Bolivia: El fondo y las formas de las actuales turbulencias

26/09/2006
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La Paz

Los ejes que sustentan la propuesta del Movimiento al Socialismo (MAS) para impulsar los cambios económicos, sociales y políticos en Bolivia, están en la base de la crisis en la que se han enfrentado el gobierno y la oposición en las últimas semanas.

Cuando Evo Morales asumió sus funciones como presidente boliviano, era previsible que la nacionalización de los hidrocarburos y la Asamblea Constituyente concentraran el interés del equipo gubernamental pues, sólo a partir de estos componentes se podría concretar la revolución en democracia, enarbolada por el MAS y apoyada por los movimientos sociales.

No tardaron mucho los partidos de la oposición y las empresas transnacionales, para manifestar cuestionamientos de fondo y de forma a dichos procesos. De fondo porque estas iniciativas no responden al modelo económico ni al régimen político al cual aspiran, y, de forma, porque contaban con la posibilidad de neutralizar su aplicación utilizando su mayoría en el Senado, el respaldo de cuatro prefectos y de algunos comités cívicos.

Nacionalización, más allá de Lula y Petrobrás

Transcurridos menos de cinco meses desde el inicio de la nacionalización de los hidrocarburos, se produjo la renuncia irrevocable del ministro del ramo, que semanas antes fuera censurado por el Senado y ratificado por el presidente Morales. No cabe duda que la renuncia de Andrés Soliz Rada ha sido un golpe muy fuerte a la imagen del equipo de gobierno, más aún cuando ella se produjo cuando Evo Morales estaba fuera del país.

El detonante estuvo en una Resolución Ministerial por la cual Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos asumía el control de la comercialización interna y externa del gas, afectando a Petrobras. Brasil protestó airadamente y el gobierno boliviano suspendió la ejecución de la resolución y designó al entonces Ministro de Planificación en la cartera de hidrocarburos.

Pero, siguiendo la relación entre fondo y forma, la renuncia del ministro sólo fue la forma que dio final a una etapa muy difícil, caracterizada por las presiones y resistencias de las empresas transnacionales y de gobiernos como el español o el brasileño, que no han dudado en salir en su defensa.

Como es lógico suponer, la resignación no debe figurar en la visión ni en la misión de Repsol, Petrobras y otras empresas; pero, con seguridad, deben tener como un “valor empresarial” la tenacidad para precautelar sus elevadas ganancias. Este es el asunto de fondo en la relación con el gobierno boliviano.

Probablemente la negociación más complicada sea la que se desarrolla con Petrobras. Por el monto de la inversión, por la relación fronteriza y por los vínculos entre Evo y Lula.

Objetivamente hay una esquizofrenia entre la empresa y las relaciones políticas, y esta tensión no cederá tan fácilmente, aún cuando Lula triunfe en las próximas elecciones. La principal carta de negociación boliviana continúa siendo la necesidad de sus reservas de gas para el funcionamiento de la industria brasilera que, por más desarrollo de combustibles alternativos que emprenda el país de la zamba, seguirá siendo -por un período muy largo- su principal fuente de abastecimiento de energía.

Constituyente: la forma coincide con el fondo


Es evidente que la composición de la Asamblea Constituyente, condensa la polarización política entre el Movimiento al Socialismo y la oposición de derecha y centro derecha de los partidos PODEMOS, Movimiento Nacionalista Revolucionario y Unidad Nacional, a la que suma una fragmentación de casi una decena de otras agrupaciones políticas que lograron representación.

El debate iniciado desde la fecha de instalación y que, hasta el momento de redactar el presente artículo, continúa sin solución es el referido al reglamento y mucho más específicamente el tenor referido a la cantidad de votos necesaria para aprobar los acuerdos.

Mayoría absoluta o dos tercios han delimitado los campos en definición, provocando una serie de plenarios frustrados, interminables negociaciones y agresiones verbales cargadas de racismo y desprecio hacia los representantes indígenas respondidas -en algunos casos- por chicotazos.

En forma paralela, la oposición ha “jugado en pared” con los comités cívicos y los prefectos de cuatro departamentos (Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija) promoviendo un paro de 24 horas exigiendo que las decisiones en la constituyente se tomen por dos tercios.

