(De la serie Democracia Patas Arriba)
Primero lo Primero
14/11/2006
- Opinión
El tema de las prioridades es un tema ya bastante concurrido en los análisis y en las discusiones políticas de la República Dominicana. Pero lo popular no necesariamente agota, como lo común no quita pertinencia.
Mucho menos si es la misma realidad dominicana la que empuja hacia ese debate; o sea, el hecho de poseer un Gobierno desenfocado de las prioridades, hace obligatorio de referirnos al tema.
Existe cierto consenso entre quienes hacen opinión pública independiente de que el Gobierno dominicano, en su quehacer de políticas públicas, está dejando al margen los planteamientos emanados del proceso que pudiésemos llamar "priorización social", y desarrolla una especie de "agenda paralela".
O sea, en vez de enfocarse en aquellas áreas probablemente necesarias, esta concentrando, como nunca, su interés y recursos en una muy reducida lista de iniciativas, que asemejan más caprichos y obstinaciones, que verdaderas intereses públicos.
Es así que está desconociendo reiteradamente los mensajes que la sociedad envía y que están relacionados con sus verdaderas necesidades, demandas, propuestas y problemáticas más sentidas. Orientando su inversión fundamentalmente hacia un megaproyecto deslegitimado, un despacho mediático, la propaganda en la prensa y una o dos grandes actividades (ferias y festivales), las autoridades dominicanas, hacen caso omiso de las prioridades que la sociedad dominicana va estableciendo.
Y es que, administrar el presente y trabajar por el futuro de una sociedad, implica reconocer sus señales, no se trata de estar un paso adelante o un paso por detrás. El gastado argumento de que las autoridades deben tener "visión de estadista" para adelantarse a los hechos y a los pareceres sociales con megaobras es una excusa débil y vacía. Para lo que se necesita visión, precisamente, es para enfrentar aquellas necesidades sentidas, y particularmente aquellos cuellos de botella que limitan el desarrollo de nuestro país y, aunque difíciles de enfrentar, hay un acuerdo colectivo implícito de que deben ser encarados.
Ese es precisamente el meollo del asunto. El empecinamiento de nuestros Gobiernos a anteponer obras faraónicas a la solución de problemas estructurales, en vez de responder a una visión de futuro, corresponde más bien a una visión cortoplacista, oportunista, clientelita e irresponsable. Su falta de compromiso con un proyecto de nación sustentable les hace dar tumbos por la política, y siempre prefieren perpetuar su nombre con un Faro, un Boulevard, unos elevados, unas carreteras, unos panamericanos o un metro.
El reconocimiento obtenido con un elevado o un túnel, es para ellos, mucho más fácil de medir que el que se puede obtener elevando los niveles de educación, reduciendo la mortalidad infantil o aumentando la productividad.
No es que un metro, una 27 de febrero, un elevado o un bulevar sean malos. Tampoco fueron malos la Torre Eiffel, los Jardines colgantes de Babilonia o las Pirámides de Egipto (claro guardando las obvias diferencias).
Las obras faraónicas no son necesariamente malas, más bien pueden resultar inoportunas. Ojala nuestro país pudiera construir un puente sobre la Bahía de Samaná o un Túnel que nos comunique con Jamaica; aunque lo razonable sería, sin duda, concentrarnos en nuestras necesidades prioritarias, primero. ¡Después compraremos el Mar Caribe, como quiso Pepe Goico!
Y es que, a quienes Gobiernan el país (de los tres partidos), les hace falta compromiso con la nación, les hace falta compromiso con el desarrollo. Por supuesto, en una megaobra los niveles de corrupción son más fáciles de esconder y mucho mayores, que atacando los problemas estructurales con soluciones eficientes. ¡Excavar es la fórmula para hacerse millonario y no con petróleo precisamente!
Por eso, en vez de resolver un problema viejo, terminar una obra iniciada o reconstruir la deteriorada, prefieren crear nuevos problemas, nuevas prioridades, olvidar las obras iniciadas y construir nuevas y más costosas. ¡Cada cuatro años hay borrón y cuenta nueva, tanto en las prioridades, como en sus bolsillos!
¿Como reconocer las prioridades sentidas?
Muy fácil. Continuamente los diferentes sectores sociales emiten señales desde los múltiples ámbitos en que se desenvuelven. Sólo basta querer reconocer estos mensajes, que bien pueden presentarse como consignas, propuestas, demandas, discursos, declaraciones, comunicados, etc.
Si la DIAPE no fuera un ornamento (estilo Parlacen), el trabajo de identificación de necesidades y prioridades estuviera encaminado, por ejemplo.
Creando mecanismos de comunicación reciproca e impulsando procesos de consulta también se puede avanzar mucho en el reconocimiento de estos síntomas. Si las flamantes "Consultas Populares" no fueran un sainete malintencionado y se instrumentalizaran para responder a su objetivo de consultar la sociedad, pudieran servir también en este proceso de reconocimiento de las prioridades sentidas.
