Amnistía Internacional:
Reaparecen las Patrullas de Autodefensa Civil
23/09/2002
- Opinión
Las propuestas para compensar a los miembros de las Patrullas de
Autodefensa Civil (PAC) por su servicio como milicias civiles
paramilitares durante el prolongado conflicto civil guatemalteco han
vuelto a suscitar preocupaciones en Guatemala, tanto por la impunidad
de la que han disfrutado estas milicias civiles respecto a los abusos
cometidos durante el conflicto armado interno como por los informes
que señalan que han reaparecido para cometer nuevos abusos.
Durante el conflicto, que convulsionó a Guatemala durante más de 30
años, las patrullas servían de auxiliares civiles para el ejército
guatemalteco. Se formaron a instancias del ejército y operaban bajo
órdenes militares. El servicio en ellas era obligatorio y algunos de
los que cometieron los abusos fueron coaccionados para participar en
ellos mediante amenazas de muerte a sus personas o a sus familias.
Las patrullas debían haber sido desmanteladas en virtud de los
acuerdos de paz de 1996 que pusieron fin al conflicto, pero en
realidad sus operaciones prosiguieron en diversas zonas del país y al
parecer han sido responsables de nuevos abusos. En el apéndice de
este documento se enumeran algunos de ellos. En el curso del año
2002, ex miembros de las patrullas han reclamado con especial
vehemencia una compensación por los servicios prestados durante su
actividad en las patrullas.
Amnistía Internacional ve con preocupación la impunidad de la que han
disfrutado los miembros de las patrullas respecto a los abusos en los
que participaron durante los años de conflicto, así como los informes
que apuntan a nuevos abusos. La organización considera que todas las
víctimas de abusos contra los derechos humanos deben recibir
reparaciones por los abusos sufridos y que todos los autores de tales
abusos deben comparecer ante la justicia. AI considera que las
actuales movilizaciones de ex patrulleros que reclaman pagos por sus
servicios en las patrullas y las intenciones aparentes del gobierno
actual de satisfacer dichas demandas contradicen los principios de
los acuerdos de paz y pueden apuntar a una aceptación oficial de la
reaparición de las patrullas y de los nuevos abusos que se les
atribuyen.
AI siente también preocupación por las posibles implicaciones
sociales y políticas de la reaparición de las patrullas: observadores
guatemaltecos de los derechos humanos han señalado que la aparente
tolerancia oficial respecto a la reanudación de las actividades
ilegales de las patrullas refleja los vínculos de éstas con el
partido en el gobierno, el Frente Republicano Guatemalteco (FRG), y
puede estar relacionado con el deseo del FRG de contar con el apoyo
de ex patrulleros en las próximas elecciones, previstas para el año
2003.
ANTECEDENTES
Formación de las Patrullas de Autodefensa Civil
Las PAC se crearon en 1981 durante la presidencia del general Romeo
Lucas García (1978-1982). Se componían de campesinos de sexo
masculino procedentes principalmente de las zonas rurales a los que
el ejército les encargó actuar como auxiliares civiles y «proteger» a
sus comunidades de la oposición armada, agrupada con el nombre de
Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG). En teoría las
patrullas se formaron de forma espontánea y voluntaria pero, en
realidad, en muchas zonas rurales de Guatemala, el servicio era
obligatorio para todos los hombres de entre 16 y 60 años de edad
aproximadamente, a menudo bajo amenazas de duros castigos o muerte.
Entrenadas y armadas en diverso grado por los militares, las
patrullas tenían el cometido de localizar y enfrentarse a las fuerzas
de la oposición armada, lo que involucraba inevitablemente a la
población civil en el conflicto armado interno. Las patrullas
funcionaban también como sistema alternativo de autoridad y control
dirigido por el ejército (existente aún en la actualidad) y como una
forma de trabajo forzoso que permitía a las fuerzas regulares del
ejército concentrar sus esfuerzos en la contrainsurgencia. En
algunas zonas, la autoridad lograda gracias al apoyo militar permitió
a las patrullas ajustar viejas cuentas y eliminar a sus enemigos
tradicionales por motivos totalmente ajenos al conflicto civil.
