Alto crecimiento y creciente desigualdad

08/02/2007
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El Banco Central de Costa Rica ha estimado el crecimiento de la producción de bienes y servicios del año 2006 en un 7,9%, lo que constituye la tasa más elevada desde el año 2000.

Entre los factores que explican ese crecimiento elevado, según el mismo Banco, son las industrias "manufactureras", "transporte, almacenaje y comunicaciones" y "agropecuaria", en ese orden (Programa Monetario 2007-2008, Banco Central de Costa Rica). Las dos primeras industrias explican un 52% del incremento de la variación del PIB en el 2006.

En el año 2005, la situación económica fue menos dinámica y el PIB creció un 5,9%, nada despreciable, aunque hubo cambios en algunas de las industrias que crecieron más rápido: las "manufactureras" y "transporte, almacenaje y comunicaciones" aumentaron a una tasa mayor del 10% y la "agropecuaria" fue mucho menos dinámica y fue sustituida en su importancia por "comercio, restaurantes y hoteles". Con ello quiero expresar que el rápido crecimiento en el 2006 fue el resultado de las tendencias que venían de años atrás y de las buenas condiciones económicas internacionales para las exportaciones del país en ese año, además de políticas macroeconómicas prudentes en varios frentes. Aunque hay que dejar claro, fue a costas de sacrificar inversiones en infraestructura e inversión social, tal como fue el caso de los bonos de vivienda en el 2005.

Cuando se analiza un periodo de 15 de años de la evolución del PIB se destaca que después de la industria manufacturera, es el sector de "transporte, almacenaje y comunicaciones" el que más ayuda a explicar el crecimiento de la producción (casi un 20%), destacándose dentro de este el subsector de telecomunicaciones. Este sector incrementó su participación en el PIB un 85% y alcanzó un 13.8% en el 2006. De ahí que en las presentes circunstancias sea tan apetecido por unas pocas empresas transnacionales que están a la espera de la apertura a la "competencia".

Por otra parte, las fuerzas principales que influyen en la demanda por la producción, son el "consumo final de los hogares" y las "exportaciones de bienes". La primera es un resultado principalmente de los ingresos que reciben los hogares que depende mucho de las políticas salariales del país y particularmente de las empresas; las exportaciones, por su parte, son el resultado de la demanda externa y le corresponde al sector productivo nacional y extranjero satisfacerla. El efecto de las exportaciones en la generación de empleos, e indirectamente en el crecimiento del conjunto de los salarios de los trabajadores no es apreciable, a juzgar por el análisis que se deriva de los datos de los últimos veinte años en materia de crecimiento de las exportaciones y su relación con la generación de empleos.

En consecuencia, en la medida que el Gobierno deje que el salario mínimo se deteriore, en el 2006 el índice del salario mínimo real estaba a un nivel un poco más bajo que al del año 2001, en otras palabras, el trabajador ganaba en el 2006 como hacía 5 años atrás en términos reales, y que se produzcan desmejoras en la distribución primaria del ingreso (pagos a los factores de la producción), la tendencia a la desigualdad crece. Una medida de esa desigualdad la proporciona el coeficiente de Gini, indicador de la desigualdad de los ingresos (donde cero es la igualdad perfecta y uno la desigualdad total). En la década de los noventa ese coeficiente aumentó y está en forma superior al de la década de los ochenta, precisamente en la época de más apertura de la economía. La apertura en telecomunicaciones vendría a aumentar aún más la desigualdad porque buena parte del mercado que ahora tiene el ICE pasaría a manos de muy pocas empresas, dándoles una menor remuneración a los empleados que contratarían, sin que ello se refleje en menores tarifas a mediano y largo plazo. De paso, se debilitarían los sindicatos del ICE y no se permitirían sindicatos en las nuevas empresas.

En conclusión, se ha tenido un elevado crecimiento en los últimos años al mismo tiempo que una mayor desigualdad en los ingresos, lo que sugiere que no es cualquier tipo de apertura y crecimiento la que le conviene al país. Por ello el tipo de inserción que el país ha tenido debe replantearse, si no queremos que la paz del país se quebrante, tal como lo demuestra la experiencia de otros países latinoamericanos.
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