Eso si, con una simple panorámica de la opinión pública, y un simple profundizamiento de los documentos emitidos por los sectores organizados del país, se puede muy bien tomar el pulso del parecer de una gran parte de la sociedad.
El sector empresarial, por ejemplo, ha dejado muy claramente establecido cuales son sus prioridades en materia de políticas productivas que mejoren la competitividad y faciliten la reconversión, una política fiscal diferente y solución de la crisis energética. Las universidades, la Pastoral Juvenil, las organizaciones como Centro Juan Montalvo, CIECA, Foro Ciudadano, Copadeba, Participación Ciudadana, entre otras, han desarrollado buenos esfuerzos desde donde se pueden extraer mensajes sobre grandes prioridades nacionales. Los sectores populares, por su parte, continuamente movilizados, con un historial de huelgas y de resistencia ejemplar, tienen cientos de demandas, consignas y propuestas. ¡No les han caso por supuesto!
En fin, propuestas, demandas, consignas, planteamientos, señales, etc, bastan y sobran. Sólo falta la voluntad política y el compromiso de los que mandan con el futuro del país. ¡Y no lo tienen!
Es por eso que gastar el presupuesto de la nación en un Metro, en las campañas del Despacho de la Primera Dama y en Cumbres y Seminarios, es un empecinamiento testarudo del Gobierno y una afrenta a la conciencia colectiva. Propuestas tienen, y las prioridades las conocen.
Sin querer ser excluyente o totalizador, haciendo un ejercicio de simple memoria (y por si acaso se les ha olvidado) les recordaré que el país ha expresado su interés en que se prioricen áreas: como la energía eléctrica, la educación, la salud, el agua potable y el saneamiento, el empleo, la vivienda y la tenencia de la tierra, la pavimentación y las vías de comunicación, la seguridad social, el apoyo a la mediana y pequeña empresa, el transporte, la progresividad y equidad fiscal, la protección de los recursos naturales y el ambiente, la descentralización y el desarrollo rural, la institucionalidad y la corrupción, la equidad de género, la infancia y la juventud, la inseguridad (crisis de la Policía y la Justicia), entre otros.
Difícilmente en esa lista aparecerían un Metro, la brecha digital, un seminario o una cacareada reforma constitucional para definir "el Estado Social de Derechos" (donde por cierto no se cumplen los derechos de nadie).
¿Acaso se necesitará "Otra Feria" más para recordarle al Gobierno que, "Primero lo Primero"?
Sencillamente no. Lo que realmente necesitamos es que nos decidamos a construir "El Otro Gobierno", un buen gobierno, diferente, un "contragobierno" para "La Otra" República Dominicana.
¡Podemos!
¿Cómo?
¡Rompiendo el silencio!
Mucho menos si es la misma realidad dominicana la que empuja hacia ese debate; o sea, el hecho de poseer un Gobierno desenfocado de las prioridades, hace obligatorio de referirnos al tema.
Existe cierto consenso entre quienes hacen opinión pública independiente de que el Gobierno dominicano, en su quehacer de políticas públicas, está dejando al margen los planteamientos emanados del proceso que pudiésemos llamar "priorización social", y desarrolla una especie de "agenda paralela".
O sea, en vez de enfocarse en aquellas áreas probablemente necesarias, esta concentrando, como nunca, su interés y recursos en una muy reducida lista de iniciativas, que asemejan más caprichos y obstinaciones, que verdaderas intereses públicos.
Es así que está desconociendo reiteradamente los mensajes que la sociedad envía y que están relacionados con sus verdaderas necesidades, demandas, propuestas y problemáticas más sentidas. Orientando su inversión fundamentalmente hacia un megaproyecto deslegitimado, un despacho mediático, la propaganda en la prensa y una o dos grandes actividades (ferias y festivales), las autoridades dominicanas, hacen caso omiso de las prioridades que la sociedad dominicana va estableciendo.
Y es que, administrar el presente y trabajar por el futuro de una sociedad, implica reconocer sus señales, no se trata de estar un paso adelante o un paso por detrás. El gastado argumento de que las autoridades deben tener "visión de estadista" para adelantarse a los hechos y a los pareceres sociales con megaobras es una excusa débil y vacía. Para lo que se necesita visión, precisamente, es para enfrentar aquellas necesidades sentidas, y particularmente aquellos cuellos de botella que limitan el desarrollo de nuestro país y, aunque difíciles de enfrentar, hay un acuerdo colectivo implícito de que deben ser encarados.
Ese es precisamente el meollo del asunto. El empecinamiento de nuestros Gobiernos a anteponer obras faraónicas a la solución de problemas estructurales, en vez de responder a una visión de futuro, corresponde más bien a una visión cortoplacista, oportunista, clientelita e irresponsable. Su falta de compromiso con un proyecto de nación sustentable les hace dar tumbos por la política, y siempre prefieren perpetuar su nombre con un Faro, un Boulevard, unos elevados, unas carreteras, unos panamericanos o un metro.
El reconocimiento obtenido con un elevado o un túnel, es para ellos, mucho más fácil de medir que el que se puede obtener elevando los niveles de educación, reduciendo la mortalidad infantil o aumentando la productividad.
