Entrevista con Antonio Bonanomi

Resistencia y alternativa desde el Norte del Cauca

10/03/2007
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“Me siento como un viudo pero que amaba mucho a su esposa” nos dijo una vez sonriendo malicioso como un buen nasa, a raíz de la tristeza que le provocó su salida del norte del Cauca. Con este “viudo” es que nos encontraremos en las palabras que siguen, un poco más serias de lo habitual, pues es capaz de hacer carcajear a una comunidad reunida en alguna vereda o a un auditorio universitario en Colombia o en Europa.

 Antonio Bonanomi es un misionero católico, y podemos decir que es un colombiano e integrante del Pueblo Nasa del Norte del Cauca pues vivió 19 años en esta comunidad.

Pero más que un sacerdote es un ser humano, muy humano, capaz de compasión y solidaridad, que se indigna ante una injusticia en cualquier parte que sea, capaz de amor eficaz, tan necesario en nuestros días. Y capaz de entender con el corazón y con la razón las pequeñas y grandes cosas de la vida.
 
En 19 años de vida en el Pueblo Nasa del norte del Cauca, se volvió uno más y se comprometió hasta las últimas consecuencias. Pero cansado de la muerte, como él mismo dice, y buscando apoyar otros procesos, salió del Cauca hace un año.
 
Les dejamos pues, con este ser humano excepcional, un gigante del amor eficaz, un hombre tierno, valiente y fiel a un tal Jesús de Nazareth, que en la adolescencia lo sacó de sus sueños de la física atómica para meterlo en el mundo de los átomos del amor, del que no pudo salir jamás y que lo llevó a conocer muchos años después al padre Álvaro Ulcué, el sacerdote nasa que promovió el nacimiento del Proyecto Nasa en 1980 y que por su compromiso radical fue asesinado el 10 de noviembre de 1980. Fue así como quedó amarrado al Pueblo Nasa y por lo que no pudo escapar a esta entrevista.
 
- Padre Antonio, a un año de haber salido del norte del Cauca y encontrarse en Bogotá en otra misión, en otro trabajo, después de un año de salir de estas tierras que extraña ¿qué es lo que más valora de este proceso del Pueblo Nasa del norte del Cauca?
 

A lo largo de este año de estar lejos he tenido mucho tiempo para pensar y repensar la experiencia que he vivido acompañando el camino de la comunidad y tres palabras resuenan en mi corazón, como tres palabras que resumen toda la experiencia. La primera es la palabra resistencia. Yo he admirado profundamente la capacidad que ha tenido el Pueblo Nasa del norte del Cauca, de resistir. Muchos pueblos no han aprendido a resistir y desaparecieron. El Pueblo Nasa resistió: resistió primero la conquista, resistió luego la colonización, y resistió a todas la invasiones que han tratado que quitarle la cultura, el pensamiento, el territorio, los valores que son propios del Pueblo Nasa. A lo largo de su historia ha tenido que cambiar a veces las estrategias: la lucha armada, los diálogos, la resistencia política, pero siempre ha resistido y por eso ha sobrevivido. Es un valor admirable.

 La segunda palabra que me resuena en el corazón es la palabra esperanza, sueño. Personalmente siempre he admirado la capacidad que tiene el Pueblo Nasa de soñar, de no desanimarse. Tantas veces después de haber vivido problemas graves la gente volvía a pensar y a soñar nuevos desarrollos, nuevos proyectos. Esta capacidad de soñar a mí me ha impresionado mucho. Muchas veces yo me desanimaba. Recordaré siempre lo que me pasó cuando mataron a los 20 compañeros del Nilo el 16 de diciembre de 1991, yo me sentí como muerto, sentí que en mi corazón había muerto la esperanza. Y admiré la capacidad de la gente de seguir creyendo que la sangre de esos 20 compañeros era una fuerza más para seguir en la lucha y en el camino. Los mártires, y han sido muchos a lo largo de la historia, especialmente en los últimos años, en lugar de destruir la esperanza la han fortalecido. Y esta esperanza se expresa fundamentalmente en los planes de vida, que a partir del año 1980 el Pueblo Nasa del norte del Cauca ha venido definiendo, escribiendo. No es que el proyecto, el plan de vida, nazca en 1980, pero a partir del 80, por el impulso del padre Álvaro Ulcué, ese plan de vida se organiza y esto como que es hoy todavía, y creo que lo será por siempre, una fuente de esperanza y de sueño.
 
