El país envejece

02/10/2006
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En los análisis respecto de la realidad electoral del país, pareciera omitirse una variable significativa para la perspectiva de profundizar el actual proceso de democratización: la creciente importancia cuantitativa de los Adultos Mayores en la composición del padrón electoral, y la tendencia a su constante incremento en la masa ciudadana. En efecto, en el segmento comprendido entre los 18 y 29 años persiste una resistencia a la inscripción en los Registros Electorales, que –conforme a los datos de los últimos 16 años– parece improbable que se modifique en forma sustancialmente relevante. Así, en el plebiscito de octubre de 1988, un 30,03% del padrón eran jóvenes. En cambio, en las últimas elecciones municipales de 2004 llegó sólo un 8,95%. De esa forma, se ha producido un fenómeno que se ha denominado "envejecimiento del padrón electoral". Un 22,4% del padrón eran adultos mayores de 60 años en las pasadas elecciones municipales, mientras que en 1988 sólo llegaron a un 13,46%. Y por primera vez en la historia republicana existe un millón 804 mil 807 chilenos mayores de 60 años inscritos en los Registros Electorales. Más allá del constatado desinterés juvenil por inscribirse para la participación electoral, el fenómeno debe ser reexaminado teniendo presente otros datos, sobre los cambios en el volumen y estructura de la población chilena. Conforme a los datos del Censo del 2002, la población general creció a un 1,2%, pero las personas mayores de 65 años aumentaron a una tasa de 3,3%. Actualmente, Chile es el segundo país, después de Cuba, con la expectativa de vida más alta en toda América Latina y El Caribe. Del mismo modo, a lo largo de las últimas décadas nuestro país ha experimentado una drástica reducción de la fecundidad. La población mayor de 60 años tiene una importancia más alta que en 1992, cuando se realizó el anterior Censo. Ellos representan hoy el 11,4% de la población total, lo que en valores absolutos significa que hoy viven 400.000 personas mayores de 60 años más que en 1992. El primer Censo del Siglo XX se realizó el 27 de noviembre de 1907. La población del país era entonces de tres millones 231 mil habitantes. De ellos, sólo 200 mil personas tenían 60 años y más. En cambio, hacia el 2020 cerca del 20 por ciento de la población, es decir, uno de cada cinco chilenos será un adulto mayor, en un marco en que la tasa de natalidad disminuirá o, a lo menos, se mantendrá estable, con una consiguiente disminución del porcentaje de población joven. Todas las variables indican, por consiguiente, que el peso de los adultos mayores en las definiciones electorales crecerá. La nueva realidad constituye un dato de la mayor importancia en clave política, es decir desde la perspectiva de la definición del carácter de la dirección de los asuntos públicos. Y debiera ser considerado, por lo tanto, por quienes pretenden otorgarle a la conducción del Estado un contenido de compromiso con la democratización y la justicia social. Indudablemente, existe un desafío en el plano del discurso programático. Las demandas e intereses específicos de los adultos mayores deben ser considerados como un ámbito central en la construcción de una propuesta de país. Esa definición programática pudiera considerar aspectos como, en primer lugar, la profundización de la política de mejoramiento de los ingresos de los adultos mayores. También debiera considerarse el desarrollo de las políticas orientadas a la "calidad de vida", un desafío muy complejo que articula variables físicas, psicológicas, ambientales, sociales y culturales, y que incluyen acceso al empleo, el deporte y la actividad física, la salud y la educación (incluso superior y universitaria), así como la creación de redes de apoyo social. Asimismo, es imprescindible la consolidación de las políticas de fomento de actividades integradoras a la sociedad, que han permitido, por ejemplo, que ahora existan 254.634 adultos mayores organizados en 7.668 agrupaciones sociales y comunitarias. En relación con ese tema, también parece necesario que las coaliciones y colectividades políticas modifiquen su enfoque sobre su relación (política) con los Adultos Mayores. Es necesario asumirlos como protagonistas de los procesos políticos, sujetos con capacidad de intervenir en la resolución de los asuntos públicos. Ya no son una "clase pasiva". No lo serán más, ni se les puede seguir considerando de ese modo a la hora de elaborar las estrategias y proyectos políticos. En el pasado, la jubilación y el retiro servían para prepararse para el término de la vida. Era una edad para el reposo. Hoy, es una nueva etapa de la vida, en la que se dispone de más tiempo de ocio, pero de un ocio que puede y debe ser imaginativo y productivo. Es necesario considerar a los adultos mayores como seres activos en la construcción de un país mejor, al cual aporten con su experiencia y la riqueza de una vida. Una investigación de científicos de las Universidades de California y Michigan, publicada en "Proceedings of the National Academy of Sciences", concluyó que la humanidad evolucionó a raíz de que más personas llegaron a edades mayores, lo que permitió el desarrollo de la cultura y la expansión de la civilización. "Los grupos en donde la gente mayor sobrevivió mejor, terminaron siendo más exitosos", sostuvieron. En este sentido, no tenemos dudas de que la incorporación protagónica de los adultos mayores a las tareas políticas de la democratización del país, permitirán que ese proceso histórico culmine en la construcción del Chile vivible con el que soñamos. - El autor es Administrador Publico y Magister en Gerencia Pública Universidad Adolfo Ibáñez Fuente: Crónica Digital (Santiago de Chile)
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