Elecciones

17/04/2008
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El próximo domingo, 20 de abril, los electores paraguayos irán a las urnas para elegir, en un solo turno, al nuevo presidente del país. Disputan la elección el ex obispo católico Fernando Lugo; Blanca Ovelar, del Partido Colorado; y el general Lino Oviedo, ex dirigente de este partido, acusado de participar en el asesinato, en 1999, del ex vice presidente Luis María Argaña (lo que le obligó a exiliarse cuatro años en Brasil).

Lugo, 57 años, lidera las encuestas electorales. Identificado con la Teología de la Liberación, insiste en señalar que su “opción preferencial por los pobres” no es política, sino pastoral. Sabe que representa una seria amenaza a la hegemonía del Partido Colorado, hace 60 años en el poder, inclusive a través de la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989).

Fernando Lugo vive en la piel la trágica historia reciente de su país. Su padre estuvo preso más de 20 veces. Tres de sus hermanos fueron torturados y expulsados de Paraguay. En 1983, también le expulsaron, debido a sermones considerados subversivos. Retornó en 1987. Ordenado obispo de San Pedro en 1994, renunció al ministerio episcopal y aceptó candidatizarse ante el llamado público suscrito por más de 100 mil electores.

Apoyado por la Alianza Patriótica para el Cambio, que reúne nueve partidos, y el Movimiento Tekojojá (Vida Compartida, articulación de movimientos populares), Lugo considera que sus principales adversarios son la corrupción, la pobreza y la ignorancia. “La manera más rápida de hacer fortuna en Paraguay es hacer política”, señala. Por ello, se teme un intento de fraude en la elección de domingo.

Con poco más de 6.5 millones de habitantes, y reservas de US$ 2.5 mil millones, Paraguay todavía depende de su economía agropecuaria, orientada a la exportación, sobre todo hacia Argentina y Brasil. Más del 50% de la población vive por debajo de la línea de pobreza, y 35% en la miseria absoluta.

El país, sin embargo, es rico en reservas de petróleo y recursos hídricos, y gran exportador (y no consumidor) de energía eléctrica, a través de las centrales hidroeléctricas de Itaipú y Yacyretá, construidas con capitales brasileño y argentino, y cuyos tratados fueron firmados por dictaduras militares.

Si es electo, Lugo está decidido a convocar a Brasil para renegociar el Tratado de Itaipú. La energía paraguaya es vendida a Brasil a bajo precio, el cual pretende multiplicar por siete, lo que garantizaría a su país una recaudación anual de US$ 1.8 mil millones. Todo indica que el presidente Lula no pondría obstáculos a la renegociación.

Lugo quiere además promover la reforma agraria para beneficiar a 300 mil familias sin-tierra (el 70% de las tierras productivas pertenece al 2.5% de los propietarios); y valorizar cooperativas y pequeñas empresas, con miras a sintonizar el crecimiento económico con el desarrollo social. Se propone también superar la relación asimétrica de Paraguay con los demás países del Mercosur.

El Partido Colorado domina todo el aparato estatal y judicial de Paraguay. Lugo se dispone a rescatar la autonomía de los jueces y despartidizar la máquina estatal. Cerca del 90% de la población es bilingüe, se expresa en español y guaraní, aunque este pueblo indígena represente, oficialmente, sólo el 0,7% de la población. Pero, por primera vez en la historia de Paraguay, una indígena guaraní es candidata a senadora.

En el siglo XIX, Paraguay fue el país más independiente, justo y evolucionado de América del Sur. Instigados por la corona británica, Brasil, Argentina y Uruguay le entablaron una guerra de 1864 a 1870. De los 160 mil soldados y oficiales brasileños, 50 mil no retornaron. Y al menos 300 mil paraguayos, entre civiles y militares, murieron en la guerra.

Las Fuerzas Armadas de Brasil deben a la nación la apertura de los archivos de la guerra de Paraguay, y también de la dictadura militar (1964-1985). (Traducción ALAI)

- Frei Betto, escritor, autor de “Bautizo de Sangre” (Rocco), integra el comité internacional de fiscalización de la disputa paraguaya.

https://www.alainet.org/es/active/23596
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