Sobre el tema habitacional en el país

A propósito de las ofertas de la campaña electoral

01/11/2006
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  • Opinión
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El candidato Álvaro Noboa ha afirmado en innumerables oportunidades durante la campaña electoral, que en su gobierno edificará 300.000 viviendas por año. En sus cuñas publicitarias se menciona que las casas serán de “diferentes tamaños”; esa aseveración se puede entender como que las casas serán pequeñas, más pequeñas y muy pequeñas pues caso contrario los recursos necesarios serían estratosféricos. En otra cuña anota sin embargo, que todas las casitas serán de hormigón armado y dispondrán de los servicios básicos, incluidos “cisterna y bomba”, esto lleva nuevamente a que los recursos requeridos sean casi estratosféricos.

En algún dato curioso que anda circulando por el ciberespacio, se puntualiza que la oferta en cuestión significaría hacer 25.000 casas mensuales, 822 casas diarias, 34 casas cada hora o 3 casas cada 5 minutos, sin descontar fines de semana, feriados, ni las horas nocturnas, generalmente previstas para el sueño.

Esto puede sonar a broma, pero lo que es cierto es que construir 300.000 casas significa construir anualmente una ciudad casi como medio Quito en términos de población, tierra urbana y servicios.

Se calcula que en todo el país existen al momento alrededor de 2’848.000 viviendas. ¿Podrá el abogado Noboa construir 1’200.000 viviendas al término de su mandato, es decir, el equivalente de casi el 50% de todas las casas juntas de Guayaquil, Quito, Cuenca, Portoviejo, Machala, Santo Domingo de los Colorados y del resto de las ciudades intermedias y pequeñas -y de todo el campo- del territorio ecuatoriano?

Don Federico Pérez, quien acaba de ser elegido diputado por el PRIAN, el partido del abogado Noboa, afirma que la meta es posible, que hay que pensar en grande, que sólo así llegaremos lejos. Me encanta su optimismo. Pienso sin embargo que sus afirmaciones resultan un tanto irreflexivas.

El presupuesto general del Estado es del orden de 11.760 millones de dólares en el presente año; de ese monto según se conoce, el 48% se destina al pago de la deuda externa (sólo para amortización de la deuda pública, el presupuesto destina casi 1.680 millones de dólares). Eso significa que el presupuesto real, disponible del Estado es de menos de 6.000 millones de dólares, de los cuales, la mitad (3.000 millones) está presupuestado para salarios.

Edificar 300.000 casas anualmente (sin cisterna ni bomba) por más chiquitas, bien chiquitas y verdaderamente chiquitas que éstas lleguen a ser, demandaría al menos de una inversión de entre 1200 y 1500 millones de dólares, es decir el 50% del monto que el Estado requiere ahora para todos los gastos corrientes y de inversión a nivel nacional sin contar deuda externa y salarios del sector público. Construir tal número de viviendas demandaría al Estado más del doble del monto actualmente presupuestado para obras públicas estatales en todo el país que asciende ahora a 657 millones de dólares.

Pero no olvidemos que edificar 300.000 viviendas por año, demandará la habilitación de suelo urbano, apto para edificar, con disponibilidad de vías de acceso y circulación, infraestructura de agua, drenaje, electricidad, espacios y equipamientos colectivos, etc. La habilitación de la tierra demandará inversiones de al menos otros 1.200 o 1.500 millones de dólares. En buen romance eso significará que la construcción de las 300.000 viviendas ofrecidas por Noboa dejaría las arcas fiscales en cero una vez pagados la deuda y los salarios básicos del sector público.

Sin embargo, edificar 300.000 viviendas demandará al menos de 3000 Hectáreas de terreno urbanizado; si consideramos que ni el Estado ni los gobiernos locales disponen de un banco de tierra, la escasez de suelo urbana y la especulación a la que darán origen estas acciones, se convertirán en un freno casi insalvable para la anunciada política de edificación. El Estado claro, puede hacer uso de la opción que le da la ley de obtener tierras por expropiación, pero por supuesto eso implica trámites y tiempos generalmente muy prolongados; ¿será que el candidato del libre mercado está dispuesto a volverse estatista expropiador de la noche a la mañana? ¿De donde piensa obtener los recursos para esas operaciones?.

De otra parte, el nivel de inversiones estatales requerido para la construcción de 300.000 viviendas, demandaría movilizar recursos privados por el doble de ese valor en operaciones colaterales no solo de crédito habitacional sino de recursos monetarios para poner a trabajar aceleradamente a la industria de la construcción y los servicios a ella vinculados (transporte, energía, maquinaria, herramientas, insumos y materiales de extracción primaria, artesanales, e industriales, nacionales e importados). Como ya se ha escuchado en varias entrevistas ni los técnicos ni la mano de obra locales serían suficientes y no faltó un entusiasta partidario de la propuesta de Noboa que sugiere importar mano de obra barata de Colombia y del Perú.

La demanda de servicios: agua potable, electricidad, saneamiento hídrico, recolección de desechos, transporte, combustible, etc. que originarían esas 300.000 viviendas harían colapsar las actuales plantas de generación de agua y energía y demandarían macro inversiones en todas esas áreas. ¿Otra inversión adicional de entre 1.200 y 1.500 millones de dólares?

Todo esto en el marco de otra oferta de campaña: el candidato Noboa plantea disminuir a la mitad el impuesto a la renta; actualmente el Presupuesto General del Estado se nutre de 1.300 millones de dólares por ese concepto. Ante una demanda superior a los 3.600 millones de dólares anuales para este reto de inversión inmobiliaria, ¿será lógico pasar a la mitad y de un plumazo las recaudaciones actuales del impuesto a la renta?

El monto que la banca privada en su conjunto dispone anualmente para créditos productivos en todo el país no será suficiente podrá enfrentar la demanda de recursos que llegará de este macro emprendimiento, ¿será que podrá disponer de créditos suficientes para la demanda de liquidez que requeriría el sector de la construcción para enfrentar un número incalculable de operaciones financieras ligadas a ese boom de la vivienda masiva?.

Se dirá, claro, que para pensar en grande no hay que voltear los ojos a las escuálidas arcas fiscales y a la limitada banca local… que todo este macro programa de inversión habitacional, podrá hacerse con inversiones privadas del exterior. ¿Será que existen en el mundo generosos inversionistas que estén dispuestos a arriesgar entre 4.000 o 5.000 millones de dólares a una inversión de riesgo, sobre todo tratándose de inversión no productiva?. Hablo de riesgo no porque los pobres del país sean malos pagadores sino porque veo muy difícil que una población que vive con apenas un dólar al día pueda destinar diariamente el doble de ese valor a la amortización de capital e intereses de su vivienda. ¿No será que vamos a incrementar en esos 4.000 o 5.000 millones el monto de la de deuda externa?, porque de seguro el Estado será garante de esas operaciones.

Por lo pronto estoy seguro que muy pocos del millón doscientos mil ingenuos (uno por casa) que votaron por Noboa, llegará a ver un ladrillo de esta oferta populista. A los que tienen empleo fijo le disminuirá a la mitad el impuesto a la renta (posiblemente 50 dólares al año) y el candidato, sus empresas y sus amigos se ahorraran unos tantos milloncitos al mes por el mismo concepto.

Mario Vásconez

Centro de Investigaciones CIUDAD
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