USA ante Cuba: Obsesión
28/01/1998
- Opinión
Estados Unidos diseñó, sostuvo y ha intensificado después de la guerra fría el estrangulamiento
económico de Cuba, por las mismas razones implícitas en un informe secreto de 1961,
recientemente desclasificado, que alertaba sobre el peligro que representaba para el hemisferio un
"creador de conflictos" como (Fidel) Castro.
En esa época Washington abogaba en público por una acción colectiva ante la "amenaza a la
seguridad" planteada por Cuba, mientras en secreto planeaba la invasión de Bahía de Cochinos. No
es de gente educada recordar la reacción cuando el presidente John F. Kennedy trató de organizar
una acción colectiva contra Cuba en 1961: México podría no seguirnos, explicaron los
diplomáticos, porque "si nosotros declaramos públicamente que Cuba es una amenaza para nuestra
seguridad, 40 millones de mexicanos se morirían de risa". Pero en privado, el gobierno de Kennedy
tenía una visión más sobria sobre las amenazas a la seguridad nacional.
Al informar al presidente entrante sobre las conclusiones de una misión a Latinoamérica, a
principios de 1961, el ayudante presidencial, Arthur Schlesinger, puso de manifiesto las dificultades
que representaba el "conflictivo" Castro. Según el memorándum de Schlesinger, reproducido en el
documento desclasificado por el gobierno estadunidense, el peligro radicaba en la difusión de las
ideas de Castro relativas a "hacerse justicia por propia mano", lo cual constituía una amenaza en
una situación en que "la distribución de la tierra y otras formas de la riqueza favorecen grandemente
a la clase propietaria... (Y) ahora los pobres y los menos privilegiados, estimulados por el ejemplo
de la revolución cubana, exigen oportunidades para una vida decente".
Esos "creadores de conflictos"
Más allá del hemisferio, otros "creadores de conflictos" han constituido problemas de no poca
monta, y continúan esparciendo ideas peligrosas entre capas de población que demandan una vida
decente. A finales de febrero de 1996, la Associated Press informó que en Sudáfrica "una jubilosa
multitud recibió con cantos a médicos cubanos" que llegaron invitados por el gobierno de Mandela
"para mejorar la atención médica en áreas rurales pobres".
Entre los 101 médicos cubanos había especialistas de alto nivel que, si fueran sudafricanos,
"podrían estar trabajando en Ciudad del Cabo o en Johannesburgo" por el doble del salario que
recibirían en las áreas rurales pobres a las cuales se les enviaría. Un mes después el gobierno de
Haití invitó a expertos médicos cubanos para estudiar un brote de meningitis.
Esta "creación de conflictos" tiene un largo historial. El importante diario alemán Die Zeit reportó
que países del Tercer Mundo consideran a Cuba como "una superpotencia internacional" a causa
de sus maestros, trabajadores de la construcción, médicos y otros involucrados en el "servicio
internacional". En 1985 informó que 16 mil cubanos trabajaban en naciones del Tercer Mundo,
más del doble de los especialistas estadunidenses que colaboran en el Cuerpo de Paz y la Agencia
para el Desarrollo Internacional. En 1988 Cuba tenía "más médicos trabajando en el extranjero que
cualquier nación industrializada, y más que la Organización Mundial de la Salud". La mayoría de
esta ayuda no es remunerada y "los emisarios internacionales cubanos... viven en condiciones que
la mayoría de los trabajadores de ayuda al desarrollo no aceptarían". La cálida recepción brindada
en Sudáfrica a la delegación cubana en 1996 y las multitudes que cantaban "larga vida a Cuba" dan
fe del mismo fenómeno.
Los médicos cubanos arribaron a Sudáfrica en la época en que Estados Unidos armaba un
escándalo sobre el derribo por parte de Cuba de dos aviones pertenecientes al grupo anticastrista de
Florida que regularmente violaba el espacio aéreo cubano para lanzar sobre La Habana folletos con
llamados a la rebelión (y que, según fuentes cubanas, también participaban en continuos ataques
terroristas contra la isla). Debemos preguntar cómo reaccionaría Estados Unidos si aviones de
Libia volaran sobre Nueva York y Washington para lanzar panfletos en que exhortaran a los
estadunidenses a la rebelión, después de años de ataques terroristas contra blancos estadunidenses
en el país y el extranjero.
