800 mil jóvenes analfabetos
25/02/2008
- Opinión
El informe de la UNESCO “Educación para todos en el 2015: ¿alcanzaremos la meta?”, divulgado a fines del 2007, revela que el Brasil perdió 4 puntos en el escalafón de la educación, pasando de la posición 72 a la 76. Quedó detrás de Bolivia, de Paraguay y de Ecuador. El informe señala la Bolsa Familiar como factor de mejoría de la escolaridad de los más pobres.
El programa Educación para todos, que desde el año 2000 abarca a 120 países, tiene como metas extender y mejorar la educación infantil, lograr que todos los niños tengan acceso a la enseñanza pública de aquí al 2015, favorecer el acceso de jóvenes y adultos a la formación profesional, aumentar en un 50% el nivel de alfabetización de adultos (son 34 millones los analfabetos hoy en América Latina), reducir las desigualdades educacionales entre los sexos, y mejorar la calidad de la educación.
Se calcula que en el Brasil la educación de calidad exigirá del poder público, sobre todo del gobierno federal, inversiones por valor de US$ 8 mil millones para aumentar el número de profesores y su calificación profesional, así como para promover una efectiva campaña nacional de alfabetización, prometida por el gobierno de Lula en el 2003.
Entre tanto, hay buenas noticias de la educación en el Brasil: el IDJ (Ïndice de Desarrollo Juvenil) revela que, entre el 2003 y el 2007, el analfabetismo entre jóvenes de 15 a 24 años bajó del 4.2% al 2.4%. En diez estados es menor del 1%.
Podemos celebrar el hecho de que el 97.4 de los niños entre 7 y 14 años están siendo atendidos por el sistema público de enseñanza. Pero cuando nos fijamos en la población de jóvenes entre los 15 y 17 años vemos que un porcentaje menor está en la escuela (82%). Además, en el 2005 apenas el 56.2% de los jóvenes de 16 años habían terminado la enseñanza elemental, lo que es una condición esencial para el ingreso en la enseñanza media.
Entre los jóvenes de 15 a 24 años el número de los matriculados en la enseñanza elemental bajó, del 2003 al 2007, del 17.7% al 12.5%, lo que es otra buena noticia. Y aumentó el porcentaje de los que están en los cursos medio y superior. Pero es necesario estar alerta: quedan en el país 800 mil jóvenes analfabetos. Los índices de analfabetismo son mayores en estados como Alagoas (8.2%), Piauí (7%) y Marañón (6.6%).
Muchos abandonan la escuela para ingresar al mercado (informal) de trabajo, inducidos por la necesidad de contribuir al aumento del ingreso familiar. Datos del 2005 muestran que 5,451.439 niños y adolescentes, de 5 a 17 años, estaban trabajando en el Brasil: 305.281 niños de 5 a 9 años, 2,633.045 de 10 a 15 años, y 2,513.113 de 16 a 17 años.
El Nordeste se sitúa en el primer lugar de la lista. La justificación de la mayoría de los padres es que la familia no dispone de ingresos suficientes y por tanto está obligada a recurrir a la ayuda de los hijos menores de edad para garantizar el sustento diario.
De acuerdo con el Compromiso Todos por la Educación -iniciativa de líderes de la sociedad civil y de entidades educativas-, en el 2005, al final de la 4ª serie de la enseñanza elemental, apenas un 29.1% de los niños habían aprendido lo necesario para ese nivel escolar en lengua portuguesa. En la serie 8ª de la enseñanza elemental ese porcentaje bajaba al 19.4%; y en el 3º año de la enseñanza media el 22.2%.
Si mejoramos en la cantidad empeoramos en la calidad. Hay alumnos de la serie 8ª que no saben localizar en el mapa a Francia y el Japón, leen un cuento de Machado de Assis sin entenderlo o escriben una sencilla nota con graves errores de sintaxis y concordancias.
Muchas familias consideran la educación un favor y no un derecho. De ese modo dejan de presionar al poder público por el aumento de plazas y de calidad en las escuelas. Aceptan el clientelismo político, dejando a un lado la democracia participativa.
Si queremos una educación de calidad las familias deben organizarse -en iglesias, sindicatos, asociaciones, etc.- a fin de evaluar las escuelas de la región y presionar a los responsables de la educación, para que haya mejoras. Y, sin dejar de exigir que el poder público cumpla con su papel, la sociedad civil debe tomar iniciativas capaces de suplir las carencias educativas, como la organización de jardines infantiles comunitarios y cursos de alfabetización.
El derecho a la educación será tanto más efectivo cuanto mejor sea el sistema de enseñanza. Por lo cual el Todos por la Educación defiende que todos los niños y jóvenes estén en la escuela, todos sean alfabetizados hasta los ochos años de edad, aprendan lo que es adecuado a cada etapa de enseñanza, y terminen la educación básica a los 19 años.