Entre 1981, cuando surgieron las PAC, y 1995, fecha en la que el
gobierno del presidente Ramiro de León Carpio hizo un llamamiento
para que fueran desmanteladas -declaración que, sin embargo, no
constituía un marco legal para la disolución de las PAC-, las
patrullas estaban integradas por entre 500.000 y un millón de
individuos.
Abusos cometidos por las patrullas durante el conflicto civil
Durante su existencia, las patrullas fueron responsables de muchos
miles de abusos: el informe de la Oficina de Derechos Humanos del
Arzobispado de Guatemala (ODHAG) sobre el proyecto Recuperación de la
Memoria Histórica (REMHI), que trata del conflicto armado interno de
Guatemala, atribuye más del 90% de los casos documentados de abusos
contra los derechos humanos a las fuerzas armadas guatemaltecas y a
sus auxiliares civiles, los comisionados militares Pese a ser
civiles, los comisionados militares servían a las órdenes del
ejército. Durante el conflicto desempeñaban funciones de orden
público y de información y actuaban como los «ojos y oídos» del
ejército en las comunidades rurales, y muchas veces de intermediarios
entre el ejército y las comunidades. Con frecuencia también dirigían
las patrullas civiles. y las patrullas civiles El ejército estuvo
implicado en el 90,52% de las matanzas registradas, actuando por sí
solo en el 55% de estos sucesos. El resto de las matanzas fueron
perpetradas con el respaldo de las PAC y los comisionados militares
(ODHAG 1999: 134-135). Los estudios realizados por la CEH revelan
que las PAC habían cometido el 12% del total de abusos contra los
derechos humanos ocurridos durante el conflicto (1999).. De los
incidentes registrados por el REMHI, las PAC estuvieron implicadas
por sí solas en 1.731 casos de abusos contra los derechos humanos (un
total de 3.424 víctimas) y, conjuntamente con el ejército, en 1.799
casos (un total de 10.602 víctimas), lo que incluye la participación
en 342 matanzas.
A pesar de la abolición formal, las patrullas siguen en activo
Las patrullas fueron abolidas legalmente en julio de 1996 tras una
declaración del general Julio Balconi, entonces ministro de Defensa
Nacional. Su desmantelamiento constituye una parte esencial de los
acuerdos de paz firmados en 1996 entre el gobierno y la entonces
oposición armada. No obstante, las PAC y los comisionados militares
han mantenido sus estrechos vínculos con el ejército y siguen
cometiendo abusos contra los derechos humanos en forma de amenazas,
intimidaciones, linchamientos y homicidios. La presente acción
incluye un apéndice con una relación de incidentes atribuidos a las
patrullas desde 1996, fecha de su abolición formal.
Asimismo, estos grupos e individuos jugaron un papel decisivo en la
consolidación de redes de control social y obtención de información
en las comunidades. También han conservado posiciones de autoridad
en muchas comunidades, lo que, según se ha dicho, les ha
proporcionado beneficios desproporcionados procedentes de fondos
estatales y proyectos de desarrollo.
Los patrulleros reclaman compensación
La reaparición de las patrullas tomó un cariz alarmante a mediados de
junio de este año, cuando ex patrulleros bloquearon las antiguas
ruinas mayas de Tikal en la selva del Petén, tomando como rehenes a
turistas extranjeros para reclamar compensación por su participación
forzada en las PAC durante el conflicto interno. Este acto fue el
primero de una serie de movilizaciones y actividades emprendidas por
las PAC con el objeto de obtener compensación.
Para agosto de 2002, la movilización inicial en junio de ex
componentes de las PAC en El Petén ya se había visto seguida de
manifestaciones de hasta 20.000 ex patrulleros en toda Guatemala,
como las que se organizaron en los departamentos de Mazatenango, Alta
Verapaz, Quetzaltenango, Sololá, San Marcos, El Quiché,
Chimaltenango, Jutiapa, Totonicapán y Huehuetenango. Según se ha
dicho, los actos de los patrulleros son organizados por miembros de
la Asociación de Veteranos Militares de Guatemala (AVEMILGUA), una
organización conservadora que defiende los intereses de ex soldados y
patrulleros.
