Los desafíos
19/07/2006
- Opinión
A lo largo de la historia social, se ha confirmado que hay tres mecanismos fundamentales, a través de los cuales es posible “desinflar”, aplastar o nulificar un movimiento social: dividiendo a sus integrantes a través de diferentes maniobras que siembren dudas, que acrecienten las diferencias, que desafían los límites individuales para la acción; controlando y administrando el tiempo político, es decir, manejar hasta donde es posible, los márgenes y límites temporales que marcan las acciones del movimiento; y, produciendo lo que antes se llamó “propaganda” y que hoy, eufemísticamente se denomina “campañas mediáticas”, que distorsionan la imagen del movimiento en la sociedad, pero cuya acción más perversa es la de producir un “auto-reconocimiento” por parte del propio movimiento, que termina siendo rehén de la “fotografía” que producen los poderes mediáticos.
El movimiento social mexicano que emerge como resultado de la sospecha, más que fundamentada, de un manejo sucio y amañado de las elecciones presidenciales de 2006, enfrenta sin duda, estas tres amenazas: la división, el desgaste y la profecía autocumplida.
Pero considero que no se puede obviar que este movimiento social, fue gestándose mucho antes del PREP y de los conteos distritales. De modos diversos, hubo muchos mexicanos con acceso a la palabra pública que denunciaron en su momento, la “inequidad” y pasmosa impunidad con que los “adversarios” sembraron de piedritas o más bien de “minas personales” el sendero del peje; hubo otros muchos que sin acceso a esta palabra, sintieron, pensaron, asumieron que había que prepararse pues era evidente -por ejemplo, desde la composición del actual Consejo del IFE, en 2003, de que lo que se anunciaba no sería sencillo de enfrentar-. Así, coincido con los analistas que han señalado que lo que hoy enfrentamos es la consecuencia inevitable de una campaña fundamentada en el terror y el exterminio del adversario a cómo de lugar. Una “comunidad de sentido”, una cofradía invisibilizada, pero igualmente operante, fue articulándose lenta, imperceptiblemente. Por ello, no valen las descalificaciones que reparten quiénes se autoerigen en paladines de la democracia. Los “un millón cien y contando”, no aparecieron de la nada, estaban ahí, antes, esperando, paciente y silenciosamente, otorgando el beneficio de la duda, a lo que fue cantado como “crónica de un fraude anunciado”.
Por eso mismo, el movimiento social no puede darse el lujo de dejarse atrapar por los agoreros de la catástrofe. Es fundamental mantener los acuerdos mínimos frente a las estrategias de división previsible y ya operante; clave, no dejarse atrapar por los ritmos y lógicas que marcan los administradores del tiempo; la prisa es un enemigo a vencer en este contexto. Y, de manera, particularmente relevante, el movimiento debe, como imperativo, resistir la tentación de dejarse reducir a la fotografía que se intenta producir de él: violento, fanático, irreflexivo y no ciudadano.
Si bien, en lo general, se puede compartir la tesis (precipitada por los tiempos que controlan los medios) de que “el affaire Calderón”, es un asunto menor de cara a los agravios históricos, es contraproducente no desmarcarse (bien si es un evento “sembrado” o bien si es “real”), de cara a la estrategia de largo aliento que debiera imprimir el espíritu de este movimiento, es vital para evitar la posibilidad de que el movimiento sea aislado y etiquetado.
Un riesgo pocas veces evaluado por los movimientos sociales es el de desestimar a los posibles aliados, los cinturones de protección que representan aquellos grupos, sectores, espacios sociales, que sin hacer parte del movimiento, podrían aportar “activos” de dos diferentes maneras: o a través de la neutralidad (cosa muy importante para como están las cosas) o a través de una expresión solidaria. El objetivo es que el movimiento expanda su rango, sus límites, su espacio y acepte, me parece, que para colocar con éxito, su razón y su voluntad en el espacio público, debiera, fundamentalmente, quebrar la resistencia de quienes son “neutros” y especialmente, de quienes están “asustados” de la fotografía que sobre el movimiento social han generado los estrategas del sistema.
Por eso, bienvenidas las corresponsales de la BVC (bola de viejas cabronas), el nuevo blog de telefonistas, que con su impecable capacidad de registro el “sendero del peje” nos reporta; por ello, cuidado a la estrategia contra Banamex, que pudiendo haber sido un evento performativo y altamente productivo, corre el riesgo de convertirse en motivo de impugnación; por lo mismo, cuidado a los eventos sembrados y reales, que ablandan el imaginario público y producen, sin demasiado esfuerzo, el retrato hablado del “enemigo”.
Si hay hoy, un territorio importante, es el del efecto simbólico-político del movimiento. Nadie puede darse el lujo de aflojar ni un poquito. “Pesimismo de la razón, optimismo de la voluntad”, claro, pero siempre se puede ayudar al optimismo.
- Rossana Reguillo, académica e investigadora mexicana
Fuente:
http://www.porlalibre.org/americalatart148.html
https://www.alainet.org/es/active/12450
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