?Los recibirían con flores, quizá? Algún indicio al respecto dio Barrie Dunsmore, de la cadena
ABC, unas semanas antes del derribo de los dos aviones. Dunsmore refirió como Walter Porges,
ex vicepresidente de la cadena, reportó que cuando una cuadrilla de noticias de ABC, que viajaba
en un avión civil, intentó tomar fotografías de la Sexta Flota de Estados Unidos en el Mediterráneo,
"le dijeron por radio que se retirara de inmediato o el avión sería derribado", conforme a "las
estipulaciones del derecho internacional que defiende el espacio aéreo militar". Otra cosa, en
cambio, ocurre cuando un pequeño país está bajo ataque de una superpotencia.
El fondo histórico
Para entender esta política, puede ser útil otra ojeada a la historia. La política de derribar al
gobierno de Cuba no se remonta sólo al gobierno de Kennedy, sino al de Dwight Eisenhower,
quien tomó la decisión formal de deponer a Castro en favor de un régimen "más devoto al
verdadero interés del pueblo cubano y mas aceptable para Estados Unidos", según indica un
memorándum oficial secreto de marzo de 1960.
Puesto que Washington es el árbitro del "verdadero interés del pueblo cubano", el gobierno de
Eisenhower no tuvo necesidad de prestar atención a los estudios de opinión pública recibidos en
ese tiempo, que daban fe del apoyo del pueblo cubano a Castro y su optimismo acerca del futuro.
Por razones similares, la información actual acerca de estos asuntos no se toma en cuenta.
El gobierno de Bill Clinton sirve al verdadero interés del pueblo cubano mediante la imposición de
la miseria y el hambre sin importar lo que indiquen los sondeos de opinión efectuados en Cuba. Por
ejemplo, las encuestas realizadas por una filial de la organización Gallup reportaron en diciembre de
1994 que la mitad de la población consideró que el embargo es la "principal causa de los problemas
de Cuba", mientras 3 por ciento consideraba que la situación política es "el más serio problema que
enfrenta Cuba hoy"; 77 por ciento de la población expresó que Estados Unidos es "el peor amigo"
de Cuba (ningún otro país llegó a 3 por ciento); que en proporción de dos a uno la población siente
que la revolución ha tenido mas logros que fallas (el "error principal" fue "haber dependido de los
países socialistas como Rusia, quienes nos traicionaron"); los de esa mitad se describen a sí mismos
como "revolucionarios", y otro 20 por ciento como "comunistas" o "socialistas".
El fondo histórico del compromiso de gobernar Cuba puede ayudar a describir el elemento de
histeria tan evidente en la ejecución de la empresa. Los fanáticos de la historia recordarán que la
política estadunidense actual data de 1820, cuando la intención de Washington de tomar el control
de Cuba fue bloqueada por la disuasión británica. Las iniciativas de Clinton, públicas e indirectas,
revelan un rasgo similar de fanatismo vengativo, al igual que las amenazas y persecuciones para
asegurar, según un declarante, que "el número de compañías concesionadas por Estados Unidos
para vender medicinas a Cuba ha caído a menos de cuatro por ciento" de los niveles anteriores a la
Ley para la Democracia en Cuba de 1992. Consideraciones como ésta nos llevan desde el plano
abstracto del derecho internacional y los acuerdos solemnes a las realidades de la vida humana. Los
juristas podrían debatir si el embargo sobre alimentos y medicinas viola tratados que establecen que
"la alimentación no debe usarse como instrumento de presión política económica".
Un estudio recientemente publicado por la Asociación Estadunidense para la Salud Mundial
concluyó que el embargo causa serias deficiencias nutricionales, deterioro en el abastecimiento de
agua para consumo humano, y una peligrosa declinación en la disponibilidad de medicamentos e
información médica, todo lo cual propicia baja natalidad, epidemias de enfermedades neurológicas
y otros padecimientos que causan decenas de miles de víctimas, así como otras severas
consecuencias de salud pública.
Estos son auténticos crímenes, mucho más que la violación casual o deliberada de instrumentos
legales que se usan como armas en contra de enemigos oficiales, con el cinismo que sólo los
poderosos de verdad pueden desplegar.
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