El Plan Cóndor y el Nobel de la Paz

22/08/2002
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Entre los documentos relativos al Cono Sur desclasificados recientemente por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, figura un informe de Inteligencia que en 1976 advertía sobre una conspiración de la dictadura uruguaya para asesinar a sus opositores en el exilio. Luego de los asesinatos de los parlamentarios Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz y el matrimonio Whitelaw-Barredo el 20 de mayo de ese año en la ciudad de Buenos Aires, el secretario de Estado estadounidense y Premio Nobel de la Paz Henry Kissinger, dio directivas a sus embajadores para que hicieran contactos con los militares de la región con el fin de incidir en los gobiernos para que morigeraran sus procederes y además poder usufructuar su coordinación represiva conocida ya como "Plan Cóndor." A Henry Siracusa, el embajador en Uruguay, se le ordenó realizar "un acercamiento con el general (Julio C.) Vadora más que con el presidente actuante o el presidente designado, que aparentemente no sabe nada acerca de la Operación Cóndor y que ante cualquier situación probablemente tendría poca influencia" (en 1976, Uruguay tuvo tres "presidentes" civiles: Juan Bordaberry, Alberto Demicheli y Aparicio Méndez). Kissinger eligió bien, Vadora era el responsable uruguayo del Plan Cóndor. En el documento que hizo público ayer el diario "La República", el Nobel de la Paz consideraba "útil" la coordinación antisubversiva en la zona, pero advertía sobre los problemas "morales y políticos" que podría generar el conocimiento de la existencia de una conspiración para asesinar opositores. Al mejor estilo de "Misión Imposible," el instructivo de Kissinger a sus embajadores en el Cono Sur explicaba que "debe tener en cuenta, por supuesto, que ninguna agencia del gobierno de los Estados Unidos está involucrada, de ninguna manera, en el intercambio de información o datos sobre individuos subversivos con los gobiernos anfitriones" y advertía tener la "precaución en cuanto a no individualizar a aquellos posibles candidatos de un intento de asesinato". El informe del Departamento de Estado devela que en los primeros días de junio de 1976 representantes de los servicios de inteligencia de los gobiernos de la región se reunieron en Santiago de Chile para crear en esa ciudad un banco de datos computarizado a nivel intergubernamental con información sobre "subversivos"; que Brasil ingresara al grupo coordinado como miembro pleno; y que Argentina, Chile y Uruguay cooperarían en sus actividades. El documento también dice que –de todas maneras- "Las evidencias de que esta cooperación entre las fuerzas de seguridad se extendía en una suerte de "Murder, Inc." (Compañía de la Muerte), no es sin embargo, concluyente." Agrega también el informe que aunque el gobierno argentino lo negaba, eran persistentes las acusaciones públicas respecto a que sus autoridades estaban "repatriando" exiliados políticos (que generalmente eran luego ejecutados en sus países de origen: Chile o Uruguay). Como conclusión, el informe establece que "la evidencia no es concluyente en establecer una coordinación formal y de alto nivel entre las fuerzas del Cono Sur para el único propósito de eliminar exiliados. Sin embargo sugiere fuertemente que la cooperación existe y se localiza oportuna y particularmente en las fronteras y en las instancias que implican la captura de líderes terroristas." Sin embargo, también se dice que "Una fuente confiable brasileña describió un acuerdo entre Brasil y Argentina bajo el cual los dos países cazarían y eliminarían terroristas que intentaran irse desde Argentina a Brasil" M. Chaplin el entonces Consejero Militar Diplomático de la embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires, indicó a Washington que el informe de marras "subestima el grado de cooperación entre las fuerzas de seguridad regional," ya que sus reportes "reconocen que los gobiernos regionales se han organizado para intercambiar información y cooperar en determinadas áreas (Operación Cóndor)." Explicó Chaplin que "Un reciente reporte citado por el Ejército argentino hace referencia a un oficial mayor del Ejéricto uruguayo (probablemente José Gavazzo) asignado por los servicios militares de inteligencia de Uruguay que estuvo en Buenos Aires por varias semanas cooperando con las fuerzas argentinas de seguridad en operaciones antiterroristas." Continúa diciendo Chaplin que "Nosotros consideramos que la evidencia es suficientemente pesada en favor de la conclusión de que personal de seguridad tanto chileno como uruguayo se están sumando a las operaciones de Argentina contra los terroristas y subversivos, y es probable que personal argentino haya viajado en tandas a los países vecinos para cooperar con las fuerzas de seguridad locales." Para el consejero, era un error considerar que existía una "batalla de tres puntas" que incluía a las fuerzas de seguridad, la izquierda y la ultraderecha. "En nuestro juicio –afirma muy seguro- los únicos asesinos de la ultraderecha operando en Argentina son los miembros de las fuerzas de seguridad del gobierno argentino. La batalla tiene dos lados, no tres puntas. La única pregunta real es el grado bajo el cual las fuerzas de seguridad pueden estar operando fuera del control del gobierno argentino." *Andrés Capelán, Comcosur
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