Después de las celebraciones -más mediáticas que ciudadanas- por la decimoquinta región retransmitidas una y otra vez en la TV local y en el matutino de la cadena nacional, me pregunté ¿qué onda los pueblos indígenas en la nueva división territorial en la zona?

Arica, otrora ciudad industrial donde los televisores, cocinas y lavadoras que salían como pan caliente de las fábricas asentadas en la ciudad de la eterna primavera… quien no recuerda a la mil veces nombrada Junta de Adelanto. Esas casi leyendas de la época de Oro de la Arica post guerra del Pacífico, de esa Arica chilena, esa Arica mundialista, Arica Puerto Libre. La misma que era centro de intercambio de los andinos con los de la costa, esa donde llegó mi mamá y sus amigos en angarillas desde sus pueblos altiplánicos, alojaban en tambos en el centro de la ciudad mientras los adultos intercambiaban productos. La misma que negó la presencia indígena que fue la mano de obra barata de la implementación del Plan Andino, donde nuestros abuelos arriesgaron sus vidas haciendo caminos a sudor y a pulso. La misma que se folclorizó con el retorno a la democracia, la misma donde es más común tener familia de siempre en Tacna o en La Paz que en Santiago.

En esta Arica Parinacota multicultural que se apronta a la invasión burocrática hay muchas dudas en el aire, como la pertinencia sociocultural de las políticas públicas a implantar; un ejemplo: la trifrontera. Al parecer como si fuera materia sólo de resguardo nacional la gran ventaja de ser tripartito precisamente no es pensar en la inminente guerra, sino que las verdaderas oportunidades que nos daría el oficializar la integración.
Partiendo de la premisa que este territorio es compartido por lo que hoy entendemos por Chile, Perú y Bolivia, es de suma emergencia la validación de leyes especiales que regulen fundamentalmente el trabajo. En Parinacota la escasa fuerza laboral no es sólo por la poca población, sino que desde Arica no suben temporeros a los poblados andinos, sino que son los campesinos bolivianos -en su mayoría- los que vienen a trabajar, y esa es la realidad. Entonces ¿cómo se sigue imponiendo una legislación nacional en una zona donde las características son socioculturalmente distintas?

En infraestructura vial: tras el terremoto de junio del 2005, el mundo se enteró de las precarias vías de acceso con los que cuentas los poblados de la quebrada de Tarapacá y en general los poblados andinos. Y no se les va a ocurrir concesionar carreteras… no se olviden que el Estado harto ha usufructuado con su política asimilacionista. Ya se sabe de varios casos de cómo pequeños poblados han luchado por años para contar con el apoyo para la construcción de caminos, mientras las autoridades responden que serían muy pocos los beneficiarios de tal carretera… ¿eso no es discriminación, acaso ellos no tiene tanto derecho como otras personas?

Relación pueblos originarios - Estado: Sin duda alguna uno de los desafíos más grandes es para quienes interlocutarán con las autoridades que Chile impondrá en los territorios indígenas. Recuerden que el Estado ha declarado propiedad fiscal a zonas de particulares indígenas; los operadores turísticos publicitan bellezas naturales sin participación de los comuneros; y la autoridad sanitaria restringe el intercambio tradicional de productos. Se sigue viendo a los indígenas como los “otros” pobrecitos que hay que decirles que hacer…

Arica Parinacota Región, ¿más burocracia o empoderamiento sociocultural? En un país que se aferra a su homogeneidad de papel y reniega de su diversidad cultural, donde los gobiernos se sacan los pillos con intenciones legislativas para dejar contentos a “todos y todas” mientras cruzan los dedos para que nadie reclame ni diga nada, donde reivindicar derechos es un problema judicial, la ciudadanía con identidad tenemos que actuar y comprometernos para no caer en lo mismo de siempre.

Leyla Noriega Zegarra
Periodista, Lic. en Comunicación Social Arica-Chile