El lado oscuro de la doble agresión
02/09/2007
- Opinión
En una amplia y extendida entrevista publicada por El Mercurio de Chile, el domingo 26 de agosto, el actual líder de la ODCA (de nacionalidad mexicana), dice que si la Concertación continúa su tendencia hacia la "izquerdización", la Democracia Cristiana chilena debería abandonar este bloque político, porque tal línea política no es concordante con su doctrina y le hace pagar un costo político muy alto a los actuales dirigentes nacionales de este partido chileno, incluida su actual Presidenta, Soledad Alvear.
La ODCA es la organización que supuestamente reúne a los partidos de doctrina demócrata cristiana en América, pero a raíz de los hechos ocurridos en Venezuela, el fortalecimiento de Cuba y los movimientos populares emancipatorios que han conquistado gobiernos en nuestro continente, esta instancia se ha transformado en un agresivo bastión de la política intervencionista de los Estados Unidos.
La entrevista del actual líder de la ODCA hay que entenderla como un mensaje claro y directo, por vía de El Mercurio, en el sentido de que los supuestos límites de la doctrina tienen "tolerancia cero", para los Estados Unidos, respecto de Cuba, en primer lugar; Venezuela, Bolivia, Ecuador y prácticamente todas las naciones del continente.
El mensaje transmitido por "el mensajero" (El Mercurio), no está dirigido a la opinión pública chilena, y menos a la ciudadanía de nuestro país. El mensaje está dirigido al gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet; a la Concertación y especialmente a la Democracia Cristiana local.
Un dato no menor: en los últimos meses, este tipo de artículos y supuestos "contenidos periodísticos", curiosamente, se publican en amistosas cadenas asociativas de diarios de derecha y ultra reaccionarios de todo el continente, en donde se vaticinan los peores males para los pueblos que han optado por la emancipación, y los gobiernos que estarían "haciendo guiños" a los gobernantes y líderes de esas naciones.
Para entender mejor, otro dato: Recientemente, la ODCA incorporó a sus filas a cuatro grupos de origen cubano: partido demócrata cristiano; directorio democrático cubano; proyecto demócrata cubano y movimiento cristiano de liberación.
El sentido de esa incorporación es sumar parte importante de los recursos que Estados Unidos asigna a las acciones que buscan la desestabilización de Cuba, los cuales llegan a los 80 millones de dólares (sólo para los dos primeros años del programa), en el contexto de la aplicación del autodenominado "plan Bush para la transición en Cuba".
Para cualquier observador o analista con cierta ecuanimidad, aún cuando discrepe absolutamente del proceso revolucionario cubano, es claro que los grupos mencionados anteriormente no tienen ninguna representatividad al interior de la isla; menos incidencia política e interlocución con la ciudadanía y pueblo cubano.
El epicentro de la ODCA está actualmente en México, y se desplazó allí luego del desplome del sistema político venezolano por corrupción y por las protestas nacionales en ese país, que terminaron con la poderosa DC de Venezuela, y también con el partido que representaba a la socialdemocracia.
Respecto de Cuba, La Iglesia Católica cubana, que existe y realiza actividad pastoral en la isla, mantiene distancia de estos grupos, básicamente porque los ve en una óptica dirigida por la administración Bush, la cual no esconde sus intentos de agredir incluso militarmente a Cuba.
Recientemente, destacados prelados de la región, obispos y cardenales, incluidos chilenos, realizaron una importante reunión en Cuba, y su relación con el gobierno y los representantes del poder popular, tanto Partido Comunista de Cuba, Asamblea Nacional del Poder Popular, y otros organismos, fue directa y respetuosa.
¿Porqué la ODCA interviene tan groseramente en la política interna de Chile, en sus asuntos nacionales, a través de un dirigente de nacionalidad mexicana, con una advertencia de esta dimensión, que si se lleva adelante bien podría costar la candidatura presidencial a la propia DC chilena, en el marco de la Concertación?.
Para comprender este paso es necesario mirar el contexto político actual del continente.
La política norteamericana observa con alta preocupación el fortalecimiento del proceso cubano, a pesar del bloqueo que se mantiene; y del mismo modo los avances en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y otras naciones del continente.