No es que un metro, una 27 de febrero, un elevado o un bulevar sean malos. Tampoco fueron malos la Torre Eiffel, los Jardines colgantes de Babilonia o las Pirámides de Egipto (claro guardando las obvias diferencias).
Las obras faraónicas no son necesariamente malas, más bien pueden resultar inoportunas. Ojala nuestro país pudiera construir un puente sobre la Bahía de Samaná o un Túnel que nos comunique con Jamaica; aunque lo razonable sería, sin duda, concentrarnos en nuestras necesidades prioritarias, primero. ¡Después compraremos el Mar Caribe, como quiso Pepe Goico!
Y es que, a quienes Gobiernan el país (de los tres partidos), les hace falta compromiso con la nación, les hace falta compromiso con el desarrollo. Por supuesto, en una megaobra los niveles de corrupción son más fáciles de esconder y mucho mayores, que atacando los problemas estructurales con soluciones eficientes. ¡Excavar es la fórmula para hacerse millonario y no con petróleo precisamente!
Por eso, en vez de resolver un problema viejo, terminar una obra iniciada o reconstruir la deteriorada, prefieren crear nuevos problemas, nuevas prioridades, olvidar las obras iniciadas y construir nuevas y más costosas. ¡Cada cuatro años hay borrón y cuenta nueva, tanto en las prioridades, como en sus bolsillos!
¿Como reconocer las prioridades sentidas?
Muy fácil. Continuamente los diferentes sectores sociales emiten señales desde los múltiples ámbitos en que se desenvuelven. Sólo basta querer reconocer estos mensajes, que bien pueden presentarse como consignas, propuestas, demandas, discursos, declaraciones, comunicados, etc.
Si la DIAPE no fuera un ornamento (estilo Parlacen), el trabajo de identificación de necesidades y prioridades estuviera encaminado, por ejemplo.
Creando mecanismos de comunicación reciproca e impulsando procesos de consulta también se puede avanzar mucho en el reconocimiento de estos síntomas. Si las flamantes "Consultas Populares" no fueran un sainete malintencionado y se instrumentalizaran para responder a su objetivo de consultar la sociedad, pudieran servir también en este proceso de reconocimiento de las prioridades sentidas.
Eso si, con una simple panorámica de la opinión pública, y un simple profundizamiento de los documentos emitidos por los sectores organizados del país, se puede muy bien tomar el pulso del parecer de una gran parte de la sociedad.
El sector empresarial, por ejemplo, ha dejado muy claramente establecido cuales son sus prioridades en materia de políticas productivas que mejoren la competitividad y faciliten la reconversión, una política fiscal diferente y solución de la crisis energética. Las universidades, la Pastoral Juvenil, las organizaciones como Centro Juan Montalvo, CIECA, Foro Ciudadano, Copadeba, Participación Ciudadana, entre otras, han desarrollado buenos esfuerzos desde donde se pueden extraer mensajes sobre grandes prioridades nacionales. Los sectores populares, por su parte, continuamente movilizados, con un historial de huelgas y de resistencia ejemplar, tienen cientos de demandas, consignas y propuestas. ¡No les han caso por supuesto!
En fin, propuestas, demandas, consignas, planteamientos, señales, etc, bastan y sobran. Sólo falta la voluntad política y el compromiso de los que mandan con el futuro del país. ¡Y no lo tienen!
Es por eso que gastar el presupuesto de la nación en un Metro, en las campañas del Despacho de la Primera Dama y en Cumbres y Seminarios, es un empecinamiento testarudo del Gobierno y una afrenta a la conciencia colectiva. Propuestas tienen, y las prioridades las conocen.
Sin querer ser excluyente o totalizador, haciendo un ejercicio de simple memoria (y por si acaso se les ha olvidado) les recordaré que el país ha expresado su interés en que se prioricen áreas: como la energía eléctrica, la educación, la salud, el agua potable y el saneamiento, el empleo, la vivienda y la tenencia de la tierra, la pavimentación y las vías de comunicación, la seguridad social, el apoyo a la mediana y pequeña empresa, el transporte, la progresividad y equidad fiscal, la protección de los recursos naturales y el ambiente, la descentralización y el desarrollo rural, la institucionalidad y la corrupción, la equidad de género, la infancia y la juventud, la inseguridad (crisis de la Policía y la Justicia), entre otros.
Difícilmente en esa lista aparecerían un Metro, la brecha digital, un seminario o una cacareada reforma constitucional para definir "el Estado Social de Derechos" (donde por cierto no se cumplen los derechos de nadie).
¿Acaso se necesitará "Otra Feria" más para recordarle al Gobierno que, "Primero lo Primero"?
Sencillamente no. Lo que realmente necesitamos es que nos decidamos a construir "El Otro Gobierno", un buen gobierno, diferente, un "contragobierno" para "La Otra" República Dominicana.
¡Podemos!
¿Cómo?
¡Rompiendo el silencio!
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