Respuesta del gobierno a las demandas de compensación
Ante la fuerza ganada por las movilizaciones de las PAC en agosto de
2002, el presidente Alfonso Portillo (que asumió el cargo en el 2000)
accedió rápidamente a reunirse con ex patrulleros para tratar sus
demandas de compensación, un gesto que el gobierno no ha mostrado
hacia las decenas de miles de víctimas civiles de las fuerzas armadas
guatemaltecas y de las PAC. Diversas fuentes gubernamentales han
declarado que es posible que los grupos reciban hasta 20 millones de
dólares estadounidenses como compensación, lo que supone cerca de
25.000 quetzales por persona. Según los informes, el gobierno tiene
la intención de proponer nuevos proyectos de desarrollo a los
patrulleros dentro del conjunto de medidas de compensación. Se han
propuesto diversas fórmulas de financiación para estas medidas, como
la creación de un nuevo impuesto y la introducción de Eurobonos. El
presidente Portillo ha anunciado que los pagos podrían efectuarse el
15 de septiembre, en lo que al parecer sería un gesto simbólico que
conmemoraría el Día de la Independencia de Guatemala. La propuesta
de pago a los ex patrulleros no se ha presentado por el momento al
Congreso.
La receptividad del FRG a las demandas de compensación, ¿ha procedido
de sus vínculos con las PAC?
Grupos no gubernamentales de Guatemala indican que las renovadas
demandas de compensación de las PAC deben entenderse en el contexto
de su relación histórica con el FRG así como de la próxima
celebración de elecciones.
En la actualidad, el FRG cuenta con mayoría en el Congreso Nacional
de la República, presidido por el general Efraín Ríos Montt, con
quien se afirma que las PAC tienen vínculos especialmente estrechos.
El general Ríos Montt fue miembro fundador del FRG y, como presidente
del Congreso, se le considera comúnmente el poder fáctico detrás del
gobierno actual del presidente Portillo. El general fue el hombre
fuerte en una de las fases más brutales de la campaña de
contrainsurgencia del ejército guatemalteco, caracterizada por una
estrategia de tierra arrasada (marzo 1982 - agosto 1983).
En ese periodo, decenas de miles de indígenas no combatientes -
hombres, mujeres y niños- murieron en centenares de matanzas
perpetradas por el ejército y precedidas a menudo de torturas tales
como la violación, atrocidades en las que en muchos casos
participaron activamente las PAC. La estrategia tras estos actos era
la de tomar a los civiles como blanco para aniquilar la base social
de las guerrillas en las comunidades rurales mayas de las tierras
altas del oeste y el noroeste del país. El general Ríos Montt fue
quien concibió y puso en práctica esta estrategia.
Hoy día, él y otros ex miembros de su comando militar y del de su
predecesor como dirigente militar, el general Romeo Lucas García
(1978-1982), están sometidos a acciones judiciales en Guatemala y en
el extranjero por genocidio y otros crímenes contra la humanidad
cometidos bajo su dirección durante los años del conflicto (véase El
legado mortal de Guatemala: El pasado impune y las nuevas violaciones
de derechos humanos, índice AI: AMR 34/001/2002/s).
No obstante, el general Ríos Montt ha anunciado que proyecta
presentarse como candidato en las próximas elecciones, a pesar de que
como participante en un golpe militar en el pasado, la Constitución
se lo impide. Mientras tanto, y como presidente del Congreso, se
considera que retiene el poder para asegurarse de que él y los cargos
militares de la línea dura, así como ex patrulleros locales, puedan
seguir imponiendo su autoridad y conservando su inmunidad frente los
intentos de llevarlos ante la justicia por los crímenes cometidos en
el pasado. Esto hace abrigar el temor de que la presencia
persistente de ex patrulleros en puestos de autoridad local y los
informes que señalan que las PAC conforman la base del FRG en la zona
rural del país se conviertan en factores explotados y fomentados por
el partido al acercarse las elecciones de 2003.
De hecho, se recibieron informes similares respecto a las previas
elecciones de 1999. En un artículo reciente del diario británico The
Guardian, un portavoz de las PAC declaró que el general Ríos Montt
prometió por primera vez pagar "compensación" a las PAC sólo unos
meses antes de aquellas elecciones. Por su parte, Edgar Gutiérrez,
el actual secretario de Asuntos Estratégicos, manifestó en una
entrevista al periódico guatemalteco Siglo XXI que el gobierno del
FRG recibió la primera demanda de compensación por parte de ex
patrulleros en el año 2000 y que ésta fue atendida en febrero de 2001
mediante un acuerdo para un proyecto de desarrollo destinado a los
afectados (Siglo XXI, 19/08/02).
