Guatemala: Lo que no se habla en voz alta
12/06/2002
- Opinión
En Guatemala mucho se ha escrito
sobre los desmanes del gobierno del Frente Republicano Guatemalteco
que llevó a la presidencia a Alfonso Portillo. Temas sobran: la
corrupción descomunal puesta en evidencia con reparos de la
Contraloría de Cuentas, denuncias ante el Ministerio Público y
reportajes en los medios de comunicación.
Los negocios de los altos funcionarios del gobierno y la acumulación
de capitales producto de ilícitos. Los reiterados incumplimientos,
no solo de las promesas de campaña, sino de los Acuerdos de Paz, que
Portillo reconoció que son acuerdos de estado.
Escándalos multicolores realizados en forma democrática, desde el
congreso, con la alteración de leyes, gastos excesivos en infinidad
de viajes, privilegios otorgados a diputados, hasta delitos cometidos
por funcionarios que visitan temporalmente las cárceles y que luego
salen libres, tras el pago de ridículas fianzas o están de paso por
los hospitales debido a enfermedades ficticias para evadir la
prisión.
El ex-ministro de Gobernación, Byron Barrientos, acusado de un
millonario desvío de fondos, que ya alcanza la cifra de 80 millones
de quetzales, efectuado con burdas maniobras, en donde incluso
utilizó un pseudónimo para el manejo de una cuenta abierta a nombre
de otra persona.
A esto se suma el caso del Sub Secretario Privado de a Presidencia,
Víctor Moreira, detenido por abuso de autoridad; el de los 22
diputados sometidos a un procedimiento que pretendía retirarles la
inmunidad debido a que alteraron el texto de una ley y del cual
salieron bien librados, gracias a la intervención del Fiscal contra
la Corrupción, que además de no aportar pruebas, solicitó al Juez
declarar sin lugar el antejuicio.
Guatemala es el paraíso de la delincuencia, la inseguridad es
alarmante, ha obligado incluso a ampliar las salas de las morgues, lo
que provoca un temor cotidiano en la sociedad, mientras que el crimen
organizado se ha instalado en todas las esferas nacionales,
acompañando a sus colegas narcotraficantes que han hecho gala de
astucia y pericia. Es necesario mencionar el insólito caso de la
sustracción de mil kilos de cocaína de las propias bodegas del
Departamento Antinarcóticos (DOAN).
El ejército también se ha puesto en evidencia con denuncias graves de
corrupción y de aprovechamiento de recursos.
Además se vio envuelto en un grave incidente, en el cual la Policía
Nacional Civil acudió al rescate de una secuestrada y resultó que
quienes pretendían cobrarlo eran miembros de la institución armada,
según distintas versiones publicadas en los medios y declaraciones de
algunas personas.
Ha sido tan grave la acusación, que uno de los testigos, un policía
que estaba de turno que cambió el parte por ordenes de sus
superiores, tuvo que someterse al programa de protección de testigos,
ofrecer su declaración anticipada y salir del país.
Todos estos hechos reflejan el grave retroceso que se observa en la
coyuntura guatemalteca, sin embargo, hay otras circunstancias que
atentan contra el estado de legalidad y de derecho, de las que no se
habla en voz alta.
En el área rural, los diputados departamentales y que pertenecen al
partido oficial, han hecho de su tierra natal su feudo personal y
exclusivo. Ellos son los que deciden sobre todas y cada una de las
materias, desde a quién se asignan las plazas para maestros, hasta
las obras que han de ejecutarse.
Es el "diputado" el que debe ser consultado sobre las inversiones,
los programas, los proyectos, las calles que deben ser asfaltadas,
las personas que deben ser invitadas a los eventos y el que ordena a
los periodistas no informar de hechos inconvenientes o de lo
contrario, se vale de mecanismos para silenciarlos de cualquier
manera.
Aunado a este control oficial, las estructuras de poder han sido
copadas por quienes en el pasado constituyeron los grupos paralelos
como los ex comisionados militares y ex patrulleros civiles.
Los que violaron derechos humanos, ahora son la autoridad. Quienes
dieron órdenes de reprimir, son los que de nuevo mandan en las
comunidades, en donde el miedo y el temor permanecen como la sombra
que se resiste a abandonarlos.
Todos esto es parte de la estrategia gubernamental de control
poblacional y que servirá, junto a otros elementos, para "conquistar"
el voto popular en las próximas elecciones.
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