Los enredos de Uribe

11/12/2007
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El fiasco del Intercambio Humanitario devela que la política de paz del actual gobierno es que no hay política.

La puesta en escena del Intercambio Humanitario terminó como muchos pregonaban pero la mayoría no queríamos reconocer. Al final todos quedamos viendo un chispero y, de nuevo, la esperanza de que las personas perdidas en el monte regresen a sus casas terminó más alejada que nunca. Ahora el gobierno, desconociendo sus propios desaciertos, nos quiere hacer ver como los malos del paseo a la senadora Piedad Córdoba y al presidente Hugo Chávez. Lo que despierta curiosidad (por utilizar un eufemismo) es que los mismos colombianos nos lo creemos todo. “Ante todo, hay que apoyar el Presidente” se repite al unísono. Detengámonos, sin embargo, un instante para hacer un recuento de los últimos eventos y así tratar de buscar algo de lógica en medio de todo este enredo.

¿Qué ha hecho este Gobierno en torno al intercambio humanitario? El presidente Uribe liberó a un puñado de guerrilleros de las FARC, entre ellos al Canciller de la agrupación, Rodrigo Granda ante la sugerencia del presidente Sarkozy. ¿Qué ha pasado con eso? ¿Qué está haciendo el señor Granda? ¿Qué resultados ha arrojado esa movida unilateral? Meses después y tras la indignación nacional que despertó el amargo episodio de la muerte de los diputados del Valle, el Presidente cedió ante la presión y terminó involucrando como mediadora a una de las defensoras más visibles del acuerdo humanitario: la senadora Piedad Córdoba. Unos días después invitó al mandatario venezolano Hugo Chávez para que prestara sus servicios como mediador internacional y abrir así la posibilidad de que el territorio venezolano se convirtiera en un posible escenario para las negociaciones sobre el intercambio. Semanas más tarde pasó lo que pasó y ahora los otrora colaboradores del Gobierno y quienes representaban una esperanza para los miles de secuestrados y sus familiares terminaron convertidos en los principales responsables del fracaso del proceso.

Ahora, según Uribe, Piedad se reunía con los voceros de las FARC para discutir acerca de la necesidad de un “gobierno de transición.” Para meter el dedo en la llaga, a los medios les dio ahora por desempolvar unas declaraciones de Córdoba en las cuales les pide a los países de la región que corten sus relaciones con Colombia hasta que el Gobierno no se comprometa con el Intercambio Humanitario. Tales declaraciones, descontextualizadas y en un escenario polarizado como el actual, ponen en peligro la vida misma de la senadora. Ahora el gobierno francés está ofreciéndole asilo político. Con Chávez la situación no terminó de mejor manera. Según afirmó nuestro Presidente, el Comandante terminó convertido en un “legitimador del terrorismo” que buscaba la mejor forma de encontrarles una entrada a los miembros de las FARC al Palacio de Nariño para así expandir su socialismo del Siglo XXI en el continente. Lo grave de todo el episodio no es lo que dice el Presidente. Ya todos sabemos que nuestro gobernante dice un día una cosa, otro día otra y no pasa nada. Lo grave es que muchos colombianos se lo creen todo sin antes hacer la más sencilla recapitulación de los últimos eventos. Seguramente si se detienen un instante a hacerlo llegarán a la conclusión de que las movidas de nuestro presidente han sido un fiasco en el plano estratégico y un desastre en el plano de la política internacional. Y esto sin hablar de los secuestrados.

Por último este lamentable episodio devela que el mandatario colombiano definitivamente no tiene ni una política de paz ni cree en el Intercambio Humanitario como solución al turbio presente de los secuestrados. La impresión que deja todo lo ocurrido es que nuestro gobernante estaba buscando crear un escenario para que “los colombianos” nos convenzamos de que con estas personas “no se puede negociar” y que lo único que “estos terroristas” buscan es dilatar el proceso para fortalecerse militarmente al tiempo que obtienen figuración en el plano internacional. Verdad o no, nunca lo sabremos. Lo que sí podemos saber es que el Presidente se quiere armar de razones para “demostrar” que, en últimas, los problemas derivados del conflicto interno sólo se pueden solucionar dentro del mismo conflicto. En palabras más coloquiales: repartiendo plomo. Entonces la política de paz de este Gobierno es no tener política de paz. La improvisación, las constantes políticas erradas, la falta de información y las mismas grescas (fruto también de los inconmensurables egos de los mandatarios, no sobra decirlo) no son sino síntomas de esto último. Y los colombianos seguimos rodeando a nuestro presidente…

- Lucas Urdaneta es politólogo

Fuente: Actualidad Colombiana, Boletín Quincenal, Edición 464
http://www.actualidadcolombiana.org/
https://www.alainet.org/es/active/21149

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