Y la tercera palabra es alternativa. Es una palabra aparentemente nueva, que ha sido la palabra clave del Mandato Indígena y Popular que se proclamó en ese congreso extraordinario celebrado a conclusión de la marcha desde Santander a Cali en septiembre de 2004. Pero fundamentalmente la alternativa es algo que está enraizado en el corazón del pueblo. Una alternativa que es fruto fundamentalmente del plan de vida pero también de una síntesis nueva que ha hecho conjugar tradición y modernidad, autoridad y democracia, valores tradicionales y valores nuevos: uno allí ve la alternativa. El Pueblo Nasa no se contenta de oponerse al sistema, quiere construir una alternativa al sistema, no quiere el poder, como otros, menos con las armas, sino que quiere construir otra forma de poder, otra forma de vida.
 

A la raíz de estas tres palabras, que son tres maneras de ser, está una profunda espiritualidad. Yo como cristiano siempre me he sentido en sintonía con el Pueblo Nasa por su profunda espiritualidad. El Pueblo Nasa sabe que no es dueño, ni del territorio, ni de la vida, ni de la creación, sino que es cuidandero de todo esto y siente que debe responder a esta responsabilidad que el espíritu, los espíritus, le han dado de cuidar de la Madre Tierra, de defenderla, de cuidar de la vida, de defenderla y promoverla. Creo que estos valores éticos y espirituales son como la raíz de donde brota la resistencia, de donde brota la esperanza, de donde brota la alternativa.

 - Nos encontramos en un momento muy difícil donde hacer la resistencia, donde mantener la esperanza viva para construir una alternativa se da en condiciones extremas. A usted mismo le hemos escuchado que los ejércitos vienen y se van pero que los sueños continúan. Pero hoy enfrentamos un desafío muy grande, como lo dice el Mandato Indígena y Popular. ¿Cómo ve usted este desafío que es el desafío que viven los pueblos indígenas de Colombia y de América?
 

Los pueblos indígenas de Colombia y quizá no sólo de Colombia, viven seguramente un momento muy difícil. Yo veo dos grandes enemigos. El primer enemigo es el sistema imperial que domina la política en Colombia. Prácticamente los pueblos indígenas son un estorbo. Un estorbo porque por su cultura, por su defensa del territorio, por su amor a la tierra, estorban los proyectos de las multinacionales, de los que quieren adueñarse del agua y del bosque, de todos recursos naturales. Así que la cultura indígena es eminentemente anticapitalista y antineoliberal y por eso el capitalismo y el neoliberalismo, que hoy quieren dominar el mundo –y lo dominan, no solamente con la política sino también con las armas, con las leyes– son enemigos de los pueblos indígenas y consideran a los pueblos indígenas como sus enemigos. De allí la represión, de allí el desplazamiento, de allí las leyes contra los pueblos indígenas, de allí también todas las situaciones que están viviendo… Yo en este momento recuerdo especialmente la situación tristísima del Pueblo Nukak, pero esto lo viven todos.

 A esto se añade hoy la otra realidad, la realidad que el pueblo indígena, especialmente  el Pueblo Nasa del norte del Cauca, es un estorbo también para los que quieren adueñarse del poder para dominar otra vez el territorio y el país. Y duele decirlo pero no solamente el ejército es enemigo hoy sino también los grupos subversivos son enemigos porque no entienden ni la resistencia, ni la esperanza, ni la alternativa. Ellos quieren el poder y lo quieren con las armas, mientras que el Pueblo Nasa, especialmente del norte del Cauca, que es un poco como la vanguardia de los indígenas en Colombia, no quiere el poder, o mejor, quiere construir otra forma de poder. Y en este sentido comparte la suerte de muchos otros, la suerte de muchos afro, de muchos campesinos, de muchos barrios populares de las ciudades... En este año caminando en Bogotá, en Tocaima, en María la Baja, en muchas partes, he encontrado grupos de personas de la base, hombres y mujeres pobres, humildes, que han sido perseguidos y que siguen sufriendo no solamente por el conflicto social sino también por el conflicto armado.
 
