Declaración de Managua: VI Encuentro MOICAM
10/09/2008
- Opinión
DECLARACIÓN DE MANAGUA
VI ENCUENTRO DEL MOVIMIENTO INDÍGENA Y CAMPESINO MESOAMERICANO (MOICAM)
15, 16, 17 y 18 de julio de 2008, Managua, Nicaragua
“Alimentos campesinos mesoamericanos para todos”
VI ENCUENTRO DEL MOVIMIENTO INDÍGENA Y CAMPESINO MESOAMERICANO (MOICAM)
15, 16, 17 y 18 de julio de 2008, Managua, Nicaragua
“Alimentos campesinos mesoamericanos para todos”
Reunidos en la ciudad de Managua, Nicaragua, representantes de organizaciones indígenas y campesinas de Nicaragua, Honduras, Guatemala, El Salvador, Costa Rica y México, aprobamos la siguiente declaración:
El MOICAM es joven, pero en su corta vida ha tenido logros importantes. El mayor de todos: la construcción de Mesoamérica como lugar de encuentro, como espacio geopolítico, como ámbito de convergencias sociales, como identidad multinacional, como lamento compartido, como grito de combate.
Hace siete años, en 2001, se iniciaron en Tapachula, Chiapas, los Encuentros Campesinos Mesoamericanos, de los que hoy celebramos el Sexto. Y hace seis años, en 2002, durante el Segundo Encuentro, aquí en Managua, decidimos fundar el Movimiento Indígena y Campesino Mesoamericano. Decidimos poner en pie el MOICAM.
Cuando empezamos a reunirnos, Mesoamérica simplemente no existía. Los ciudadanos de los países del istmo se proclamaban, propiamente, centroamericanos y a los mexicanos, el gobierno nos quería convencer de que éramos parte del área que define el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Han pasado apenas siete años, pero hoy podemos proclamar en voz bien alta y para que se escuche lejos -allá en el norte- que panameños, costarricenses, nicaragüenses, salvadoreños, hondureños, guatemaltecos, beliceños y mexicanos somos mesoamericanos, orgullosamente mesoamericanos. Herederos de las culturas originarias que habitaron la cintura del continente, pero también portadores de la raíz africana que llegó con la esclavitud y continuadores de una larga tradición de lucha libertaria protagonizada por héroes que ahora compartimos: Lempira, Zapata, Sandino, Farabundo Martí…
Hoy en las marchas seguimos gritando ¡Viva Nicaragua!, ¡Viva Guatemala!, ¡Viva México!, pero también gritamos ¡Viva Mesoamérica!. Y este grito unitario nos hace fuertes.
Al mismo tiempo que construíamos Mesoamérica, descarrilábamos al Plan Puebla-Panamá, un programa paralelo al ALCA, de triste memoria, empeñado en hacer de nuestros países, territorio de una nueva conquista, una colonización irrestricta, salvaje, aun peor que la que ya de por sí padecemos.
Tan duro y tupido le pegamos al nefasto plancito del Presidente mexicano, que en la Décima Cumbre del Mecanismo de Diálogo y Concertación de Tuxtla, los Jefes de Estado de México y Centroamérica, no sólo achicaron aun más el programa, también le cambiaron de nombre y hoy se llama Plan Mesoamericano, en un intento de montarse sobre el mesoamericanismo popular que hemos ido forjando en los últimos siete años.
Pero esto es pasado. En el presente y en el futuro inmediato el MOICAM tiene grandes desafíos. Y por sobre todos ellos, el de dar cumplida respuesta a la crisis alimentaria global.
Porque ahora resulta que teníamos razón. Que los campesinos siempre tuvieron razón. Que cuando nuestras organizaciones nacionales, pero también el MOICAM en Mesoamérica, la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC) en el continente, y Vía Campesina en el mundo, argumentábamos la importancia de los alimentos y clamábamos porque la comida de los pueblos no se dejara al arbitrio del mercado, teníamos razón. Que cuando afirmábamos que era indispensable que nuestras naciones recuperaran la soberanía y la seguridad alimentaria, trabajando firmemente por producir en cada país los alimentos básicos que consumimos y que además nos gustan, teníamos toda la razón.
Hace 10, hace 20, hace 30 años los tecnócratas neoliberales alegaban que estábamos mal, que no tenía caso producir maíz o frijol o arroz caros, cuando podríamos comprárselos más baratos a los Estados Unidos. Nos decían que no atendíamos a las señales del mercado, que nos llamaban a exportar café, azúcar, algodón o frutas, e importar aquéllos granos básicos. No sean necios, nos decían, son las ventajas comparativas, nos decían.
Siempre tuvimos razón en términos de justicia social, de freno a la migración, de sustentabilidad ambiental, de calidad nutricional, de identidad cultural, de restauración del tejido social y de gobernabilidad democrática. En esto siempre tuvimos sólidos motivos y argumentos para reivindicar la revalorización del campo y de los campesinos.
