Carta a un Pionero cubano
- Opinión
Los niños nacieron para ser felices
José Martí
Querido sobrinito:
Ya tú cumpliste siete añitos de vida, pero en realidad yo hace algunos meses más que te conozco. Te recuerdo en la barriga de tu mamá, cada vez más repleta a medida que pasaba el tiempo. Dentro de ella paseabas por el patio y por toda la casa de la calle Frank País, donde por aquel entonces ustedes vivían. E ibas también, cómo no, al hospital, al policlínico o al consultorio, según las necesidades de cada momento, provocando en ella un cómico caminar que yo a menudo y como buen jodedor que soy se lo recordaba para regocijo de ambos.
Así pasaron los meses y por fin naciste aumentando la población de este Lagartico Verde, de este alargado y bello Animal llamado Cuba que sabe ser fiero contra quien osa agredirlo, pero dócil y buen compañero con quien como tú le cuida y le quiere.
No estuve cerca de ti el día que dejaste tu cómodo escondite. Hube de irme fuera como dos o tres días antes de que desapareciera la enorme timba que te albergaba. Cuando regresé ya tú tenías cuatro meses de nacido y, por supuesto, eras el juguete y la máxima atracción de la casa.
Llegaste a este complicado mundo siendo muy bien recibido... sano, sin problemas. Algo normal, por otra parte, porque en Cuba el índice de mortalidad infantil está en 6 por cada mil nacidos vivos; cifra equiparable a la de los países más desarrollados –más baja incluso que la de Estados Unidos, que está en 7-. En Bolivia, allá donde sus fuerzas represivas cumpliendo órdenes del gobierno yanqui asesinaron al Che, por ejemplo y para que te hagas una idea, el índice –en el 2004- supera los 70. Escalofriante la cifra ¿verdad? 79 en Haití, 39 en Guatemala, 32 en Nicaragua, 32 también en la República Dominicana, 30 en Brasil y en Perú, 25 en Ecuador, 24 en México, 19 en Colombia, en Panamá y en Venezuela, 16 en Argentina...
¿Viste?, compañerito. Pero esta diferencia tan abismal, entre nuestra Cuba y el resto de los países latinoamericanos, no es fruto de la casualidad, sino del enorme esfuerzo, del enorme cuidado y seguimiento que por parte del personal especializado se les realiza a todas las mujeres desde que tienen conocimiento de sus nuevos estados.
Después, cuando las hembras embarazadas paren, tienen un año enterito de baja maternal para atender debidamente a los recién nacidos. Y por supuesto que si durante el embarazo surge algún problema, se ausentan del trabajo el tiempo que cada una necesite, cobrando el 100 por cien de su sueldo. Así, pasado el primer año de vida de los nuevos y tiernos habitantes –durante el cual reciben como promedio 25 controles médicos-, las mamás se reincorporan al mundo laboral, pudiendo disfrutar en el transcurso de los tres siguientes meses de todas las facilidades, por parte de la empresa donde laboran, para ausentarse parcial o totalmente de la misma con la sana intención de que ni la madre ni el vejigo sufran un cambio muy brusco en el proceso de separación relativa.
Los Círculos Infantiles, muy numerosos en todo el país, también son de gran utilidad para las madres trabajadoras.
Debo añadir, además, que todos los niños cubanos –tú incluido- están vacunados contra 13 enfermedades y gozan –ahora que estamos en período especial esto es muy importante- de una dieta lo más acorde posible con la corta edad que os caracteriza. Esta medida es igualmente adoptada con los ancianos por obvias y diferentes razones. Actualmente la perspectiva de vida es de 77,5 años y se espera que, en un período no superior a 5, se eleve a 80.
Con el conocimiento de todos estos datos, no es difícil entender que, desde 1959 a esta parte, el índice de mortalidad infantil bajara, pues, de más del 60 por cada mil nacidos vivos al 6 que ya apunté hace unas líneas.
No olvides que estas cifras significan vidas y, como José A. de la Osa hubo expresado en su crónica del periódico Granma, el logro de la baja tasa de mortalidad infantil alcanzada no puede medirse ni valorarse como una simple y fría expresión numérica, sino ciertamente por lo que representa: regocijo y felicidad de las familias cubanas.
Y es que la Cuba revolucionaria, compaycito, hizo de ustedes unos auténticos privilegiados. Por ese y otros muchos motivos los Barbudos desembarcaron del Granma tras accidentada navegación, subieron a la Sierra Maestra bajo el fuego enemigo, cruzaron el Llano comandados por Camilo y el Che para invadir Occidente y el Centro de la Isla respectivamente, y se fajaron valientemente con el ejército del tirano hasta llegar a La Habana.
