Tecnocracia financiera y democracia
06/02/2002
- Opinión
El cuadro actual de los negocios mundiales se encuentra demarcado por el
fenómeno de la falencia fraudulenta de la Enron. Esta empresa de petróleo
llegó a ocupar el 5º. lugar en la lista de las mayores empresas del mundo,
realizada por la revista Fortune. Lo grave de la situación es la clara
vinculación del presidente y del vicepresidente de Estados Unidos con los
negocios de esta firma que fue una de las principales financiadoras de su
campaña.
Según las denuncias, el vicepresidente Cheney se reunió seis veces con los
directores de la Enron para definir el plan nacional de energía con el
objetivo de ayudar a salvar la empresa.
Más novedosa aún ha sido la constatación de la absoluta incapacidad de una
de las mayores empresas de auditoria del mundo, la Andersen, de localizar
irregularidades contables evidentes y su complicidad abierta con la firma
al destruir documentos de la misma que la justicia norteamericana había
exigido.
Si se tratara de un caso aislado, podríamos quedar tranquilos. Pero este
es uno de los muchos ejemplos de la firme y decisiva articulación entre el
Estado y los intereses de las empresas, fenómeno que se hace cada vez más
orgánico y determinante de las políticas públicas.
Lo más grave es la transferencia del poder de formulación y aplicación de
políticas para órganos no elegidos, como los bancos centrales en los países
centrales, el FMI y el Banco Mundial en las zonas periféricas del Mundo.
Hace mucho he llamado la atención sobre lo que califiqué de “golpes de
Estado electorales”. Trátase de gobiernos elegidos en oposición a los
planes de estabilización monetaria y ajuste estructural del FMI y que se
convierten inmediatamente en sus más ortodoxos aplicadores.
Tarso Genro, creativo jurista y científico político, alcalde de Porto
Alegre por el PT, llamó la atención en reciente artículo (Jornal do Brasil,
27/01/02) sobre la grave crisis del Estado democrático moderno. Creo que
su argumento se resume en la siguiente frase:
“Trátase de un Estado en que predominan las primicias técnicas para
orientar políticas y no primicias políticas para escoger las técnicas”
Estas organizaciones estatales hablan en nombre de una doctrina económica
por demás desmoralizada por los hechos, presentada como una “ciencia”que
excluye cualquier propuesta alternativa. En nombre de esta doctrina, se
toman decisiones
que cuestan miles de millones de dólares a una población sometida a
terribles condiciones de vida.
Lo grave es la articulación perversa que se establece entre la corrupción,
la criminalidad abierta y los principios ordenadores del Estado. Los
gobiernos se ven compelidos a adoptar políticas e decisiones para evitar
fenómenos tan inexplicables como la amenaza de “crisis sistémica”,
“explosión de la demanda” en economías miserables y otras invenciones
“técnicas”.
En el presente momento asistimos en Brasil ejemplos impresionantes de esta
perversidad. De un lado, la justicia aplica el código del consumidor a las
acciones absolutamente irregulares de los bancos y es contestada por el
Banco Central que asume como suya la regulación de la vida bancaria y por
lo tanto (?) de los crímenes e irregularidades del sector.
Este debate ocurre en el momento exacto en que la justicia brasileña acaba
de desmoralizar completamente la capacidad del Banco Central defender los
intereses de la población y exponer, por el contrario, su dudosa
generosidad con los criminales e infractores.
El juez André Bizzo Molinaro, de la primera Jurisdicción Criminal de Río de
Janeiro, acaba de condenar por gestión fraudulenta, fraude de balances
financieros y divulgación de informaciones falsas al ex presidente del
Banco Nacional SA y a más 13 ejecutivos a él subordinados,
Estos señores se encuentran presos en este momento, a pesar de los intentos
de sus abogados de garantizar su libertad con un hábeas corpus. Lo grave
de este escándalo, que alcanza una de las más importantes familias de la
República, no es solamente el carácter de los crímenes practicados, que
incluyen la creación de miles de cuentas falsas para realizar operaciones
fraudulentas.
