Historia de un triste banano
17/11/2006
- Opinión
¿Por que Alvaro Noboa no quedo en primer lugar en El Oro, durante la primera vuelta electoral? ¿No se supone que esta provincia es su fortín por la infinidad de pequeños productores bananeros que le están muy agradecidos porque les compra toda la producción de la fruta, pagándoles el precio oficial para su negocio como exportador?
En 1972, Alfredo Vera Arrata, quien fue Ministro de Educación en el Gobierno de Rodrigo Borja, publicó el pequeño pero sustancioso libro “Historia de un triste banano”, que prácticamente fue incautado, pues lo adquirió en su totalidad Luis Noboa Naranjo, el mas potentado exportador bananero y empresario ecuatoriano, para evitar que el país conozca la serie de denuncias sobre su voracidad por el dinero y el poder. Nos referiremos solo a dos practicas, que aun están vigentes.
Respecto al pago del banano al precio oficial, Alfredo Vera deja al descubierto “el burdo atraco”, practicado por Luis Noboa y casi sin excepciona por todas las compañías exportadoras de la epoca, de entregar al productor un cheque por la cantidad apropiada, obligándolo a endosar para luego entregarle en efectivo el precio real que pagaba por la fruta, desde luego mucho menor que el que constaba en el cheque. El haber girado el cheque le aseguraba al exportador la posibilidad de demostrar su inocencia si era investigado por una denuncia de que hubiera pagado menos que el precio oficial.
En la actualidad, con el límite de la cantidad para el endoso de cheques, se afirma que el método varia pero mantiene incólume su propósito: igual se paga al productor con un cheque por la cantidad correcta, pero este debe entregar al exportador el “vuelto” en efectivo por la diferencia entre el precio real de la compra y el valor que consta en el cheque. Un burdo atraco, en verdad, que puede olearse y sacramentarse si seria el propio exportador bananero Noboa quien determine el precio oficial de la fruta desde el gobierno.
En cuanto a la cantidad de cajas de banano que el exportador le compra al productor para cada embarque, es decir al sistema de cupos, Alfredo Vera lo denuncia como el mecanismo para mantener sumiso al productor, ya que si hay cupo para la venta de su banano, hay plata y comida para sus hijos. Si no hay cupo, la cosecha se pudre, la necesidad lo estrangula y la miseria galopa por los bananales, obligando a la emigración y a la desesperación. Si hay cupo, el productor pierde la dignidad aunque se aleja un tanto de la miseria. Si no hay cupo, lo más probable es que el individuo no recupere su dignidad y de todas maneras lo parta la miseria.
El valiente libro de Vera nos da las pautas para develar los intríngulis de la gran fortuna de Noboa padre, amasada a costa de los trabajadores, productores y el fisco, en el negocio bananero y otros negocios. ¿Heredo Noboa hijo, además de esa fortuna, también las pericias que explicarían el descontento popular de quienes están más próximos a su actividad empresarial?
- Ing. Ivan Calderon V., Patria Soberana
En 1972, Alfredo Vera Arrata, quien fue Ministro de Educación en el Gobierno de Rodrigo Borja, publicó el pequeño pero sustancioso libro “Historia de un triste banano”, que prácticamente fue incautado, pues lo adquirió en su totalidad Luis Noboa Naranjo, el mas potentado exportador bananero y empresario ecuatoriano, para evitar que el país conozca la serie de denuncias sobre su voracidad por el dinero y el poder. Nos referiremos solo a dos practicas, que aun están vigentes.
Respecto al pago del banano al precio oficial, Alfredo Vera deja al descubierto “el burdo atraco”, practicado por Luis Noboa y casi sin excepciona por todas las compañías exportadoras de la epoca, de entregar al productor un cheque por la cantidad apropiada, obligándolo a endosar para luego entregarle en efectivo el precio real que pagaba por la fruta, desde luego mucho menor que el que constaba en el cheque. El haber girado el cheque le aseguraba al exportador la posibilidad de demostrar su inocencia si era investigado por una denuncia de que hubiera pagado menos que el precio oficial.
En la actualidad, con el límite de la cantidad para el endoso de cheques, se afirma que el método varia pero mantiene incólume su propósito: igual se paga al productor con un cheque por la cantidad correcta, pero este debe entregar al exportador el “vuelto” en efectivo por la diferencia entre el precio real de la compra y el valor que consta en el cheque. Un burdo atraco, en verdad, que puede olearse y sacramentarse si seria el propio exportador bananero Noboa quien determine el precio oficial de la fruta desde el gobierno.
En cuanto a la cantidad de cajas de banano que el exportador le compra al productor para cada embarque, es decir al sistema de cupos, Alfredo Vera lo denuncia como el mecanismo para mantener sumiso al productor, ya que si hay cupo para la venta de su banano, hay plata y comida para sus hijos. Si no hay cupo, la cosecha se pudre, la necesidad lo estrangula y la miseria galopa por los bananales, obligando a la emigración y a la desesperación. Si hay cupo, el productor pierde la dignidad aunque se aleja un tanto de la miseria. Si no hay cupo, lo más probable es que el individuo no recupere su dignidad y de todas maneras lo parta la miseria.
El valiente libro de Vera nos da las pautas para develar los intríngulis de la gran fortuna de Noboa padre, amasada a costa de los trabajadores, productores y el fisco, en el negocio bananero y otros negocios. ¿Heredo Noboa hijo, además de esa fortuna, también las pericias que explicarían el descontento popular de quienes están más próximos a su actividad empresarial?
- Ing. Ivan Calderon V., Patria Soberana
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- Historia de un triste banano 17/11/2006
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