Democracia Participativa en acción
Asamblea Constituyente
23/07/2007
- Opinión
El viernes 20 de febrero, el presidente Carlos Mesa promulgó la
reforma de la Constitución Política del Estado, que incorpora las
figuras del referendum (ya sea vinculante o consultivo, sobre temas
de decisión nacional) y de la Asamblea Constituyente, que tendrá la
misión de redactar una nueva Constitución.
La gran movilización de octubre pasado se inició en demanda de dos
grandes temas: la reversión de los hidrocarburos como patrimonio del
estado boliviano y la convocatoria a la Asamblea Constituyente. La
tozudez del gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, respondió el
reclamo con una sangrienta represión que sólo concluyó cuando éste
renunció y fugó del país.
El porqué de la Asamblea Constituyente
La exigencia de que se convocase a esta Asamblea, comenzó a gestarse
en las movilizaciones del año 2000, cuando gobernaba Hugo Banzer. De
los sectores populares surgió esta reclamación, como respuesta a la
aplicación del modelo neoliberal que había agravado la miseria del
país, por la entrega de los recursos naturales y del aparato
productivo y de servicios a las transnacionales. Los sectores que
enarbolaban esta reivindicación reclamaban el cambio total de la
Carta Magna, con el objetivo de establecer una nueva estructura del
Estado, que garantice la solución de las necesidades del pueblo.
La demanda de que se convoque a una Asamblea Constituyente
sensibilizó a tantos sectores que, en julio de 2002 –poco antes de
que concluyese la gestión de Jorge Quiroga, quien sucedió a Banzer
durante el último año de ese gobierno–, una marcha indígena que
recorrió el país desde Santa Cruz hasta La Paz, tuvo como única
consigna la Asamblea. Faltando apenas unos días para que concluyese
su mandato, los partidos oficialistas firmaron un compromiso con los
marchistas, para incluir la Asamblea Constituyente en la Ley de
Necesidad de Reforma de la Constitución. Sin embargo, como tantas
veces lo habían hecho, faltaron a su compromiso y aprobaron esa ley
sin incluir la figura de la Constituyente.
Tal incumplimiento tuvo el efecto de sensibilizar a sectores de la
clase media. Cuando Sánchez de Lozada asumió el gobierno, el tema se
había convertido en uno de los dos temas más exigidos por todos. Ya
en enero siguiente, Goni –como gusta que lo nombren–, enfrentó una
movilización que se centró en los sectores campesinos que no
reclamaban por sus intereses particulares sino por los de la nación:
reversión de los recursos naturales y convocatoria a la
Constituyente.
Las sangrientas jornadas de febrero y de octubre, hicieron imposible
que se negase ambas reclamaciones. Goni y sus principales
colaboradores huyeron del país y el nuevo presidente anunció, en su
discurso de posesión, que cumpliría con el mandato popular.
La Constituyente es un proceso
Incorporada a la CPE, la Asamblea Constituyente puede ser convocada
en el futuro inmediato. El texto constitucional dice que será
convocada mediante ley aprobada por el Congreso Nacional y que el
presidente no puede vetar.
La ley de convocatoria establecerá el número de constituyentes, la
forma en que serán elegidos y, talvez, el tiempo que durarán en
funciones. En el ejercicio de una democracia participativa que así
se iniciará, se redactará esa ley como conclusión de un proceso de
seminarios, talleres, consultas y encuestas que deben realizarse en
todo el país.
Hay muchas propuestas, principalmente sobre la forma de elección.
Van desde una designación corporativa, hasta la elección de un
número igual de representantes en cada uno de los 9 departamentos,
sin importar la población que tengan. Lo más probable, sin embargo,
es que se proceda a una elección que garantice una representación
adecuada a los diferentes sectores de la sociedad y a las distintas
regiones del país. Con ese propósito, la reforma constitucional ha
suprimido el monopolio de los partidos políticos para que,
agrupaciones ciudadanas y pueblos originarios, puedan presentar
candidatos.
En cuanto al número de asambleístas, unos postulan el mínimo
posible, argumentando que, de ese modo, se conformará una asamblea
con una adecuada eficiencia. Otros, en cambio, prefieren una
representación muy numerosa que garantice la presencia de todos los
sectores. Tendrá que darse un término tal que, posibilitando una
representación social y regional suficiente, no llegue a ser masiva.
Refundar el país
Convocar una Asamblea Constituyente para ampliar los derechos
ciudadanos y perfeccionar el aparato estatal, sería una exageración.
Para eso, es suficiente la reforma parcial de la Constitución
Política del Estado. La Constituyente tendrá la misión de dar una
nueva Carta Magna al país.
La actual Constitución tiene un claro perfil liberal: derechos y
deberes de las personas, estructura clásica del Estado, garantía de
la propiedad privada, etc. Los procesos vividos en los últimos
setenta años agregaron algunas conquistas sociales: derechos
sindicales, protección de la parcela campesina y, en años muy
recientes, reconocimiento del carácter pluricultural y multilingüe
de nuestra sociedad.
La implantación del modelo neoliberal desde 1985, hizo que estas
conquistas sociales fuesen transgredidas por los gobiernos que se
sucedieron desde entonces. Así, los recursos naturales fueron
entregados a empresas transnacionales. Los sindicatos son
desconocidos por los empresarios. Las huelgas son automáticamente
declaradas ilegales por el Ministerio del Trabajo. La parcela
campesina no tiene ninguna protección. Hasta los derechos esenciales
de la persona, como el derecho al trabajo, han quedado suprimidos en
los hechos. Pero, como dijimos, no se trata solamente de restituir y
consolidar esos derechos.
La nueva Constitución Política del Estado debe incorporar, por
primera vez en la historia de Bolivia, las concepciones, los usos y
costumbres, la cultura misma de los pueblos originarios que
conforman la mayoría de nuestra sociedad. Y, el primer elemento de
esas concepciones, es la recuperación de la estructura productiva
del país, destruida para dar paso al modelo colonial.
El Estado debe constituirse en promotor de la producción nacional,
con un gobierno organizado de forma tal que todos sus mecanismos
contribuyan a ese propósito. La legislación deberá elaborarse en una
Asamblea Legislativa ágil, representativa de la sociedad y sometida
a su control. La justicia tendrá que impartirse por tribunales que
sean responsables ante la sociedad.
De esa dimensión es la tarea que se espera de la Asamblea
Constituyente.
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