Sin embargo, eres tan jovencito todavía que quizá no entiendas lo que ahora te digo. Pero si conservas esta cartica y dentro de no muchos años la vuelves a leer, seguro que entonces sí que la entiendes.
Mientras tanto seguirás acudiendo a la escuela para estudiar, sin necesidad de que tus papás paguen un solo centavo por ello. Eso es muy importante. Procura no comerte las guásimas, ¿entendiste?, ni trates de aprobar los exámenes, cuando te los pongan, recurriendo a los chivos. Ese es un erróneo recurso que en el mejor de los casos resuelve el momento pero que, a la larga y en el fondo, no deja de ser más que una torpe práctica de autoengaño.
No te preocupes por la diversión, tiempo tienes y tendrás para jugar con tus amiguitos en la calle y en el parque infantil nuevo que, según me dijeron, se llama “Ismaelillo” y quedó lindísimo. ¿Es verdad que quedó tan bello? ¿Subiremos un día juntos a la estrella? Dime, ¿qué tú crees?
Sé aplicado, muchachito. Cada cosa a su tiempo. Recuerda que a la Revolución le cuesta mucho trabajo y sacrificio ofreceros la posibilidad de una formación ejemplar y gratuita, como ahorita te dije, y que muchísimos de vuestros hermanitos latinoamericanos no tienen –lamentablemente porque sus corruptos gobernantes les niegan ese elemental derecho- la oportunidad que a ustedes, en Cuba, tan cuidadosa y gustosamente se os ofrece.
Además, llegará el día en que la Revolución necesitará de vuestros servicios –cuando ésta triunfó, muchos de los actuales dirigentes eran niños, algunos incluso todavía no habían nacido- y bueno será que estén bien preparados para no defraudarla cuando llegue el momento.
Todo esto que ahora mismo te digo, me vas a permitir que te lo repita utilizando un fragmentico de la carta que el Che escribió a su hijita mayor, a Hilda, el 15 de febrero de 1966 presumiblemente -a juzgar por la fecha- desde su estancia en Dar-es-Salaan o en Praga, tras salir del Congo:
...Mientras, hay que prepararse, ser muy revolucionaria, que a tu edad quiere decir aprender mucho, lo más posible, y estar siempre lista a apoyar las causas justas. Además, obedece a tu mamá y no creerte de todo antes de tiempo. Ya llegará eso.
Debes luchar por ser de las mejores en la escuela. Mejor en todo sentido, ya sabes lo que quiere decir: estudio y actitud revolucionaria, vale decir: buena conducta, seriedad, amor a la Revolución, compañerismo, etc. Yo no era así cuando tenía tu edad, pero estaba en una sociedad distinta, donde el hombre era el enemigo del hombre. Ahora tú tienes el privilegio de vivir otra época y hay que ser digno de ella...
Déjame añadir, también, otra cartica que el Che dejó escrita para sus hijitos cuando se fue de Cuba para luchar en Bolivia. Dice exactamente:
Queridos Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto:
Si alguna vez tienen que leer esta carta, será porque yo no esté entre ustedes.
Casi no se acordarán de mi y los más chiquitos no recordarán nada.
Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones.
Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la Revolución es importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada.
Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un Revolucionario.
Hasta siempre hijitos, espero verlos todavía. Un beso grandote y un abrazo de
Papá.
Hermosas y enternecedoras las palabras de nuestro Guerrillero Heroico ¿verdad que sí
Después, cuando ya seas más mayorcito, si tienes capacidad intelectual y ganas de hacerlo –ojalá así sea- estudiarás, gratuitamente también, en una de las muchas universidades que existen en la Isla la carrera que tú elijas. Y déjame decirte una cosa: cuando salgas de la universidad con los estudios terminados, la Revolución no se olvidará de ti, no te abandonará como habitualmente les sucede a los jóvenes de otros países del mundo. Seguirás siendo igualmente atendido y te ubicará en un puesto de trabajo acorde a lo que tú hayas estudiado, permitiéndote adquirir nuevos conocimientos y, cómo no, ese sueldo que se convierte en premio tan justo como necesario.
Pero no nos adelantemos a los acontecimientos, no corramos demasiado, que la niñez comprende un período de tiempo irrepetible y bello como para querer borrarlo tan rápidamente.
De momento y a pesar de vuestra corta edad, ya se os confía tareas bastante importantes. Compañeritos tuyos participan en las Tribunas Antiimperialistas José Martí. En ellas leen admirables discursos elaborados por ellos mismos, con esas vocecitas tan frágiles, por tiernas, pero enérgicas y contundentes, sin embargo, en sus libertarios contenidos.
