La importancia de ser

Una izquierda indígena en surgimiento

01/08/2002
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  • Opinión
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Bolivia se adelantó al resto de los países del continente a la hora de implementar medidas neoliberales que destruyeron y enajenaron sus riquezas, pero que tuvieron otros efectos colaterales: debilitaron a la izquierda y potenciaron un nuevo movimiento social. Dicen que olvidar el pasado es el mejor camino para reincidir en los viejos errores. La historia reciente de Bolivia podría ser una fuente inagotable de enseñanzas y muestra, entre otras, las razones por las cuales está surgiendo un nuevo movimiento y nuevos liderazgos, como los que manifiestan la elevada votación de Evo Morales y la emergencia de un poderoso movimiento indígena y campesino. Vale la pena recordar una historia de casi dos décadas. En 1980, después de varios golpes de Estado, ganó las elecciones el candidato de la izquierdista Unión Democrática Popular, Hernán Siles Zuazo. No pudo asumir por el golpe de Estado de Luis García Meza, que generó amplia represión y el asesinato del dirigente histórico de la izquierda, Marcelo Quiroga Santa Cruz. La tenaz resistencia popular encabezada por la central obrera, los vínculos de García Meza con el narcotráfico y el desprestigio internacional, provocaron la caída del régimen. Siles Zuazo ocupó finalmente la presidencia en octubre de 1982. Una vez en el gobierno dio a los sindicatos la administración de las minas estatales, anunció el no pago de la deuda externa y, presionado por obreros y campesinos, aprobó leyes que permitieron su incorporación a la gestión económica, las empresas estatales, los mercados, la salud y la educación. La banca internacional (FMI y BM) bloqueó los créditos y el comercio internacional con Bolivia. Se desataron la hiperinflación y una crisis financiera que demolieron al gobierno popular, llevando el salario a un promedio de poco más de diez dólares mensuales. El gobierno, jaqueado por protestas de todos los sectores, acortó su mandato y en julio de 1985 fue electo Víctor Paz Estenssoro, dirigente histórico del MNR, pese a que el ex dictador Hugo Banzer lo había superado en número de votos. Paz inauguró la política neoliberal. Cerró las minas, liberó el dólar, eliminó el control de precios, suprimió los subsidios y abrió la economía. Aplicó el recetario neoliberal a rajatabla: privatizaciones, reducción del déficit fiscal y de los salarios. En 1991 se consumó uno de los capítulos más bochornosos en la historia del país: el Parlamento autorizó el ingreso de personal militar estadounidense para participar en la erradicación de los cultivos de coca. Desde aquel momento, la presencia estadounidense en el país no ha dejado de incrementarse. En menos de dos décadas, Bolivia registró el ascenso y el fracaso tanto de la izquierda tradicional como del neoliberalismo. Ahí reside una parte, apenas, de las razones por las que nació un nuevo y poderoso movimiento social. Pero la fundamental reside en otro aspecto. Cuando se cerraron las minas, se hundió el más poderoso movimiento obrero del continente, capaz de vetar o de voltear gobiernos desde la célebre revolución de 1952. La Central Obrera Boliviana (COB) siempre fue una especie de doble poder que solo el neoliberalismo pudo eclipsar, al precio de destruir las bases sociales sobre las que erigió su poder. Pero los mineros derrotados no se rindieron. Tras un largo recorrido una parte recaló en zonas tropicales como el Chapare, donde aportaron su experiencia organizativa y de lucha al incipiente movimiento campesino de cultivadores de hoja de coca, los cocaleros. En esos años emergía paralelamente un nuevo y potente movimiento indígena que se hizo fuerte en las zonas aymaras y quechuas, luchando por la tierra pero sobre todo por recuperar la identidad cultural de sus ancestros. Los éxitos del neoliberalismo en cuanto a aplanar las diversidades culturales, requisito de la política consumista que imponen "los mercados", tropezaron con la voluntad de miles de comunidades que, tercamente, se empeñaron en seguir siendo pese a la lógica del mercado. La vieja lógica del ser frente a la del tener. Que es una de las maneras más profundas de ser anticapitalistas. El nuevo movimiento no pudo inspirarse en las anquilosadas estructuras y discursos de la izquierda. No tiene jefes, como dice Evo, tiende a la horizontalidad y se asienta en la lógica comunitaria: prioriza los fines y no los medios, a las personas y no a las organizaciones. Un abismo cultural y social separa a estos grupos de la vieja izquierda. Entre otros, que no se propusieron llegar al Parlamento sino que accedieron a él porque son los más tenaces opositores del modelo, al que combaten de una manera diferente: en sus pueblos y comunidades crean, y recrean, un nuevo mundo, anclado en valores de fraternidad, ayuda mutua y justicia social. Con Evo Morales
En el MAS no hay jefes
Asediado por el periodismo nacional e internacional, y por múltiples consultas de sus compañeros, Evo Morales no abandona su estilo campesino. En un ambiente de alegría y sentido de responsabilidad, mantuvo el siguiente diálogo con BRECHA. - ¿Cómo se siente al tener como contrincante por la presidencia de Bolivia al ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada? - Es un sueño para mí ser contrincante en la lucha por la presidencia de la República de un partido que por más de 50 años hizo tanto daño al país. Entonces ser contrincante de Gonzalo Sánchez de Lozada, que se educó en Estados Unidos, es pues una gran satisfacción. - Usted es el candidato de izquierda que ha tenido la mayor votación en la historia de Bolivia, incluido Marcelo Quiroga Santa Cruz. ¿Cómo se siente como líder de la izquierda? - ¡Un sueño! Como les digo, para mí es un sueño. Refrescando la memoria, por ejemplo, de cuando era niño, que en mis sueños siempre volaba. Y despertaba con pesadillas. Volaba y me perdía en las nubes y temblaba. ¿Adónde me voy a caer? Y me despertaba y eran sueños. El liderazgo puede convertirse en una pesadilla. Este movimiento ha salido un poquito más diferente. Esa gente que por más de 500 años ha sido sometida, despreciada, odiada; nos dijeron y nos trataron de todo, pero somos la mayoría, los aymara, los quechuas y los guaraníes. - ¿Cuál es la diferencia entre la izquierda tradicional y este movimiento de ustedes? - Yo encuentro que en la izquierda tradicional son muy sectarios. Perdonen, aquí está un ex militante de la izquierda. Son muy sectarios. Mientras que la postura de este movimiento no es la de un partido autoritario. Es producto de los movimientos sociales. No se trata de que yo soy el "jefe", como es en la izquierda tradicional, e impongo mis candidatos a senador, a diputado. Por eso nuestros votos son a nosotros mismos. Votamos por quienes nosotros hemos elegido. Aunque no hayamos podido hacerlo a escala nacional, por lo menos un 60 o 70 por ciento han sido elegidos por las comunidades, en las asambleas, en los sindicatos, en las circunscripciones de los candidatos uninominales. En el MAS no hay "jefes". Esa es la gran diferencia. Asimismo en cuanto a pensamiento ideológico, basado en una cuestión de identidad cultural. Yo diría que ésas son las diferencias con la izquierda tradicional - ¿Por qué el MAS recibió tantos votos? - Al margen de los problemas económicos y sociales, al margen de la discriminación, ha crecido el "voto bronca" contra esos partidos que solo vienen en las campañas electorales y con prebendas. Son millonarios que pueden comprar departamentos en Miami, pueden comprar edificios, mansiones, pero que ya no van a poder comprar la conciencia del pueblo. Estos partidos representan a la oligarquía. Nosotros no teníamos ni afiches. Si hubiéramos tenido un mes más de campaña ganamos las elecciones. No tuvimos recursos para llegar al oriente boliviano. Porque ahí está lleno de campesinos, indígenas quechuas y aymaras. Apenas llegamos dos o tres veces a Santa Cruz y sacamos dos diputados. Al Beni y Pando no llegamos y quedaron protestando contra nosotros. La gran diferencia es que ellos actúan como empresa, pagan sueldos, y nosotros ni sueldos ganan las compañeras que están aquí. Fue la lucha de la conciencia contra las prebendas. - ¿Usted ha planteado que se va a pedir traducción simultánea de los debates parlamentarios? - En cuanto a la traducción simultánea tenemos, por ejemplo, un parlamentario de origen kaqachaca que expresa mejor sus pensamientos, sus sentimientos, en su idioma. Él habla también español, pero expresa mejor sus sentimientos en quechua. Y también en guaraní, porque tenemos allá un compañero, José Bailaba, un indígena del oriente boliviano. El primer senador es un aymara. Yo lo he escuchado en sus discursos y qué lindo, qué belleza cómo expresa sus sentimientos; dan ganas de escucharlo. Yo no encuentro en el discurso la traducción de algunos términos. Quiero ser honesto. Yo recién a los diez años comencé a hablar en español, antes era aymara cerrado. Pero por necesidad tuve que viajar al Chapare. Y allá hay aymaras, quechuas, guaraníes. Por una necesidad de centralizar tuve que aprender también español. Pero hay algunos términos en español que no les encuentro su traducción.
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