En la discusión sobre el socialismo del siglo XXI, he podido escuchar y leer algunas opiniones y afirmaciones, que no pueden calificarse sino como disparates productos del desconocimiento de la materia, por una parte, y de un fanatismo religioso de algunos en relación con el presidente Chávez. Oírle necedades a grupos opositores ya es algo natural. En ellos, el fanatismo antichavecista los ha enceguecido de tal forma, que han perdido toda posibilidad de raciocinio y de comprensión de la realidad; ése es su problema y verán si lo resuelven o si siguen por ese despeñadero. Pero, en el caso de la gente que trabaja para el proceso la situación llama a la preocupación, pues ellos están construyendo el futuro y esa construcción no puede efectuarse sobre la base de disparates conceptuales.

 

A este tipo de limitaciones hay que salirle al paso rápidamente. Así, uno de los nuevos teóricos “socialistas” del país, un señor de apellido El Troudi o algo parecido, dijo recientemente que la Venezuela revolucionaria no tenía nada que ver con el capitalismo de estado, a lo que yo me pregunto: ¿Y qué tipo de empresa es PDVSA? ¿Se tratará de una gran cooperativa de todos sus trabajadores? ¿Es acaso la primera empresa socializada del país? La principal y casi única gran empresa existente en Venezuela, responsable de producir la mitad de todo lo que producimos y generadora de ganancias gigantescas de las cuales vivimos, es un ejemplo típico de capitalismo de estado. Otro tanto son las empresas de la CVG, despojada en el pasado de SIDOR, que fue privatizada y está hoy en manos del capital transnacional. ¿Entonces? Ese tipo de afirmaciones confunden al pueblo venezolano y envenenan cualquier discusión sobre la materia.

 

Otro disparate común de muchas bocas bolivarianas, ilustradas unas y menos ilustradas otras, es que el socialismo ha hecho avances gigantescos en China. ¡Señores! China es hoy una potencia capitalista, que tiene como objetivos primarios la grandeza nacional y mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, dirigida por un partido que continua llamándose Partido Comunista Chino y que no sé, nadie lo sabe, si en algún momento, en el futuro lejano, luego de desarrollar sus fuerzas productivas al máximo, decidirá pasar al modo de producción socialista.

Un último desatino, para terminar, se lo oí a Rafael Ramírez, quien dijo que con la renta petrolera iremos al socialismo del siglo XXI. Es decir que, para soportar el socialismo, este funcionario opina que Venezuela no tiene que hacer ningún esfuerzo adicional a vender combustible fósil, que es lo que hoy se hace y siempre se ha hecho desde Gómez. Esas afirmaciones confunden, pues dan la impresión de que se trata de algo sencillo, ya resuelto y hacen pensar que no se tiene clara la necesidad de despegar del subdesarrollo, como condición previa y necesaria para un mayor bienestar.