Bolivia: La deuda externa y el programa HIPC en Bolivia
28/11/2001
- Opinión
La reducción anual del servicio de la deuda externa pública en
Bolivia, lograda a través del programa HIPC , es inferior a la
transferencia de recursos al exterior, debido sobre todo al deterioro
de los términos de intercambio y el pago del servicio de la deuda
externa. Las políticas de ajuste estructural no lograron crear la
base para generar un flujo de ahorro nacional disponible para
requerimientos de inversión asociada al crecimiento económico y al
desarrollo humano, lo que implica reproducir el conjunto de las
condiciones negativas que dan lugar a problemas que se pretende
superar incluyendo la deuda externa y la pobreza.
A través del programa HIPC I, vigente desde septiembre de 1998, se
acordó una reducción de la deuda externa pública de fuente bilateral
y, por vez primera, multilateral. Se trata de recursos que, al dejar
de pagarse como servicio de la deuda, deben asignarse anualmente a
acciones para reducir la pobreza.
Pero el pago del servicio de la deuda externa y el efecto negativo de
los términos de intercambio, redujeron el nivel del ahorro nacional
disponible; hubo una fuerte caída en el nivel del producto, de las
exportaciones y el saldo negativo en la cuenta corriente no pudo ser
compensado por el importante flujo de inversión extranjera directa.
La reproducción de las condiciones que determinan la merma del ahorro
disponible da lugar a la continuidad de la deuda externa pública como
problema. Además, el monto del servicio de la deuda (deduciendo la
condonación proveniente del HIPC) sigue siendo oneroso para el país al
representar el 83% de la inversión social presupuestada en 1999, hecho
que incide en la limitada magnitud de los recursos públicos asignados
al área social y el reducido nivel del alivio de la deuda según
requerimientos orientados al desarrollo humano y superación de la
pobreza.
Durante los dos primeros años de su aplicación, el flujo de recursos
anuales derivados del HIPC I y el HIPC II incrementaría,
aproximadamente, en 44% la condonación promedio de 1999-2000 en la que
solamente operó el HIPC I. Esto significa una fuerte obligación para
el presupuesto público, ya que los fondos correspondientes deben ser
generados por la economía nacional; además de tener que solventar esta
obligación, y elevados costos de reformas institucionales. Dada la
crítica situación actual se plantea una discrepancia, ya que la
condonación implica la necesidad de aumentar los ingresos públicos en
un contexto propenso a un bajo crecimiento de la economía;
adicionalmente, el programa HIPC determina condiciones restrictivas
para la obtención de financiamiento.
Por deficiencias en la capacidad productiva y el ahorro disponible se
mantiene la excesiva necesidad de financiamiento externo y, por tanto,
la reproducción de la deuda.
Comprendiendo los problemas El HIPC, como estrategia de alivio del
servicio de la deuda externa integrada a su vez al programa de ajuste
estructural, encontró limitaciones adicionales para el cumplimiento de
sus objetivos ante el desencadenamiento de la tendencia recesiva que
afecta a sectores económicos fundamentales del país. El marco
institucional internacional y sus mecanismos de control dejan un
reducido margen para definir políticas estatales soberanas.
La economía nacional depende en exceso del financiamiento multilateral
y bilateral, de carácter concesional, para el mantenimiento de los
equilibrios macroeconómicos básicos y para la inversión en el área
social. Las políticas de reducción buscan sustituir el financiamiento
ligado a la deuda por inversión extranjera directa; no se vislumbra,
en cambio, políticas que acrecienten el ahorro nacional disponible.
El desenvolvimiento externo requiere de una economía modernizada y un
sector exportador competitivo capaz de encarar las contingencias del
comercio y el fluctuante desenvolvimiento financiero internacional;
esta calidad es decisiva para fortalecer la dinámica del crecimiento
económico y la articulación positiva del proceso del ahorro e
inversión, con mayor aporte de recursos internos.
Hace falta una fuerte decisión y capacidad política y ejercer una
estrategia única que movilice al país en torno a objetivos integrados,
señalando articulaciones entre acciones en las áreas económica y
social.
En este caso, la política social se situaría en el proceso de las
transformaciones económicas que es necesario llevar a cabo para
apuntalar el crecimiento que de lugar al desarrollo social. La
función del Estado -con el ejercicio de la descentralización y
participación de los agentes económicos- en la dirección y promoción
del desarrollo es una condición básica.
* Alvaro Aguirre Badani Economista del CEDLA, Bolivia
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