Tabaré juega con fuego
- Opinión
Decidido a impulsar un TLC con Washington, el gobierno del Frente Amplio golpea al bloque sudamericano, miente y tiende la mesa para la glotonería de las corporaciones transnacionales. ¡Ay Tabaré!...¿Qué estás haciendo? ¿Acaso te creíste que la derecha y la izquierda unidas jamás serán vencidas? Pues ten cuidado, que así, así siempre gana la derecha. Y si aceptamos ese principio "tabaretiano", de que el comercio no tiene ideología (de dudosa seriedad teórica por cierto), cambiemos entonces las denominaciones de la ecuación y comprobaremos que cuando los débiles se asocian con los fuertes, siempre pierden los primeros. Que esta es la verdadera naturaleza dialéctica de los Tratados de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos: tu y yo abrimos nuestras economías y nuestros mercados, pero como los míos son infinitamente mas grandes que los tuyos, a ver, adivina adivinador, quién gana. Si aciertas te haces acreedor de un pasaje a Disneyworld, con todos los gastos pagos y, como reza el dicho popular, a llorar a los portales. El lunes pasado, el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, se reunió con la oposición (¿la oposición?) de los partidos Blanco-Nacional y Colorado, contra los mismos que el Frente Amplio luchó durante décadas para acabar con la trampa bipartidista del sistema de poder neoliberal. Buscó y logró los apoyos que necesita para avanzar hacia la firma de un TLC con Estados Unidos. Ese proceso tiene fecha de largada, el próximo 1 de octubre, día para el cual el gobierno ex progresista de Uruguay tiene previsto contar con una agenda y una carpeta de apreciaciones técnicas sector por sector, de forma tal que estén dadas las condiciones para sumarse al eje de Washington, tan empeñado en doblegar las tendencias de resistencia que se manifiestan en el Mercado Común del Sur (Mercosur) frente a la estrategia estadounidense para la región. Para sumarse al mismo bloque que acicatea toda discrepancia o diferencia entre los países sudamericanos que, pese a todo, se esfuerzan por no perder de vista la necesidad histórica de integración. Porque la diplomacia de Estados Unidos y del gran complejo corporativo de empresas transnacionales están detrás de Brasil cuando éste se opone ante la justa política nacionalizadora del presidente Evo Morales en Bolivia; de Chile cuando su gobierno dice en voz alta que la prioridad son los TLC y no el Mercosur, su ámbito de pertenencia geográfica y cultural; de Perú cuando el presidente Alan García se alinea con Washington y encabeza la campaña de provocaciones contra el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela. Porque justamente Chávez y la incorporación de la Venezuela bolivariana al MERCOSUR son puntos de inflexión hacia el desarrolle del bloque, ya no como lo pretenden desde el continuismo neoliberal, sino desde una mirada política y estratégica, hacia la búsqueda de una América del Sur como polo dentro del actual diseño mundial, pero también en la exploración de un modelo de organización económica, social y política de nuevo tipo. El MERCOSUR que tenemos en la actualidad dista mucho de poder satisfacer esas necesidades sustantivas y cualitativas, es cierto. Pero como la única forma de alcanzar aquellos objetivos es que él mismo continúe con su proceso histórico -proceso que dictaminará hacia donde terminará inclinándose la balanza, si hacia más neoliberalismo o hacia un "mundo mejor"-, justamente es por eso que el poder hegemónico (Estados Unidos y las fuerzas sociales y políticas vernáculas asociadas) pretenden abortar toda dialéctica de integración regional de nuevo tipo. En definitiva, es por eso que la diplomacia de Washington tiene entre sus objetivos principales disparar bajo la línea de flotación del Mercosur. Es en ese contexto donde debe ser ubicado el sentido último de la estrategia de TLC trazada por Estados Unidos. Y como pieza no inocente de ese tablero, el viraje de Tabaré Vázquez requirió de un sistema de mentiras a dos bandas. Mentiras dirigidas a su frente interno, es decir a la sociedad uruguaya y mentiras ante sus asociados del Mercosur. Comencemos por las primeras. Hace pocas semanas, en Caracas, el presidente uruguayo dijo con toda claridad que un TLC con Estados Unidos no figuraba en la agenda de su gobierno, cuando al menos desde diciembre pasado, en plena Cumbre de las Américas, en la ciudad argentina de Mar del Plata, se supo que funcionarios del ministerio de Economía ya estaban trabajando en ese sentido con sus colegas estadounidenses. La mentira de Tabaré Vázquez podría haber pasado como una más de las tantas mentiras de la politiquería mundial pero, desde el punto de vista del escenario regional, encierra una cadena de significados muy especiales: desacredita los justos reclamos uruguayos (y paraguayos) de un Mercosur más equitativo ante los otros socios mayores (Brasil, Argentina y ahora también Venezuela) y demuestra que este viraje del gobierno del Frente Amplio no es el resultado de tal o cual coyuntura sino que el mismo estaba previsto de antemano, casi calificando a sus protagonistas de conspiradores contra las demandas sudamericanas que nacieron a principios del siglo XIX, de la mano del proceso independentista. Desde ese sitio al de traidores solo queda un paso muy breve. Ahora sí, las mentiras más graves son las que pretenden engañar a los propios uruguayos. Ellas son varias, aunque la más grosera es aquella que dice sobre los beneficios que traería un TLC con Estados Unidos para la economía del país: allí están las cifras sobre empleo real, migraciones, monoproducciones de productos primarios para el mercado global, deterioro del medio ambiente y pobreza estructural que ofrecen los que ya llevan tiempo con un TLC en vigencia, incluyendo el espejismo de espejos rotos de la experiencia chilena, por no hablar de las cuentas mexicanas. Sin embargo, habría que destacar que los embustes comienzan a transitar por ciertas cornisas inestables cuando el engañado resulta ser uno mismo. Allegados al presidente Vázquez reconocen que, con la firma del TLC, el vislumbra un futuro "extraordinario", que le permitiría al Frente Amplio continuar en el gobierno después de la próximas elecciones presidenciales. La alegría de Tabaré surgiría del resultado de las últimas encuestas, que arrojan un aumento de su popularidad y aceptación. Lamentablemente, los encuestadores no son como las sirenas, que siempre emiten cantos de dulzura. Ignacio Zuasnábar, de la empresa Equipos Mori, de Montevideo, dijo "la mayoría de los uruguayos está a favor de que el gobierno avance en un TLC, aunque el problema para el gobierno es que el apoyo de la mayoría se logra en buena medida por la aprobación de los votantes de la oposición" (de los partidos Nacional y Colorado). En consecuencia podría suceder que el Frente Amplio termine siendo un testaferro de aquellos que alguna vez fueron sus enemigos. Ojalá que Tabaré reaccione a tiempo y comprenda que cuando la derecha y la izquierda marchan unidas, siempre gana la derecha. Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Mar del Plata / Argentina http://www.prensamercosur.com.ar
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