Laptops: 40.000 razones para seguir dudando
06/11/2007
- Opinión
Los países que en el mundo han logrado dar un salto de calidad y hoy se ubican en importantes posiciones de vanguardia, tuvieron en la educación, la innovación, la ciencia y la tecnología el núcleo de su estrategia de desarrollo. Casos como China, India o Finlandia lo demuestran, afirmándose en ellos también que la planificación a mediano y largo plazo es una metodología de extraordinaria validez.
Sin embargo en territorios como el nuestro lo más importante es "poner en valor" (Alan García dixit) la Amazonía, la tierra, los recursos mineros, el mar mientras la educación se convierte en un conjunto de anuncios efectistas, coyunturales e inconexos que el ministro del sector convierte en "políticas públicas".
El último de esos grandes anuncios es el referido a la compra de 40.000 mil laptops para igual número de alumnos de instituciones educativas, asunto aprobado vía crédito suplementario hecho ley el pasado 29 de octubre.
Nadie en su sano juicio podría oponerse a que los niños y jóvenes peruanos usen la tecnología, sobre todo si pensamos en aquellos que se encuentran en las zonas rurales todavía desvinculadas del proceso modernizador que sacude al mundo. Lo criticable es que ese esfuerzo corra el riesgo de fracasar pues no ha surgido de ninguna planificación ni evaluación seria.
Conocedores de la problemática educativa como León Trahtemberg escribieron en su momento que estas máquinas no se encontraban articuladas a los programas escolares ni tampoco a los planes de capacitación de los profesores "Pensar que por regalar una computadora, se elevará la calidad de la educación o se cerrarán brechas, es absurdo", dijo. Constantino Carvallo opinó de manera parecida "Si los niños no saben leer, no comprenden lo que leen, no saben escribir o no saben razonar lógicamente, de qué puede servirles una computadora". Además, un artículo de The New York Times difundido el pasado 4 de mayo trazó un balance muy crítico de este tipo de experiencias en Estados Unidos, al señalar que "después de siete años no hay evidencia de que el programa haya tenido algún impacto en el desempeño de los estudiantes".
Jorge Machado, por su parte, creador del PER Antivirus y experto en Ciencias de la Computación, expresó severos cuestionamientos técnicos "Es una mentira tan bien hecha, que por desconocimiento de las autoridades, o quizás por consentimiento, (los promotores) están logrando su cometido", manifestó.
En otras palabras ni pedagógica ni técnicamente la propuesta tiene sustento y sorprende la celeridad con la que fue aprobada en el Congreso de la República dictaminando sólo la Comisión de Presupuesto cuando lo correcto era que el grupo de trabajo especializado, vale decir, la Comisión de Educación realice el estudio respectivo y emita la opinión correspondiente.
Asimismo, sorprende, la ignorancia de algunos parlamentarios que en el debate final señalaron que el Programa "Una laptop por niño" – OLPC ha sido asumido por el gobierno de Argentina, cuando la verdad es que en ese país, las máquinas se comprarían siempre y cuando la comisión de expertos que lleva adelante el proyecto piloto, entregue un informe favorable.
Vale la pena comentar aquí lo ocurrido en Uruguay donde el nombre del programa es Plan Ceibal y todavía continúa la fase de experimentación que incluye varias escuelas y decenas de alumnos y padres de familia. Lo interesante es que diversos profesionales relacionados con el tema – incluido, por supuesto, el sindicato de maestros-, participan de una discusión de carácter nacional.
Como podemos observar en ambas experiencias se han desarrollado pruebas previas, fruto de las cuales se ha asimilado o descartado el proyecto; sólo en el Perú el tema ha sido tratado de manera sospechosamente apresurada sin conocer las conclusiones de los ensayos y usando artificios marketeros antes que argumentos consistentes.
Por eso resulta razonable plantear las siguientes interrogantes. ¿A través de que procedimiento se comprarán las máquinas?, ¿será mediante una licitación pública internacional, considerando que en el camino podrían aparecer otros postores distintos a Nicholas Negroponte, promotor de OLPC? ¿Por qué el crédito suplementario aprobado cotiza cada aparato a un precio aproximado de $180 dólares cuando inicialmente se dijo que el valor era de $100?, ¿qué significa en soles contantes y sonantes la autorización a realizar "gastos adicionales" al Ministerio de Educación incluida en el mencionado crédito? ¿Es correcto que la única institución encargada de capacitar a los maestros en el empleo apropiado de las laptops sea la Universidad San Martín de Porres, de la que el ministro José Antonio Chang fue rector recientemente y con la que mantiene una evidente cercanía? Y, finalmente, ¿por qué tanta "diligencia" en aprobar el crédito si a la fecha no se ha iniciado el proceso de fabricación?
