Desafíos y perspectivas de afroperuanos/as
- Opinión
Lima
Uno de los propósitos de mi estudio sobre “Derechos Humanos, Desafíos y Perspectivas de las y los Afroperuanos”,[1] es dar a conocer la existencia de una población afrodescendiente que ha aportado muy significativamente a la cultura peruana y la situación por la que actualmente atraviesa.
Los estudios que se realizan al respecto en cada uno de los países de la región, constituyen un aporte significativo pues amplían el conocimiento no solo de forma general sino también de las especificidades de la población afrodescendiente. En algunos países, la población afrodescendiente es mayoritaria, pero en otros es minoría, por lo tanto, los mecanismos del racismo y la discriminación varían. Señalemos también que cuando se habla de una mayoría, esto no quiere decir que no haya racismo o que no existan prácticas discriminatorias, pues la ideología del racismo toma diversas formas y generalmente está invisibilizada.
El estudio pretende dar a conocer la situación de las mujeres, de los y las jóvenes de las comunidades afroperuanas, en los aspectos de organización, participación, actividades económicas, acceso y calidad de los servicios de salud y educación. En la investigación, además, se identifica la problemática, las demandas por estos servicios, así como los mecanismos de coordinación interinstitucional entre estos sectores y los municipios para la atención de la población. Se ubican también las necesidades de capacitación para la gestión económica, social y política de las mujeres; y se identifican las estrategias y alianzas con actores sociales, autoridades locales para llevar a cabo acciones programáticas conjuntas con instituciones de salud, educación y el Ministerio de la Mujer.
Secuelas del racismo centenario
En el Perú el racismo constituye una herencia colonial. El sistema de género, clase, raza y etnicidad, comenzó a forjarse desde la conquista española. El orden colonial se fundó en estamentos supuestamente rígidos que dividían a la población, según criterios étnicos y raciales.
Actualmente, la marginalidad y la pobreza en que se encuentran las comunidades afroperuanas son acompañadas con una desvalorización cultural. La cultura de los pobres es estigmatizada por sectores de la sociedad como precaria, atrasada e inferior. Las y los afroperuanos se encuentran en dificultades para acceder a una mejor inserción laboral, debido a factores estructurales y discriminativos como son la menor escolaridad de su población y su escasa capacitación profesional, por lo tanto su inserción en el mercado laboral se produce en un cuadro de extrema pobreza.
Los y las afroperuanas tienen un bajo nivel de instrucción. Las mujeres llevan la peor parte, cuyos hogares son de mediano tamaño (4 a 5 miembros), con 2 o más miembros menores de 18 años como carga familiar. Muchas niñas y niños no concluyen la educación primaria, mientras en las adolescentes se registra un elevado número de embarazos precoces.
En las actividades agrícolas e industriales se paga siempre menos a las mujeres en comparación con los hombres y sus condiciones no son las más apropiadas.
En las comunidades afro, las parejas comparten poco el trabajo doméstico, éste continúa siendo asignado a la mujer en tanto el hombre toma las decisiones sin tomar en cuenta a la pareja.
La exclusión social imposibilita que una persona o grupo social participe activamente en las esferas económicas, sociales, culturales, políticas o institucionales de la sociedad, afectando directamente su mundo subjetivo, la autoestima, el auto-reconocimiento, la autovaloración y la autonomía, entre otros aspectos. Esta exclusión social hace que estén ausentes y no hagan uso de sus derechos ciudadanos, hay una escasa participación de las y los afroperuanos, sus organizaciones son escasas y se encuentran muy debilitadas y se mantienen en acciones asistenciales y mediáticas.
Los servicios de salud y educación públicas no corresponden a las necesidades y demandas de las mujeres, especialmente en lo que se refiere a su salud sexual y reproductiva, tampoco se promueve su continuidad en la escuela. Los servicios son precarios y generalmente de mala calidad: los establecimientos tienen una infraestructura inadecuada, el personal profesional está desactualizado y poco motivado, no se aplican los enfoques de género ni la interculturalidad, además falta equipamiento, insumos y participación de la población, particularmente en la educación.
