Urrá II o proyecto río Sinú no es la única solución para controlar inundaciones del río Sinú

08/06/2008
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Construir un embalse de 53.000 hectáreas en un parque natural como Paramillo que debemos proteger de la intervención y deforestación a que está sometido, que causará enormes efectos todavía sin cuantificar ¿será  la única solución para controlar las inundaciones del río Sinú?

Después de varios meses de receso el ministro de Minas y Energía, Hernán Martínez, volvió a convocar otro evento el pasado 12 de mayo en Montería para hacer la nueva presentación del proyecto hidroeléctrico Río Sinú o Urrá II. Anunció que el embalse, situado aguas abajo del río Esmeralda, ya no será de 72.000 hectáreas  sino de 53.000 hectáreas e insistió que la urgencia de hacer el proyecto, prevista su construcción para el año 2011, no es por escasez ni reserva de energía porque el país tiene suficiente, es, sencillamente, por  controlar las inundaciones del río Sinú que tanto daño causan a las poblaciones y haciendas ribereñas. Voy a considerar que esto es cierto del todo y me dedicaré exclusivamente al asunto de las inundaciones.

Por fortuna para el departamento de Córdoba la propuesta del gobierno nacional no es la única solución para controlar las inundaciones puesto que existen antecedentes y propuestas que causarían menos daño ambiental y más beneficio económico y social a la población como lo veremos enseguida.

Un antecedente incuestionable…

El antecedente más conocido y próximo a nosotros es el de los asentamientos prehispánicos en el bajo río San Jorge. Gerardo Reichel-Dolmatoff los mencionó por primera vez en 1958, continuó James Parson desde 1965 y a partir de 1976 las investigadoras del Banco de la República, reseñadas en las fuentes, los detallaron con minuciosidad. Los estudios describen que ‘’el sistema hidráulico prehispánico cubre una extensión de 500.000 hectáreas de tierras cenagosas en la depresión Momposina. Fue construido para manejar el agua de las inundaciones, aprovechar la zona para la agricultura y establecer una numerosa población. Dicho sistema estaba formado por una compleja red de canales artificiales de diversas dimensiones que cumplieron distintas funciones…

…Los canales largos, perpendiculares a los cursos naturales, sacaban rápidamente el exceso de agua de éstos en la época de invierno para evitar su desbordamiento, conduciendo dicho exceso a los basines donde existían ciénagas o distribuyéndolo en áreas adecuadas para el cultivo extensivo. En la época de verano, estos mismos canales devolvían el agua desde las zonas más bajas hacia los caños para facilitar la evacuación de las ciénagas. Al evacuar rápidamente las aguas de los caños principales se eliminaba la sedimentación de los lechos y se mantenían estables sus cursos, asimismo se propiciaba una mayor sedimentación en los basines, disminuyendo la diferencia de altura entre estos y los diques mayores, obteniéndose el drenaje de las áreas cóncavas más bajas…

…Las aguas de creciente eran conducidas por los canales largos desde los caños hasta las zonas de cultivos, donde eran distribuidas por los canales cortos que al causar la disminución en la velocidad de la corriente, propiciaban el depósito de sedimentos ricos en nutrientes. Periódicamente estos eran removidos de los canales para ser depositados sobre los camellones y fertilizar así los cultivos. Los canales mantenían a la vez reservas de humedad indispensables para cultivar durante el intenso verano. El movimiento de tierras originado por la construcción, reacondicionamiento y fertilización  de los camellones, mejoraba la estructura de los suelos…”. Por estudios posteriores se ha sabido de la existencia de vestigios de estos canales en áreas del bajo Sinú.

Este sistema hidráulico basado en la adecuación de zonas inundables para el eficiente aprovechamiento  de las aguas, el control de inundaciones, cultivos permanentes, construcción de caminos y viviendas  para una densa población tuvo vigencia durante varios siglos. Este sistema “nunca contempló bloquear o restringir el curso natural de las aguas sino que abrieron canales para recibir las crecientes y dirigirlas a sitios productivos (ciénagas y cultivos) o con fines de aprovechamiento colectivo”.  (Ver figura y fotos números 1, 2 y 2.1).

