Es una vieja historia que no pierde actualidad.

Era un club de fútbol malo con un presidente del club, que cada día lo hundía más. Harto de tantas derrotas en su campo tuvo una idea infeliz. “Arranco el pasto y echo carretadas de polvo. Luego, mucha agua. Y en aquel “chocolate” sólo mis pésimos jugadores van a ganar todos los partidos”.

Y así sucedió. Aquello no era fútbol sino patadas insultos e intentar sacar los pies del barro. De vez en cuando lograban meter una pelota en el arco contrario.

Todo iba bien, hasta que les tocó de visitante otro equipo, cuyo presidente dejaba enano en mañas al que embarró la cancha. Y la derrota fue aplastante. Diez goles en contra. Ninguno a favor.”

Aquí se acaba la historia. Malas lenguas le pusieron un epílogo: “El que había embarrado la cancha perdió su puesto presidencial”.

Iba a poner aquello que dicen algunas películas cuando terminan “Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”. Pero, en este caso representa la realidad, que estamos viviendo en el Paraguay. El que hizo embarrar la cancha se llama Nicanor. El que se aprovechó de ello, se llama Lino.

Por cierto que este personaje tiene algunos aspectos bien complicados en sus vida.

Una cosa es el perfil político de Lino Oviedo y otra los juicios que s e le siguen.

El perfil político nos muestra una persona pública con obsesión por llegar al poder, específicamente a la presidencia del Paraguay y con un perfil de marcado autoritarismo, mesianismo y populismo. Sin límites éticos, sin temor a enfrentarse en serio al sector hegemónico. En esto pasó por la prisión, la fuga y se apresta a aprovechar la coyuntura y ser autorizado a presentarse como candidato. Tiene una trayectoria marcada por el enriquecimiento ilícito, la ilegalidad, la mentira y el uso de métodos violentos.

En cuanto a los juicios pendientes, ellos son ejemplos de la injerencia política en la Justicia. Según las conveniencias del Poder, en un caso ha habido endurecimientos procesales más allá, tal vez, de la ley (golpe militar) y en los otros dos (marzo paraguayo y asesinato del Vicepresidente) esta Justicia no ha puesto especial empeño en esclarecerlos y está contribuyendo a que pasen los plazos.

Y en el caso Oviedo-Concertación, parece que su partido ha jugado exitosamente con ella. La Concertación, por su parte, ha coqueteado con Lino, descuidando la peligrosidad de esta persona pública con una elevada obsesión de poder y sin límites éticos.

Si puede presentarse como candidato, ojalá decida a correr en solitario. Aunque divida votos. El peor escenario sería terminar de legitimarlo, sumándolo a esta desconcertada Concertación. Su persona representa la mayor amenaza para este Paraguay Pyahu que la mayoría sueña. Representa una dictadura populista. Y para que eso nunca fuera realidad, luchamos en el Marzo Paraguayo.