarización...



Cuadro 7

Ecuador: tasa de crecimiento de las exportaciones e importaciones

primer semestre de cada año

2000 – 2002


Este déficit comercial, más allá de la miopía de algunos dolarizadores, preocupa en una economía caracterizada por un déficit crónico de la balanza de servicios, provocado particularmente por la sangría de la deuda externa. Lo que dejaría al país con una cuenta corriente deficitaria creciente, que podría alcanzar un valor que podría acercarse a los -1.500 millones de dólares en el año 2002, lo que representaría un salto descomunal comparado con -704 millones de déficit del año anterior (Ver Cuadro 8). Si esta tendencia se mantiene, la nueva crisis ya estaría programada, independientemente si no hay déficit fiscal, aunque con éste, como es obvio suponer, las cosas serían mucho peores.


Cuadro 8

Balanza de pagos: evolución anual en millones de dólares

1997

1998

1999

2000

2001

Cuenta corriente

-458

-2099

919

916

-735

Cuenta de capital y financiera

-2

1459

-1333

-6608

939

Errores y omisiones

-56

-146

-531

-15

-435

Balanza de pagos global

-515

-785

-945

-5707

-230

Fuente: Boletines mensuales. Banco Central del Ecuador



En marcha hacia una petrodolarización migratoria


Hace dos años y medio, en Ecuador, se ofreció resolver todos los problemas del país con la dolarización oficial. Ahora, cuando no se ha podido ni abatir el azote inflacionario, se exige dar una respuesta a todas las tareas pendientes para que funcione la dolarización. Se dice que hay ser pragmáticos y proceder al “blindaje” de la dolarización. En la desesperación por conseguir dólares, cerrando la puerta a la urgente necesidad de pensar en una salida ordenada y oportuna de la trampa cambiaria, se apuesta por una petrodolarización de la economía.


Por eso, para “avanzar”, se ha vuelto la mirada al petróleo. Con el incremento de la producción y exportación de crudo se espera sostener la dolarización. La apuesta es reeditar otro auge petrolero como en la década de los setenta en el siglo XX, pero en un ambiente diverso. Hay que tener presente que el país ha sido ajustado y reajustado sostenidamente. Su aparato productivo se encuentra muy debilitado y enfrenta una creciente y desigual competencia externa, mientras que su mercado financiero no ha superado la crisis. Por otro lado, la apertura de cuenta de capitales es presentada como un logro del ajuste, cuando en realidad es otro de los puntos flacos de la economía ecuatoriana.


Como para completar este escenario poco alentador, los potenciales ingresos petroleros serán muy inferiores a los de los años setenta para la sociedad en su conjunto, en tanto los contratos hidrocarburíferos existentes no dejarán ingresos importantes para el país, pues en el mejor de los casos la participación estatal en la renta petrolera será de un 18 al 20% (En los años setenta la sociedad ecuatoriana percibía más del 85% de dicha renta). Además, varias empresas petroleras no pagan el impuesto a la renta porque declaran pérdidas, no cancelan el impuesto al valor agregado o reclaman su devolución, no pagan las glosas al Estado y hasta consiguen tarifas arancelarias preferenciales para sus importaciones.


Por otro lado, los ingresos estimados por las inversiones del nuevo oleoducto, que públicamente se fijaron en más de 1.100 millones, bordean, en realidad, unos 850 millones: 697 millones de inversión real (de los cuales un 70% serán importaciones), 100 millones de costos financieros, 50 millones por impuestos y aranceles, eso si es que pagan las compañías petroleras) y unos 20 millones para indemnizaciones. Además, los ingresos esperados no auguran el milagro anticipado, pues, en el caso de que el precio del crudo pesado bordee los 20,- dólares, el país apenas recibiría unos 400 millones de dólares al año, de los cuales el 70% se destinará -por ley, gracias a las presiones del FMI- a la recompra de la deuda externa.


Por lo tanto, si se mira más allá del espejismo consumista inicial, que podría alentarse aún un tiempo con los nuevos ingresos petroleros, Ecuador sigue en terreno movedizo. El país depende de las fluctuaciones de los precios de varios productos primarios en el mercado internacional. Una entrada significativa de capitales tenderá a aumentar el crédito y la demanda internos, alentando la actividad económica e incrementando los pasivos externos; en cambio, ante un mayor déficit de cuenta corriente o una salida de capitales, si no hay posibilidad de contratar más deuda externa, la defensa de la dolarización conllevará la subida de las tasas de interés y la consecuente disminución de la actividad económica.