Pero también analiza el fracaso rotundo, la deslegitimación prematura, de los llamados gobiernos de "tercera vía".
En América los gobiernos de derecha no tienen aceptación democrática: el respaldo que dieron a dictaduras militares atroces, de las cuales fueron parte, produce el rechazo de importantes sectores ciudadanos en todo el continente. Además, en general, los pueblos observan a esas derechas como fuerzas en constante simulación, en tácticas gatopardistas que no alcanzan a esconder los afanes violentos y plagados de rencor hacia las mayorías nacionales.
Esto es especialmente fuerte en América del Sur. El terrorismo de Estado está ahí, latente, en esas derechas.
Entonces, todo indica que la administración norteamericana ha comenzado una operación intensa y rápida para revertir este cuadro, al parecer a cualquier precio. Y recurre al viejo instrumento político ya antes usado para detener los avances populares y revolucionarios en la década de los sesenta: bloques de centro-derecha, con raíz cristiana, con lazos importantes en los ejércitos y fuerzas armadas locales (muchos de ellas involucradas directamente en el terrorismo sobre sus pueblos).
En Chile, los lazos del estado nacional con Cuba y Venezuela, especialmente, son limitados. De respeto, con búsqueda de avances en el terreno del intercambio económico, cultural, deportivo y artístico. Pero cada vez que se produce una situación que podría derivar en mayor cercanía, aparece esta grotesca figura externa a los intereses nacionales de Chile, que trata de desmantelar el tablero.
Es sabida la posibilidad de que Bachelet visite Cuba. Está cursada una invitación de estado al Presidente Hugo Chávez, por parte de Bachelet. Las relaciones con Bolivia son intensas, de aproximaciones sucesivas, lo ha dicho el propio Presidente Evo Morales, en entrevistas a TVN y a Punto Final.
Una mirada torpe o mal intencionada no alcanza a ver lo positivo de esto para las relaciones entre estos pueblos y naciones. Pero, ciertamente, esto no interesa a la administración de Bush.
No es casual la entrevista publicada por El Mercurio a este personaje; y menos el mismo día en que el mismo periódico vuelve a atacar brutalmente a la representante diplomática de Venezuela en Chile; al Presidente Chávez.
Mientras desde Miami se hacía circular en Chile el rumor de que el Comandante Fidel Castro había muerto.
El costo para los intereses nacionales de Chile, de esta política de intervención, es alto. Puede generar un aislamiento contundente, en momentos en que todo indica que la integración; los acuerdos bilaterales; la multilateralidad, se transforman en herramientas para enfrentar los graves vaivenes de la economía norteamericana, con repercusiones hacia la zona Asia-Pacífico.
Para cualquier observador ecuánime, Cuba es una nación con alta incidencia diplomática en América y en todo el mundo. Del mismo modo, Venezuela comienza a jugar un papel crucial en la política internacional. Ambos países establecen sus relaciones internacionales desde los principios de la autodeterminación de los pueblos; respeto a la soberanía nacional; no intervención en asuntos internos. Ninguno ha estado involucrado en golpes de Estado y acciones de terrorismo de estado sobre otros pueblos.
Estados Unidos, efectivamente sí, como lo demuestran sus propios documentos desclasificados, en donde aparece con cierta recurrencia El Mercurio y otros agentes criollos.
Hasta ahora, y especialmente en el gobierno del Presidente Lagos, la política exterior chilena se ha subordinado a la de los Estados Unidos.
Claro, no siempre estar del lado del más poderoso, es estar del lado de la justicia y de la paz entre los pueblos. Eso tiene un costo político y ético.
Ahora, en esta nueva embestida, el objetivo es impedir un incremento de las relaciones independientes y soberanas de Chile, y sobre eso se actúa y no se trepida en nada.
Se debe estar alertas para los próximos meses: Viene la Cumbre Iberoamericana de Presidentes y Jefes de Estado, y simultáneamente se realiza en Chile la Cumbre de la Amistad de los Pueblos; una reunión del Grupo de Trabajo del Foro de Sao Paulo; un encuentro de la CLACSO y un importante encuentro de la asociación de pequeñas y medianas empresas del continente.