“Es razonable pensar que en la época de la construcción de los canales, las hoyas hidrográficas del San Jorge, Cauca y Magdalena gozaban de una mayor cobertura vegetal y por lo tanto los picos de las crecientes eran menores y las inundaciones menos importantes…”. En los años que el destacado profesor de geografía de la Universidad de Berkeley, James Parson estudió los campos de cultivos prehispánicos del bajo San Jorge  observó que el aumento de las inundaciones se debía a “el desmonte en las cabeceras del río; el aumento de lodo en las aguas de los grandes ríos y sus afluentes, que pudo tener un efecto obstructivo y acrecentar la sedimentación en el plano aluvial y los diques artificiales construidos en el curso superior de los ríos San Jorge y Cauca” (1970). Es decir, hay una relación directa entre crecientes-inundaciones y deforestación, sedimentación y obstrucción de cauces naturales. Causas estas que deben ser atenuadas o minimizadas  en el diseño y ejecución de un plan de control de inundaciones y no acabar con 53.000 hectáreas de bosques intervenidos parcialmente cuando lo razonable es protegerlos, no controlar la erosión ni evitar la desecación, el taponamiento y los cambios en los  espejos y cursos de agua.

y tres propuestas complementarias y razonables

La del desaparecido Himat

La margen izquierda del río Sinú ha permanecido marginada a pesar de sus 124 kilómetros de franja costera, tierras de buena calidad, estar situada en medio de los golfos Morrosquillo y Urabá, contar con fuentes de agua (ríos, ciénagas, caños, quebradas y arroyos), biodiversidad y un apreciable potencial agropecuario y turístico. Por estar ubicada entre el río Sinú, la serranía de Abibe o Las Palomas y el mar Caribe la convierte en objetivo económico, ambiental, cultural y geopolítico de gran importancia. El área comprendida entre el río y la serranía es una planicie baja, anegadiza, receptáculo de  desbordamientos y de las aguas que descienden de esta última.

Con motivo de las inundaciones de 1988, más dañinas que las del 2007, el desaparecido Instituto de hidrología, meteorología y adecuación  de tierras HIMAT, elaboró el Estudio de reconocimiento para adecuación de tierras del área Urrá-Sinú en 1990. Propusieron un plan de desarrollo agropecuario mediante la implementación de un programa de adecuación de 45.000 hectáreas de tierras localizadas en los municipios de Tierralta, Valencia, Montería, Cereté, San Pelayo y Lorica. Plantearon obras de protección contra inundaciones, drenaje superficial y riego e identificaron como cultivos potenciales el maíz, sorgo, plátano, papaya, caña de azúcar, arroz, frutales y pastos mejorados.

Esta propuesta va más allá del solo control de inundaciones mediante la retención de agua en un gran embalse que cubrirá buena parte de un parque natural. La enseñanza del sistema hidráulico prehispánico es no restringir el curso natural de las aguas y aprovechar al máximo las ventajas que ofrece el manejo eficiente de ellas para proporcionar fertilidad a los valles y bienestar a las comunidades. El drenaje y el riego que presenta la propuesta fomentaría e incrementaría los cultivos y generaría producción y empleo en una zona deprimida, habitada por jornaleros, campesinos sin tierra, pequeños y  medianos propietarios. Desafortunadamente el proyecto fue abandonado a pesar de contar con respaldo  gubernamental. Al parecer un reconocido ganadero con predios en la zona  lideró la oposición al proyecto a través de la junta de usuarios que el instituto había promovido para impulsarlo.

2. La de la CVS y el autor

Por esta misma época la Corporación autónoma regional de los valles del Sinú y San Jorge CVS adelantó un estudio geomorfológico y de dinámica fluvial de la planicie de Caño Viejo o Caimanera (antiguo cauce del río, nace en el corregimiento Las Palomas al sur del municipio de Montería y desemboca en el caño La Balsa en el municipio de San Bernardo del Viento) , caño El Vidrial (antiguo brazo del río, nace en los bajos de Jaraquiel, aguas arriba de Montería y termina uniéndose a Caño Viejo a través de la ciénaga Corralito en el municipio de Cereté) y el río Sinú en la margen izquierda. (Ver figuras 3 y 4).