La pérdida de competitividad relativa de las exportaciones, alentada por la rigidez cambiaria (Ver Cuadro 9), resulta preocupante en un mundo imperfectamente competitivo, dominado todavía por tasas de cambio variables. Algo angustioso en una economía que tiene uno de los niveles más bajos de competitividad: el Ecuador sigue al final de la tabla de la competitividad actual, en el puesto 68 entre 75 países que son estudiados en el Global Competitiveness Report 2001-2002. Ante cualquier variación de las cotizaciones de uno de sus principales socios comerciales, Colombia o Perú, por ejemplo, el impacto ya no será vía precios, por efectos de la devaluación defensiva, sino vía cantidades menores salarios, más desempleo, menor utilización de la capacidad instalada o aún una significativa quiebra de empresas, tal como sucedió en Argentina con la convertibilidad, una suerte de dolarización minus... Así, las exportaciones se verían obligadas a mejorar su competitividad despidiendo personal o reduciendo los salarios, así como forzando a cualquier costo la renta de la naturaleza, esto es con crecientes destrosos ambientales.



Cuadro 9

Ecuador: índice del tipo de cambio real mensual.

2000 – 2002


En suma, el esquema dolarizador ecuatoriano sólo podrá sobrevivir mientras se garantice el ingreso abundante de recursos externos provenientes de exportaciones primarias, particularmente petroleras (inestables e impredecibles), crecientes remisiones de emigrantes o si se logra mendigar el financiamiento externo necesario para mantenerla en vida, a través de una mayor deuda externa, a más de los coyunturales y magros ingresos provocados por las privatizaciones y por la inversión extranjera directa, que en el caso ecuatoriano no tendrá una trascendencia mayor. Recursos que, sin embargo, se verán estructuralmente amenazados por las crecientes importaciones y la pérdida de competitividad de las exportaciones. Por eso, incluso para cuando la inflación descienda a un solo dígito bajo (cercano a la inflación de los EEU que bordea el 2%), el esquema dolarizador no garantizará un crecimiento económico sostenido y una expansión sustantiva del empleo. Pero eso sí se profundiza el esquema primario-exportador de acumulación, se consolidan las tendencias desindustrializantes y se congela la eterna genuflexión frente a los mercados foráneos.


Por eso, aún si se considera el potencial estabilizador de la dolarización para ampliar la previsibilidad en las decisiones de inversión y consumo, al haberse eliminado las devaluaciones sucesivas de los años del régimen democristano de Jamil Mahuad, no se puede obviar los múltiples costos sociales que conlleva y los graves riesgos que implica la rigidez cambiaria para el aparato productivo. Con un esquema de apertura -comercial y de capitales- y una inmovilidad cambiaria extrema, una sostenida caída de la competitividad está programada; un fenómeno que ya se experimenta en muchos segmentos del aparato productivo.


Por otro lado, la dolarización tampoco garantizará un equilibrio fiscal, pues el Presupuesto del Estado consolidará su posición como el campo de confrontación por excelencia, con lo cual las presiones políticas podrán reflejarse en nuevas inestabilidades fiscales. Y, como ya se manifestó antes, no será una sorpresa si el país, en poco tiempo, vuelve a un acelerado y continuado proceso de endeudamiento externo, algo que ya se registra por parte de los agentes económicos privados. Argentina es un buen ejemplo; aunque aquí cabrían ciertas diferencias: Argentina terminó el año 2001, en plena crisis, con una deuda pública interna y externa que no superó el 59% del PIB, Ecuador lo hizo solo para su deuda pública externa con un monto superior al 63% del PIB, y eso luego de haberla renegociado en el año 2000. Sin embargo, Ecuador por su elevado nivel de deuda y por su limitado peso específico en el concierto de las finanzas internacionales difícilmente será "el niño mimado" del mercado financiero internacional y de los organismos multilaterales de crédito como lo fue Argentina...


En estas circunstancias el Ecuador será lo que siempre ha sido. Un país productor y exportador de bienes primarios. El petróleo asoma como la principal fuente de divisas para paliar las tensiones que provocará un déficit comercial crónico en la cuenta de exportaciones e importaciones no petroleras. La desesperación por aumentar la oferta de dólares, conduce al Ecuador hacia una petrodolarización en la que los impactos ambientales aumentarán peligrosamente, al igual que las tensiones políticas, pues, en medio de la actual ola privatizadora, quien logre controlar directamente la riqueza petrolera se apoderará de hecho del poder del Estado, el cual aún manteniendo formalmente la apariencia democrática se volverá en la práctica más autoritario.


La dolarización es una bomba de tiempo


No hay duda, la decisión final sobre la dolarización oficial plena en el Ecuador, que no ha resuelto el azote inflacionario y que ya ha transformado a esta economía en una de las más caras de la región andina, fue el resultado de decisiones y angustias políticas. No fue "impuesta por el pueblo ecuatoriano al gobierno", como conclusión de un proceso de dolarización "espontánea"; no fue el anuncio de un nuevo modelo económico al margen del neoliberalismo y del mismo FMI; menos aún significa que el Ecuador dolarizado "ya tiene un pie en el primer mundo", como afirman ostentosa e ingenuamente algunos de sus promotores.