Es notoria la complicidad de las autoridades financieras con los
criminales, en nombre de principios generales de “ciencia económica”, de
procedimientos técnicos intocables y otros artificios impuestos por la
tecnocracia a los pueblos, Veamos algunos ejemplos en el caso citado:
a) El presidente del Banco Central en el período en que ocurrieron los
fraudes declaró a las autoridades que el Banco Nacional actuaba
“dentro de los patrones” y el juicio realizado por el Banco Central
no encontró irregularidades y se encerró sin culpas.
b) En 1995, el Banco Central intervino en el Banco Nacional para
decretar su desaparición y la venta al Unibanco de su parte “buena”
con un generoso financiamiento del PROER, el mismo programa de ayuda
al “sistema financiero” que encontramos en casi todos los países del
mundo para salvar este sistema internacional de la crisis del mismo
ocurrida en los años 90. Estas operaciones “técnicas” costaron al
país cerca de 4.500 mil millones de dólares. Las pesquisas
constataron un perjuicio total para el tesoro nacional de 9 mil
millones de dólares, un valor superior a los gastos de educación del
país en el presente año. Al mismo tiempo, las pesquisas constataron
las enormes ganancias obtenidas por los accionistas en los 10 años de
falsos balances.
c) Lo que hace más delicada la situación es el hecho de que la
presidenta del Consejo del Banco Nacional era la nuera del Presidente
Fernando Henrique Cardoso.
Pero éste no es un caso excepcional excepto por la disposición de la
justicia de llevarlo hasta las últimas consecuencias. A pesar de los celos
del Banco Central con respecto a su poder de policía y de jurisdicción, las
instituciones financieras fueron demandadas en cerca de 3 mil millones de
dólares en el año 2001 por evasión fiscal. Esto no impidió al sector
bancario registrar unas ganancias de 1.500 miles de millones de dólares en
el primer semestre de 2001.
Como vemos, hay una complicidad estrecha entre las instituciones del Estado
y las instituciones financieras. Esta complicidad afecta incluso el
sistema legal y constitucional. En 2000, el parlamento brasileño aprobó
una ley de responsabilidad fiscal que consagra el principio de que
cualquier superávit fiscal deberá ser usado, so pena de prisión para los
jefes del ejecutivo, para el pago de las deudas públicas o de los intereses
de la misma. Se consagra el principio que el Estado existe para pagar sus
deudas y no para atender las necesidades de sus ciudadanos.
Son muchos los ejemplos de que nos encontramos bajo una tecnocracia al
servicio del capital financiero y del capital en general. Ella impregna
las leyes, las políticas económicas y públicas en general, la acción de
instituciones subordinadas que se convierten en soberanas, como los Bancos
Centrales, etc. Ellas desarrollan un comportamiento corporativista que les
permite proteger incluso las acciones ilegales, inmorales y criminales de
sus comparsas.
El mundo del libre mercado, propuesto por los teóricos neoliberales, se
convierte en un poderoso mundo corporativo, en el cual dominan las
instituciones elegidas por el sistema, los grupos económicos, los
monopolios, los sectores económicos protegidos por las autoridades de esta
tecnocracia.
Mientras tanto la soberanía del pueblo, consagrada en los principios
democráticos que se imponen en sucesivas olas revolucionarias y reformistas
de los tres últimos siglos, se ven consumidos desde arriba por las
autoridades tecnocráticas. En su ideología, los resultados electorales
expresan desviaciones “populistas” que resultan de la demagogia. No hay
que respetar los resultados de estos procesos populares, hay que mantener
la perenne verdad de la ciencia.
Así como los monarcas absolutistas recibían su poder de Dios y no del
pueblo, los tecnócratas modernos los reciben del FMI. En vez de los santos
de la iglesia, entronizan a Milton Friedman y a los premios Nobel de
economía. No podemos decir que el nivel mejoró mucho...
* Theotonio Dos Santos es profesor titular de Economía de la Universidad
Federal Fluminense, es coordinador de la Cátedra y Red UNESCO-Universidad
de las Naciones Unidas sobre Economía Global y Desarrollo Sostenible y
presidente del Consejo Consultivo de Relaciones Internacionales del Estado
de Río de Janeiro.
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