A diferencia de los paros y movilizaciones por autonomía, realizados anteriormente, en esta oportunidad, el paro generó una serie de cuestionamientos por parte de sectores populares en la propia Santa Cruz y de organizaciones campesinas e indígenas, que decidieron responder convocando a un bloqueo de las vías terrestres hacia la ciudad cruceña. Situación que provocó nuevamente un clima de tensión, pues el bloqueo se programó justo en vísperas de la inauguración de la única feria internacional de comercio que se realiza en Bolivia.

Los comités cívicos y los prefectos, aliados de PODEMOS y del MNR, han pretendido demostrar su fuerza frente al MAS exigiendo que éste ceda antes sus representantes políticos en la asamblea constituyente, pero no contaban con una respuesta de los campesinos e indígenas decididos a golpear con precisión, bloqueando el flujo vehicular hacia Santa Cruz de la Sierra y con ello la feria internacional, símbolo de sus intereses económico-corporativos.

El gobierno, a través del vicepresidente, actuó inteligentemente, llamando a los promotores del bloqueo a que reconsideren su decisión, ante lo cual la medida mantuvo una vigencia de solo 24 horas.

Ciertamente las dificultades al interior de la asamblea constituyente pueden desgastar la capacidad de resistencia del Movimiento al Socialismo, por ello la prensa alineada con la oposición busca presentar inclusive posiciones contrapuestas, algunas de ellas supuestamente más orientadas a la búsqueda de consenso y otras que privilegiarían el enfrentamiento y la imposición masista de la mayoría absoluta.

Es posible afirmar en este caso que, la forma es el fondo y viceversa porque, no parecen interesar las propuestas acerca del tipo de Estado y de economía, menos las decisiones relativas a los derechos y sus garantías en la nueva constitución. Estos y otros temas de fondo permanecen invisibles, cubiertos por el manto formal de los dos tercios o mayoría absoluta. Pero no es un impasse absoluto, porque el desgaste no sólo afecta al MAS, también perturba la imagen de la oposición y, más temprano que tarde, quizá en la siguiente semana tendrán que arribar en acuerdos.

Lo que sí ha quedado demostrado es que, cual pulseada, los paros utilizando tractores, vagonetas 4 x 4 y destacamentos amenazantes de juventudes de los barrios más adinerados, han sido respondidos por troncos, ramas y movilización de gente humilde dispuestos a dar la cara por su gobierno. Ambos bandos dispuestos a imponer y defender sus intereses, agrupando a casi todos los que por el momento les ha sido posible agrupar, pero, la realidad ha demostrado que no están en la lucha final.

Violencias y turbulencias

Pareciera una perogrullada señalar que la violencia ha signado a Bolivia y que principalmente ella ha sido ejercida sistemáticamente y en todas las formas imaginables en contra de los sectores populares. Y se caería en la ingenuidad si se afirma que están dadas las condiciones para superarla. Es más, habría que preguntarse si es que realmente ella podrá desaparecer, cuando están en juego los intereses que históricamente ha construido el capital.

América Latina conoce de muchas frustraciones. Innumerables emprendimientos de cambios políticos y sociales han sido cegados e interrumpidos de forma violenta y brusca. Múltiples fueron por ello las iniciativas de carácter insurreccional que jaquearon gobiernos y estados, aunque en su mayoría fueron sofocadas o neutralizadas con el uso indiscriminado de la fuerza, incluyendo en muchos casos la intervención extranjera.

A pesar de ello han surgido nuevas alternativas respaldadas, como en el caso boliviano, por movimientos sociales que, además de derrocar gobiernos, han tenido la capacidad de formular propuestas de cambios profundos y de llegar por la vía de las elecciones a la conducción del Estado.

Evo Morales insiste hasta la saciedad que los indígenas privilegian la cultura del diálogo. Pero esto no parece suficiente como para neutralizar turbulencias como la ocurrida en las últimas semanas y lo más probable es que éstas continúen periódicamente.

Entre agosto y septiembre han paralizado trabajadores de la seguridad social por mantener privilegios de dirigentes corruptos. Chóferes cuyos ejecutivos sindicales recibían porcentajes de las multas de tránsito. Maestros urbanos, básicamente por que el partido político de sus dirigentes califica como burgués al gobierno el MAS. Campesinos de un importante distrito turístico demandando la propiedad de una hostería en manos de la orden franciscana. Cooperativistas mineros que se resisten a cualquier posibilidad de reajuste en los impuestos.

A fines del mes octubre vence el plazo para la suscripción de nuevos contratos para la explotación de hidrocarburos a cargo de las empresas transnacionales, es decir, que la etapa más dura de la negociación está ad-portas y ella coincidirá con un aniversario más de las movilizaciones que acabaron con el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada.