Es en este contexto en el que deben enmarcarse los abusos atribuidos
a las patrullas en los últimos años y los debates actuales sobre la
compensación a las PAC.
Oposición a la compensación
Muchos sectores y organizaciones dentro del espectro político de
Guatemala se han opuesto a la idea de pagar a los ex miembros de las
PAC. Esta oposición procede de grupos muy variados, desde la Cámara
de Comercio de Guatemala y el Comité Coordinador de Asociaciones
Comerciales, Agrícolas, Industriales y Financieras (CACIF), que
representa a los sectores más conservadores y poderosos del país,
hasta la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (que ahora es un
partido legal), además de diversas embajadas y organizaciones
internacionales.
En general, esta amplia y diversificada oposición a cualquier tipo de
pago del gobierno a las PAC tiene que ver con el principio de que
todas las víctimas del conflicto deben ser resarcidas. Grupos de
defensa de los derechos humanos, como el Centro de Acción Legal para
los Derechos Humanos (CALDH) y la Oficina de Derechos Humanos del
Arzobispado de Guatemala, también han apuntado que las patrullas
civiles desempeñaron un papel decisivo en las atrocidades cometidas
en el conflicto armado interno y, por lo tanto, todo pago que se les
efectuase contravendría los acuerdos de paz. La Oficina considera
además que cualquier tipo de pago a las PAC supondría un insulto a la
dignidad y a la memoria de las víctimas.
En ese sentido, y según el informe Memoria del silencio de la
Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), las víctimas del
conflicto se definen como aquellas personas que no participaron en
los abusos y la violencia que lo caracterizaron. Esta definición,
pues, relegaría a los miembros de las PAC de la condición de
víctimas. Sin embargo, muchas personas, entre las que se cuentan
miembros de organizaciones locales y nacionales de derechos humanos,
fueron obligadas a formar parte de las patrullas civiles temiendo por
sus vidas o las de sus familias, por lo que todo intento de
distinguir a las víctimas de los autores de abusos sería muy
complejo, y toda decisión de resarcir a unos grupos determinados y no
a otros desencadenaría asimismo dificultades y tensiones
potencialmente virulentas.
No obstante, queda claro que además de la disconformidad por
principio con las propuestas de compensación, existe también un
cierto provecho político en oponerse a tales acciones del FRG,
especialmente a la vista de las próximas elecciones. Siendo así, tal
vez no sorprenda que entre los opositores a las propuestas del FRG se
encuentren adversarios políticos pertenecientes a otros partidos como
el predecesor en el ejecutivo, el Partido de Avanzada Nacional (PAN),
durante cuyo gobierno se completó el proceso de paz y se firmó el
acuerdo de paz final.
Motivos de preocupación de AI respecto al debate sobre la
compensación:
En lo que respecta al debate actual en Guatemala acerca de si los ex
miembros de las milicias civiles de las PAC deberían ser compensados
por su servicio forzoso en las patrullas durante el prolongado
conflicto civil guatemalteco, AI reitera su posición de apoyar
firmemente la puesta en práctica de las recomendaciones sobre
derechos humanos de los acuerdos de paz de 1996 y de la Comisión para
el Esclarecimiento Histórico (CEH), establecida en virtud de dichos
acuerdos, que se refieren a este tema. Las preocupaciones
específicas en cuanto al resarcimiento pueden resumirse como sigue:
Resarcimiento
AI considera que todas las víctimas de abusos contra los derechos
humanos y sus familias, incluidas las mujeres que sufrieron
agresiones sexuales en el contexto del conflicto, deben recibir
reparaciones. Esta medida, reconocida en los acuerdos de paz como
deber del Estado, no se ha llevado a cabo a pesar de que sectores de
la sociedad civil presentaron en 1999 el Plan Nacional de
Resarcimiento, una propuesta de un grupo de organizaciones no
gubernamentales enmarcada dentro de las recomendaciones de la
Comisión para el Esclarecimiento Histórico y destinada a resarcir a
las víctimas del conflicto armado interno. Por otra parte, grupos
locales de defensa de los derechos humanos apuntan que cualquier tipo
de compensación a ex patrulleros, independientemente de su posible
implicación en abusos contra los derechos humanos, marginaría de
hecho al Plan Nacional de Resarcimiento. Estos grupos indican que,
para la sociedad guatemalteca, ofrecer compensación a los autores de
abusos contra los derechos humanos representaría, por parte del FRG,
un signo claro de aceptación tácita de los actos que cometieron en el
pasado y de consentimiento de su actual actividad desestabilizadora.