Y es verdad: yo pienso que a lo largo de su historia el Pueblo Nasa ha sufrido mucha represión, mucha persecución, pero nunca fue tan fuerte la represión, tan poderosa como hoy. Porque no solamente es una represión armada sino muchas veces también una represión que se fundamenta en leyes. Prácticamente lo ilegal hoy se convierte en legal y lo que el estado hace tiene una apariencia de legalidad aunque viole continuamente los derechos de los pueblos indígenas. Sobre esto, creo, toca seguir reflexionando, pensando. La comunidad tiene que entender todo este peligro que viene. A veces cuando uno vive allí el único peligro que ve son las armas pero si lo pensamos bien no son el único peligro, hay otros peligros más sutiles que se ven con mayor dificultad pero que pueden ser más determinantes, más definitivos para el futuro de los pueblos indígenas.
 
- El 22 de febrero pasado se hizo la audiencia pública en Corinto (norte del Cauca) en la que se denunció la muerte, la persecución, la amenaza… Y se vio cómo por querer expresar una alternativa, otro estilo de vida, este pueblo es perseguido por todos los actores armados. Y es también no solo agredido por la guerra y por las leyes que usted acaba de mencionar sino también por una campaña de propaganda en contra, difamando, manipulando verdades o calumniando de manera irresponsable lo que acá se trata de construir, y poniendo ante el mundo a este proceso comunitario como aliado del gobierno Uribe. Usted vivió en este proceso por 19 años ¿qué puede testimoniar ante el mundo, en donde se ha sembrado tantas dudas?
 
Cuando me pidieron de venir a Bogotá para asumir la responsabilidad del centro de misión y culturas, de formación y reflexión, al comienzo yo me resistí mucho. Pero te confieso que lo que casi me empujó a aceptar esta propuesta fue un cierto cansancio: yo me sentí cansado de tantos muertos, realmente yo no aguantaba más. Yo recordaba a los 20 compañeros del Nilo, recordaba a Cristóbal, recordaba a Aldemar Pinzón, pero recordaba a todos los jóvenes de las veredas de Toribío, de Tacueyó, de Jambaló, de Corinto, de Caloto, de Munchique… Me ha tocado acompañar el dolor de centenares de familias. Y a mí me duele cuando leo, como he leído en estos días, los comunicados de organizaciones campesinas, de organizaciones que se autoproclaman de derechos humanos, con mentiras y amenazas, me ha dolido profundamente en el corazón.
 
Porque uno espera que la amenaza, la represión o la muerte pueda venir del Estado que siempre ha sido y es todavía el enemigo de los pueblos indígenas, pero no espera que estas amenazas y estas mentiras que están a la base de las amenazas vengan de personas que se proclaman como responsables de redes de derechos humanos, personas que son al frente de organizaciones campesinas o de grupos que dicen ser defensores del pueblo.
 
Para mí esto es lo que más da valor a la opción por la autonomía que ha hecho el Pueblo Nasa. Porque si esta opción fuera perseguida solamente por el Estado uno podría dudar que sea verdadera autonomía, pero cuando es perseguida por ambos lados, es amenazada de ambos lados, cuando las mentiras nacen de ambos lados, entonces uno dice: “la opción es buena”. La opción por la vida, por la defensa de la tierra, por la organización comunitaria, por una democracia construida desde la base, es la opción verdadera que el Pueblo Nasa ha hecho y que puede presentar a otros grupos humanos del país, del continente y del mundo, como un ejemplo.
 