Este castramiento monetario fue, para decirlo descarnadamente, producto de la mediocridad de las élites gobernantes y el resultado directo de un ajuste estructural interminable, que incluyó, como saldo de la liberalización financiera forzada por el FMI, un salvataje bancario sostenido por una incesante devaluación y que incluyó un feriado bancario y un congelamiento de depósitos.


Mucha razón tuvo el economista brasileño Paulo Nogueira Batista jr., cuando afirmó el 13 de enero del 2000, en la Fohla de Sao Paulo, a los pocos días de la adopción de esta medida improvisada, que "un gobierno de quinta categoría acaba de anunciar la intención, de cometer suicidio monetario y dolarizar la economía del país. Incapaz de enfrentar una seria crisis económica y amenazado de destitución, el presidente ecuatoriano, Jamil Mahuad, que visiblemente no tiene capacidad ni siquiera para ser el síndico de un edificio o presidente de una asociación de barrio, se desesperó y optó por humillar a su país, desistiendo de uno de los elementos centrales de soberanía".


Y lo más grave estaría por venir.


En economía se puede hacer cualquier cosa, menos evitar las consecuencias, solía repetir John Maynard Keynes. Anclar el tipo de cambio puede ser recomendable por un tiempo, pero mantenerlo indefinidamente congelado, en medio de una economía internacional predominantemente flexible, termina por provocar explosiones como las que experimenta Argentina. Joseph Stiglitz, el flamante Premio Nobel de Economía, es categórico cuando afirma, refiriéndose al FMI en su gestión en Argentina, “debería haber sabido que un régimen de tipo de cambio fijo siempre está condenado al fracaso”. No reconocer esta realidad raya en la torpeza o en la irresponsabilidad.


En este punto es interesante anotar que tan profundo ha calado la crisis argentina, que hasta en círculos empresariales ecuatorianos, hasta hace poco entusiastas promotores de la rigidez cambiaria, la pregunta que circula con insistencia es cuánto más durará la dolarización... lo que falta es fortalecer la necesidad de preparar ya una salida ordenada y oportuna, demostrando que ésta no sólo es necesaria, sino sobre todo posible.


Cambios en el frente social y político


Para comprender de mejor manera la metamorfosis económica y social que provoca la dolarización, habría que analizar la conformación y recomposición de los bloques a favor y en contra de este esquema monetario y por cierto del modelo. Hay que identificar a perdedores y ganadores. Esto implica ubicar especialmente a aquellos segmentos que difícilmente puedan dar un salto cualitativo en términos de competitividad, pues, como es obvio, ésta se construye pausada y sacrificadamente, no se improvisa. Igualmente hay que identificar a aquellos segmentos del empresariado que empiezan a renegar de la dolarización, aunque todavía son amplios los grupos que a pesar de haberse frustrado por los resultados reales de la economía dolarizada, todavía creen que no hay como superar la dolarización.


En la lista de ganadores, por lo pronto, asoman muy bien posicionados los importadores (a la cabeza los contrabandistas). Otros beneficiarios son el negocio inmobiliario de alta plusvalía y la construcción de vivienda para clase media, por la posibilidad de realizar operaciones financieras con plazos más largos; el gran comercio con capacidad para crear también sistemas de financiamiento con plazos relativamente extensos para sus clientes; parte de la industria mayor, protegida de alguna manera por el Estado, que pueda mantener su competitividad en mercados externos en base a importaciones de insumos y piezas, utilizando poca mano de obra y no muy cara: ensamblaje (¿sector automotor?); la banca nacional, especialmente mientras pueda sacar tajada de los elevados diferenciales cambiarios; en esta lista asoman como potenciales beneficiarias aquellas empresas que quieren lucrar de las privatizaciones, particularmente las empresas de teléfonos y electricidad, a las cuales se les quiere vender con precios muy bajos y con tarifas más altas que las del mercado internacional. Los grupos de clase media que se mantengan como tales, esto es vinculados a los sectores ganadores, podrán obtener alguna ventaja de esta nueva situación económica en un ambiente atractivo para el consumo, en particular de aquellos bienes susceptibles de ser comercializados vía crédito, por supuesto accesibles sólo para quienes tienen ingresos suficientes como para atender su repago.


Mientras que los perdedores están en gran parte en el lado de los productores de bienes transables; en aquellos segmentos del sector exportador que no logran mejorar su competitividad en base a una mayor explotación de la naturaleza y de la mano de obra, o que no tienen capacidad de reacción frente a los choques externos; en el comercio mediano y pequeño, en especial el tradicional; en un enorme sector de industrias medianas y pequeñas, así como en unidades productivas campesinas y agrícolas, que resultan incompetentes ante el ingreso de bienes importados o aún por una disminución de la demanda de importantes capas de la población o por la consolidación de las grandes cadenas comerciales que controlan sus propias líneas de producción o por los elevados costos financieros; en el turismo de clase media sobre todo de aquel orientado a atender la demanda de Colombia y Perú por el incremento del costo de la vida en el Ecuador; en los asalariados y especialmente en los jubilados.