El Compromiso Todos por la Educación pretende que esos objetivos se hagan efectivos hasta el 2022, bicentenario de la independencia del Brasil.
- Frei Betto es escritor, autor de “Alfabeto. Autobiografía escolar”, entre otros libros.
Traducción de J.L.Burguet
El programa Educación para todos, que desde el año 2000 abarca a 120 países, tiene como metas extender y mejorar la educación infantil, lograr que todos los niños tengan acceso a la enseñanza pública de aquí al 2015, favorecer el acceso de jóvenes y adultos a la formación profesional, aumentar en un 50% el nivel de alfabetización de adultos (son 34 millones los analfabetos hoy en América Latina), reducir las desigualdades educacionales entre los sexos, y mejorar la calidad de la educación.
Se calcula que en el Brasil la educación de calidad exigirá del poder público, sobre todo del gobierno federal, inversiones por valor de US$ 8 mil millones para aumentar el número de profesores y su calificación profesional, así como para promover una efectiva campaña nacional de alfabetización, prometida por el gobierno de Lula en el 2003.
Entre tanto, hay buenas noticias de la educación en el Brasil: el IDJ (Ïndice de Desarrollo Juvenil) revela que, entre el 2003 y el 2007, el analfabetismo entre jóvenes de 15 a 24 años bajó del 4.2% al 2.4%. En diez estados es menor del 1%.
Podemos celebrar el hecho de que el 97.4 de los niños entre 7 y 14 años están siendo atendidos por el sistema público de enseñanza. Pero cuando nos fijamos en la población de jóvenes entre los 15 y 17 años vemos que un porcentaje menor está en la escuela (82%). Además, en el 2005 apenas el 56.2% de los jóvenes de 16 años habían terminado la enseñanza elemental, lo que es una condición esencial para el ingreso en la enseñanza media.
Entre los jóvenes de 15 a 24 años el número de los matriculados en la enseñanza elemental bajó, del 2003 al 2007, del 17.7% al 12.5%, lo que es otra buena noticia. Y aumentó el porcentaje de los que están en los cursos medio y superior. Pero es necesario estar alerta: quedan en el país 800 mil jóvenes analfabetos. Los índices de analfabetismo son mayores en estados como Alagoas (8.2%), Piauí (7%) y Marañón (6.6%).
Muchos abandonan la escuela para ingresar al mercado (informal) de trabajo, inducidos por la necesidad de contribuir al aumento del ingreso familiar. Datos del 2005 muestran que 5,451.439 niños y adolescentes, de 5 a 17 años, estaban trabajando en el Brasil: 305.281 niños de 5 a 9 años, 2,633.045 de 10 a 15 años, y 2,513.113 de 16 a 17 años.
El Nordeste se sitúa en el primer lugar de la lista. La justificación de la mayoría de los padres es que la familia no dispone de ingresos suficientes y por tanto está obligada a recurrir a la ayuda de los hijos menores de edad para garantizar el sustento diario.
De acuerdo con el Compromiso Todos por la Educación -iniciativa de líderes de la sociedad civil y de entidades educativas-, en el 2005, al final de la 4ª serie de la enseñanza elemental, apenas un 29.1% de los niños habían aprendido lo necesario para ese nivel escolar en lengua portuguesa. En la serie 8ª de la enseñanza elemental ese porcentaje bajaba al 19.4%; y en el 3º año de la enseñanza media el 22.2%.
Si mejoramos en la cantidad empeoramos en la calidad. Hay alumnos de la serie 8ª que no saben localizar en el mapa a Francia y el Japón, leen un cuento de Machado de Assis sin entenderlo o escriben una sencilla nota con graves errores de sintaxis y concordancias.
Muchas familias consideran la educación un favor y no un derecho. De ese modo dejan de presionar al poder público por el aumento de plazas y de calidad en las escuelas. Aceptan el clientelismo político, dejando a un lado la democracia participativa.
Si queremos una educación de calidad las familias deben organizarse -en iglesias, sindicatos, asociaciones, etc.- a fin de evaluar las escuelas de la región y presionar a los responsables de la educación, para que haya mejoras. Y, sin dejar de exigir que el poder público cumpla con su papel, la sociedad civil debe tomar iniciativas capaces de suplir las carencias educativas, como la organización de jardines infantiles comunitarios y cursos de alfabetización.
El derecho a la educación será tanto más efectivo cuanto mejor sea el sistema de enseñanza. Por lo cual el Todos por la Educación defiende que todos los niños y jóvenes estén en la escuela, todos sean alfabetizados hasta los ochos años de edad, aprendan lo que es adecuado a cada etapa de enseñanza, y terminen la educación básica a los 19 años.
El Compromiso Todos por la Educación pretende que esos objetivos se hagan efectivos hasta el 2022, bicentenario de la independencia del Brasil.
- Frei Betto es escritor, autor de “Alfabeto. Autobiografía escolar”, entre otros libros.
Traducción de J.L.Burguet
https://www.alainet.org/es/active/22416
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