La planicie de la zona, anota el estudio, es de topografía plano-cóncava y el agua que le llega tiene tres orígenes: la llovida, la que desciende de la vertiente occidental y las crecientes del río. Las tres producen aumentos elevados en  los niveles del agua con los conocidos desbordamientos e inundaciones, causados por el mal sistema de evacuación, la falta de mantenimiento de los caños y la recepción de aguas en las depresiones, produciendo taponamiento en el transporte de ellas y hundimiento de los diques naturales.

Dentro de las recomendaciones que hace el estudio se destacan: 1. El control  de las inundaciones no debe hacerse directamente en el río sino en el drenaje de las depresiones inundables. 2.  Este drenaje implica la adecuación de los lechos y brazos abandonados para que sirvan de canales colectores principales y la construcción de canales al interior de las depresiones que faciliten la evacuación de las aguas. 3. La adecuación de los lechos y brazos significa: limpieza y mejoramiento, construcción y mejoramiento de obras, taponamiento de roturas en los diques y construcción de canales principales de drenaje. 4. La adecuación del lecho de Caño Viejo, con la ejecución de algunas obras complementarias, permitirá utilizarlo como lecho alterno del río Sinú sin entregar sus aguas a éste sino en la zona de La Doctrina, en el municipio de Lorica o directamente al mar.

En la margen derecha el río Sinú cuenta con dos viejos cauces: los caños Bugre y Aguas Prietas. El primero se desprende del río aguas abajo de Montería y después de pasar por los municipios de Cereté, San Pelayo y Cotorra entra a la ciénaga Grande del bajo Sinú. El segundo nace en los viejos cienagales que existían en los municipios de Montería y San Carlos y después de atravesar el municipio de Ciénaga de Oro también ingresa a la ciénaga Grande. Ésta, por medio del caño conocido con el nombre de Aguas Prietas, se encuentra con el río Sinú en Lorica para finalmente desembocar al mar.

Además de estos importantes viejos cauces  están los 415 kilómetros de canales principales y secundarios del distrito de riego Montería que contó en un principio con 7.000 hectáreas, hoy  reducido a 3.000 hectáreas. De estos canales quiero mencionar el principal que sale de la cárcel nacional Las Mercedes de Montería, atraviesa la carretera Cereté-Ciénaga de Oro a la altura del corregimiento  Berástegui y deposita en la ciénaga Grande del bajo Sinú las aguas lluvias que recoge junto a las servidas y contaminadas de poblaciones y haciendas situadas a lo largo de su recorrido. El otro es el colector de El Purgatorio que parte de los barrios del sur de Montería, recoge la podredumbre de la alcantarilla a cielo abierto en la que han convertido los canales de drenaje de la ciudad, atraviesa la carretera Montería-Planeta Rica por el kilómetro 5, sigue por pueblos y haciendas recibiendo aguas servidas y contaminadas, lleva sus aguas descompuestas  a la ciénaga Charco Grande en Ciénaga de Oro y continua por el caño Aguas Prietas hasta entregarlas a la ciénaga Grande del bajo Sinú.

La recuperación y rehabilitación de estos caños y canales permitiría una mayor y más fluida evacuación de aguas en tiempos de crecientes;  los canales de drenaje de la ciudad serían para uso exclusivo de aguas lluvias y “sobrantes”; los cauces infectados de El Cerrito, San Carlos y Ciénaga de Oro mejorarían su situación; las  aguas destinadas a las poblaciones, predios de producción campesina y haciendas a lo largo de sus recorridos serían de mejor calidad; la construcción de pequeños distritos de riego de uso comunitario serían factibles, lo mismo que la  disminución  de ocurrencia de inundaciones en San Carlos, entre otros beneficios. La ingeniería hidráulica ambiental, apoyada en estudios socioeconómicos y culturales y en el conocimiento ancestral de sus ocupantes, nos dirán cómo manejar el complejo cenagoso de la ciénaga Grande. (Ver figura número 5).

