El día después

15/04/2002
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Al 96.24% del cómputo de la Oficina Nacional de Procesos Electorales, Toledo ganó a la candidatura de García Pérez por casi 6% de diferencia, 52.91% versus 47.09%. Unos 600,000 votos los separan. El ausentismo bordeó el 18%, como años anteriores, y el voto nulo y blanco bordeó el 14%, fracasando los afanes de tornarlo en un voto que ocupe el segundo lugar. De 14 millones 906,233 peruanos aptos para votar, cerca de 4 millones 200,000 no fueron o votaron blanco y viciado. El proceso de transición democrática merecía mejores cauces. El escepticismo campeó, inclusive en muchos de quienes votaron a alguien, que votaron contra el otro. García logró llegar a segunda vuelta y acumular el 47% de los votos. Impensable. Sumó 21% de la votación total a su 25.8% de primera vuelta, con el evidente respaldo de Cambio 90 - Nueva Mayoría, de diversos contingentes de Unidad Nacional y otros pequeños grupos. Ahora se siente fuerte y quiere ser tomado en cuenta en una propuesta de concertación desde un afán de acumulación propia, en la que buscará recuperar espacios de poder y la organización perdida. No olvidemos que el 2000, Abel Salinas -el candidato aprista- obtuvo 153,319 votos. García perdió pero ganó. Ahora jugará sus cartas y su escopeta de dos cañones. Alejandro Toledo logró coronar su objetivo presidencial. Creció de 36.5% de la primera vuelta a 52.9%, con el probable voto de sectores del FIM (Frente Independiente Moralizador), UPP (Unión por Perú) y sectores de UN (Unión Católica). El año pasado obtuvo 4 millones 460,895 votos (40.2%) en elecciones fraudulentas. Ahora sacó 3 millones 871,167 votos en primera vuelta, para superar los 5 millones y medio de votos en segunda. Deberá encarar la enorme tarea de reconstruir el país, en un escenario político disperso y complejo, atendiendo inmensas demandas democráticas, moralizadoras, sociales y económicas de una nación en crisis. Quizás su principal reto sea recuperar -vía una acción de gobierno que será estrictamente escrutada por muchos- la credibilidad en personas e instituciones, en la viabilidad del país mismo. No será tarea fácil. La situación económica internacional es difícil: continua recesión japonesa, desaceleración económica norteamericana y crisis argentina. No es tiempo de créditos abundantes ni de capitales golondrinos buscando mercados del Tercer Mundo, aunque hay terreno para manejarse en la búsqueda de colocar bonos y cierta deuda pública. Y, ciertamente, Toledo podría moverse con más soltura que García en este terreno, si no cede al facilismo de seguir el recetario de las financieras transnacionales. A nivel nacional, el cuadro económico recesivo no mejoró con la gestión Silva Ruete (Ministro de Economía). Este solo pateó la deuda para adelante, con nuevos créditos. Ha ordenado, a corto plazo, las finanzas públicas, pero comprometiéndose con el FMI a reducir el déficit fiscal a 1.5% del PBI (lo que sólo prolongará o acentuará la recesión al impedirle al Estado ser un factor de reactivación económica). Dio visto bueno a lo pactado por Fujimori en el caso de Camisea (con la oposición del Cusco y el sur andino), modificó algunos aranceles y redujo el impuesto a la renta -de 30 a 20%, nada menos- para empresas que reinviertan, recortando así la captación tributaria estatal en beneficio de los sectores de mayores ingresos y poder económico. Definiciones pendientes La reactivación es una tarea por cumplir. Si bien el equipo Kuczynski- Dancourt(*) ha comprometido una política fiscal que reduzca tributos (IGV e Impuesto de Solidaridad) para reactivar la demanda, eliminar el mencionado regalo tributario de Silva Ruete, renegociar con el FMI los límites del gasto público, implementar un programa de empleo de emergencia y reducir los gastos militares en un replanteo presupuestal, eso no parece suficiente. La reactivación requiere de otro manejo del Banco Central de Reserva, distinto del que implementan los funcionarios fondomonetaristas, interesados solo en el equilibrio y no en el empleo. Toledo y la dupla Kuczynski-Dancourt no han definido temas centrales. No hay un planteo de Reforma Tributaria para recaudar más de los que más tienen (asunto urgente en tiempos de vacas flacas), falta claridad de los cambios a realizar en el Presupuesto y anuncios respecto a la renegociación de la deuda externa. Lo anunciado respecto a privatizaciones no entusiasma a quienes creemos que no hay que privatizar Sedapal ni la Central Hidroeléctrica del Mantaro. El mismo Toledo anuncia que está en disposición de entregarlas en concesión, una evidente forma de privatización que puede volver a impactar en tarifas, aunque dé liquidez a un gobierno urgido de recursos. En tanto, la demanda social crece día a día. (*) Pedro Pablo Kuczynski y Óscar Dancourt, miembros del equipo económico de la campaña de Toledo.
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