Peticiones al 2008 en un país macondiano
29/12/2007
- Opinión
Si a los años fueron gobierno y/o Estado, ¿qué le deberíamos pedir al 2008 los(as) buenos(as) dominicanos(as)?
No es fácil la pregunta en un país donde el poder, además de responder a los intereses del gran capital transnacional y local (esto es, a los usurpadores de las grandes riquezas creadas por el trabajo manual e intelectual de casi toda la sociedad), se ha gansterizado significativamente. Me imagino que pasa otro tanto en muchos países hermanos.
Si 2008 fuera el nombre del beneficiario del artículo 55 de la constitución vigente (ese que le otorga poderes exagerados) o de algunos de los aspirantes a ese “sacrificio”, ¿qué deberíamos solicitarles en esto días de reflexión?
Si “año nuevo” fuera el apellido de congresistas, jueces (juezas), ejecutivos de bancos, corporaciones y entidades estatales o gubernamentales, ¿qué podríamos pedirles que su probada “vocación de servicio” pueda darle al pueblo y a la nación?
En verdad no sería elegante plantearles que cenen todas las noches con una familia pobre como lo hicieron demagógicamente esta Navidad. Tampoco que se pasen la mañana y la tarde repartiendo, cajas, pica-pica, pollos y cerditos a las familias hambrientas, como lo hacen esporádicamente ciertos politicastros corrompidos.
Sería de muy mal gusto solicitarles que le avisen previamente a toda la sociedad si el año próximo nos visitará una tormenta como Noel, o que no suelten de sopetón el agua de las presas si viene otra como Olga; imprevisiones y negligencias que recientemente costaron muchas vidas y enormes daños.
No se le debe ofender pidiéndoles que eliminen los sueldos de centenares y millones de pesos, las asignaciones multimillonarias a las ONGs y Fundaciones de diputados y senadores, los “barrilitos” millonarios, las dietas y los sobresueldos escandalosos, las botellas y botellones a favor de su partidocracia.
Es imprudente demandarles que condenen a la pena máxima a los más encumbrados protagonistas y beneficiarios de los fraudes bancario, de los robos al Estado, de las estafas convertidas en escándalos, de las evasiones de impuestos, de las sub-valuaciones de importaciones, de las compras gubernamentales sobrevaluadas, de los contratos onerosos, de la usura internacional, de la entrega al capital privado del patrimonio público y natural del país a precio de vaca muerta.
Es algo que podría parecer insolente decirles que anulen el TLC, que manden al FMI a “freír tusa”, que dejen de pagar una deuda externa siete u ocho veces pagada, que echen el zafacón las políticas neoliberales, que detenga el saqueo de la oligarquía financiera, que den paso a un modelo productivo y soberano, que distribuyan justamente la propiedad, las riquezas y el ingreso; que se incorporen al Alba y descarten la recolonización neoliberal.
Es altamente ofensivo a su majestad pedirles que procesen judicialmente a los autores intelectuales del asesinato de Orlando, a los secuestradores de Narciso González y a todos los criminales trujillistas- balagueristas, después de décadas de impunidad.
Sería demasiado pretencioso solicitarles descartar la alta oficialidad corrompida y criminal que tiene secuestrada la Policía Nacional y la claque privilegiada de alto oficiales que manipula a su favor el presupuesto de las Fuerzas Armas y se alía a la partidocracia y a empresarios inescrupulosos para corromperse y corromper a granel.
Es necio reclamarles políticas que contrarresten el machismo, la xenofobia, la depredación de la naturaleza y la contaminación del ambiente, el racismo anti-haitiano y la discriminación de la juventud. Pedirles que condenen las guerras imperialistas y las agresiones de EEUU a la vida en el planeta
Equivale a una locura pedirles un proceso constituyente (como se hizo en Venezuela, Bolivia y Ecuador), que abra las compuertas a una democracia participativa con justicia social y soberanía nacional.
Es una especie de insulto mayor exigirles que no se reelijan con el dinero robado y el poder usurpado, y que dejen de pensar la Presidencia de la República; como monarquía como lo hacía Balaguer, lo hizo Hipólito y lo hace Leonel.
Es un agravio sugerirles decentemente que reduzcan a la “primera dama” al ámbito de la vida privada y pongan fin al súper-ministerio en que han convertido su despacho.
Por eso lo mejor, lo prudente, lo caballeroso y/o “damoso”, es no elaborar ningún pliego de peticiones y simplemente actuar, empujar, luchar para que estos jorocones, tutumpotes, jerarcas y oligarcas dejen de ser gobierno y/o Estado.
Para que salgan del poder y abran paso así al ascenso a él a su legítimo dueño, para hacer realidad aquello del “poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
Porque mientras ellos manden, dominen, gobiernen, reinen…todo aquello de la prosperidad de la nación, de la felicidad colectiva, es puro cuento: el bienestar y la autoridad mal ejercida desgraciadamente se seguirá concentrando en los usurpadores, en los cancerberos, en los secuestradores de las riquezas colectivas y de las instituciones, en detrimento del pueblo civil y militar cada vez más empobrecido, pateado, excluido y reprimido.
