Cómo acelerar el crecimiento

24/04/2007
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
El presidente Lula intenta cumplir su principal promesa de campaña: retomar el crecimiento económico de un país que hace 30 años no presenta una tasa de crecimiento significativa, condenando a su población joven cada vez mas numerosa a una pauperización creciente. Además de mantener bajos índices de crecimiento, aumentó drásticamente en este período la concentración económica permitiendo la acumulación de recursos para el pago de la deuda externa y el consumo improductivo de las oligarquías locales. Las deformaciones negativas producidas por los planes de “ajuste estructural”, patrocinados por el Banco Mundial en los años ochenta, solo perdieron en perversidad si se compara con las privatizaciones y los déficits comerciales de la década del 90, bajo la inspiración del Consenso de Washington.

En vez de corregir estas tendencias depresivas, los ajustes, que se realizan en los últimos años, continúan estimulando las soluciones perversas. Esto ocurre en un momento en el que las pretensiones privatistas de los neoliberales se encuentran totalmente desmoralizadas y no se toman con firmeza las decisiones para lograr el desarrollo económico que la coyuntura internacional permite y exige.

Esta situación ambigua está determinando la propuesta de creación de un Plan de Aceleración del Crecimiento (PAC) que presenta el gobierno brasileño como respuesta a la demanda consensuada del país para la recuperación del crecimiento. Por un lado, hay un claro reconocimiento de que le corresponde al Estado asumir la inducción directa e indirecta del crecimiento económico, asumiendo, al mismo tiempo, los costos sociales emergentes creados por la degradación de la situación social generada por la aplicación de las políticas neoliberales en los últimos años.

Es positivo ver el esfuerzo del gobierno en el sentido de articular los recursos estatales para privilegiar el incremento de las inversiones en infraestructura, en inversiones de mayor impacto tecnológico, en formación de recursos humanos, y en otras inversiones capaces de generar el crecimiento económico y el empleo.

Sin embargo, es dramático ver la dificultad del gobierno para enfrentar los graves problemas estructurales y macroeconómicos creados por las políticas neoliberales. Entre éstos, el más inmediato y definitivo es la falta de rapidez y decisión para bajar la tasa de interés absurda y antieconómica que practica el Estado brasileño al servicio de una minoría de rentistas (estimada en unas 55.000 personas) que recibe de éste, cerca de 75 mil millones de dólares anuales por concepto del pago de intereses completamente injustificables, moral y económicamente. Estos recursos equivalen a cerca del 10% del PIB.

La situación es aún más grave cuando se paga más de unos 50 mil millones de dólares en servicio de la deuda externa. Estos pagos corresponden a cerca del 40% del presupuesto de la nación. Es evidente que, con el 60% restante, el Estado brasileño no dispone de los medios para la inversión, reducida a nada, y para las políticas sociales necesarias para una población castigada por el desempleo y la exclusión social.

Al mismo tiempo, la política cambiaria mantiene una moneda sobrevaluada que pone en riesgo las exportaciones. Estas se duplicaron en los últimos 4 años, permitiendo lograr un superávit comercial con el cual el país pudo pagar sus deudas al FMI y a otros prestamistas y aún crear un fondo de reserva de 75 mil millones de dólares. Sacrificar estas exportaciones en el momento actual es extremamente peligroso en la medida en que afecta regiones enteras del país especializadas correcta o incorrectamente en actividades exportadoras.

Como resultado de esta combinación del bajo crecimiento interno (debido a las altísimas tasas de interés), del aumento de los recursos en dólares (a consecuencia del superávit comercial ) y de la valorización de la moneda nacional (debido al aumento de las reservas del país) , llegamos a la grave situación en la cual los capitalistas nacionales aumentaron enormemente sus inversiones en el exterior. Esto produjo, por primera vez, un superávit de las salidas de capital nacional en relación a la entrada de capitales en general. Si sumamos a esto el retiro de las ganancias y los pagos para el servicio de la deuda externa vemos el grado de deformación perversa a la cual llegó nuestra economía, en la medida en que se mantienen las políticas macroeconómicas neoliberales.

Es grave, por lo tanto, lanzar un fuerte programa de inversiones públicas en la expectativa de atraer inversiones privadas que, en estas circunstancias, no vendrán, como se pretende. En realidad, se podrá conseguir un pequeño aumento del crecimiento pero es evidente que aún este resultado será saboteado por la política del Banco Central. Esta institución es comandada por un ex -diputado del partido de la oposición, ex-director del Banco de Boston y hombre de confianza de los partidarios de lo que se suelen llamar el “mercado”, que no tiene nada que ver con un mercado real pues se trata de una minoría de personas sostenidas por el Estado brasileño en nombre de la contención de la inflación o de la atracción de capitales del exterior.

Actualmente, la inflación ha caído muy por debajo de las “metas” siempre equivocadas que presentan. Y esto ocurrió como consecuencia de la baja de la tasa de interés que, pese a ser insuficiente, fue alcanzada a partir de un vasto movimiento de opinión pública y de los intereses electorales del presidente. Es necesario señalar, sin embargo, que las rebajas efectuadas por el Banco Central en este período fueron muy inferiores a las exigencias del presidente, de los partidos del gobierno ( de la oposición que exige rebajas más significativas de las tasas de interés que elevaron en sus gobiernos y que continúan siendo mantenidas por sus hombres en el Banco Central ), de las organizaciones empresariales, de la iglesia, de los militares, de los agricultores, de los sindicatos y de los movimientos sociales, evidentemente.

Por último, hay que considerar la gran dificultad en que se encuentran las cuentas de los estados a consecuencia de los colosales pagos de intereses a los que están sometidos por la aplicación de las políticas monetaria y fiscal conducidas por el Banco Central. Los gobernadores buscan ampliar su participación en el presupuesto de la Unión cuando deberían, en primer lugar, negarse a pagar estos intereses absurdos.

En resumen, podemos afirmar que el gobierno no encontrará el camino del crecimiento que aspira la mayor parte de la población brasileña si no se libera del principio de la independencia del Banco Central e impone ahí los principios de una unidad nacional incontrastable para dejar atrás la política recesiva y retomar el desarrollo económico. A partir de este momento, el país reencontrará los debates virtuosos sobre el contenido del desarrollo y sus beneficiarios.

- Theotonio Dos Santos es director-presidente de la Cátedra y Red de la UNESCO y de la Universidad de las Naciones Unidas sobre Economía Global y Desarrollo Sostenible. www.reggen.org.br
https://www.alainet.org/es/active/17095
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS