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03/04/2008
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La economía argentima muestra un crecimiento récord desde que este país cambió de rumbo abandonando las políticas neoliberales; apartándose del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, fortaleciendo el Mercosur y acercándose a los países del Pacto Andino. Con un superávit de más de US$5 mil millones de dólares y reservas por más de US$8.000 millones, la economía argentina se perfila como una de las más fuertes de la Región.

El agro argentino ha tenido un despegue impresionante en los últimos años llegando a cifras históricas en producción y exportación.

Ante el mejoramiento de los índices macroeconómicos el Gobierno progresista de Cristina Fernández, tal como lo venía haciendo su esposo Néstor Kirchner, intenta establecer mecanismos que aseguren una mejor redistribución de la riqueza; y favorezcan a los sectores más desposeídos de la sociedad.

La producción agrícola argentina, base sobre la cual se sustenta una buena parte de la economía de este país ha alcanzado en los años 2004/2005 la cifra récord de 84 millones de toneladas. Entre los productos agrícolas más importantes de Argentina están la Soja (42 millones de toneladas), Trigo (15 millones de toneladas), Maíz (14 millones), así como Sorgo, Cebada, Girasol y Avena (Bragachini Mario INTA 2006) .

Este predominio de la Soja en la producción argentina (55% del total de la producción agrícola) tiene que ver en buena medida con el incremento en el valor del petróleo; que ha incidido sobre la producción de trigo, maíz y sorgo; que requieren de fertilizantes nitrogenados; pero cuyos precios en el mercado externo se han mantenido estables. Mientras que la producción de Soja, que ha duplicado en los últimos años su valor en el mercado, no requiere de fertiizantes nitrogenados; por lo tanto no se ha visto afectada, ni por el incremento en el valor del transporte marítimo, ni tampoco por el aumento en el precio de fertilizantes (Ibidem).

Esto ha provocado un incremento sin precedentes en las ganancias para los grandes productores de soja; pero a la vez promueve una peligrosa tendencia a la desaparición o reducción en la producción de otros cultivos. Por ello el Gobierno de Cristina Fernández decidió aumentar el impuesto a las exportaciones de Soja y Girasol (retenciones) de un 33% que tienen actualmente; a un 44% a partir de este año. De esta manera no solo se hace una mejor redistribución de las ganancias, sino que además se estimula la diversificación agrícola, alentando la siembra de otros cultivos.

Lo anterior ha motivado el levantamiento de cuatro grandes conglomerados que aglutinan a los productores agrícolas argentinos: la Sociedad Rural Argentina (SRA) cuyos vínculos con la dictadura militar han sido evidenciados en múltiples ocasiones y las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) que en conjunto han representado, históricamente, principalmente los intereses de la oligarquía agroexportadora argentina; y por otro lado CONINAGRO (que aglutina a varias federaciones de cooperativas agrícolas muchas de las cuales de gran tamaño) y la Federación Agraria Argentina (FAA); estas últimas con filiales y agremiados de diversos sectores que incluyen pequeños y medianos productores aunque también grandes latifundistas.

Para comprender mejor la composición social y sectorial de estos bloques de poder hay que entender que por su extensión, las distintas regiones de Argentina tienen realidades muy diferentes entre sí: Las regiones noreste (Corrientes, Formosa, Misiones, Chaco) y noroeste (Jujuy, Salta, Tucumán, La Rioja; Santiago del Estero y Catamarca) representan las zonas económicamente más deprimidas y que concentran los mayores índices de pobreza en el campo. Estas regiones sin embargo no se caracterizan por la producción de soja o girasol, sino de otros productos como el banano, la caña de azucar, el maíz, entre otros.

Son las regiones de Cuyo (Mendoza, San Juan y Tulúm) y la Región Patagónica (Río Negro, Chubut, Neuqeuén, Santa Cruz y Tierra del Fuego) donde se da la mayor producción agroindustrial, con grandes sistemas de riego, con producción altamente intensiva y tecnificada. En estas regiones la producción agrícola se caracteriza por el predominio del latifundio, y corresponden precisamente a las zonas de mayor producción de soja y girasol de la Argentina. Finalmente La Región Pampeana (Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y La Pampa) en el centro del país, con sus grandes pastizales y su producción agropecuaria de carácter extensivo también altamente tecnificada.