Pero ahora resulta que también la economía nos da la razón. Ahora resulta que los famosos alimentos baratos se volvieron caros, muy caros. Y que la carestía no tiene para cuando finalizar; que los altos precios llegaron para quedarse.
Esto significa que países como México, que trae de fuera casi la mitad de lo que se come, tendrán que pagar cada vez más por los alimentos importados. Si es que pueden pagarlo, y si no, a pedir limosna a los organismos internacionales.
Y esto sucede al mismo tiempo que la economía de los Estados Unidos, el empleo de los latinos tras el río Bravo se hace precario, el cruce fronterizo de los indocumentados se dificulta aun más y las famosas remesas empiezan a disminuir.
Es decir, que la estrategia de exportar personas e importar alimentos, que adoptaron nuestros gobiernos, hace agua por los dos lados: la entrada de dólares por remesas disminuye y la salida de dólares por compra de alimentos aumenta.
Ahora si tendrán que hacernos caso. Ahora que se cayeron sus mayores argumentos económicos, quienes toman las decisiones tendrán que reconocer que la soberanía y la seguridad alimentarias son prioridad máxima para los pueblos y deben serlo también para sus gobiernos.
Siete años después del primer encuentro del MOICAM, observamos en el contexto latinoamericano cambios significativos: reconocemos la importancia estratégica del arribo a los gobiernos, de representantes de fuerzas populares, sociales y nacionales. En la región mesoamericana advertimos estos cambios, pero sobre todo se aprecian muy buenas señales para el futuro inmediato en la región. Latinoamérica y Mesoamérica ya no son las mismas, está cambiando la correlación de fuerzas, frente a las señales adversas de las dos últimas décadas, con signos positivos para los intereses populares y sociales. Para el movimiento campesino esta situación no puede pasar desapercibida. Los gobiernos con estos nuevos signos, deben ser permeables a los planeamientos de los campesinos y las comunidades indígenas, lo cual no sucede nunca con gobiernos que representan los intereses de los grandes capitales. Sin embargo debemos estar conscientes que se trata de una posibilidad nueva y necesaria, pero de ninguna manera es suficiente: la democracia popular y la justicia social, en las condiciones del capitalismo global, requieren de transformaciones más profundas, se requiere entre otras cosas de cambios regionales, necesitamos una Mesoamérica transformada.
En contraparte, el contexto mundial ha empeorado, observamos que el modelo político y económico dominante ha ahondado la crisis; la salida neoliberal impuesta por las metrópolis imperiales se ha agotado, luego de que el modelo dominante se vio temporalmente fortalecido por la desaparición de la Unión Soviética. El capitalismo mundial está herido de muerte. Pero no podemos cantar victoria y sentarnos a esperar que desaparezca; no, es obligado apurar el paso para construir alternativas desde los pueblos y gobiernos afines. Enfrentamos entonces una compleja situación: por una parte, gobiernos favorables a los intereses populares, pero en contraparte existe un cierto debilitamiento de los movimientos sociales, de su capacidad de incidencia. Posiblemente una situación temporal de desgaste, ello nos obliga a reforzar nuestro empeño por alcanzar mayor unidad, por acercar las coincidencias y relegar las diferencias que nos dividen y debilitan.
Hoy en Managua recogemos la agenda que el MOICAM ha venido construyendo en esos siete años de Encuentros y talleres, con la convicción de que no basta con las políticas adversas a los intereses sociales y populares, sino que debemos continuar presentando alternativas propias y viables.
Por ello nos expresamos por, a un mismo tiempo, atender los problemas y temas coyunturales, y retomar los compromisos y acuerdos de nuestro Movimiento. En particular, los que definimos en la Plataforma Campesina Mesoamericana, producto del Encuentro de Tegucigalpa, de 2002, que completamos con la Declaración de los Talleres de Xochimilco, y el Manifiesto de San Cristóbal, de noviembre de 2006, y la agenda que fijaron los Talleres Sectoriales de Cuetzalan, Puebla, en agosto de 2007.
Con estos últimos, algunos de nuestros debates programáticos han transitado a la problemática en torno a la crisis alimentaria, que permite aprovechar productos en los cuales la agricultura campesina es competitiva; a la vulnerabilidad de nuestros productos de agroexportación, y a los retos y oportunidades que para nuestros bosques conlleva el deterioro ambiental.
Soberanía alimentaria
Desde hace varios años la Vía Campesina, la CLOC y el MOICAM vienen impulsando políticas de soberanía y autosuficiencia alimentaria. De modo que hoy tenemos la autoridad para que nuestras propuestas sean consideradas.
Reconocemos la importancia estratégica de la comunidad de países que conforman el ALBA, no solamente en relación al abastecimiento de petróleo, sino por sus principios y prácticas sustentados en el comercio justo. Por ello identificamos como una tarea inmediata fundamental, la incorporación de nuestros puntos de vista en el Encuentro de Ministros en Honduras para la problemática de los alimentos, permitiendo al MOICAM tener una intervención importante.
