El lunes 20 de agosto se publicó en el Diario Oficial la derogación del Decreto 581-2006, que aumentaba a la carrera de magisterio un año, por iniciativa de Maria del Carmen Aceña, Ministra de Educación, como un acto “conciliatorio” o “maduro” con los estudiantes de las Escuelas Normales que exigían la derogación del decreto en mención por considerar que el mismo responde a la lógica, de las políticas de un modelo económico, con el que comulga la ministra y que promueve para la educación. Pero la derogación vino acompañada de otro Decreto: el 713-2006, que a consideración de los estudiantes no es sino más de lo mismo, solo que planteado de forma diferente. Consideraciones en torno al nuevo Decreto existen varias, y sin duda una de ellas es que cualquier propuesta que hiciera a su iniciativa sería de tajo rechazada, y la razón es bastante sencilla: la ministra Aceña se ha procurado tantos anticuerpos que cualquier cosa propuesta será contradicha y aunado a esto está su actitud de desprecio a todos los que no son o piensan como ella. Pero las valoraciones de estas líneas estarán orientadas a mostrar como la ministra Aceña desarrolla una cuidadosa estrategia para al final lograr imponer su propuesta y deslegitimar y criminalizar, con ayuda de los medios, las demandas de los normalistas. Valiéndose para esto de cuanto recurso se halla construido o tenga a la mano. En primer termino es importante recordar que la ministra desde el inicio de su gestión se tomo un buen tiempo para construirse una imagen positiva ante los ojos de los guatemaltecos (aunque no sea necesariamente cierto) utilizando para esto todos los medios masivos de comunicación, concretándose esta estrategia en las campañas realizadas en lo que va de su gestión, los ejemplos más claros lo constituyen la recuperación del primer año de primaria en las escuelas publicas, la recolección de lápices y la convocatoria que hizo para que figuras “notables” se unieran al mejoramiento de las escuelas, creando la percepción de que su trabajo es diferente e innovador. Cuando en realidad es su obligación como funcionaria publica. No resulta extraño entonces que ahora la gran mayoría de medios sean tan benévolos con su imagen, y sean en este caso específicamente, a través de la creación de opinión ejercida desde los medios, los normalistas los villanos de la historia y se criminalice la protesta que han venido realizando a través de las tomas de los institutos toma de calles etc. Otro elemento de suma importancia que aprovecha la ministra (conciente o inconscientemente) es la deteriorada participación política de la sociedad guatemalteca producto de la apatía, del desprestigio de las instituciones, de la vulgarización de la política y del recurso del miedo como medio utilizado por el Estado y los gobiernos en los años más cruentos del conflicto armado interno. En consecuencia la ministra se ve beneficiada por la tendencia, que se acrecienta cada vez más, a la preferencia por los espacios individuales de parte de la sociedad guatemalteca que mientras los estudiantes normalistas reivindican ser tomados en cuenta para la toma de decisiones en cuanto a la educación, la gran masa poblacional opta por el disfrute vano de los placeres que le pude brindar asistir al cine, o leer un libro o simplemente quedarse en su casa por que las calles están tomadas por los “bochincheros” como peyorativamente los califican en los medios de comunicación masiva. En esa lógica neoliberal todo es válido, menos solidarizarse con las demandas populares. En síntesis, ese extremo individualismo que produce el neoliberalismo es un terreno fértil para la ministra pues lo usa en contra de los estudiantes normalistas. A todas luces es evidente que el modelo neoliberal implementado a medias en Guatemala, por el gran poder económico nacional y transnacional, está siendo afectivo para que las autoridades, como la ministra de educación o quien sea, implementen con éxito la política de la desigualdad. Si se hablara de afectados, no serían los únicos los estudiantes normalistas que están siendo sometidos a modelos de exclusión, sino el daño es mayor, porque la más afectada resulta ser la sociedad guatemalteca, la que vive en la pobreza. Y mientras el resto siga pensando que el acomodamiento al sistema es irreversible, esa clase gerencial que tenemos dirigiendo el país con la lógica empresarial, seguirá decidiendo e imponiendo en el nombre del acomodamiento. Algo que no se puede negar es que la ministra Aceña con lo único que ha sido consecuente es con el cúmulo de ideas que promulga. Pues fue bastante y perversamente efectiva al arrebatarles la bandera de lucha a los normalistas, derogando el decreto 581-2006 que teóricamente era la principal reivindicación de los estudiantes y sustituyéndolo prácticamente por lo mismo. El actual escenario montado por Aceña es entonces que ella cedió y que los que insisten sobre la base de pocos argumentos son los estudiantes y que ya no tienen objeto seguir insistiendo con sus demandas. Sin embargo, lo más viable hubiera sido derogar el 581 y consensuar con los estudiantes. Pero no nos confundamos por que en ningún momento las autoridades cedieron. La demanda estudiantil incluye además, la creación del consejo de comunidades normalistas, una comisión de reforma a la carrera docente y aumentar el presupuesto para las escuelas. Javier de León - Analista de Incidencia Democrática. Fuente: Boletín Noticias y Análisis de Tendencias Nº 1035/ Incidencia Democrática (Guatemala)
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