3. La de las redes, agendas y grupos ambientales.

Fue el Instituto colombiano de reforma agraria INCORA quién inició la desecación masiva de humedales (ciénagas, pantanos, bajos y otras fuentes asociadas) en la margen derecha del río Sinú a partir de 1968. “Basado en la ley 135 de 1.961 identificó a las áreas de playones y sabanas adyacentes al espejo de agua del humedal como zona propicia para adelantar programas de reforma agraria y dotar de tierras a los campesinos; la ley 9 de 1979 facultó a los alcaldes a drenar los humedales cercanos a las cabeceras municipales por considerar que eran zonas aptas únicamente para cría de vectores y la resolución del Incora número 10 de 1982 señaló expresamente que los terrenos que conforman la ciénaga Grande del bajo Sinú se dedicarían a programas de colonización”, según palabras de Marco Tulio Noriega, Procurador Judicial Agrario y Ambiental de Córdoba.

La aplicación de estos criterios, totalmente erróneos, causó un gran daño ambiental,  económico y cultural al departamento de Córdoba. Después el país suscribió la Convención Ramsar de protección a los humedales; fue aprobada la Constitución Política de 1991 “con más de 38 artículos del total de su texto dedicados a la defensa de los recursos naturales y culturales del país e imponiéndole una limitante más al ejercicio   del derecho de propiedad al indicar la función ecológica que le es inherente,” según  nos lo recuerda el Procurador. Además, la Corte Constitucional aprobó la sentencia T-194 de 1999 de protección a los humedales de la cuenca del río Sinú y la Resolución defensorial número 38 del 2005 de la Defensoría del Pueblo solicita y apremia a las instituciones y autoridades de todos los niveles a dar cumplimiento a esta sentencia.

A pesar de las normas y leyes el incumplimiento es general y los  resultados altamente preocupantes. De acuerdo con datos de las Redes y Agendas ciudadanas, así como del Centro de Estudios Sociales y Políticos de la Universidad del Sinú, el municipio de Montería ha perdido cerca de 11.000 hectáreas de humedales, el municipio de Cereté unas 7.500 hectáreas, el municipio de San Pelayo 1.200 hectáreas y San Carlos 900 hectáreas. No contamos con información de los otros municipios de la cuenca: Tierralta, Valencia, Ciénaga de Oro, Cotorra, Chimá, Momil, Purísima, Lorica, San Bernardo del Viento y San Antero, sin incluir fracciones de San Andrés de Sotavento, Chinú y Sahagún.

La importancia de los humedales es reconocida. El mismo Procurador Agrario sostiene “que son ecosistemas de producción y conservación, su potencial influye en la economía de quienes están asentados en el área, son reguladores naturales del ciclo hídrico superficial y de acuíferos al actuar como agentes controladores de inundaciones, retienen sedimentos, controlan fenómenos erosivos, estabilizan microclimas, regulan los ciclos de nutrientes, retienen bióxido de carbono y ofrecen posibilidad de desarrollo ecoturístico, entre otras funciones”. Fuera de lo anterior, las ciénagas brindan alimentos variados y abundantes, cultivos de verano en los playones, artesanías, vías de comunicación, pastos, aguas para diversos usos, plantas como fuente de aromas, esencias, condimentos y medicina y elementos para la construcción de viviendas.

Proteger, recuperar y rehabilitar gran parte de estos humedales ha sido la labor principal de varias organizaciones e instituciones en los últimos años. A manera de ejemplos cito las siguientes:

- La Defensoría del Pueblo en el seguimiento al cumplimiento de la resolución número 38 del mes de septiembre del 2007 consideró que los efectos de las inundaciones en los dos últimos períodos se debe a las intervenciones en los cuerpos de agua para drenar, desecar o cambiar su hidráulica natural; el incumplimiento de las obligaciones contenidas en la Sentencia de la Corte  Constitucional sobre protección de los humedales y del Tribunal Administrativo de Córdoba sobre el control de la erosión; la deforestación y el uso intensivo de los suelos.

Recomendó garantizar el intercambio de agua río-ciénaga, ojalá con los caudales históricos; deslindar las ciénagas; devolver a caños y quebradas su bosque de galería y recuperar el funcionamiento del sistema hídrico en el medio y bajo Sinú.