Creo que las pruebas de esto han sido el premio nacional de paz al Proyecto Nasa, el premio de paz a la Guardia Indígena, el premio ecuatorial 2004, del PNUD, son signos que otros, externos al proceso en un cierto sentido, pero que conocen el proceso, que han visitado el proceso, reconocen al proceso del norte como un proceso que de verdad es a favor de la paz, de la paz verdadera, no de la paz de los cementerios, sino de la paz de la vida, la paz que es fraternidad, que es solidaridad, que es convivencia pacífica, que es capacidad de construir el sueño, no solo, sino con todos los demás que igualmente sueñan otro mundo que es posible pero que es también necesario.
 
Yo personalmente creo y lo he visto, que lo que el Pueblo Nasa propone es el verdadero proyecto de vida que vale para estas comunidades del norte del Cauca, pero vale para todos los pueblos de la tierra. Hoy en todo el mundo, y el Foro Social Mundial lo ha expresado claramente, todo el mundo sueña otro mundo posible, otro mundo necesario, pero el Pueblo Nasa lo está construyendo desde hace años, y lo está construyendo lastimosamente a precio de su sangre.
 
Y es tiempo de que los que han dicho mentiras, los que están amenazando, reconozcan su error porque no es matando a los líderes indígenas que se construye el futuro de Colombia, todo lo contrario, se destruye la esperanza de vida para muchos aquí en Colombia y en otras partes del mundo.
 
- Usted dice que este pueblo está construyendo desde hace años la alternativa, ¿cuáles son los signos, a su juicio, de esa alternativa en construcción?
 
Fundamentalmente es el plan de vida nasa que yo llamaría una democracia construida desde la base, una democracia donde cada uno, los niños, los jóvenes, las mujeres, las mayores, los mayores, cada uno tiene derecho a hablar, a pensar primero, a opinar, a decidir, a actuar y a controlar lo que se está haciendo. Es un modelo único. Yo pienso que en ninguna parte del mundo se ha logrado una verdadera democracia, muchas veces la que se llama democracia es falsa. Yo podría dar un montón de ejemplos de lo que he vivido en este sentido. La palabra de los niños es hoy una palabra importante en la comunidad nasa, la palabra de los jóvenes del movimiento juvenil es una palabra importante, la palabra de las mujeres es una palabra importante, la palabra de los mayores, que es fuente de sabiduría para todos, es una palabra importante. Así que, creo, que esto que se está viviendo en las asambleas, en los encuentros, en los talleres ha sido para mí el esfuerzo más grande y al mismo tiempo el ejemplo más evidente de una alternativa.
 

A esto yo quiero añadir la opción que el Pueblo Nasa ha hecho por la educación, por la formación de la conciencia. Ha sido un esfuerzo grande, no de manipular a la comunidad, no de usar, no de engañar a la comunidad, sino de despertar la conciencia como base de una verdadera organización. No es una organización que viene de lo alto, del poder, sino es una organización que nace desde una conciencia despierta y clara que la comunidad ha venido progresivamente construyendo a lo largo de su historia.

 
Yo personalmente diría que estas dos palabras, democracia, como participación de la comunidad, de cada uno, de cada miembro, y la palabra conciencia, son los dos pilares que identifican la alternativa, el nuevo proyecto de vida que el Pueblo Nasa propone a los demás pueblos indígenas, a los pueblos de Colombia, a los pueblos del mundo.
 
- …TLCs, leyes en curso, planes hegemónicos que continúan… es lo que viene para los pueblos indígenas y los movimientos populares de América. ¿Que camino ve usted para que la alternativa que se construye acá, en Oaxaca, en Bolivia, en Chiapas…  pueda ser una alternativa construida en el escenario de América para el otro mundo posible y necesario?
 