El panorama tiene entonces no uno sino muchos velos de incertidumbre y obliga a tener los ojos bien abiertos tanto en la próxima compra como en el rol que jueguen las computadoras en la mejora de la calidad de la educación.
Lima, 1 de noviembre de 2007.
Sin embargo en territorios como el nuestro lo más importante es "poner en valor" (Alan García dixit) la Amazonía, la tierra, los recursos mineros, el mar mientras la educación se convierte en un conjunto de anuncios efectistas, coyunturales e inconexos que el ministro del sector convierte en "políticas públicas".
El último de esos grandes anuncios es el referido a la compra de 40.000 mil laptops para igual número de alumnos de instituciones educativas, asunto aprobado vía crédito suplementario hecho ley el pasado 29 de octubre.
Nadie en su sano juicio podría oponerse a que los niños y jóvenes peruanos usen la tecnología, sobre todo si pensamos en aquellos que se encuentran en las zonas rurales todavía desvinculadas del proceso modernizador que sacude al mundo. Lo criticable es que ese esfuerzo corra el riesgo de fracasar pues no ha surgido de ninguna planificación ni evaluación seria.
Conocedores de la problemática educativa como León Trahtemberg escribieron en su momento que estas máquinas no se encontraban articuladas a los programas escolares ni tampoco a los planes de capacitación de los profesores "Pensar que por regalar una computadora, se elevará la calidad de la educación o se cerrarán brechas, es absurdo", dijo. Constantino Carvallo opinó de manera parecida "Si los niños no saben leer, no comprenden lo que leen, no saben escribir o no saben razonar lógicamente, de qué puede servirles una computadora". Además, un artículo de The New York Times difundido el pasado 4 de mayo trazó un balance muy crítico de este tipo de experiencias en Estados Unidos, al señalar que "después de siete años no hay evidencia de que el programa haya tenido algún impacto en el desempeño de los estudiantes".
Jorge Machado, por su parte, creador del PER Antivirus y experto en Ciencias de la Computación, expresó severos cuestionamientos técnicos "Es una mentira tan bien hecha, que por desconocimiento de las autoridades, o quizás por consentimiento, (los promotores) están logrando su cometido", manifestó.
En otras palabras ni pedagógica ni técnicamente la propuesta tiene sustento y sorprende la celeridad con la que fue aprobada en el Congreso de la República dictaminando sólo la Comisión de Presupuesto cuando lo correcto era que el grupo de trabajo especializado, vale decir, la Comisión de Educación realice el estudio respectivo y emita la opinión correspondiente.
Asimismo, sorprende, la ignorancia de algunos parlamentarios que en el debate final señalaron que el Programa "Una laptop por niño" – OLPC ha sido asumido por el gobierno de Argentina, cuando la verdad es que en ese país, las máquinas se comprarían siempre y cuando la comisión de expertos que lleva adelante el proyecto piloto, entregue un informe favorable.
Vale la pena comentar aquí lo ocurrido en Uruguay donde el nombre del programa es Plan Ceibal y todavía continúa la fase de experimentación que incluye varias escuelas y decenas de alumnos y padres de familia. Lo interesante es que diversos profesionales relacionados con el tema – incluido, por supuesto, el sindicato de maestros-, participan de una discusión de carácter nacional.
Como podemos observar en ambas experiencias se han desarrollado pruebas previas, fruto de las cuales se ha asimilado o descartado el proyecto; sólo en el Perú el tema ha sido tratado de manera sospechosamente apresurada sin conocer las conclusiones de los ensayos y usando artificios marketeros antes que argumentos consistentes.
Por eso resulta razonable plantear las siguientes interrogantes. ¿A través de que procedimiento se comprarán las máquinas?, ¿será mediante una licitación pública internacional, considerando que en el camino podrían aparecer otros postores distintos a Nicholas Negroponte, promotor de OLPC? ¿Por qué el crédito suplementario aprobado cotiza cada aparato a un precio aproximado de $180 dólares cuando inicialmente se dijo que el valor era de $100?, ¿qué significa en soles contantes y sonantes la autorización a realizar "gastos adicionales" al Ministerio de Educación incluida en el mencionado crédito? ¿Es correcto que la única institución encargada de capacitar a los maestros en el empleo apropiado de las laptops sea la Universidad San Martín de Porres, de la que el ministro José Antonio Chang fue rector recientemente y con la que mantiene una evidente cercanía? Y, finalmente, ¿por qué tanta "diligencia" en aprobar el crédito si a la fecha no se ha iniciado el proceso de fabricación?
El panorama tiene entonces no uno sino muchos velos de incertidumbre y obliga a tener los ojos bien abiertos tanto en la próxima compra como en el rol que jueguen las computadoras en la mejora de la calidad de la educación.
Lima, 1 de noviembre de 2007.
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