Un silencio inaceptable

16/11/2007
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Lo que a continuación pregunto, lo hago con el mayor de los respetos. Lo hago obligado por la conciencia, ante el silencio, dos semanas después de hacer una respetuosa y merecida pregunta, por parte de varios integrantes del Movimiento Patriótico, a las autoridades de nuestra Iglesia Católica Costarricense. Lo hago porque con sus ya acostumbradas artimañas legislativas, el régimen que nos des-gobierna por medio del consistente ultraje a la democracia está a menos de una semana de aprobar la Ley de UPOV, y por tanto la respuesta es obligada. Incluso ante el silencio más que preocupante de las autoridades eclesiásticas, la pregunta es valedera, de nuevo, con el mayor de los respetos, a cada uno de los miembros de la Iglesia que nos guían cada semana desde el Púlpito.

¿Está la Iglesia Católica Costarricense de acuerdo con la Ley UPOV, el Convenio UPOV, y el Tratado de Budapest? ¿Si o no?

Preocupa el silencio porque de pasar estos proyectos por la Asamblea Legislativa, y de verse afectados (entre otros) los pequeños y medianos productores de este país, como se prevé que lo serían, ¿Cómo explicaría la Iglesia su silencio en los momentos de la verdad, desde los Púlpitos de cada una de nuestras comunidades nacionales? No se vale que luego se lamente el ver las Iglesias cada vez menos concurridas. No se vale una irresponsable postura en el sentido de que eso ya se decidió por el Soberano el 7 de octubre. UPOV no se votó ese día, ni se le ha explicado al pueblo de Costa Rica los verdaderos alcances y consecuencias de esas Ley - Convenio - Tratado.

¿Está la Iglesia Católica Costarricense de acuerdo con la Ley UPOV, el Convenio UPOV, y el Tratado de Budapest? ¿Si o no?

Me rehúso a escuchar que importan más las inversiones financieras que los principios Católicos. Me rehúso a escuchar que los esperanzadores enunciados de Aparecida, Brasil, en nuestra Patria y para nuestra Iglesia no son valederos. Me rehúso a aceptar que es necesario ir a preguntarle a un Obispo de altísimo rango en el Vaticano que vive en Honduras. Me rehúso a aceptar que la Iglesia se pronuncie cuando sea demasiado tarde, hasta para irresponsables supuestas medidas compensatorias, o peor aún "mitigadoras".

La olla de presión nacional sigue acumulando presión. Del régimen no podemos esperar buena voluntad alguna, y menos sensibilidad social. La hora de las decisiones está en la puerta.

Sobre este tema nuestra Iglesia Católica no puede guardar silencio, sin caer en complicidad.

Espero que si en esto no da un debido paso adelante la Iglesia, que por lo menos Diosito nos coja confesados.
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