Yo pienso que en este sentido la experiencia del norte del Cauca es una experiencia que debe ser todavía más reflexionada, pensada y profundizada. Yo diría que hay tres palabras sobre las que se puede construir un futuro. La primera palabra es la palabra conciencia, como decía ya. Toca despertar la conciencia. Lastimosamente sí es cierto que el 80% de los hombres viven en condiciones de extrema miseria, de marginación, de exclusión, y solamente un 20% de los hombres se están adueñando de todo poder: del poder económico, del poder político, del poder social, del poder tecnológico… Pero lo triste es que la gran parte de los hombres no ha tomado conciencia de esto. Se dejan comprar, se dejan manipular, o vive peleando los unos con los otros, pobre con pobre, considerando que el enemigo es el otro pobre mientras que el enemigo no es el otro pobre. La conciencia. Creo que esto es lo más urgente. Tenemos que crear instrumentos preciosos, importantes, educativos que sean instrumentos que despiertan la conciencia y no la adormecen como muchas veces la educación oficial.
 

La segunda palabra que desde el norte del Cauca se propone al mundo es la palabra participación. Uno lo nota en las elecciones: el 80%, 90% de los que más sufren son los que no votan y al no votar permiten que la pequeña minoría prepotente, soberbia sea la que siempre mande en el país. La palabra participación debe ser hoy una palabra clave para los que quieran construir futuro. El voto es una manera de participar, las marchas son otra manera de participar, todos los instrumentos de participación que ofrece la misma Constitución Política deberían ser estimulados y usados.

 Y la tercera es la red. Creo que ningún pueblo o ningún grupo humano solo puede lograr cambiar la realidad que estamos viviendo, resistir a las leyes que son un instrumento para las multinacionales, para dominar, explotar el mundo a daño de la mayoría de los hombres. Para poder resistir, para poder construir la esperanza y la alternativa, es importante hoy crear redes. Yo recuerdo esa frase que se escribió en el Mandato Indígena y Popular: ahora nos damos cuenta que solos no podemos, que nos necesitamos los unos de los otros para poder resistir y para construir la alternativa.
 
Y es aquí donde viene la urgencia de dar visibilidad a estos procesos para que puedan conjugarse a través de una red amplísima, conjugarse en un gran movimiento que de verdad fortalezca la resistencia, dé la posibilidad de seguir soñando y construya la alternativa.
 

- ¿Cómo recibe usted la postulación que hace la AFSC (American Friend Service Comité) a la ACIN (Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca) y a la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, al premio Nobel de Paz?

 La recibo con una enorme alegría. Alegría para la Comunidad de Paz de San José de Apartadó que tanto ha sufrido. Y alegría grande, grandísima para el norte del Cauca. Para mí es como un regalo grande a todos lo que han luchado, a toda la sangre de los mártires que ha sido derramada en el norte del Cauca. Yo pienso que esto debería poner a mucha gente a pensar. A pensar que lo que hemos trabajado, lo que hemos construido, lo que hemos sufrido, y cada uno ha puesto su ladrillo en esta construcción, no ha sido en vano, otros lo reconocen, otros lo aprecian. No sé si ganaremos, y digo ganaremos porque yo me siento, aunque ahora alejado, me siento todavía parte del proceso del norte, no sé si ganaremos. Pero el hecho que alguien, que una organización con el apoyo de muchas otras personas, haya pensado que merecemos el Premio Nobel de Paz, me hace sentir más animado. Nos pueden matar (y esto me duele decirlo: con angustia todos los días cuando timbra el teléfono tengo miedo que me digan que mataron a alguien. Yo sé que muchos de ustedes hoy están amenazados, hasta los que están al frente de los medios de comunicación indígenas están amenazados y me duele harto, me duele hartísimo) nos pueden matar pero no matarán la vida. Porque la vida es más fuerte que la muerte, el amor es más fuerte que el odio, la esperanza es más fuerte que la desesperación.
 