Impunidad
La Comisión para el Esclarecimiento Histórico recomendó asimismo que
se establecieran comisiones especiales que investiguen la conducta de
militares y de agentes de seguridad al servicio del Estado durante el
conflicto armado y que se adoptaran las medidas necesarias respecto a
las violaciones de las normas aceptadas internacionalmente en materia
de derechos humanos. Estas acciones no se han emprendido, y AI sigue
creyendo firmemente que es fundamental identificar a aquellos que
ordenaron y perpetraron las atrocidades que caracterizaron los años
del conflicto para que comparezcan ante la justicia, paso esencial
para restablecer el respeto de la ley en la sociedad y para crear la
paz firme y duradera que piden los acuerdos de paz.
AI es consciente de que miembros de las patrullas constituyeron en sí
mismos víctimas de abusos. No sólo era obligatorio el servicio en
las PAC, sino que sus miembros involuntarios eran blanco de abusos
cuando se negaban a prestar servicio o a desempeñar actos específicos
ordenados por el ejército.
No obstante, y dado que los estudios de la Comisión para el
Esclarecimiento Histórico revelaron que las PAC fueron responsables
del 12% de todos los abusos contra los derechos humanos durante el
conflicto, AI insta a que se proceda también a la investigación de
sus actos a lo largo del conflicto, así como a que todo miembro de
las PAC que haya cometido abusos contra los derechos humanos responda
de tales actos si se demuestra su culpabilidad.
Incumplimiento de la disolución de las patrullas exigida por los
acuerdos de paz
Según los acuerdos de paz de 1996 que pusieron fin formalmente al
conflicto civil guatemalteco, las PAC debían ser desmanteladas. No
obstante, AI ve con preocupación que las redes locales de las PAC han
recurrido a la violencia y a la intimidación para preservar su
dominio social y político en sus comunidades y para mantenerse
prácticamente como estructura de poder alternativo en la Guatemala
rural. Todo acto que fomente la reactivación de una de las
instituciones claves de la contrainsurgencia contravendría también
las recomendaciones de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico
y del REMHI respecto a la desmilitarización del país y contribuiría
en realidad a todo lo contrario, la remilitarización de Guatemala.
Nuevos abusos de las patrullas civiles
Como se señala en este documento y su apéndice, AI siente
preocupación ante la proliferación de informes de nuevos abusos
cometidos por las patrullas civiles, por lo que exhorta a que tales
abusos se investiguen y que se haga comparecer a sus autores ante la
justicia.
Posibles repercusiones políticas y económicas de la legitimación de
las patrullas
La compensación a las PAC podría interpretarse como una legitimación
de estos grupos paramilitares a los se responsabiliza de forma
documentada de participar en diversos abusos contra los derechos
humanos y atrocidades. Esta medida, pues, podría contribuir a
fortalecer su reaparición y a consolidar su poder de ámbito local,
tanto de forma institucional como informal, un curso que reavivaría
antiguas tensiones y divisiones.
De este modo, se teme que las víctimas del conflicto y los defensores
de los derechos humanos que procuran el procesamiento de los autores
de delitos presentes y pasados podrían ser objeto de nuevas
intimidaciones y atentados, lo que minaría los intentos de crear la
paz firme y duradera que piden los acuerdos de paz.
Asimismo, los vínculos entre el FRG y la red de las PAC ponen de
manifiesto una vez más la debilidad y fragilidad de la sociedad
política guatemalteca, especialmente si el FRG está, como parece,
vinculado a la reaparición de las patrullas para movilizar a su
electorado.
