A prueba ante la impunidad
13/01/1998
- Opinión
La justicia ha sido uno de los temas más importantes de la actualidad haitiana en 1997, año
marcado también por una lucha por el control del poder y manifestaciones contra las medidas
neoliberales, adoptadas por los dirigentes "Lavalas" actualmente en el poder.
A finales del año, diversas organizaciones populares realizaron manifestaciones para reclamar que
el aparato judicial avance. Una organización denominada "Fundación 30 de septiembre" (fecha
referente al golpe militar contra el Presidente Jean Bertrand Aristide en 1991) realiza en Puerto
Príncipe marchas semanales permanentes en favor de la justicia.
Son varias decenas las víctimas del golpe de Estado que, provenientes de diversas partes del país,
vienen a manifestar en la "Plaza de la Paz", cerca del Palacio Nacional. Ellos/as reclaman que: las
autoridades hagan algo para lavar la sangre de millares de víctimas de la barbarie, que se impuso
durante los 3 años de dictadura militar.
El movimiento se inicia en un contexto de saturación, con la celebración del sexto aniversario del
golpe de Estado. La multitud lanza consignas hostiles a las autoridades. Mientras el propio
Presidente Rene Preval reconoce que es tiempo de que la justicia florezca en Haití, con ocasión
de su visita a depositar un ramo de flores a los pies de la estatua a las víctimas, ubicada frente al
antiguo cuartel general del ejército. Por su parte, en medio de las manifestaciones, el Ministro de
justicia Max Antoine declaró que el aparato judicial es ineficaz por causa de la corrupción que
reina.
En el "reino de la demagogia"
Según un documento publicado en diciembre por la Plataforma de Organizaciones Haitianas de
Derechos Humanos (POHDH), el campo de la impunidad se ha ampliado. Hoy día, hay que
añadir a los "grands-mangeurs" (corruptos) Lavalas en el rango de los criminales, ladrones
macoutes, militares y golpistas, señala la POHDH.
Las reformas en el seno de las estructuras de la justicia haitiana anunciadas tardan mucho en
concretizarse. En julio de 1997, en conmemoración de la masacre de decenas de campesinos en
el noroeste del país en 1987, perpetrada por los grandes terratenientes y el antiguo ejército, los
dirigentes campesinos denunciaron el inmovilismo del poder en materia de justicia. "Es el reino
de la demagogia", exclamaron.
La organización campesina "Tet Kole ti Peyizan Ayisyen" efectuó una manifestación frente al
tribunal de Port-de-Paix (Puerto de la Paz), principal ciudad del departamento del noroeste, el
cual debió ocuparse del expediente de la masacre. Sin embargo durante los 120 meses
transcurridos, el asunto sigue pendiente.
Los dirigentes campesinos no han cesado sus críticas contra la experiencia Lavalas, que según
ellos, no ha hecho nada para acabar con la impunidad. Estiman que "las fuerzas de la sombra"
(términos utilizados para designar a los duvalieristas y sus aliados) conservan todavía su
hegemonía en Haití. Lo que explica, según los líderes campesinos, que las víctimas queden
privadas de justicia, aún en los regímenes Lavalas que se han sucedido en el poder.
Justicia para las mujeres
En noviembre, paralelamente a la organización en Puerto Príncipe de un Tribunal Internacional
contra la violencia hacia las mujeres, las miembras de una coalición de organizaciones feministas,
provenientes de los barrios populares, manifestaron frente al tribunal de la Capital, para reclamar
justicia para las centenares de mujeres víctimas de violaciones durante el golpe de Estado. Ellas
depositaron formalmente una queja contra los principales autores, co-autores y cómplices del
golpe de estado de septiembre de 1991, responsables de las violaciones y otros abusos a los que
fueron sometidas.
Las iniciativas tomadas por las autoridades no han generado confianza en el seno de la población,
en cuanto a una perspectiva real de justicia. Actualmente, el expediente tiene al orden del día, el
juicio de los presuntos culpables de la masacre de Roboteau, barrio popular de Gonaives
(Artibonite), donde varias decenas de personas fueron masacradas por los militares y sus
secuaces en abril de 1994.
Todavía no se ha fijado ninguna fecha para ese juicio pendiente. Unas veinte personas, entre ellas
un antiguo capitán del ejército, Castera Cenafils, están en la cárcel. Pero, según las
organizaciones populares locales, los culpables siguen libres.
