Por qué torturar a un Canciller

08/01/2008
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En toda trama, historia y relato siempre existen héroes, víctimas y culpables. La trama es construida por las ideas que prevalecen en el contexto, por el momento histórico en que se vive, por la manipulación de los hechos o por la autenticidad de los mismos.

Cuando los hechos son aparentemente auténticos y evidentes es cuando hay que dudar más de ellos para encontrar la verdad sobre todo cuando están determinados por lo social y lo político. Decía Einstein: "La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa."

Los hechos ocurridos en la madrugada del 30 de diciembre del 2007, en Tegucigalpa, con respecto a la captura y la agresión física contra el Canciller de la República, Milton Jiménez Puerto por parte de los cuerpos policiales, aduciendo que éste se encontraba bajo el efecto de bebidas alcohólicas, tratan de ser desvirtuados por explicaciones que además de ser temerarias son injustificables.

El procedimiento policial debe ser, en este caso, decomisar y suspender la licencia de conducir, imponer una multa y llamar a la familia para hacer entrega de la persona detenida.

El Canciller Milton Jiménez Puerto manifestó en conferencia de prensa lo siguiente: "Cuando fui requerido por una patrulla, reaccionaron de una forma violenta antes de que me pudiera identificar". Luego el canciller siguió relatando que "desde ese momento en que se me tira a la paila de una patrulla, esposado y es evidente que esa persona está controlado, sin embargo, fui objeto de malos tratos en ese momento y cuando llegamos a Tránsito, cuando se me suelta reacciono de forma virulenta en defensa de mi dignidad y de mi integrad física y moral".

Después agregó: "pido disculpas al pueblo hondureño; pero aclaro que mi estado no era de enajenación mental ni de absoluto alcoholismo". Estos hechos me obligan a no guardar silencio y a expresar nuestro criterio y posición en relación con este penoso asunto, porque si le ocurrió este acto violento al propio Canciller de la república se hace evidente que una agresión mayor le espera a una persona que no tenga tan distinguida posición.

Veamos el escenario y sus circunstancias. Se partirá en forma breve de analizar tres enfoques acerca del alcoholismo: el primero es considerarlo como un vicio con el que se estigmatiza la persona y es responsabilidad exclusiva del individuo y no de la sociedad; es una visión despojada de la ciencia y de la verdad. La segunda el alcoholismo es una enfermedad, es un enfoque médico, pero limitado, porque el alcoholismo en sí no es un problema médico ni podemos resolverlo los médicos; y la tercera, el alcoholismo es un problema social y cultural cuyas consecuencias pueden conducir a traumatismos biopsicosociales de salud. Compartimos este último enfoque.

En Honduras históricamente el Estado ha promovido las bebidas alcohólicas; existen los expendios de alcohol, aguardiente y cerveza que, pese a las ordenanzas, se ubican cerca de los centros educativos. Según un informe del Banco Central, en el 2007 los hondureños consumieron 285 millones de cerveza de doce onzas, 14 millones de litros de licor compuesto y 342 millones de cajetillas de cigarros.

Las cifras del 2007 superan las del año 2006, y los departamentos de mayor consumo son: Gracias a Dios, Yoro y Francisco Morazán. Como puede observarse a través de estos datos, el alcohol es una mercancía que produce cuantiosas ganancias. Si la solución falsa fuera la represión la policía debería ocasionarle una golpiza al Estado porque históricamente éste es uno de los mayores facilitadores del consumo de bebidas alcohólicas.

Desde luego consumir bebidas alcohólicas y manejar vehículos bajo sus efectos constituye un peligro para la persona que maneja y para las demás. Esto lo admitió el Canciller y presentó las debidas disculpas al pueblo hondureño por haber faltado a su responsabilidad como ciudadano.

El segundo aspecto: quién es el culpable del suceso. Todo ha sido magistralmente manejado para hacer aparecer a Milton Jiménez como un personaje violento y estigmatizado. Sin embargo hay que recordar que él ha sido un defensor de los derechos humanos y que en la década de los años ochenta fue torturado por los cuerpos represivos del Estado.

Ante lo anterior, presentamos los hechos siguientes: ¿Es posible que diez policías desconocieran que se trataba del Canciller de la República? ¿Era necesario esposar y tratar al Canciller como un delincuente? ¿No era más viable resolver el asunto en forma legal, aplicar la ley, la multa y decomisar la licencia? ¿Es posible que un hombre desarmado, sin ser experto en artes marciales resultara más fuerte y violento como para vencer a diez sujetos armados? La pregunta lógica y justa es ¿Por qué se torturó nuevamente al Canciller mediante una brutal paliza, que pudo haberle causado la muerte? ¿Qué intereses políticos existen detrás de esta situación? Al ser objeto de tortura el Canciller sufrió el "síndrome de Estrés Postraumático que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se polariza como un trastorno que surge como respuesta tardía o diferida a un acontecimiento estresante o a una situación (breve o duradera) de naturaleza excepcionalmente amenazante o catastrófica, que causarían por sí mismos malestar generalizado en casi todo el mundo (por ejemplo, catástrofes naturales o producidas por el hombre, combates, accidentes graves, el ser testigo de la muerte violenta de alguien, el ser víctima de tortura, terrorismo, de una violación o de otro crimen -subrayado nuestro-).

El trauma de la tortura es uno de los hechos más horribles y el señor Jiménez fue sometido a un proceso de retraumatización que le revivió la memoria de lo que sufrió en la década de los años ochenta. La otra situación es la realización de un video que sólo Dios y la policía saben quién lo tomó, y que fue utilizado con fines políticos para degradar la persona del Canciller en el plano nacional y mundial.

Sin desconocer el hecho de que existen policías honestos, sabemos, sin embargo, que históricamente durante varios gobiernos, de cada diez hondureños que son detenidos por los cuerpos policiales siete de ellos son brutalmente golpeados y torturados.

Por otra parte los torturadores y miembros del fatídico Batallón 316, que fueron acusados de participar en la tortura de Milton Jiménez todavía continúan como asesores del Ministerio de Seguridad. La depuración de los cuerpos policiales, el cese de la tortura y los tratos crueles inhumanos y degradantes y la impunidad es la tarea más urgente de todas y todos los hondureños.

Santiago Ramón y Cajal, Premio Nóbel de Medicina expresaba: ¿No tienes enemigos? ¿Es que jamás dijiste la verdad o jamás amaste la justicia?

Nos solidarizamos con el abogado Milton Jiménez, defensor de los derechos humanos y sobreviviente de la tortura y para todos aquellos detractores y violadores de sus derechos le recordamos aquella frase: "Quién este libre de pecado que arroje la primera piedra".

Tegucigalpa, enero del 2008.

- Juan Almendares es Director Ejecutivo del Centro para la Prevención de la Tortura CPTRT, Tegucigalpa, Honduras
 www.cptrt.org

https://www.alainet.org/es/active/21545?language=en
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