Hablar castellano: ¿requisito para ser asambleísta?

18/09/2006
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“Debemos rendir cuentas a quienes nos han elegido, ellos están esperando resultados”, exhortó en quechua la asambleísta Isabel Domínguez (MAS/Cochabamba) ante los reiterados “cuartos intermedios” que pedía la bancada de PODEMOS en una de las sesiones de la Asamblea Constituyente. La respuesta no tardó en llegar: Eliane Capobianco (PODEMOS/Santa Cruz) la recriminó por hablar en su idioma nativo. Capobianco no reclamó la falta de un sistema de interpretación simultánea para que ella pudiese entender a su colega asambleísta. Reclamó el hecho de que Domínguez primero debía aprender a hablar castellano para expresar sus ideas en un escenario deliberativo como la Asamblea Constituyente. Algo no encaja en esta historia. Si de lo que se trata es acabar con la exclusión y discriminación, ¿Cómo se explica actitudes y acciones excluyentes, discriminadoras y hasta racistas? ¿Cómo no entender que Bolivia es un país pluricultural y multilingüe que tiene la obligación de garantizar condiciones para una comunicación fluida en la diversidad? A Isabel Domínguez -reconocida dirigenta nacional, ex Secretaria Ejecutiva de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas de Bolivia “Bartolina Sisa”- no le molestó tanto haber sido interrumpida, lo que la exasperó fue ser humillada una vez más. Se cansó de escuchar el menosprecio una y otra vez, de que intenten descalificarla a ella y a sus compañeras como “indias desgraciadas” en sesiones, pasillos y calles. ¿Por qué los medios de comunicación no reflejan estos trasfondos? No será fácil comprender al otro o a la otra si nos resistimos a abrir nuestra mente y nuestro corazón. Si no actuamos desde la ética de la equidad, la igualdad, la justicia… no contribuiremos a ningún cambio. Las y los asambleístas elegidos democráticamente tienen un mandato supremo: re-escribir la Constitución Política del Estado tomando en cuenta a la ciudadanía boliviana sin exclusiones, en todos y cada uno de los artículos del texto constitucional. Las mujeres involucradas en este proceso, vemos la Asamblea Constituyente como una oportunidad que nos permitirá sentar bases sólidas para erradicar todas las formas de discriminación en Bolivia. Si no vamos a hacer esto, ¿para qué cambiarla?, ¿para qué tanta inversión de nuestro tiempo, nuestras ganas, nuestras inteligencias?, ¿para qué construir propuestas y consensos entre diferentes? Hoy, la exclusión y la discriminación que afectan la vida de la mayor parte de la población, son ejes motivadores para la realización de la Asamblea Constituyente en un país que exige cambios estructurales en su Carta Magna para ofrecer un futuro de justicia social y equidad. Los movimientos sociales, entre ellos, el de mujeres, venimos construyendo consensos entre diferentes, con buenos resultados. Garantizar el respeto a la diversidad en Bolivia -más allá del slogan que también utilizó Capobianco y sus correligionarios en tiempos de campaña- tiene una enorme implicancia en la estructura y funcionamiento de nuestro país. Significa cambiar leyes; significa rectificar, modificar, corregir los comportamientos de la población; significa entender y practicar la interculturalidad. Reconozcamos en Isabel Domínguez su cualidad ciudadana, su identidad cultural, su historia de vida y principalmente, su apuesta a construir un país diferente. Al ser elegida asambleísta, ella se lo tomó en serio, asumió un compromiso con Bolivia y con su gente. Ojalá que en el futuro, podamos ver otras escenas en el Teatro Gran Mariscal de Sucre; escenas de Eliane Capobianco, Isabel Domínguez y las demás asambleístas en una misma cruzada, proponiendo y defendiendo la ampliación de los derechos de las mujeres en el nuevo texto constitucional, por ejemplo. ¡Eso sería construir un país diferente! - Leila Cortez es comunicadora en CIPCA Santa Cruz.
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