Que se vayan, que se vayan…

20/07/2008
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  • Opinión
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Son millones los que cantarían a coro esas frases de la chicha popular, antes que el himno nacional, como preámbulo del discurso de Alan García este 28 de Julio. Y es que, a dos años de gestión gubernamental, las mayorías se ven agobiadas por la inflación galopante de los precios de la canasta alimenticia (cerca al 10% anualizado, siendo que esta puede representar más de 50% del gasto de una familia de estratos D/E), por la falta de empleo, la ausencia de derechos laborales sociales y los salarios miserables.. En síntesis, por el malestar que provoca la inequidad: el crecimiento sin desarrollo para el grueso de los peruanos.

Así, en Lima –espacio donde el alanismo aprista y sus aliados fujimoristas y de UN tienen su mayor presencia e influencia– García sólo llega al 31% de aceptación contra 62% de desaprobación. En contraste, en Arequipa –cabeza representativa del macrosur peruano– lo aprueba un triste 4%. El malestar es cada vez más extendido, como se ve en el moqueguazo, el paro agrario y las Movilizaciones del paro nacional del 9 de julio, en el de la Amazonía, en los hechos de Madre de Dios, la sierra central y norte, el macrosur y en espacios como Piura y Chimbote.. En Lima mismo, además del mitin y las paralizaciones sectoriales y de parte del transporte y comercio en el paro, según la PUCP, 51% de los encuestados justifican las razones del paro (60% en los estratos más pobres) y 49% se solidariza con él, contra 30% que no lo hace o discrepa en parte. Signo de los tiempos.

La mayoría del país quisiera respuesta a las demandas que implican un claro cambio de rumbo económico y social: control de la inflación, aumento de sueldos y salarios, empleo con derechos, recuperación de la renta que generan nuestros recursos naturales para atender las necesidades nacionales en lugar de engrosar las arcas de las transnacionales, redistribución de la riqueza generada. Pero Del Castillo y García se reafirman en las políticas que imponen al país. Un cambio de mocos por babas en el MEF, al sacar a Carranza y poner a un asesor del fujimorista Boloña –Valdivieso– a cargo de la cartera, lo evidencia. Y su ridícula insistencia en responsabilizar a fantasmas extranjeros (el eje del mal venezolano-boliviano) de financiar las protestas o mantener arbitrariamente detenido al responsable de la Coordinadora Bolivariana Roque Gonzales, procesando a diestra y siniestra a los dirigentes sindicales y sociales de las protestas.

Este escenario no anuncia cambios. La insistencia en la política económica se personifica en Valdivieso. Peor aún, regresamos a los cavernícolas insensibles que asesoraron a Boloña e impusieron el modelo fujimorista con las privatizaciones a precio de huevo de las empresas estatales, las AFP, el aumento de la edad de jubilación, la destrucción de los derechos laborales o los despidos masivos de decenas de miles de trabajadores estatales. Y claro, difícilmente se deshará de Alva Castro –a pesar de la sangre derramada, las evidencias de corrupción y la inoperancia en las compras ministeriales–. ¿Se irán los responsables –desde el Ministerio de Vivienda– del abandono a los afectados del sismo en Ica, o los que –como Rey– lotizan las cuotas de pesca –privatizando el mar de Grau– y destruyen los derechos laborales con la Ley de Mypes? ¿Y los responsables del desastre cotidiano en Educación y Salud Pública como Chang o Garrido Lecca, titulares de ministerios con ridículos presupuestos frente a las necesidades del país? ¿Se irá el banquero que dirige Agricultura para agredir a las comunidades campesinas y nativas, y expandir la gran explotación minera y sus negocios de agroexportación, mientras ningunea los paros nacionales agrarios? ¿Quedará García Belaunde en RREE a pesar del desastroso manejo del problema con Chile y de nuestro evidente –y costoso– alejamiento de espacios de relaciones que podrían fomentar mejores condiciones para el país, como los acuerdos petroleros con Venezuela a precios más cómodos y con extraordinarias condiciones de pago? Todo indica que se quedan la misma política y gran parte de los mismos actores, y que no hay cambio de rumbo.

¿Pensará en cumplir con su compromiso de establecer el impuesto a las sobreganancias mineras que pudiera generar recursos para enfrentar los problemas de una educación y salud públicas abandonadas? No. ¿Pensará en restituir la Constitución del 79 que firmó Haya de la Torre? ¿Propondrá dialogar con los movimientos sociales y políticos que demandan el cambio de rumbo? Nada lo indica.

De allí que este 28 de Julio una canción compita en popularidad con el himno patrio: ¡Que se vayan, que se vayan! ¡Que se vayan la política económica antisocial imperante, la criminalización de la protesta social y la persecución a quienes demandan justicia! ¡Que se vayan el entreguismo y la corrupción! ¡Que se vayan los responsables del alza del costo de vida y de la inequidad que hace más ricos a los ricos y mantiene pobres a los pobres! Es hora de asumir que esta demanda requiere de una cabeza que la dirija y canalice el sentimiento popular.

La República, 21 de julio de 2008
https://www.alainet.org/es/active/25331
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