Los grupos agrícolas que se oponen a la retención representan principalmente los intereses de los grandes productores de estas últimas regiones. Mientras que organizaciones de las regiones más pobres y que representan los intereses de los sectores campesinos e indígenas no se han plegado a este movimiento desestabilizador.

Tal es el caso, por ejemplo del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE) que integra a grupos de campesinos, organizaciones de mujeres, trabajadores agrícolas y comunidades agrarias indígenas; y que además está afiliado a Vía Campesina (reconocida red de organizaciones agrarias de clara orientación progresista y popular) ( www.viacampesina.org ); y que han salido a la luz pública a denunciar la maniobra que se esconde detrás de todo este movimiento desestabilizador.

En Córdoba organizaciones sociales y populares se enfrentaron a los bloqueadores, abriendo las rutas, y ya varios gremios de medianos y pequeños productores, que incialmente se habían plegado a la protesta han anunciado la deposición de la misma ante el llamado al diálogo del gobierno.

Discrepo de quienes defienden el "carácter popular" de la base de este movimiento. Efectivamente muchos de los que están en los cortes de rutas corresponden a estos sectores; pero su participación en el movimiento obedece más a un error del gobierno, que a una afinidad ideológica con los promotores del mismo; ya que no se diferenció entre grandes, pequeños y medianos productores a la hora de incrementar las retenciones. Sin embargo, esto último ha sido rectificado al anunciarse un plan de subsidios para los pequeños y medianos productores por más de US$ 1500 millones.

Sin embargo no puede perderse de vista que en Argentina son 2.500 latifundistas, los que concentran el 60% de la producción total de soja. Por tanto no se trata de pequeños o medianos productores los que se ven más afectados por el incremento en la retención.

"Desde la década del '90, con la presidencia de Carlos Menem, se comenzaron a producir grandes cambios en el sector agropecuario. La sojización del campo, trajo aparejada una fuerte concentración de las tierras más fértiles en manos de los llamados pool de siembra. Cientos de miles de familias campesinas, fueron forzados a abandonar el campo presionados por un nuevo modelo de agricultura, que no necesita agricultores. Los pequeños productores fueron siendo sistemáticamente fagocitados por los pool de siembra y hoy la Argentina toda, es una inmensa plantación de soja, que ya ocupa casi el 70% de la superficie total sembrada."(Natalichio Ricardo. Ecoportal 2008)".

Lo cierto entonces es que quienes se manifiestan con cacerolazos en Buenos Aires; y quienes están detrás de los cortes de ruta en el "campo"; son los mismos que en Santa Cruz de la Sierra y Tarija desestabilizan al gobierno de Evo Morales; o que en Santiago de Chile boicotearon al gobierno de Allende antes del golpe militar. Son esos que ahora son llamados "pueblo" por la prensa nacional e internacional.

No son campesinos, no son indígenas, no son organizaciones de pequeños y medianos productores. Quechuas, calchaquíes, tucumanos y salteños siguen con su vida cotidiana, luchando por forjarse un futuro mejor. Con un gobierno, a cuyo embajador en Costa Rica, Mercedes Sosa dijo poder llamarle, ahora así, "querido embajador" y que cuando asumió el poder fue aclamado, como lo hicieron en múltiples ocasiones, con su esposo Néstor Kirchner, por las Madres de Plaza de Mayo y por lo más representativo de la cultura popular argentina.

- Jorge Mora Portuguez es especialista en Derecho Ambiental y de los Recursos Hídricos. Coordinador de la Red Centroamericana de Acción del Agua (FANCA) con sede en Costa Rica, socio fundador del Centro Latinoamericano de Estudios Hídricos (CLAEH) con sede en Argentina; y especialista en participación ciudadana e incidencia política.
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