En tiempos de elecciones, ustedes los Pioneritos son los que se encargan de velar por el orden en los colegios electorales. Y, desde que hace ya muchos años esta tarea se os tiene encomendada, jamás ha ocurrido ni el más mínimo y adverso incidente. Eso que, sin ser obligatorio, es muchísima –más del 95 por ciento del electorado- la gente que pasa por las urnas para depositar sus votos cada vez que se les convoca.
En otros países del mundo esta tarea es realizada por la policía con porras y pistolas al cinto –en el mejor de los casos-, o por militares armados hasta los dientes con metralletas y fusiles en ristre y con caras tan poco amistosas que generan pánico en vez de seguridad y confianza. Grotesca y espantosa actitud que, por cierto, no sirve para evitar los cuantiosos y graves incidentes que en el transcurso de tan ¿democráticas? jornadas a menudo acontecen. ¿Será que el autoproclamado mundo civilizado y democrático no es tan civilizado y democrático como nos dicen?
Ustedes los Pioneritos, también fueron los encargados de la seguridad en las multitudinarias Tribunas Abiertas, en las inmensas marchas por las proximidades de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana y en otros muchos lugares de toda la Isla para exigir la devolución de Elián, aquel compañerito que fue injusta e ilegalmente arrancado de su patria. Y nunca, jamás hubo el más mínimo desperfecto, jamás hubo un cristal roto, una bandera rota, quemada o pisoteada... porque siempre realizaron correctamente y con responsabilidad su delicado trabajo.
Ejemplos como estos son, sin duda, el claro reflejo de la buena educación que tienen y reciben y lo muchísimo que con ustedes cuenta la Revolución para su presente y para su futuro.
Y ya para ir acabando, déjame contarte, así por arribita, sin explayarme demasiado, lo mucho que siempre y sin escrúpulos el imperio norteamericano ha maltratado a la población más jovencita de nuestro querido Lagartico Verde.
Recién triunfada la Revolución, cuando todavía todo estaba por hacer y para evitar –afortunadamente sin conseguirlo- que nuestros dirigentes llevaran a cabo sus revolucionarias intenciones, el gobierno de Estados Unidos no dudó en utilizar sus más viles e inmorales armas: la calumnia y la mentira.
Con la siempre siniestra Agencia Central de Inteligencia –CIA-, en contubernio con la jerarquía católica de Cuba y de Estados Unidos, llegaron a sacar ilegalmente del país y en el transcurso de varios años a 14.000 niños cubanos, separándoles cruelmente de sus padres.
Verás que el caso –Operación Peter Pan llegó a denominarse- tenía el propósito de separar a las familias cubanas para desestabilizar al gobierno. Si la Revolución nunca prohibió la emigración legal de las familias, incluidos todos los niños que estaban bajo su patria potestad ¿por qué recurrieron a tan inhumano comportamiento?
Mediante las más detestables y cínicas mentiras, a través de Radio Swan y otros medios de comunicación, anunciaron repetidas veces la creación de una nueva ley sobre la patria potestad por parte del gobierno cubano. Esta ley –siempre según sus rastreros anunciantes- pretendía arrebatar los niños a sus padres a la edad de cinco años para devolvérselos a los dieciocho convertidos, oye, convertidos en unos monstruos del materialismo.
Fíjate tú qué grandísima estupidez, qué grandísima mentira. ¡Madre cubana, no te dejes quitar a tu hijo! ¡Ve a la iglesia y sigue las orientaciones del clero!, fueron las calumniosas y ridículas consignas difundidas a los cuatro vientos.
Lo triste del caso es que, ignorantes –entonces en Cuba existía una gran incultura heredada de tantos años de colonialismo y opresión-, muchos padres se lo creyeron y pusieron a sus hijos en manos de tan miserables personas, para que fueran trasladados al imperialista país con la intención de poder reunirse con ellos en breve, más adelante.
Pero, poco tiempo después, suprimieron los vuelos y las visas entre Cuba y Estados Unidos y muchos de esos niños se quedaron separados de sus padres, hasta el punto de que hoy en día bastantes de ellos siguen todavía sin encontrarse.
Cuando la vía aérea Cuba-Estados Unidos se les hubo complicado, utilizaron las rutas de España, Jamaica y México para, desde estos países, llegar a su destino.
Por la vía de España se calcula que salieron entre dos y tres mil niños –a una media de once a la semana- que fueron albergados en un campamento ubicado al pie de la sierra madrileña, cerca de El Escorial y atendidos por miembros de la Iglesia Católica de ese país junto a sacerdotes y religiosos emigrados de Cuba.