En la opinión pública, se estima que la impunidad reinante favorece la inseguridad y el bandidaje,
cuyos ciclos repetidos enlutan a las familias haitianas. En el transcurso del mes de marzo, en solo
dos semanas se conocieron no menos de cuarenta muertos por bala, en presencia de las fuerzas
de la ONU, cuyo mandato fue renovado en noviembre.
Contra políticas neoliberales
La lucha contra la impunidad se enmarca en un cuadro global de agitación social que resulta,
entre otros, de las medidas económicas neoliberales adoptadas por las autoridades actuales.
Diversos llamados a la huelga contra las políticas económicas de Rosny Smarth han sido lanzados
con cierto éxito por los sectores populares; la huelga general del 16 de enero ganó particulares
simpatías.
Paralelamente, sectores profesionales, particularmente docentes, médicos, transportadores
públicos, mantuvieron presiones continuas para exigir mejores condiciones de trabajo. En mayo,
se registraron 3 semanas de huelgas y agitaciones en el medio escolar, mientras en el último
trimestre de 1977, un buen número de ministerios y otras oficinas públicas fueron afectadas por
paros suscitados por demandas salariales. En algunos casos se reclamaban aumentos de hasta del
300%.
En el transcurso del último trimestre del año, la Plataforma Haitiana por un Desarrollo
Alternativo, que agrupa varias organizaciones populares, lanzó una campaña contra el hambre,
que realizó, entre otros, plantones frente al Palacio Nacional.
La degradación social que se observa, aparece como un resultado de las medidas económicas,
orientadas prioritariamente a satisfacer a las instituciones internacionales. En el marco de las
reformas, el Consejo de Modernización de las Empresas Públicas, que fue creado en el transcurso
del año por Preval, procedió a la venta de la mayoría de acciones de la minería y cemento de
Haití. Los compradores son consorcios haitiano-extranjeros.
Por otro lado, se adoptaron medidas para congelar la masa salarial en la administración pública y
entró en vigencia la ley sobre el retiro voluntario o anticipado adoptada por el Parlamento. El
énfasis colocado por la Presidencia sobre la reforma agraria (controversial) no tuvo eco más allá
de ciertas regiones de Artibonite o de tierras que fueron distribuidas a algunas familias
campesinas en el transcurso de este año.
Persistió la crisis
En 1997, las cifras económicas haitianas se presentan así: baja de la producción con un débil
crecimiento (1%), devaluación de la gourde (12%) en un contexto de dolarización de la
economía, aumento general de los precios (17%), déficit de la balanza comercial (más de 500
millones de dólares) y 116 millones de dólares de aumento de la deuda externa, que asciende a
1.030 millones de dólares.
Un leve logro económico y la agitación social, se conjugan en una sociedad tomada por una crisis
política multidimensional. El vacío gubernamental persiste, luego de 8 meses de la renuncia del
Primer Ministro Rosny Smarth, mientras que la segunda vuelta del proceso electoral, que
comenzó en abril, se mantiene en un impase.
La vida política sigue dominada por una polémica inter-lavalas, que enfrenta a la Organización
Política Lavalas -OPL- y a la Familia Lavalas, creada por el ex-presidente Aristide.
Las negociaciones entre varios partidos y organizaciones del sector Lavalas, emprendidas en
septiembre bajo la dirección de Preval, no han aportado ningún resultado. Como sucedió cuatro
meses antes con el funcionario internacional Eric Pierre, la nominación del economista y
comediante Herve Denis como Primer Ministro no logró obtener mayoría en la Cámara de
Diputados en diciembre. La ratificación de la nominación de Denis continúa pendiente en la
Cámara de Diputados, donde la OPL goza de una mayoría relativa (33 diputados sobre 79).
La podredumbre de la situación política pone en riesgo, de una manera o de otra, la contienda
electoral del 98, mientras que el movimiento Lavalas enfrenta una cierta dispersión. El
Movimiento Nacional del Congreso de Papaye, una organización campesina dirigida por
Chavannes Jean-Baptiste, se retiró solemnemente de Lavalas a mediados de diciembre, mientras
que la OPL contempla seriamente la posibilidad de retirar esa palabra del nombre del partido.
En relación a lo que llama los "carteles Lavalas", la POHDH apeló, al fin del año, a la
construcción de un contra poder reivindicativo, inventivo, constructivo, democrático y popular.
Ese proceso tiene sus riesgos, admite la POHDH, pero constituirá "probablemente la mejor vía
para garantizar la defensa de los derechos fundamentales del pueblo y la ciudadanía".
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