La izquierda en intermedio tras las asambleas y el gobierno
26/02/2002
- Opinión
Patricia Wash, diputada nacional electa por Izquierda Unida analiza el hecho
del surgimiento de las asambleas vecinales haciendo una rememoración de la
reciente historia del país para explicar los cambios que se desarrollan en la
Argentina en crisis.
Hoy por hoy, Argentina vive una revolución en lo que es la retoma del
pensamiento y la critica política por parte de la población, que
espontáneamente produjo el reciente fenómeno de las asambleas interbariales.
Desde el llamado "argentinazo", que fue el 19 y el 20 diciembre, la gente
frustrada con el gobierno empezó con cacerolazos diarios por las calles de
Buenos Aires gritando "que se vayan todos y no quede uno solo".
El rescate de la práctica de la democracia, tan reprimida durante los años de
dictadura militar, sostiene la posibilidad de producir profundos cambios a
partir de esa compleja crisis, que no es solo económica, sino política,
social, cultural e institucional. Patricia Wash, en entrevista concedida
poco antes del voto del presupuesto 2002, subraya que las asambleas están
"planteando un programa que trasciende el barrio, que entiende que lo del
barrio es estructural y que eso tiene que ver con una política económica que
se tiene que pensar al nivel nacional". Tras las reivindicaciones que surgen
de esos encuentros de vecinos las principales son no pagar a la deuda
externa, la nacionalización de las bancas, estatización de los servicios
privatizados y del sistema de seguridad social, así como cosas de orden más
inmediata y local como problemas en el sistema de salud y educación del
barrio.
Sin embargo, Patricia Walsh cuestiona que tipo de cambios se van a producir y
nos hace acordar "que el sistema tiene sus herramientas para reacomodar y
frenar movilizaciones en ascenso". De hecho, la fuerte represión policial
que siguió y marcó el argentinazo es un indicador de que el gobierno ya no
logra a controlar el pueblo por medios ideológicos. Aunque se hable de
revolución, la diputada sostiene que "todavía no se llegó al paso siguiente,
puesto que el congreso sigue funcionando, tomando decisiones en contra los
intereses expresados por el pueblo".
Lo que queda claro es que hay una enorme discrepancia tras el discurso del
gobierno, que mendiga ayuda financiera del Fondo Monetario Internacional, y
las demandas del pueblo, cuyo animo se encuentra enojado con la clase
política. El resultado es que tras los 256 diputados de la camera Argentina
que aprobaran el presupuesto 2002, son pocos los pueden salir por la calle
sin ser agredidos, seguro los pocos que han votado en contra la propuesta,
que destinó 6 millones para el pago de los intereses de la deuda.
La falta de representaciones populares en el congreso argentino se da por una
fragmentación de la izquierda. El proyecto que Izquierda Unida, frente
político integrado por dos partidos, el Partido Comunista y el Movimiento
Socialista de los Trabajadores, visa a reparar. Según explica Patricia
Walsh, las orígenes de esa fractura están en la época de la dictadura
militar. "Para mucha gente se volvió imposible elegir una militancia
política, de ahí que se optase por una militancia social", explica. La
desvinculación de la actuación política, que además de ser una critica
implícita a ese organismo burocrático y poco inmediato en lo que se refiere a
los resultados, sucedió también por las consecuentes acciones de la "policía
de la represión". Luego la militancia social, práctica que tranquiliza la
conciencia de la clase media, tomó lugar en Argentina, haciendo un trabajo de
primeros auxilios sin adentrarse más profundamente en el hecho de la
ilegitimidad de una dictadura militar.
Patricia Walsh se acuerda también que "la caída del muro obligó a la
izquierda a hacer una revisión de sus prácticas, en tanto la derecha impuso
el programa neoliberal". De ahí que los países de Latino América que
adoptaran esa política tengan semejante o aún mayor dependencia con los
bancos y corporaciones internacionales. La gravedad del problema es tan
grande que, por ejemplo "el actual presidente del directorio del Banco
Central Argentino es un funcionario de FMI, se llama Mario Blejer y ha
trabajado para el FMI y el Banco Mundial, digamos 25 anos de su vida",
denuncia Walsh. La situación se quedó aún más explícita después de la
declaración del embajador argentino en los Estados Unidos XX, que dijo que
trabajaba para el presidente Bush, corrigiéndose segundos después adelante el
registro de televisión, "perdón, perdón para el presidente Duhalde".
En las elecciones del octubre pasado el resultado de 50% de votos en blanco
fue un indicador de la debilidad del discurso de los radicales de derecha y
del peronismo tradicional, al mismo tiempo en que los partidos de centro
izquierda logran, mismo sin total unidad, elegir tres diputados, Patricia
Walsh, Vilma Ripoll y Luis Zamora.
Por lo tanto, el rechazo expreso por una mitad de los votos en blanco fue un
reflejo de una crisis político-institucional que precedió el colapso
económico. Sin embargo, la causa principal de esta situación fue el
menemismo de los años ochenta, que estableció la paridad, el uno a uno, un
dólar un peso. A parte de la similitud de la expresión, el menemismo tiene
nada que ver con el peronismo del General Perón y Evita. De hecho
"representa los intereses absolutamente contrarios de lo que significaba el
peronismo distributivo en la Argentina de los anos 45-55, cuando los
trabajadores tenían una participación en la distribución de la riqueza del
orden de cerca 50%", recuerda la historia Patricia, que se reivindica
peronista de izquierda. La fuerza del discurso del "nacional y popular" en
Argentina proviene de esos tiempos, sin embargo también fue utilizado durante
el menemismo, años marcados por la privatización y la consecuente perdida de
los puestos de trabajo en empresas estatales. Paralelamente a ese proyecto
neoliberal, hubo un incremento significativo de los movimientos sociales y de
los trabajadores en el país, de los cuales se destaca la lucha de los
piqueteros y sus tan hablados bloqueos de ruta. Aunque fragmentada "la
izquierda Argentina logró a establecer un grado de participación directa en
las diversas luchas, con distintos niveles de inserción de acuerdo con la
demanda particular de cada una", afirma la diputada Walsh.
Delante de la pregunta sobre la posibilidad de la institucionalización de las
asambleas en un proyecto que instaure un modelo de democracia directa y
participativa, Patricia Walsh contesta que el grito de las calles es "que se
vayan todos". Puesto que las asambleas populares rechazan cualquiera
representación política, todavía no se intentó establecer ninguna relación
más estrecha con el movimiento. "No hay una reivindicación de la parte de
las asambleas populares que esa palabra sea la nuestra, porque las asambleas
populares están diciendo que se vayan todos, no esta diciendo que yo tengo un
diputado en el congreso que hable por mi", afirma consciente de la gravedad
de la crisis.
La conclusión que se pude sacar de la coyuntura actual de Argentina es que
esta plantada la semilla del cambio, pero que aún es temprano para afirmar
que el pueblo quiere ser o se verá representado por una izquierda todavía
desunida y sin una propuesta concreta de gobierno.
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