Y no es extraño que, en estas circunstancias, se esté procesando un recambio de actividades de ciertos empresarios: un creciente número de industriales ha optado por transformar sus empresas manufactureras en unidades importadoras, ciertos fabricantes han dejado de comprar materia prima en el interior para adquirirla en el exterior con el fin de mantener su posición en el mercado, más de un exportador se transforma en importador y otros han empezado a trasladar sus inversiones al exterior...


Estas tendencias sociopolíticas repercutirán más temprano que tarde en la sociedad ecuatoriana. Este país andino, que experimentó con un -7,3% la peor caída de su economía en 1999, como consecuencia de un largo proceso de ajuste estructural (desde 1982), presenta un escenario de empobrecimiento explosivo. Entre el año 1995 y el año 2000, el número de pobres creció de 3,9 a 9,1 millones, en términos porcentuales de 34% al 71%; la pobreza extrema dobló su número de 2,1 a 4,5 millones, el salto fue de 12% a un 31%. Lo anterior vino acompañado de una mayor concentración de la riqueza. Así, mientras en 1990 el 20% más pobre recibía el 4,6% de los ingresos, en el 2000 captaba menos de 2,5%; entre tanto el 20% más rico incrementó su participación del 52% a más del 61%.


Entonces, si la rigidez cambiaria es intrínsecamente insostenible, sobre todo en un ambiente internacional de tipos de cambio flexibles, no cabe sentarse a especular simplemente sobre la duración de la dolarización. La receta para un fracaso programado, tal como se manifestó antes, se completa con una amplia apertura comercial y financiera, así como con un muy bajo nivel de competitividad. Con mucha razón en la revista ecuatoriana GESTION de febrero del 2002, cercana a círculos empresariales y bancarios, se pregunta “¿es la dolarización una bomba de tiempo? La respuesta, lamentablemente es sí”. Una realidad que es ya percibida a través de una creciente frustración ciudadana: en julio del año 2002, según la encuestadora Informe Confidencial, un 65% de los habitantes de Guayaquil y Quito consideraba negativa la dolarización, rechazo que en enero recién bordeaba el 52% en el puerto y apenas era de un 48% en la capital. Es más, ahora un 67% de la población en Quito y un 58% en Guayaquil estaría dispuesta a cambiar sus dólares por un nuevo sucre.


Por tanto, a la sociedad ecuatoriana le urge preparar y procesar una salida ordenada de la trampa cambiaria, sin creer que con eso se van a resolver todos los problemas. Sería una irresponsabilidad histórica esperar a que explote la dolarización, para recién entonces intentar salvar desesperadamente los restos del aparato productivo y tratar de pacificar a un país en llamas, como sucede en la Argentina, cuyos esfuerzos por salir de la convertibilidad podrían ser aleccionadores para discutir las posibles alternativas que eviten los destrozos de una crisis anunciada. De la dolarización se sale programadamente o la dolarización nos saca atropelladamente. Y que quede claro: SI SE PUEDE salir en forma ordenada de esta trampa cambiaria.

1 Ecuatoriano. Economista, Universidad de Colonia, Alemania. Miembro del Foro Ecuador Alternativo. Profesor universitario. Consultor internacional y del ILDIS-Ecuador. Asesor de organizaciones indígenas y sociales. Dirección electrónica: alacosta@hoy.net y alacosta48@yahoo.com

2 Un análisis de la dolarización en el Ecuador debe incorporar el aspecto geopolítico, pues en juego está el afán de los EEUU por ampliar su influencia en su “patio trasero”, por cierto sin asumir las responsabilidades que se derivarían de una unidad monetaria simétrica. La dolarización unilateral asoma, entonces, como parte de una estrategia no explicitada por Washington, que se engarza con la creciente militarización de su política de relaciones exteriores; no es una casualidad que se se haya dolarizado en Ecuador al mismo tiempo que se entregaba la base aérea de Manta a las FFAA norteamericanas.

3 Carlos Julio Emanuel tuvo que abandonar el cargo envuelto en masivas denuncias de corrupción, que afectan a varios de sus más estrechos colaboradores que forman parte del mencionado Foro Económico. Emanuel se encuentra prófugo fuera del país.

4 Este mes y el de agosto registran estacionalmente bajos niveles de inflación por las vacaciones en la Sierra, así como el ingreso al mercado de las cosechas de la Costa.

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Alberto Acosta

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