Dale Correa: La Patria vuelve

23/11/2006
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El Ecuador quiere cambiar para siempre, después de cinco siglos igual.

El Ecuador, un país de 13 millones de almas, situado en el medio del mundo, de gente de cobre y flor de oro, quiere por fin ser distinto; quiere alterar el camino de su historia; quiere asaltar la gloria con las tiernas manos de la muchacha del pueblo; quiere hacer en las urnas, lo que ya hizo en las calles, más de una vez.

El pueblo ecuatoriano hace tiempo viene queriendo cambiar. Ha tumbado más de un Gobierno en las calles, cometió errores y supo enmendarlos a tiempo. Vieron caer y empujaron a Abdala Bucaram, a Jamil Mahuad y a Lucio Gutiérrez. Se vistieron de forajidos para defenderse, y como abejas diminutas, comenzaron a tejer su porvenir.

Con un 70 por ciento de pobreza, un país petrolero y de agricultura fértil parece desfallecer. Pero no, los últimos gobiernos y su neoliberalismo importado lo han arruinado todo. El petróleo se queda en las manos de los menos, mientras, la explotación del indígena en los campos de flores, mancha de sangre las rosas que van a California.

Pero parece renacer la esperanza. Desde la sierra hasta la costa, sólo se escucha una voz: Dale Correa, el lema de campaña de la Alianza País, una nueva fuerza política de profunda conciencia patriótica. Rafael Correa, joven Doctor (Ph.D.) en Economía de la Universidad de Illinois, Ministro de Economía durante 2005, de ferviente discurso, opuesto a las privatizaciones, al neoliberalismo, y que amenaza con romper la partidocracia del Ecuador, es su candidato.

Y lo apoyan, tanto la Confederación de Nacionalidades Indígenas, como la Izquierda Democrática, el Movimiento Pachakutik, Nuevo País y el Partido Socialista. También se ha pronunciado a su favor, el legendario Movimiento Popular Democrático-MPD del Ecuador

Pero, ¿qué propone Correa para cambiar al Ecuador?

Propone una Revolución Ciudadana. Primero, refundar la democracia a través de una Asamblea Constituyente (1) , experiencia que ha sido sumamente exitosa en los países cercanos. Propone el ejercicio pleno de la democracia participativa, destacando la decadencia de la democracia participativa.

Correa, cuyo lema es “Patria Altiva y Soberana”, quiere recuperar y fortalecer la independencia del Ecuador. Apunta no aceptará intromisiones de las “prepotentes” burocracias internacionales; acostumbradas a imponer sus recetas en ingles, y a cobrar en dólares sus garrotazos.

Propone descentralización y autonomía provincial y regional, en un país diverso y complejo, pero condena el separatismo, lo califica de traición.

Cree en la revocación de los mandatos, se suma así a las corrientes más puras del pensamiento democrático continental. Revocar el mandato de los ciudadanos electos es devolver el poder a la ciudadanía; otorgarse la posibilidad de enmendar el error.

De acentuado discurso juvenil, quiere encarnar lo nuevo. Quiere abrir las posibilidades a la juventud, evitar el exilio económico, garantizar que los y las jóvenes puedan vivir en un Ecuador digno.

Se declara enemigo de la corrupción, aunque la cataloga como la lucha de todo un pueblo.

Rechaza el oneroso Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y no aceptará bases militares en su territorio.

Promete una activa política productiva, garantizando buenas condiciones para la empresa privada, especialmente la microempresa; asegura que enfrentará con fuerza el desempleo y sus causas.

En su política social, promete priorizar la educación y la salud. Desea garantizarle al pueblo ecuatoriano una educación y una salud de “excelente calidad, de acceso masivo, y totalmente gratuitas”; son sus palabras.

Se reconoce bolivariano, latinoamericanista; anhela ver en el sueño de la Patria Grande convertido en realidad. De esa manera se une al concierto de pueblos y gobiernos que trabajan y luchan por la integración continental; porque una América Latina unida sea grande, próspera y feliz, como casi todos la queremos.

Los ecuatorianos parecen querer “darle correa” a la corrupción, a la ingerencia, a la traición, a la pobreza. Los ecuatorianos parecen querer tener, por fin, una tierra nueva. Los ecuatorianos parecen tener de nuevo, como Correa, Pasión por la Patria.

Pero, ¿cuánto se parecen los ecuatorianos a nosotros?. ¿Cuánto sufrimos nosotros como ellos?. ¿Cuántos anhelos similares, problemas similares, luchas similares?. Los males que hemos soportado en la América Morena, parecen salpicarnos a todos por igual, sin más remedio que sublevarnos más de una vez.

La corrupción, la partidocracia, la falta de empleo, la pobreza, la destrucción de nuestros recursos naturales y del campo, la falta de educación, de salud y de servicios públicos, la impunidad, la inseguridad, la juventud sin esperanzas, y los demás males que agobian a Ecuador, también nos agobian a nosotros los dominicanos.

La partidocracia corrompida con sus tres colores y un arco iris de la infamia, y que ha gobernado República Dominicana por 40 años, y nos mantiene en esta trampa de infelicidades, de un “puntofijismo” encubierto, tiene que desaparecer ya.

Si los países latinoamericanos ya están poco a poco encontrando su camino, las luces necesarias para llegar a buen puerto, los dominicano/as también tenemos que comenzar llenar las cantinfloras, a recolectar la leña, y a poner la piedra sobre piedra, en la casa de la vida que deberemos construir, ¡y construiremos!.

El futuro de la República Dominicana, el futuro nuestro y de los que vienen, está en nuestras manos.

¡Despertemos!, la América latina nos llama. ¡Dale Correa!, la patria vuelve.


Nota

(1) A diferencia del Presidente dominicano, el candidato ecuatoriano reconoce el valor profundamente democrático de un proceso constituyente.

- H. Galván, desde República Dominicana.
https://www.alainet.org/es/active/14674?language=en
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