¿Dónde están los corporativismos? Un conflicto que afectará a todos

Aquí tampoco sabemos leer los labios de la sociedad

30/08/2007
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  • Opinión
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Si hay algo que nos está pasando hoy a los uruguayos es que cuando se exacerban los conflictos, se suben los decibeles de las disputas hasta que la sonoridad se hace insoportable, se convierte en evidente lo que dice el periodista argentino, Joaquín Morales Sola, al referirse a la oposición argentina, la que – afirma- “no sabe leerle los labios a la sociedad” Y aquí, es evidente, que tampoco se sabe, cuando se dan ciertas coordenadas básicas en la sociedad, interpretar lo que los uruguayos de a pie quieren y unos y otros, más allá de otras, consideraciones.

Es que vivimos en una sociedad difícil de clasificar, pero algunos hechos que se siguen sucediendo nos asombran día a día, mostrando los pujos de inmadurez que se verifican en diversos sectores que parecería que en lugar de mejorar el relacionamiento entre los ciudadanos que viven en un régimen democrático, solo lo empeoran.

Un ejemplo de ello es “la plancha” puesta en el pecho de los médicos – por utilizar un lenguaje futbolero - por el ministro de Economía, a los reclamos médicos, sosteniendo que ese Ministerio no tiene nada que considerar y que lo otorgado en el Presupuesto quinquenal ya está dado. Astori que es un hombre que cree en el mercado, que sabe con propiedad que no es posible mantener una función especializada, como la de un anestesista, con un compensación de 157 pesos la hora podrá entender que más allá de que si el Ministerio de Salud Pública les tuerce el brazo a los galenos en este enfrentamiento, el proceso siguiente – más allá de lo que significaría una renuncia colectiva – será el paulatino desflecamiento de los servicios de salud oficiales que cada día contarán con menos recursos humanos y ello por la razón del artillero: el sector privado paga mucho pero mucho más que esos 157 pesos.

Lo sorprendente en este país que crece desde hace cinco años de manera interrumpida, en que aumentan las exportaciones y las importaciones, que también crecieron, y se realizan en base a dólares frescos no en base a deuda, como en etapas atroces del pasado, verifica un proceso de transferencia de ingresos a la sociedad más que pausado. El dinero entra en catarata pero llega a la sociedad en un goteo que, en el caso de los médicos de Salud Pública es, evidentemente, insoportable.

Tenemos otros ejemplos para esta reflexión que, obviamente, pueden provocar rechazos o adhesiones, pero que nos gustaría que sirviesen para promover un análisis para que unos y otros nos “bajemos del caballo”, acordemos con pasión puesta en el futuro común, pero con objetivos posibles con la actualidad del país, que sean reales y, de alguna manera sirvan en una negociación para que el conjunto salga adelante.

El conflicto en Salud Pública es un hecho singularmente grave. Un Ministerio que cumple con claros y oscuros sus funciones – como todos sabemos - y ello no tiene nada que ver con las actuales autoridades, porque el descalabro viene de atrás. Ahora ocurre que en plena puesta en marcha de la mentada reforma de la salud, “piedra angular” del gobierno progresista no se tiene mejor idea que aplicarle un decreto de esencialidad a los médicos de Salud Pública, sabiendo muy bien que un descalabro en el sector (¿no tuvieron en cuenta, por ejemplo, que la mayoría de los cirujanos son destajistas, facturan sus tareas y no son funcionarios de ese Ministerio?) ¿Qué se puede provocar un disloque generalizado a fines del mes de agosto, cuando se comenzó a aplicar la primara parte (“reforma chica”) de los cambios en la salud?

¿Tampoco se tuvo en cuenta la tarea sustancial que cumplen en los hospitales de Salud Pública los médicos – docentes de la Facultad de Medicina - que suman a sus actividades de enseñanza, el trabajo quirúrgico que realizan sobre miles de enfermos anualmente? Médicos-docentes que cobran por esa doble tarea solo el sueldo que le paga la Universidad de la República que, obviamente, no llega en el caso de los profesores grado 5 (el mayor nivel académico), al de un ascensorista de un Banco Oficial. ¿De esto que tiene para decir el ministro de Economía?

Esperamos que estos temas estén siempre en la mesa del análisis de quienes planifican la reforma de la salud que, obviamente, no puede estar asentada sobre deformidades distorcionantes que, obviamente, irán deteriorando cada vez más la atención a nivel oficial.

¿Y? No pasa nada... ¿qué soluciones se han pensado para estos temas que son cruciales? Solo el mal humor, las duras respuestas, la actitud de no aceptar las entrevistas, de negarse al diálogo, de resolver los cambios en la salud, sin consultar a los médicos.