Una vez llegados a España, estos niños tardaban hasta siete meses en partir hacia su destino, donde eran internados muchos de ellos en orfelinatos o centros de reclusión de menores con unos tratos no precisamente muy buenos y decorosos.
Obligados a vivir con otro idioma y con otra cultura, una bandera que no era la suya se les impuso para siempre. Y toda esa patraña en nombre de la libertad y de la democracia, ¡habrase visto!
¿Viste, Mayito, qué canallada? Esto te lo cuento no para asustarte, sino para que sepas qué clase de individuos gobernaron y gobiernan en el vecino país que tanto, tanto daño causaron y causan a Cuba y a todo el mundo.
Pero no te preocupes, compaycito, esto más nunca volverá a suceder. En 1958, antes del triunfo revolucionario, la media nacional de analfabetismo afectaba a más del 25 por ciento de la población –el 42 por ciento en las áreas rurales- y el 55 por ciento de nuestros niños no tenía una escuela primaria para asistir a ella. Hoy, sin embargo, Cuba ya no es aquel pueblo que contaba con tantos analfabetos y semianalfabetos al que arrancaron de forma tan cruenta a todos esos niños inocentes. Hoy Cuba tiene una población con nueve grados de escolarización como mínimo, con una cultura política y general muy importante. Y por supuesto que todos los niños con dificultades físicas y mentales también estudian en las escuelas especiales existentes en toda la Isla.
Esas y no las bombas atómicas son las eficaces armas que nuestra Revolución utiliza para defenderse. Y deben saber nuestros necios enemigos que en Cuba, gracias al eficiente sistema de educación que tenemos, once millones de combatientes estamos perfectamente capacitados para diariamente utilizarlas.
Por ese y otros motivos, ¿comprendes?, insisto en que debes ser aplicado en la escuela.
Y no te entretengo más, mi muchachito. Tengo muchas cosas que contarte, pero las dejaré guardadas en una gavetica de mi memoria para otra ocasión ¿quieres? Ahora vete a jugar con tus amiguitos si te apetece –seguro que sí-, eso también es muy importante. Además sé que eres muy inquieto y, leer todas estas líneas, te habrá llevado un buen tiempecito sentado en el balance de la sala que tanto te gusta. O quizá lo hayas hecho sentado en el regazo de tu mamacita, recostando tu cabeza sobre su pecho y atendiendo atentamente a sus pacientes explicaciones para entender mejor todo lo que te digo. ¿Cómo? ¿También chupándote el dedito? ¿Seguro? ¡Qué sinvergüencita tú eres...!
Recuerda que pronto volveremos a vernos y es muy probable que vayamos a la playa de Corinthia, al parque nuevo, como ahorita te dije, al río de Los Cocos –tu hermanito me dijo un día que en la parte más alta hay una poza lindísima- y..., qué sé yo, a otros muchos lugares. Ya tú verás qué bien lo pasamos.
Es probable también que alguna mañana te acompañe a la escuela porque, ¿sabes?, a mí siempre me ha gustado e ilusionado mucho oírte cantar junto a tus compañeritos:
Somos la Brigada Conrado Benítez,
somos la vanguardia de la Revolución,
con el libro en alto cumplimos una meta:
llevar a toda Cuba la alfabetización.
Por llanos y montañas el brigadista va,
cumpliendo con la Patria, luchando por la paz.
¡Abajo el imperialismo!, ¡Arriba la libertad!
Llevamos con las letras la luz de la verdad.
Cuba, Cuba, estudio, trabajo, fusil,
lápiz, cartilla, manual,
a alfabetizar, a alfabetizar.
¡Venceremos!
...y exclamar con fuerza y con ternura:
¡Pioneros por el comunismo! ¡Seremos como el Che!
Pero no te preocupes si con el paso del tiempo te quedas algo lejos de llegar a su altura. Es muy difícil alcanzar tan altísimo peldaño, de modo que con que te parezcas sólo un poco a él será mucho y suficiente.
Y, óyeme, ahora sí me despido. Cuídate mucho y pórtate bien, aunque ya sé que lo haces. Me dijeron que recientemente te otorgaron un certificado del CDR por tu actitud destacada en los trabajos voluntarios, y otro en la escuela por tus resultados satisfactorios. ¿Viste qué bien?
Fue un sinsontecito, llegado desde Nicaro, quien se posó sobre uno de mis hombros y me lo dijo.
Salúdame a todos por allá. Ya tú sabes, casi ahorita nos vemos.
Recibe mientras tanto un abrazo y dos besitos de tu tío que mucho te quiere y nunca, nunca te olvida.
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