Obviamente, se tratará de neutralizar todo ello. La movilización, la coherencia, la amplitud y la firmeza de contenidos e ideas, deben ser las bases para neutralizar este lado oscuro de esta doble agresión.
La ODCA es la organización que supuestamente reúne a los partidos de doctrina demócrata cristiana en América, pero a raíz de los hechos ocurridos en Venezuela, el fortalecimiento de Cuba y los movimientos populares emancipatorios que han conquistado gobiernos en nuestro continente, esta instancia se ha transformado en un agresivo bastión de la política intervencionista de los Estados Unidos.
La entrevista del actual líder de la ODCA hay que entenderla como un mensaje claro y directo, por vía de El Mercurio, en el sentido de que los supuestos límites de la doctrina tienen "tolerancia cero", para los Estados Unidos, respecto de Cuba, en primer lugar; Venezuela, Bolivia, Ecuador y prácticamente todas las naciones del continente.
El mensaje transmitido por "el mensajero" (El Mercurio), no está dirigido a la opinión pública chilena, y menos a la ciudadanía de nuestro país. El mensaje está dirigido al gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet; a la Concertación y especialmente a la Democracia Cristiana local.
Un dato no menor: en los últimos meses, este tipo de artículos y supuestos "contenidos periodísticos", curiosamente, se publican en amistosas cadenas asociativas de diarios de derecha y ultra reaccionarios de todo el continente, en donde se vaticinan los peores males para los pueblos que han optado por la emancipación, y los gobiernos que estarían "haciendo guiños" a los gobernantes y líderes de esas naciones.
Para entender mejor, otro dato: Recientemente, la ODCA incorporó a sus filas a cuatro grupos de origen cubano: partido demócrata cristiano; directorio democrático cubano; proyecto demócrata cubano y movimiento cristiano de liberación.
El sentido de esa incorporación es sumar parte importante de los recursos que Estados Unidos asigna a las acciones que buscan la desestabilización de Cuba, los cuales llegan a los 80 millones de dólares (sólo para los dos primeros años del programa), en el contexto de la aplicación del autodenominado "plan Bush para la transición en Cuba".
Para cualquier observador o analista con cierta ecuanimidad, aún cuando discrepe absolutamente del proceso revolucionario cubano, es claro que los grupos mencionados anteriormente no tienen ninguna representatividad al interior de la isla; menos incidencia política e interlocución con la ciudadanía y pueblo cubano.
El epicentro de la ODCA está actualmente en México, y se desplazó allí luego del desplome del sistema político venezolano por corrupción y por las protestas nacionales en ese país, que terminaron con la poderosa DC de Venezuela, y también con el partido que representaba a la socialdemocracia.
Respecto de Cuba, La Iglesia Católica cubana, que existe y realiza actividad pastoral en la isla, mantiene distancia de estos grupos, básicamente porque los ve en una óptica dirigida por la administración Bush, la cual no esconde sus intentos de agredir incluso militarmente a Cuba.
Recientemente, destacados prelados de la región, obispos y cardenales, incluidos chilenos, realizaron una importante reunión en Cuba, y su relación con el gobierno y los representantes del poder popular, tanto Partido Comunista de Cuba, Asamblea Nacional del Poder Popular, y otros organismos, fue directa y respetuosa.
¿Porqué la ODCA interviene tan groseramente en la política interna de Chile, en sus asuntos nacionales, a través de un dirigente de nacionalidad mexicana, con una advertencia de esta dimensión, que si se lleva adelante bien podría costar la candidatura presidencial a la propia DC chilena, en el marco de la Concertación?.
Para comprender este paso es necesario mirar el contexto político actual del continente.
La política norteamericana observa con alta preocupación el fortalecimiento del proceso cubano, a pesar del bloqueo que se mantiene; y del mismo modo los avances en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y otras naciones del continente.
Pero también analiza el fracaso rotundo, la deslegitimación prematura, de los llamados gobiernos de "tercera vía".