Con toda seguridad se sucederán otros conflictos expresando centralmente los intereses históricos en pugna y de paso las expectativas legítimas de amplios sectores que hasta ahora permanecieron excluidos y marginados.

En este contexto, es posible afirmar que la oposición estaría aplicando una estrategia de desgastar al gobierno, como única posibilidad de mantener sus exigencias y mantener sus privilegios y los de sus socios externos.

Cuenta para ello, además de sus aliados directos en algunas prefecturas y comités cívicos, con el respaldo de los grandes medios de comunicación privados -impresos, televisivos y radiofónicos- que, con excepción honrosa de algunas radioemisoras, continuarán pretendiendo actuar como termómetro de la opinión pública y cadenas de transmisión del régimen político y del modelo económico que el gobierno de Evo Morales pretende superar.

¿Hasta cuándo será posible negociar?

El equipo gubernamental ha demostrado amplias capacidades para negociar las demandas y acudir de inmediato en cuanto conflicto ha surgido, ministros, viceministros, directores y los propios dignatarios de Estado dialogan y establecen acuerdos hasta donde estos son posibles de alcanzar.

De manera simultánea ha tenido que reiterar expresiones de firmeza respecto a los ejes en los que se respalda la propuesta de cambio en democracia, indicando que no se detendrán la nacionalización de los hidrocarburos ni la refundación de Bolivia a través de la Asamblea Constituyente.

Esto ha sido calificado por la oposición como un doble discurso, insinuando que en el fondo el gobierno del MAS busca implantar¼ nada menos que un régimen al estilo de Venezuela y Cuba, lo cual trasluce mensajes de carácter subliminal dirigidos a otros sectores que todavía no han entrado de lleno a la escena pública, entre ellos la clase media en las principales ciudades del occidente y la fuerza armada.

Algunos sectores de la clase media, principalmente intelectual, participaron con entusiasmo en la campaña electoral del MAS y luego se sumaron en los equipos de administración gubernamental, otros -probablemente mayoritarios- se resignaron al triunfo de Evo Morales. Ante la primera turbulencia social han surgido signos de preocupación que todavía no llegan a extremos, aunque podrían agudizarse si, por ejemplo, se produjeran desabastecimientos de combustible o de artículos de primera necesidad.

Iniciado su mandato, el gobierno realizó una renovación de los comandos militares que le permite mantener y administrar el monopolio de la fuerza, complemento objetivamente necesario para un régimen que impulsa una revolución basada en los movimientos sociales, no obstante carecer de un respaldo al modo clásico “del pueblo en armas”.

El MAS estaría reeditando en forma corregida y aumentada la fórmula de “gobierno y fuerza armada¼”, corregida porque el comando de gobierno es de carácter civil y popular, aumentada porque la fórmula completa podría dirigirse hacia un “gobierno de los movimientos sociales respaldado por la fuerza armada”.

Estas últimas consideraciones, sumadas a las anteriores (hidrocarburos y constituyente) permiten concluir que las manifestaciones de conflicto y violencia no se retirarán fácilmente del escenario político boliviano. Los ensayos y las pulseadas persistirán.

Muchas son hasta el momento y muchas serán las formas de las turbulencias, pero uno solo el fondo: la pugna por mantener o eliminar la posibilidad de una revolución en democracia.

¿Hasta cuando se podrá negociar? Hasta que algún sector esté dispuesto a “patear el tablero”. Tal situación parece que todavía no ha llegado y es de desear que no llegue porque el pueblo boliviano tomó una opción de cambio por la vía electoral; pero, si ello sucediera ya no estaría en cuestión el gobierno o la democracia, la lucha tendría que ser por el poder.

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NDLR En la Cumbre Social que reunió el 23 de septiembre en Cochabamba a delegados pertenecientes a 30 organizaciones indígenas, campesinas y populares así como parlamentarios y constituyentes del MAS, el presidente Evo Morales recomendó que se apruebe el reglamento por mayoría absoluta para desempantanar la Asamblea Constituyente. La propuesta del MAS es aprobar los artículos por mayoría absoluta, dejando abierta la posibilidad de los dos tercios para los temas sensibles como las autonomías departamentales (provinciales), el régimen agrario y las autonomías. En caso de no alcanzar acuerdos, el MAS propone que se sometan a referendo popular.
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