El nuevo traje de la Asamblea Legislativa

15/11/2007
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  • Opinión
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Desde las tribunas de la Asamblea Legislativa ciudadano/as costarricenses, increparon con carteles la “actuación” de lo/as diputado/as, que se han dispuesto a golpe de tambor, aprobar las leyes de implementación, necesarias para cumplir, con “el mandato” fraudulento del de 07 octubre anterior.

Ante esto, el directorio de dicho poder resolvió polarizar los vidrios y colocar las sillas de las tribunas al mismo nivel; acción efectiva desde el día lunes 05 noviembre del 2007. Más allá de los argumentos del directorio y de alguno/as diputado/as, los vidrios polarizados merecen un análisis desde su semiótica del poder.

La política se hace en escenarios. Esto es, cada escenario tiene sus actores, ritmos, lógicas, etc. Determina su frontera ó perímetro de mandato. Esta teatrocracia monta su re-presentación necesaria, para sus propias posibilidades de enunciación y acción políticas; gestando su propia legitimidad. Al hacer esto determina su espacio y la forma “natural” en que los actores actúan. El escenario externo es el de los participantes-observadores (activos, pasivos, etc.) el escenario interno es el de los protagonistas que son actuantes y hablantes.

Primer escenario, el 07 de octubre anterior, se determinó un mandato-encargo a lo/as diputado/as; surgido de un proceso legalmente viciado y que legítimamente sólo representa al 50% del electorado. Surgen dos preguntas ¿Desde el 08 de octubre un/a diputado/a debe hacer lo que quiere su electorado, manteniéndose vinculado por mandatos o instrucciones, o debe tener la libertad para actuar del modo que le parezca el mejor posible en pos del bienestar del mismo electorado?. ¿En este mandato lo/as diputado/as son señores o servidores del pueblo, sus acciones son libres de una ética de la responsabilidad?

Segundo escenario, el arcano de los vidrios polarizados, que se logra pensar como este escenario o perímetro de mandato donde el directorio de la Asamblea Legislativa, ha montado esta performance narcisista: ¡Que bien se siente hoy legislar!, ¡mis actos son obedeciendo el mandato del pueblo!, ¡soy libre de toda responsabilidad!

Hoy la Asamblea Legislativa es un escenario auto-referente. Hay sólo protagonistas. Los vidrios polarizados impiden a éstos ver al público ante el que actúan y legislan. En este escenario reina la mímesis. El directorio, ha montado un escenario tautológico.

Lo/as diputado/as pueden legislar sin referencia al mundo circundante. Son lo dioses mediáticos al externo y la casa de los espejos a lo interno. Para el directorio, los de afuera asisten como a una sala de cine y no interrumpen, los de adentro legislan de forma aséptica.

Esta ficción de los espejos polarizados expresa y condensa la fractura del país. Divide a quienes legislan de quienes son legislados; impide a los primeros reconocerse como elegidos legítima y legalmente por los segundos; y por tanto, como deudores en sus palabras y sus acciones.

Hoy lo/as diputado/as gracias a la acción del directorio pueden actuar si preocuparse por la paradoja de un mandato vinculante que atenta con el ejercicio responsable de sus actos; pueden gozar su síntoma en este juego de espejos.

Los espejos polarizados permiten afirmar el poder autoritario-paternalista de este gobierno, ocultando a su vez sus profundos intereses. Con esta técnica, el poder se hace más opaco, lejano, místico, mimético, autista y tautológico. Es decir, funda su legitimidad en sí mientras nos afirma “yo soy exactamente lo que ves y todo lo que temes detrás”.

- Javier Torres Vindas, Sociólogo y linotipista
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