 - La Universidad del Sinú, CVS, Contraloría General de la República gerencia Córdoba y Ecofondo en foro realizado en noviembre del 2007 instaron a las autoridades y organismos correspondientes a recuperar territorios que son bienes públicos mediante la nulidad de títulos otorgados por fuera de la ley con términos precisos para su cumplimiento; hacer efectivos los planes de manejo para recuperar y mantener los humedales; declarar los humedales como áreas protegidas y fijar una política de humedales como lo hizo Bogotá a finales del año pasado; proceder al deslinde y amojonamiento de los humedales a partir de la cota máxima de inundación; oposición a los canales perimetrales teniendo en cuenta la experiencia negativa de la laguna de Fúquene en Cundinamarca y contemplar otras posibilidades, distintas a Urrá II, para control de inundaciones.

- Las Redes y Agendas ambientales analizaron en reuniones efectuadas en diciembre del año pasado que las inundaciones son un proceso natural recurrente en los cuerpos de agua; muchos pueblos y cultivos sufren inundaciones por estar situados en las rondas, playones o áreas de amortiguamiento de los cuerpos de agua; muchas de estas inundaciones con sus efectos desastrosos son responsabilidad de políticos y gobiernos locales que promueven, permiten o mantienen la ocupación ilegal de áreas inundables; es necesario actualizar estudios sobre la dinámica fluvial del río y conocer integralmente la realidad de la margen izquierda y sus reales perspectivas; exigir mayor control en el proceso de deforestación del Parque Paramillo y de erosión en el río Sinú; replantear la función de los caños Bugre y Aguas Prietas en relación con las inundaciones y su rehabilitación; evaluar la eficacia y pertinencia del proyecto de riego y drenaje que ejecutó el Incora en los municipios del Sinú medio de la margen derecha.

Y el desarrollo ¿dónde está?

Desde hace muchos años vengo hablando y escribiendo sobre la pobreza, la desigualdad y exclusión social, el conflicto social y armado, la concentración de la tierra, la carencia de oportunidades para la mayoría de la población, el modelo de desarrollo basado en la ganadería extensiva que mantiene esta situación y con frecuencia la amplía y agudiza, lo inocuo que son los planes de desarrollo y la suerte triste de gran parte de la dirigencia política que hoy está detenida, investigada o cuestionada por prácticas o conductas ilícitas. En fin, son muchos los obstáculos que debemos vencer para acercarnos al desarrollo. Y es tal la evidencia que la Defensoría del Pueblo en su intervención el año pasado mostró el panorama de la cuenca del río Sinú con estas palabras: marginalidad, pobreza, desigualdad, deterioro de la biodiversidad, marcada tendencia a la concentración de la tierra y la ganadería extensiva y exclusión de la mayor parte de los grupos humanos. Y hace pocos días el reconocido investigador monteriano Alejandro Jadad Bechara en una serie de conferencias dijo “que en Córdoba los políticos han perdido toda la credibilidad, la pobreza y la inequidad han aumentado, el mayor orgullo es un centro comercial pequeño, una ganadería extensiva con miles de hectáreas desperdiciadas para la agricultura mientras los más pobres siguen muriendo de hambre”. Pidió recuperar el espíritu sinuano basado en el trabajo, la sencillez, la honradez, el cumplimiento de la palabra, la responsabilidad, la alegría, el buen humor y la creatividad. Casi al mismo tiempo pero en otro lugar el científico colombiano Rodolfo Llinás hablaba de ciencia y tecnología como prioridad para el desarrollo, dos de nuestras mayores deficiencias.
Córdoba cuenta con algunos estudios que le indican el camino que debe tomar  para alcanzar el desarrollo. Dentro de estos están la Agenda interna de productividad y competitividad, la Agenda prospectiva de ciencia, tecnología e innovación, el Estudio de mercados internacionales potenciales, las Apuestas agroexportadoras y la Visión Colombia 2019. Estos estudios son escasamente conocidos y lo poco que se está haciendo es de manera individual y dispersa. Sin embargo hay cierto consenso en que el departamento presenta fortalezas y oportunidades en carne, leche y cuero de bovinos, forestales, tilapia, frutas y hortalizas, cacao y caucho, níquel y carbón, artesanías y turismo pero también muchas debilidades y amenazas. En especial la capacitación del recurso humano, insuficiente investigación y apoyo tecnológico, incipiente desarrollo industrial, falta de infraestructura y servicios públicos en general, reducida inversión privada y débil asociatividad, entre otros.

