Soberanía alimentaria
18/06/2004
- Opinión
25 de julio es el Día del Chofer y el Día del Labrador (en Brasil).
La misma fiesta, destacando dos profesiones, pero envolviendo a
toda la sociedad.
Por la incidencia cotidiana, las carreteras acaban preocupando a
todos, por los frecuentes accidentes, por los baches que aumentan,
por la precariedad de su manutención. Invocar a San Cristóbal
(considerado el Santo Patrón de los chóferes) es apelar a la
protección de Dios y reunir fuerzas para enfrentar nuestras
autopistas con coraje y responsabilidad. Ser chofer se convirtió
en símbolo de los riesgos que hoy acechan a todos. Vivir se
volvió peligrosos.
Una identificación aún más profunda es simbolizada por la fiesta
del labrador, del agricultor, del colono. No importa el nombre, la
causa se está volviendo dramática y urgente. Se trata de la
importancia vital que la agricultura representa para la
sobrevivencia de la humanidad, para la causa de la propia
civilización.
Dos movimientos, coincidentes y convergentes, cumplen hoy la misión
profética de representar esta causa con la contundencia que ella
acarrea: el MST y la Vía Campesina.
El MST se cubre de méritos al valorar la conciencia de los
labradores, articular su organización, motivar su accionar pacífico
y su estrategia política para urgir las providencias indispensables
con miras a garantizar que la tierra sea pueesta al alcance de
quien en ella quiera trabajar para producir los alimentos
indispensables para el consumo de la población.
La Vía Campesina abraza con lucidez las grandes cuestiones que
afectan hoy la agricultura a nivel mundial. Hay serios problemas
ligados a toda la trayectoria de las actividades agrícolas, desde
los agrotóxicos que amenazan la salubridad de los alimentos,
pasando por el riesgo de la manipulación y monopolio de las
semillas, por los problemas de la comercialización que distorsiona
los precios y desvirtúan las finalidades de las cosechas, hasta los
subsidios agrícolas, que desequilibran las condiciones económicas y
llegan a inviabilizar la agricultura de algunos países.
Conciente de la gravedad de la situación, Vía Campesina percibió la
validez, y la urgencia, de estimular alianzas, y de ampliar el
debate, para que estas cuestiones sean asumidas por el conjunto de
la sociedad con la atención que merecen. De ahí la importancia de
identificar algunas causas que merecen nuestra adhesión inmediata,
y sirven de parámetro para situar otros problemas.
Para darnos cuenta de la pertinencia de este debate, vale la pena
resaltar el testimonio de la historia. Las grandes civilizaciones
tuvieron inicio cuando los pueblos percibieron que era posible
cultivar la tierra, para de ella extraer el alimento indispensable,
que antes era conseguido aleatoriamente por la caza y depredación
de la naturaleza. La agricultura fue cuna de las civilizaciones.
Ella continúa siendo su apoyo.
La sobrevivencia de un pueblo depende de la solución que encuentra
para su agricultura. De ahí el acierto de la tesis de la
"Soberanía Alimentaria", que Vía Campesina propugna con lucidez y
convicción. Cada país tiene el derecho de promover, soberanamente,
la producción de los alimentos que su tierra pueda proporcionar, y
garantizar la atención de las necesidades alimentarias de su
población.
Si un país pierde su soberanía alimentaria, abdica de la primera
condición de su soberanía política y de su identidad nacional,
abriendo la puerta a la dominación extranjera, disfrazada de
"integración comercial". Cuando los mayas, en Guatemala, ya no
consiguieron producir su tradicional maíz, comienzan a sentirse más
amenazados que cuando vieron sus fronteras invadidas y sus tesoros
robados.
Otra causa fundamental de Vía Campesina es el reconocimiento de las
semillas como patrimonio de la humanidad. La ley necesita estar al
servicio de la vida. No existe causa más vital que las semillas,
portadoras de las raíces de la vida.
Estas dos Causas sirven de parámetro para situar adecuadamente
otras cuestiones. Si la aprobación de los transgénicos significa
la entrega del monopolio de las semillas a la Monsanto, ¡afuera con
ellos! Si el ALCA significa la desestabilización de nuestra
agricultura, ¡afuera con el! Con la convicción de los exorcistas
que ordenaban a los demonios: ¡vade retro, Satanás!, irguiendo el
escudo del MST y de Vía Campesina también decimos: ¡sal de
enfrente, Monsanto; ¡vete para allá, ALCA de los diablos!
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