Este es el desafío que hacemos a todos los que nos odian, a todos los que nos amenazan. Ellos aunque sean hoy fuertes, aunque con las armas nos pueden matar, no pueden matar el espíritu. Lo decía el padre Álvaro: el cuerpo sí lo matarán pero el espíritu no lo matarán porque vive en la comunidad. Y yo recordaré siempre lo que me dijo el finadito Cristóbal cuando estando juntos allí en el Nilo acompañamos a los 20 compañeros muertos, él me dijo “mataron a 20, ahora se levantarán 200”. Lo decían ya antiguamente los cristianos que la sangre de los mártires era semilla de nuevos cristianos. Lo mismo será: la sangre de los mártires será y es, pero más en el futuro, semilla de nuevos resistentes, de nuevos soñadores, de nuevos constructores de alternativa.

 - Cuando uno escucha sus palabras y cuando ve las acciones de vida de mucha gente y de muchos pueblos, ve que es real la construcción de la nueva comunidad que sueña el Pueblo Nasa, es real la construcción del reino de Dios, la alternativa  que soñó Jesús de Nazareth y por lo cual fue asesinado por el imperio romano…
 
Es verdad, sabes. Agradezco a mi Dios que me dio la oportunidad de pasar casi 19 años allí acompañando la comunidad. Yo allí he visto el evangelio. Uno a veces aquí en la ciudad como que no lo ve; lo lee, lo estudia pero no lo ve. Mientras que allí quizá he tenido menos tiempo de estudiar el evangelio pero lo he visto. Lo he visto en tantos niños, en tantos jóvenes, en tantas familias, en tantos mayores. Lo he visto en tantos líderes, yo quisiera recordar nombres pero no los doy para no ofender si me olvido de alguien, pero yo los admiré, yo sentí la fortaleza, el ánimo, admiré la fortaleza de muchos gobernadores que sacaban la cara por la comunidad, que se enfrentaban al peligro por la comunidad. A mí me conmovió mucho. A veces quizá muchos líderes piensan que no son cristianos o rechazan una cierta forma de ser cristianos pero yo he visto allí qué es el evangelio y cómo se construye el evangelio, no de palabra sino de obra. Y allí he visto como se construye en medio de muchos peligros, en medio de muchas amenazas, en medio de muchas mentiras, cómo se construye el reino de Dios; un reino de Dios pequeño pero un reino de Dios que es esperanza para muchos.
 

Yo diría a todos que no se cansen, que no se desanimen porque la carrera es todavía larga, el camino es todavía largo. Reúnanse ahora en comunidad a mirar los problemas, hay problemas al interior de la comunidad, hay desigualdades, hay mala repartición de tierras, hay problemas que toca enfrentar y solucionar… pero no se cansen y no se desanimen porque el camino que el padre Álvaro nos ha indicado, siguiendo el camino de Jesús, es el verdadero camino. No es el camino del odio y de las armas; no es el camino de las mentiras y de las amenazas; sino es el camino de la solidaridad, de la fraternidad, es el camino que valora la vida de cada uno empezando por la vida de la Madre Tierra.

 - Padre Antonio Bonanomi, comunero del Norte del Cauca y misionero del mundo, gracias por sus palabras y que nos siga acompañando desde la distancia y en momentos desde estas tierras para que nos siga regalando su sabiduría.
 

Te doy un saludo, un saludo muy cariñoso y un saludo a todos. Una palabra de aliento especialmente los que están viviendo momentos difíciles, a todos los que se sienten golpeados por las mentiras y las amenazas. A ellos especialmente les digo: no tengan miedo, el espíritu de Dios está con nosotros, está con los pobres, con los humildes, que luchan no para construir injusticia sino justicia; que luchan no con odio sino por amor, que sigan adelante porque el camino que hemos empezado es un camino verdadero es un camino de vida y la vida nadie la puede apagar, si la matan resucita.

 Y el ejemplo de Jesús es el ejemplo que quizá debe iluminar más en este momento el camino de la comunidad. A él también lo mataron, lo mataron con calumnias, con mentiras, pero él resucitó y vive y anima el corazón millones y millones de personas que mirándolo a él crucificado y resucitado recuperan la alegría de vivir, el gusto de amar y de servir, el gusto de seguir caminando, y seguir construyendo el otro mundo posible, el otro mundo necesario.
 

Fuente: Tejido de Comunicación Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN)

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