Elecciones

Bolivia: El ascenso de la izquierda campesina

30/06/2002
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Los medios coinciden en resaltar que en las elecciones bolivianas del 30 de junio la sorpresa la ha concitado el líder cocalero Evo Morales. El obtuvo un 18-19% quedando a 4 puntos del ganador (Goni Sánchez de Losada). Su partido, el Movimiento Al Socialismo, estaría ocupando el segundo lugar en el senado y posiblemente también en el parlamento. Morales logró beneficiarse del hecho que días antes de los comicios el embajador estadounidense Rocha amenazó a Bolivia con cortar ayuda si el MAS pudiese conquistar puestos de poder. Él apareció como un caudillo que encarnaba la defensa de la soberanía nacional. En Bolivia la producción de la coca ha sido muy importante para la sobrevivencia de decenas de miles de familias, incluyendo las de muchos despedidos que emigraron de las minas y ciudades a valles cocaleros como el Chapare. La cocaína ha llegado a ser la principal exportación nacional aunque los sucesivos gobiernos han preferido erradicar forzosamente cultivos a condición de beneficiarse de ayuda monetaria norteamericana. Para los productores de coca dicha hoja contiene sustancias nutritivas y medicinales y tiene un valor sagrado pues ha venido siendo cultivada desde antes del incario. En los Andes el mascado de coca es un evento social tan común como lo es para muchos europeos ir a una taberna o bar a beber y platicar. Así como la papa o la cebada son alimentos de los cuales se puede ir procesando alcohol, la coca es una hoja que no produce daño alguno. Del procesamiento de la coca han surgido diversos productos legales (desde dentífricos, vinos, pomadas o mates contra el mal de la altura) hasta la cocaína. Desde hace más de una década Cochabamba se ha convertido en un centro donde los campesinos constantemente protagonizan marchas, bloques y enfrentamientos con unidades militares y policiales especializadas. Morales se ha transformado en el símbolo que plantea que se debe defender la coca como parte de la defensa de la nación ante los EEUU. Él ha llegado a ser desaforado del parlamento por incitar a la violencia. Para el Departamento de Estado es fundamental la erradicación de los cultivos de la coca pues se piensa que así se debilitará el narcotráfico que tanto estrago hace entre su propia población. Para los campesinos cocaleros ellos son sólo la primera y más pobre cadena. En vez de atacarles a ellos, los campesinos bolivianos piden que se afecte a los grandes intermediarios y comerciantes, incluyendo a quienes operan en los EEUU. Los sindicatos bolivianos piden que se permita la industrialización de la coca como la mejor manera de acabar con el tráfico ilegal de estupefacientes. Para el economista de Chicago Milton Fridman, la legalización de la producción y comercialización de la cocaína ayudaría a controlar dicho problema de la misma manera que hoy sucede con el alcohol y el tabaco. Otra candidatura campesina que ha avanzado en los últimos comicios es la de Felipe Quispe. En los ochentas él impulsaba las Ofensivas Rojas y luego el Ejército Guerrillero Túpak Katari. Su planteo era una revolución socialista violenta basada en los ayllus (comunidades andinas) y su prédica se basaba en combinar un lenguaje marxista anti-stalinista con nacionalismo quechua y aymara. En algún momento se buscó asociar su movimiento al del senderismo peruano. Con el tiempo Quispe se ha venido distanciando de viejas posiciones marxistas para irse centrando en reivindicar la formación de una nación india opuesta a la dominada por la élite blancoide. La suma de ambas candidaturas campesinas es mayor que la del ganador MNR de Sánchez de Losada. La izquierda boliviana, que quedó electoralmente marginada después de la imposibilidad de los sindicatos de remplazar a Siles en 1985, estaría revitalizándose. Sin embargo, su base social y su discurso viene cambiando. Desde los años 1930s a los 1980s la izquierda marxista boliviana se asentaba en los sindicatos, preferentemente los mineros. La Central Obrera Boliviana llegaría a ser el ente sindical más poderoso de las Américas habiendo llegado a deponer varios golpes de estado y a ser una suerte de estado paralelo (sobre todo en 1952, 1970-71 y 1985). Con los cierres masivos de minas y fábricas y con los golpes recibidos contra los sindicatos, el rol de las organizaciones campesinas se fue acrecentando. Para el marxismo ortodoxo esto implicaría que el proletariado va perdiendo su posición hegemónica para ir siendo desplazado por una pequeña burguesía campesina que será inconsecuente en la lucha por el socialismo y acabará co-gobernando con la clase dominante. Para quienes apuntala a los nuevos movimientos campesinos se trata de una nueva izquierda que se bolivianiza y que levanta banderas agrarias e indias que la izquierda tradicional desestimó. El crecimiento de movimientos indios y campesinos en Bolivia potenciará a sus similares en Ecuador y tendrá repercusiones en el caso peruano. Isaac Bigio, analista Internacional, es catedrático en el London School of Economics
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