En este contexto (en concreto, las próximas elecciones y la relación
histórica entre poderosas figuras políticas del FRG y las PAC) se
enmarca la persistencia de la violencia y la actividad política de
las patrullas descrita anteriormente. AI considera de gran
importancia que la formulación y la aplicación de un programa de
compensación de este tipo se planteen con extrema prudencia para
impedir que se fomente la reactivación de las patrullas y que se
exacerben las tensiones entre ex patrulleros y otras voces que
defienden la compensación de éstos por su servicio en las PAC, y
otros sectores de la sociedad que se oponen a las propuestas de
compensación.
APÉNDICE: Abusos cometidos por las patrullas civiles en los años
recientes
1996
El 1 de abril de 1996, Julio Ixmatá Tziquin, activista de derechos
humanos y dirigente indígena, fue agredido por ex comisionados
militares, ex miembros de las PAC y el alcalde de Guineales, Santa
Catarina Ixtahuacán, Sololá. Este incidente se produjo el mismo día
en el que Ixmatá Tziquin debía asumir el cargo electo por la
comunidad de jefe de la policía municipal.
1997
Entre diciembre de 1996 y julio de 1997, 3.000 ex miembros de las PAC
ocuparon en dos ocasiones las instalaciones de Basic Resources, en el
norte del Petén. Basic Resources es una compañía petrolera con
vínculos con el ejército guatemalteco, lo que podría explicar por qué
los ex patrulleros decidieron ocupar su filial guatemalteca. El
grupo reclamaba compensación por un valor de 60.000 quetzales por su
participación forzosa en el conflicto armado interno. Sin embargo,
Raquel Zelaya, coordinadora en aquel momento de la Secretaría de la
Paz (SEPAZ), organismo gubernamental encargado de supervisar la
puesta en práctica del proceso de paz, se opuso a cualquier tipo de
pago por considerar que, al haber formado parte de las PAC
voluntariamente, no debían recibir compensación. El 15 de
septiembre, la Comisión de Derechos Humanos de Guatemala (CDGH), una
de las primeras organizaciones de derechos humanos creada en la
Guatemala moderna y con históricos lazos con la Unidad Revolucionaria
Nacional Guatemalteca, condenó las intimidaciones que llevaron a cabo
ex miembros de las PAC en Cantón Paxot, Chichicastenango, El Quiché.
Un mes más tarde, el 28 de octubre, el Consejo Nacional de
Desplazados de Guatemala (CONDEG), una organización que representa a
los campesinos desplazados, acusó al alcalde de Chajul, El Quiché, de
participar en la actividad y en las amenazas de ex patrulleros
armados, así como de beneficiarse de estos actos.
1999
En abril de 1999, una concentración de 600 ex patrulleros y
campesinos invadió la prisión de Huehuetenango. Tras entrar en ella
por la fuerza, atacó a los guardias y liberó a 12 ex patrulleros que
cumplían condenas de 25 años por el asesinato en 1993 del activista
agrario indígena Juan Chanay Pablo en la localidad de El Naranjal,
Colotenango, Huehuetenango (véase AMR 34/16/99/s).
El 25 de septiembre, en San Juan Comalapa, Chimaltenango, un grupo de
40 ex comisionados militares armados con machetes se enfrentó tras un
mitin al candidato a la vicepresidencia por el partido guatemalteco
de centroizquierda, Alianza Nueva Nación (ANN), Vitalino Similox. El
suceso fue denunciado a las autoridades a la vez que se condenaron
los vínculos entre el grupo y el ejército. No obstante, Douglas
Barrera, jefe en aquel entonces del Departamento de Información y
Divulgación del Ejército (DIDE), negó tales vínculos. Miembros de la
Alianza Nueva Nación manifestaron que el resurgimiento local de las
PAC era una estratagema política del FRG.
2000
En julio, un grupo de ex patrulleros linchó a ocho residentes de
Xalbaquiej, Chichicastenango, El Quiché. Según informes, las
motivaciones ocultas de estos homicidios eran de índole política.