Frente a la crisis alimentaria mundial, proponemos el impulso de una campaña con la consigna “Alimentos campesinos para Mesoamérica. El hambre no espera”, que adopte las modalidades y contenidos específicos de cada país, a partir de las siguientes consideraciones:
- La indispensable vinculación del tema de la soberanía alimentaria, con la reforma agraria integral. Para ello proponemos retomar la experiencia de SARA de Honduras.
- El manejo de los recursos derivados de la operación de Petrocaribe, directamente por las organizaciones campesinas, para el impulso de programas de fomento (banco de insumos agropecuarios, asistencia técnica, etcétera).
- El establecimiento de programas para la recuperación de las semillas criollas, formando un banco de éstas y conservando los geoplasmas a través de procedimientos comunitarios y colectivos.
- El apoyo al acopio y la comercialización de productos de los pequeños productores, considerando la formación de una empresa grannacional en el marco del ALBA.
- La demanda de la creación de apoyos a la producción campesina con créditos blandos y con seguros de cosecha.
- La denuncia internacional de las transnacionales que se aprovechan de la crisis para especular, agravándola, y la promoción de una demanda contra ellas ante los organismos de derechos humanos y la Corte Internacional.
- La promoción del intercambio de iniciativas de ley y políticas públicas sobre soberanía alimentaria, retomando experiencias de El Salvador, México y Costa Rica.
Café campesino
Aprobamos:
- Solicitar a los gobiernos que establezcan políticas de mercadeo en apoyo a la caficultura campesina, y en particular la protección al café arábigo lavado y otros suaves, con un precio mínimo de 140 dólares.
- Impulsar en las comunidades indígenas y campesinas, proyectos de ahorro y crédito, preferentemente manejados por mujeres.
- Demandar programas que reconozcan la ayuda que el café de sombra proporciona al medio ambiente, y, por lo tanto, que la sociedad en general reconozca los servicios ambientales (sombra, cultivo de agua, protección de cuencas) que proporciona la producción campesina de este grano.
- Promover un incremento de 40 dólares para el café orgánico, y discutir a fondo la ley de competencia de Costa Rica, que restringe la posibilidad de otorgar apoyos que alteren la lógica del mercado.
- Promover la producción orgánica, desarrollando una investigación de sustentabilidad y viabilidad económica de dicho cultivo, considerando que se ha aprendido a no contaminar el agua de otras comunidades y a conservar el suelo, rompiendo la dependencia internacional y buscando la disminución de costos de producción.
- Alentar la diversificación de los cafetaleros con el fomento de cultivos alternativos.
- Realizar talleres regionales alrededor del tema del café, lo mismo natural que orgánico. Para ello se propone la celebración de un taller próximo en Guatemala.
- Avanzar en acuerdos de alianza entre productores de diversos países del área, y en el fortalecimiento de los intercambios de experiencias, haciendo un esfuerzo por integrar en las organizaciones a los productores independientes.
- Desarrollar formas novedosas de comercio justo, hacer esfuerzos por superar la dimensión marginal de éste, y producir campañas de consumo responsable, llamando a un mayor compromiso de los consumidores.
- Trabajar programas de capacitación para calificar a los trabajadores asalariados del café, particularmente en el manejo de los agroquímicos.
- Limitar el uso de pesticidas.
Se establece una Comisión para que promueva el tema de café en el MOICAM, se propone como miembros de la Comisión a los compañeros:
Julio Muñoz, FECODESA (Nicaragua)
Fernando Celis, CENOC (México)
José Santos Vallecillos, COCOCH (Honduras)
Compromisos generales del VI Encuentro del MOICAM
- Introducir en las agendas de cada una de nuestras organizaciones los compromisos y los planteamientos emanados de los Encuentros del MOICAM, ajustados a las condiciones y circunstancias de cada país y región.
- Realizar movilizaciones indígenas y campesinas, así como acciones para presentar la fuerza de nuestras propuestas que son sólidas y justas;
- Tomando en cuenta las características de cada país, retomar el lema mexicano de la campaña por la soberanía alimentaria: “Sin maíz no hay país. Alimentos campesinos para Mesoamérica”.
- Incorporar en la agenda de las organizaciones el tema del calentamiento global.
- Revisar y considerar la pertinencia de una propuesta sobre educación campesina.
- Organizar y asistir al VII Encuentro del MOICAM en Costa Rica, durante agosto de 2009. Apoyar en los trabajos preparatorios y en la convocatoria.
- Realizar un taller intermedio de trabajo, donde hay experiencias en curso, que puede ser en Guatemala o en Chiapas con los siguientes temas: agroexportación, café; granos básicos, maíz; nuestros bosques y recursos naturales y el cambio climático.
¡GLOBALICEMOS LA LUCHA, GLOBALICEMOS LA ESPERANZA!
¡ALIMENTOS CAMPESINOS MESOAMERICANOS CONTRA EL HAMBRE!
¡ALIMENTOS CAMPESINOS MESOAMERICANOS CONTRA EL HAMBRE!
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Del mismo autor
- Declaración de Managua: VI Encuentro MOICAM 10/09/2008
- Manifiesto de San Cristóbal 20/11/2006