En el contexto del ejercicio ciudadano de las y los afroperuanos, solo se limita al ejercicio cívico, éstos no son tomados en cuenta en las decisiones que afectan directamente a su localidades, como consecuencia de ello, se presenta un escaso desarrollo de sus capacidades, ausencia en la gestión social, poca capacidad propositiva y de negociación en los espacios públicos y comunitarios.
Las mujeres afroperuanas e indígenas, sienten, además de sus dificultades materiales, un proceso silencioso de “desprecio cultural” hacia sus valores, tradiciones, saberes, formas de relación; así, al desvalorizar la cultura, se está debilitando la identidad étnica cultural, y por lo tanto, una identidad golpeada genera sentimientos colectivos e individuales de baja autoestima. En las comunidades afro no existe un abordaje explícito de la etnicidad y cultura afro, ésta es poco visible a pesar de existir grupos poblacionales discriminados y excluidos por razones étnicas.
La participación ciudadana es una preocupación compartida entre autoridades y población, un ejemplo de ello es la elaboración de presupuestos participativos; sin embargo, el proceso se ha debilitado en lo que corresponde a la participación ciudadana en los planes de desarrollo, mesas de concertación local (para toma de decisiones) y en el control y rendición de cuentas.
Las autoridades y gobiernos locales no perciben la importancia del capital social en lo que respecta a la organización social y redes comunitarias, que facilitan la cooperación y coordinación, muchas veces más bien se promueven las relaciones verticales y el clientelismo. Hay una escasa capacidad desde el gobierno local y los demás sectores del Estado para diseñar y elaborar políticas, lo mismo sucede con los líderes y liderezas afroperuanas. Se trata de comunidades en situación de pobreza y extrema pobreza, pero con potencialidades locales en sus recursos naturales, su patrimonio histórico y cultural, algunos niveles de organización, liderazgos de base, y sobre todo tienen la necesidad urgente de superar la actual situación en la que viven las comunidades afroperuanas.
Enfoque de género y participación
La discriminación es una de las prácticas que refleja más claramente el imaginario racista. Hay un trato diferencial hacia ciertos sectores sociales definidos por rasgos culturales, biológicos o fenotípicos, reales o imaginarios. A través de las prácticas discriminatorias, la ideología racista parece difuminarse en todas las instituciones sociales modernas: la vivienda, la escuela, la empresa, el sindicato, la policía, etcétera.
El enfoque de género permitirá evidenciar, mirar la realidad, tomando en cuenta las opiniones y experiencias de las mujeres, así como las funciones, actitudes y relaciones de varones y mujeres para maximizar el posible impacto positivo de una intervención o norma. No debemos olvidar y debemos tomar en cuenta que las leyes, que las políticas públicas no son neutras en cuanto a su impacto en la vida de las mujeres y hombres; pueden tener efectos positivos, negativos o mantener una situación determinada, perpetuando la subordinación y la desigualdad que marca la vida cotidiana de miles de mujeres en nuestro país. Por tanto, la participación eleva la dignidad y abre posibilidades de desarrollo y realización. Trabajar por la participación, significa, en definitiva, restituir a los desfavorecidos de América Latina uno de los derechos humanos más básicos, que con frecuencia y silenciosamente se les ha conculcado.
El estudio pretende aportar insumos para una mayor visibilización de la cultura afroperuana, precisar las necesidades de capacitación para la gestión económica, social y política de las mujeres; así como identificar las estrategias y alianzas con actores sociales, autoridades locales y funcionarios de salud y educación. La población requiere y demanda capacitación, particularmente en desarrollo personal, salud y formación técnico laboral. Actualmente son escasos los programas en estas temáticas, solo algún centro de salud u ONG realiza algunas de estas acciones.
Martha Pro Santana es Directora Ejecutiva del Centro para el Desarrollo Urbano y Rural (CEPDUR)
[1] El estudio fue desarrollado en el Hunter College of The City, University of New York and Foundation Ford, Nueva York. La versión completa está disponible en: http://alainet.org/images/12724.pdf
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