Las víctimas habían interpuesto una querella contra los patrulleros
por la matanza de familiares suyos en 1993. Al parecer, los
patrulleros actuaron respaldados por agentes del Estado locales
vinculados con el FRG. Si bien la policía anunció que tramitaría
tres órdenes de arresto, los cabecillas del atentado, según informes,
habían abandonado la zona.
Ese mismo año, en Baja Verapaz, tres ex patrulleros fueron declarados
culpables de dos muertes y condenados a la pena capital, condena que
fue conmutada posteriormente por 50 años de prisión. Tras la
sentencia, familiares de los condenados tomaron como rehén a un juez
local en protesta, si bien no fueron procesados. Según un observador
que asistió al juicio en nombre de Amnistía Internacional, ex
miembros de las PAC irrumpieron en la sala durante el juicio y
amenazaron e intimidaron a los funcionarios y a los testigos por el
sistema de megafonía, lo que forzó la suspensión de la vista.
En octubre, miembros del Frente de Pobladores de Guatemala (FREPOGUA)
iniciaron una huelga de hambre frente a la residencia oficial del
presidente para pedir programas gubernamentales de alojamiento para
personas sin hogar. A trabajadores de esta organización les
dispararon desde un automóvil y fueron agredidos por ex miembros de
las PAC.
2001
A lo largo del 2001 se han sucedido las informaciones que señalan la
reaparición y la reanudación de las actividades de la red de
patrullas civiles por todo el país, en las que se incluyen casos de
linchamiento en diversas zonas de los departamentos de El Quiché y
Baja Verapaz.
En junio, dos comunidades indígenas fueron atacadas por individuos a
los que se describió como ex miembros de las patrullas civiles (véase
AU 168/01, índice AI: AMR 34/24/2001/s).
El 22 de junio, en la comunidad de Repollaso Juquinay, en el
departamento de Baja Verapaz, ex miembros de las PAC y ex
comisionados militares agredieron al dirigente campesino Carlos
Morales y tomaron como rehenes a otras cinco personas a las que
liberaron posteriormente.
Tres días más tarde, unos 30 ex patrulleros fuertemente armados
asaltaron la comunidad de Los Cimientos, El Quiché. Según los
informes, violaron a tres mujeres, destruyeron 86 viviendas y
secuestraron a siete niños a los que devolvieron el día siguiente.
Como consecuencia, 90 familias abandonaron la comunidad.
El 28 de junio, en otro incidente posiblemente vinculado a la
actividad de los ex patrulleros, unos hombres armados dispararon y
mataron en Santa Maria Tzejá, El Quiché, a Domingo Ux Quizán, un
conocido dirigente comunitario. Santa Maria Tzejá es una de las
comunidades implicadas en las querellas contra antiguos miembros del
alto comando militar de los gobiernos del general Lucas García y el
general Ríos Montt presentadas por los supervivientes de diversas
matanzas, agrupados en la Asociación Justicia y Reconciliación (AJR).
Ambos generales están acusados de genocidio y otros crímenes contra
la humanidad. En julio, el defensor indígena de los derechos humanos
Anselmo Roldán, presidente de la Asociación Justicia y
Reconciliación, fue atacado con arma blanca en la comunidad de Cuarto
Pueblo, Playa Grande, Ixcán. Su agresor huyó a una casa
perteneciente a miembros del partido en el gobierno, el FRG (véase AU
192/01, índice AI: AMR 34/027/2001/s).
En el mismo año, testigos de otras comunidades rurales implicadas en
el caso de genocidio que nos ocupa, fueron amenazados por ex
patrulleros La Asociación Justicia y Reconciliación ha presentado dos
querellas con la ayuda de su representante legal, la asociación de
derechos humanos CALDH (véase El legado mortal de Guatemala: El
pasado impune y las nuevas violaciones de derechos humanos, índice
AI: AMR 34/001/2002/s)., que les advirtieron: «Olvidar los huesos...
Si quieren reclamar sobre lo que pasó en la aldea, van a vivir lo
mismo otra vez».
* Dr. Roddy Brett Campaigner, Adjunto de Investigación y Acción,
Guatemala, Costa Rica, Panamá, Venezuela Americas Program, Programa
de las Américas International Secretariat, Secretariado
Internacional, Amnesty International, Amnistía Internacional.
https://www.alainet.org/es/active/2562?language=es