No es fácil la pregunta en un país donde el poder, además de responder a los intereses del gran capital transnacional y local (esto es, a los usurpadores de las grandes riquezas creadas por el trabajo manual e intelectual de casi toda la sociedad), se ha gansterizado significativamente. Me imagino que pasa otro tanto en muchos países hermanos.
Si 2008 fuera el nombre del beneficiario del artículo 55 de la constitución vigente (ese que le otorga poderes exagerados) o de algunos de los aspirantes a ese “sacrificio”, ¿qué deberíamos solicitarles en esto días de reflexión?
Si “año nuevo” fuera el apellido de congresistas, jueces (juezas), ejecutivos de bancos, corporaciones y entidades estatales o gubernamentales, ¿qué podríamos pedirles que su probada “vocación de servicio” pueda darle al pueblo y a la nación?
En verdad no sería elegante plantearles que cenen todas las noches con una familia pobre como lo hicieron demagógicamente esta Navidad. Tampoco que se pasen la mañana y la tarde repartiendo, cajas, pica-pica, pollos y cerditos a las familias hambrientas, como lo hacen esporádicamente ciertos politicastros corrompidos.
Sería de muy mal gusto solicitarles que le avisen previamente a toda la sociedad si el año próximo nos visitará una tormenta como Noel, o que no suelten de sopetón el agua de las presas si viene otra como Olga; imprevisiones y negligencias que recientemente costaron muchas vidas y enormes daños.
No se le debe ofender pidiéndoles que eliminen los sueldos de centenares y millones de pesos, las asignaciones multimillonarias a las ONGs y Fundaciones de diputados y senadores, los “barrilitos” millonarios, las dietas y los sobresueldos escandalosos, las botellas y botellones a favor de su partidocracia.
Es imprudente demandarles que condenen a la pena máxima a los más encumbrados protagonistas y beneficiarios de los fraudes bancario, de los robos al Estado, de las estafas convertidas en escándalos, de las evasiones de impuestos, de las sub-valuaciones de importaciones, de las compras gubernamentales sobrevaluadas, de los contratos onerosos, de la usura internacional, de la entrega al capital privado del patrimonio público y natural del país a precio de vaca muerta.
Es algo que podría parecer insolente decirles que anulen el TLC, que manden al FMI a “freír tusa”, que dejen de pagar una deuda externa siete u ocho veces pagada, que echen el zafacón las políticas neoliberales, que detenga el saqueo de la oligarquía financiera, que den paso a un modelo productivo y soberano, que distribuyan justamente la propiedad, las riquezas y el ingreso; que se incorporen al Alba y descarten la recolonización neoliberal.
Es altamente ofensivo a su majestad pedirles que procesen judicialmente a los autores intelectuales del asesinato de Orlando, a los secuestradores de Narciso González y a todos los criminales trujillistas- balagueristas, después de décadas de impunidad.
Sería demasiado pretencioso solicitarles descartar la alta oficialidad corrompida y criminal que tiene secuestrada la Policía Nacional y la claque privilegiada de alto oficiales que manipula a su favor el presupuesto de las Fuerzas Armas y se alía a la partidocracia y a empresarios inescrupulosos para corromperse y corromper a granel.
Es necio reclamarles políticas que contrarresten el machismo, la xenofobia, la depredación de la naturaleza y la contaminación del ambiente, el racismo anti-haitiano y la discriminación de la juventud. Pedirles que condenen las guerras imperialistas y las agresiones de EEUU a la vida en el planeta
Equivale a una locura pedirles un proceso constituyente (como se hizo en Venezuela, Bolivia y Ecuador), que abra las compuertas a una democracia participativa con justicia social y soberanía nacional.
Es una especie de insulto mayor exigirles que no se reelijan con el dinero robado y el poder usurpado, y que dejen de pensar la Presidencia de la República; como monarquía como lo hacía Balaguer, lo hizo Hipólito y lo hace Leonel.
Es un agravio sugerirles decentemente que reduzcan a la “primera dama” al ámbito de la vida privada y pongan fin al súper-ministerio en que han convertido su despacho.
Por eso lo mejor, lo prudente, lo caballeroso y/o “damoso”, es no elaborar ningún pliego de peticiones y simplemente actuar, empujar, luchar para que estos jorocones, tutumpotes, jerarcas y oligarcas dejen de ser gobierno y/o Estado.
Para que salgan del poder y abran paso así al ascenso a él a su legítimo dueño, para hacer realidad aquello del “poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
Porque mientras ellos manden, dominen, gobiernen, reinen…todo aquello de la prosperidad de la nación, de la felicidad colectiva, es puro cuento: el bienestar y la autoridad mal ejercida desgraciadamente se seguirá concentrando en los usurpadores, en los cancerberos, en los secuestradores de las riquezas colectivas y de las instituciones, en detrimento del pueblo civil y militar cada vez más empobrecido, pateado, excluido y reprimido.
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