Paralelamente otra actitud lamentable, la de asignarle a los médicos de Salud Pública la misma situación de quienes lograron, por un acuerdo realizado en otra época, cobrar el famoso “acto médico” Un acuerdo pretérito que ha determinado que un grupo de cirujanos y anestesistas se mantengan impertérritos en sus cargos, evitando jubilarse y operando a nivel privado desde un forúnculo en la espalda hasta una difícil intervención compleja...

Claro, cobran el famoso “acto médico” y ganan bastante dinero, pero estos médicos, no son los de Salud Pública que para lograr sueldos medianamente decorosos deben recurrir al fatigoso y desgastante multiempleo.

¿Por qué los anestesistas que están ganando 157 pesos la hora (lo mismo de muchas empleadas domésticas) no pueden aspirar a mejorar sus sueldos y llegar, por lo menos, a lo que vale la canasta básica de alimentos? ¿Es mucho? ¿Por qué para el ministro de Economía son desmedidos los reclamos médicos? ¿La Tesorería no puede hacer frente a esa erogación? Ello es posible, porque por más que se recaude algo más por intermedio de la reforma impositiva, quizás no existan recursos suficientes para ese nivel de sueldos. ¿Entonces cual es el camino, tanto del Ministerio como de los médicos? Obviamente, la negociación, no la conflagración en un conflicto que puede determinar renuncias y falencias en servicios, con un decreto de esencialidad que, según lo que sostienen los galenos, está basado en hechos ficticios, mientras que el MSP montado en el testimonio del director del Hospital Maciel sostiene la versión contraria.

Veremos que pasa en las próximas horas, cuando parece que el acercamiento existente entre las partes fue roto por el ministro de Economía. Los médicos, quizás, se avendrían a un escuálido salario de 220 pesos la hora, sin embargo la propuesta del MSP requería el visto bueno del Ministerio de Economía y ya conocemos las palabras de Astori y, por supuesto, vencer la indignación que provocó entre los médicos la aplicación del decreto de esencialidad sobre el que reclaman una clarificación que defina obligaciones y derechos.

Parecería que el objetivo inicial fue “torcer el brazo” de los galenos, sin tener en cuenta el MSP que estaba deteriorando, en los hechos, está pegándole duro a la columna vertebral sobre la que se puede sustentar el éxito o el fracaso de la reforma de la salud.

¿El Fondo Nacional de Recursos?

Existen algunos temas recurrentes que han aparecido y desaparecido en el ámbito informativo. Uno de ellos es la gratuidad de los medicamentos en las enfermedades crónicas, que se aplica con un éxito rotundo en el sector de la diabetología. Sin embargo en otros grupos de enfermos crónicos los estudios todavía no han culminado o no existen fondos suficientes, por lo del “goteo”, para financiar el beneficio.

Un tema que no se tiene claro en torno a la reforma que se plantea en el ámbito de la salud, es el papel que jugará en adelante el llamado Fondo Nacional de Recursos, organismo creando para atender los casos que exigen gastos superiores, fuera de los normales, como los de cirugías complejas, aplicación de técnicas radiológicas, etc. A este Fondo aportamos un tanto por ciento todos quienes pagamos a una mutualista o se nos descuenta de nuestro sueldo por DISSE.

Sin embargo, parecería, que el tan mentado Fondo cada vez reduce más su acción, dejando de cubrir algunas técnicas y de pagar medicaciones que tampoco el sistema mutual hace frente. En el proyecto de reforma de la salud no queda claro el papel de este Fondo que, de alguna manera, ha sido la fuente de beneficios de las grandes empresas de la salud privada, muchas de ellas que viven exclusivamente de los aportes que le cobran al Fondo de Recursos porque, en general, los clientes privados tratan de escapar de los altos aranceles que estas empresas cobran.

Concretamente, en el caso del medicamento Sutent, que no se encuentra en el Vademécum del Ministerio de Salud Pública y, por lo tanto, ello le otorgó el derecho a la mutualista en que se atienden dos enfermos de cáncer de riñón, a no proporcionárselo, el Fondo Nacional de Recursos ha hecho un gran silencio.

Lo que hemos podido averiguar, para poner dos ejemplos de países históricamente vinculados con el nuestro, España e Italia, que en los mismos este medicamento es entregado a los pacientes, de manera gratuita. En esos dos países los enfermos de cáncer tienen tratamiento gratuito así como también aquellos que superen los 70 años.

Aquí, no solo el medicamento es negado por la mutualista porque el medicamento no está en el Vademécum del MSP, sino que ese hecho es avalado por la justicia.

Supongo que los enfermos afectados, sus familiares, sus amigos, y muchas personas que han aportado durante toda su vida al Fondo Nacional de Recursos, se preguntarán, para que les ha servido este organismo de nombre tan pomposo

Carlos Santiago
Periodista

http://www.lacoctelera.com/carlos-santiago

https://www.alainet.org/es/active/19371
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