En América los gobiernos de derecha no tienen aceptación democrática: el respaldo que dieron a dictaduras militares atroces, de las cuales fueron parte, produce el rechazo de importantes sectores ciudadanos en todo el continente. Además, en general, los pueblos observan a esas derechas como fuerzas en constante simulación, en tácticas gatopardistas que no alcanzan a esconder los afanes violentos y plagados de rencor hacia las mayorías nacionales.
Esto es especialmente fuerte en América del Sur. El terrorismo de Estado está ahí, latente, en esas derechas.
Entonces, todo indica que la administración norteamericana ha comenzado una operación intensa y rápida para revertir este cuadro, al parecer a cualquier precio. Y recurre al viejo instrumento político ya antes usado para detener los avances populares y revolucionarios en la década de los sesenta: bloques de centro-derecha, con raíz cristiana, con lazos importantes en los ejércitos y fuerzas armadas locales (muchos de ellas involucradas directamente en el terrorismo sobre sus pueblos).
En Chile, los lazos del estado nacional con Cuba y Venezuela, especialmente, son limitados. De respeto, con búsqueda de avances en el terreno del intercambio económico, cultural, deportivo y artístico. Pero cada vez que se produce una situación que podría derivar en mayor cercanía, aparece esta grotesca figura externa a los intereses nacionales de Chile, que trata de desmantelar el tablero.
Es sabida la posibilidad de que Bachelet visite Cuba. Está cursada una invitación de estado al Presidente Hugo Chávez, por parte de Bachelet. Las relaciones con Bolivia son intensas, de aproximaciones sucesivas, lo ha dicho el propio Presidente Evo Morales, en entrevistas a TVN y a Punto Final.
Una mirada torpe o mal intencionada no alcanza a ver lo positivo de esto para las relaciones entre estos pueblos y naciones. Pero, ciertamente, esto no interesa a la administración de Bush.
No es casual la entrevista publicada por El Mercurio a este personaje; y menos el mismo día en que el mismo periódico vuelve a atacar brutalmente a la representante diplomática de Venezuela en Chile; al Presidente Chávez.
Mientras desde Miami se hacía circular en Chile el rumor de que el Comandante Fidel Castro había muerto.
El costo para los intereses nacionales de Chile, de esta política de intervención, es alto. Puede generar un aislamiento contundente, en momentos en que todo indica que la integración; los acuerdos bilaterales; la multilateralidad, se transforman en herramientas para enfrentar los graves vaivenes de la economía norteamericana, con repercusiones hacia la zona Asia-Pacífico.
Para cualquier observador ecuánime, Cuba es una nación con alta incidencia diplomática en América y en todo el mundo. Del mismo modo, Venezuela comienza a jugar un papel crucial en la política internacional. Ambos países establecen sus relaciones internacionales desde los principios de la autodeterminación de los pueblos; respeto a la soberanía nacional; no intervención en asuntos internos. Ninguno ha estado involucrado en golpes de Estado y acciones de terrorismo de estado sobre otros pueblos.
Estados Unidos, efectivamente sí, como lo demuestran sus propios documentos desclasificados, en donde aparece con cierta recurrencia El Mercurio y otros agentes criollos.
Hasta ahora, y especialmente en el gobierno del Presidente Lagos, la política exterior chilena se ha subordinado a la de los Estados Unidos.
Claro, no siempre estar del lado del más poderoso, es estar del lado de la justicia y de la paz entre los pueblos. Eso tiene un costo político y ético.
Ahora, en esta nueva embestida, el objetivo es impedir un incremento de las relaciones independientes y soberanas de Chile, y sobre eso se actúa y no se trepida en nada.
Se debe estar alertas para los próximos meses: Viene la Cumbre Iberoamericana de Presidentes y Jefes de Estado, y simultáneamente se realiza en Chile la Cumbre de la Amistad de los Pueblos; una reunión del Grupo de Trabajo del Foro de Sao Paulo; un encuentro de la CLACSO y un importante encuentro de la asociación de pequeñas y medianas empresas del continente.
Obviamente, se tratará de neutralizar todo ello. La movilización, la coherencia, la amplitud y la firmeza de contenidos e ideas, deben ser las bases para neutralizar este lado oscuro de esta doble agresión.
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