El “directorio político” decidirá entre Obama e Hilary

16/04/2008
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En abril de 2008, Borack Obama ya había ganado la mayoría de los delegados a la Convención del Partido Demócrata que se efectuará en agosto del mismo año. Ese triunfo lo obtuvo con los votos que depositaron los miembros del Partido en la mayoría de las primarias presidenciales. Se necesita una mayoría de los delegados para designar el candidato del partido político en las elecciones nacionales de noviembre de 2008. A pesar de los triunfos de Obama, el establishment que toma las decisiones en última instancia no se atreve aún a legitimar la candidatura de un joven político brillante, pero todavía poco conocido y, para colmo, hijo de un africano.

Aún cuando faltan algunas primarias en varios Estados de la Unión norteamericana, Obama mantendrá sin problemas su mayoría con relación al número de delegados. Sin embargo, Obama sólo podrá triunfar sobre su contrincante, Hilary Clinton, si logra ganarse a un sector del establishment que todavía se muestra reticente a entregarle su confianza para ser el presidente de EEUU con poderes prácticamente imperiales.

En su libro La elite del poder, C. Wright Mills llega a la conclusión que en EEUU no existen partidos políticos. Por lo menos, “no existen partidos donde los políticos profesionales enfocan los problemas de índole nacional de un modo claro, responsable y continuo”.

Agrega que “los dos partidos políticos de EEUU no son organizaciones centralizadas nacionalmente. Han funcionado como estructuras semifeudales, trocando su patronazgo y otros favores por votos y protección. El político menor cambia los votos de que dispone por una porción mayor de patronazgo y favoritismo. Pero no hay un jefe nacional y menos aún un líder responsable ante la nación en cada uno de los dos partidos”.

La pregunta que surge de inmediato es ¿cómo se organiza el sistema político norteamericano si no existen partidos políticos? Wright Mills señala que en el lugar de los partidos políticos, se articula a nivel nacional y en forma jerárquica lo que llama un “directorio político”. Según Mills, “en los centros ejecutivos donde se toman las grandes decisiones no hay ahora políticos de partido profesionales, ni burócratas de profesión. Dichos centros se hallan en manos del directorio político de la elite del poder”.

Es claro que el directorio político decidió que el candidato del Partido Republicano sería John McCain, poniendo fin a las pretensiones de los conservadores religiosos. En el caso del Partido Demócrata, Obama es el más atractivo pero aún no cuenta con el aval de un sector importante del “directorio político”.

Los consejos de gabinete, los altos funcionarios, los embajadores y los cargos más delicados de la administración y seguridad de EEUU son ocupados por, lo que Wright Mills llama, “advenedizos” cuyos lazos con los partidos políticos son muy débiles, si es que existen. No hay forma de adiestrar, especializar o seleccionar cuadros políticos con capacidad de dirigir la política del país. “Se ha recurrido a los advenedizos, es decir, a hombres extraños a la burocracia”. Estos son, en gran parte, ejecutivos (CEO) de las grandes trasnacionales que saben muy bien cuales son los intereses del “directorio político” pero desconocen el funcionamiento de la burocracia y tienen ideas vagas sobre las necesidades del país.

Los partidos políticos en EEUU tienen funciones limitadas a un nivel local, debatiendo necesidades de los pequeños hombres de negocio y las demandas reivindicativas de obreros así como de aspectos puntuales (genero, ambiente, etc.) Los partidos, según Mills, constituyen “una constelación de organizaciones locales, curiosa e intricadamente unidas con bloques representativos de distintos intereses. El miembro del Congreso es, por lo general, independiente de los jefes parlamentarios de su partido... Los comités nacionales de cada partido importante se componen sobre todo de nulidades políticas...”

Mientras que los partidos pueden funcionar a nivel local, son totalmente inoperantes para enfrentar los problemas nacionales. Incluso, los enfoques de los dos partidos – cuando responden a las demandas populares como la política económica, la guerra y la paz y las cuestiones sociales - tienden a enredarse. “Las diferencias entre ambos partidos, en lo que se refiere a los problemas nacionales, son muy pequeñas y confusas... El político profesional no se ocupa de la línea nacional del partido, si es que existe. No se halla sujeto a una disciplina nacional de partido...”

La situación se hace aún más difícil cuando las demandas populares se encuentran en conflicto con los intereses del “directorio político”. El manejo de la opinión pública requiere un trabajo muy especial a nivel de los medios de comunicación y en los pasillos del poder. “Cuando los problemas fundamentales llegan al Congreso para su discusión suelen estar estructurados de tal modo que reducen el debate e incluso quedan pendientes de solución. Ante la ausencia de partidos sólidos y centralizados, es difícil constituir una mayoría en el Congreso”. Según Mills, no es extraño que el Congreso necesite con frecuencia una enérgica iniciativa presidencial para impulsar iniciativas legislativas que se refieren a problemas nacionales.

El manejo de la opinión pública requiere un trabajo muy especial a nivel de los medios de comunicación y en los pasillos del poder. Sólo faltan cuatro meses para la Convención del Partido Demócrata, donde se proclamará oficialmente el candidato a la Presidencia. En realidad el problema no es cuestión de tiempo. El drama de esta campaña es que el “directorio político”, como lo llama Wright Mills, que concentra el poder y toma las decisiones, está dividido y no se pone de acuerdo. Le queda poco tiempo para preparar el perfil del candidato y presentarlo al votante como si fuera la selección de un proceso democrático. ¿Será Obama o Hilary?

 - Marco A. Gandásegui, hijo, (Profesor de la Universidad de Panamá e investigador del CELA)
 

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