El temor que existe sobre el  modelo de desarrollo que al parecer seguirá prevaleciendo, la ganadería extensiva, con su atraso e ineficacia para resolver o mitigar los problemas de pobreza, desigualdad y conflicto, ahora estará acompañada de cultivos agroindustriales (cacao y caucho), forestales (las especies introducidas teca, acacia mangium y melina), agrocombustibles (palma aceitera o yuca) y transgénicos (maíz en especial). Por experiencia se sabe que este modelo trae más concentración de la tierra; pérdida o reducción de parcelas y producción campesina; desaparición de bosques naturales, humedales y otras fuentes de agua; disminución y encarecimiento de la producción de alimentos, poniendo en peligro la seguridad alimentaria; reducción de la biodiversidad; transformación de ecosistemas naturales y pérdida de variedades tradicionales de maíz. El consuelo que nos queda será mínimo: un porcentaje pequeño de asalariados y jornaleros, ojalá con salario mínimo y prestaciones sociales y una reducida ganancia por elaborar productos de artesanías o cultivar plantas aromáticas, medicinales y condimentarias.

Desde esta perspectiva es necesario analizar los tipos o modelos de desarrollo que Córdoba necesita. Por la situación de penuria que padece la mayoría de la población desde que somos departamento hace 56 años, es requisito indispensable que estos modelos garanticen bienestar, producción y empleo para los más necesitados con el menor daño ambiental posible. Con Urrá I prometieron desarrollo y después de ocho años de funcionamiento aún no lo vemos. Del proyecto Río Sinú también hablan de desarrollo pero el control de inundaciones no lo produce por si solo… entonces ¿a qué se refieren cuando hablan de desarrollo?... y ¿desarrollo para quién?

Fuentes
- Los campos de cultivos prehispánicos del bajo San Jorge. James J. Parson. Universidad Nacional, Bogotá, 1973.
- Asentamientos prehispánicos en el bajo río San Jorge. Clemencia Plazas y Ana María Falchetti. Banco de la República, 1981.
- La sociedad hidráulica Zenú. Clemencia Plazas, Ana María Falchetti, Juanita Sáenz y Sonia Archila. Banco de la República, 1993.
- Las ingenierías prehispánicas y su vigencia en el tercer milenio. Entrevista de Carmen Váscones al ingeniero Kashyapa A.S. Yapa  en Guayaquil, Ecuador, 2001. Revista Agenda Ciudadana del medio ambiente. Montería, 2007.
- Memoria del foro de la margen izquierda del río Sinú. Victor Negrete B. editor. Montería, 1991.
- Revista Agenda ciudadana del medio ambiente. Montería, 2005.
- Carta de Marco Tulio Noriega al autor en diciembre del 2007 y charla de Marco Pineda Cabrales, asesor de la Secretaría de Desarrollo Económico y Agroindustrial de Córdoba en mayo del 2008.

Montería, 27 de mayo de 2008

- Víctor Negrete Barrera, Centro de Estudios Sociales y Políticos Universidad del Sinú

Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas
Corporación Viva la Ciudadanía. www.vivalaciudadania.org

ANEXOS

FIG 1. Foto. Los caños principales en el sistema hidráulico Prehispánico.


FIG. 2. Los canales Prehispánicos en relación con los caños principales




FIG. 2.1 Foto canales Prehispánicos.


FIG. 3. Caños y ciénagas en la margen izquierda del río Sinú.


FIG. 4. Caños y ciénagas en la margen izquierda del río Sinú.


FIG. 5. Caños, ciénagas y canales en la margen derecha del río Sinú


https://www.alainet.org/es/active/24579?language=es
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